BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Jericó
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • Tras la muerte de Moisés, Josué envió dos espías a Jericó. Rahab los ocultó, de modo que no los descubrieron. Después se escaparon de la ciudad descolgándose por una cuerda a través de la ventana de la casa de Rahab —situada sobre el muro de Jericó—, y se escondieron por tres días en la cercana región montañosa. Luego vadearon el Jordán y volvieron al campamento israelita. (Jos 2:1-23.)

      El rey y los habitantes de Jericó debieron sobrecogerse de temor cuando se enteraron o fueron testigos del represamiento milagroso del Jordán, que por entonces bajaba crecido, y de que dicho represamiento había permitido a los israelitas cruzar sobre suelo seco. Más tarde, aunque se circuncidó a los varones israelitas y tuvieron que recuperarse antes de estar en posición de defenderse, nadie se atrevió a atacarlos mientras estuvieron acampados en Guilgal. Los israelitas también observaron la Pascua sin incidentes en la llanura desértica de Jericó. (Jos 5:1-10.)

      Más tarde, un príncipe angélico se le apareció a Josué cerca de Jericó y le explicó el procedimiento que tenía que seguir para tomar la ciudad, que “estaba bien cerrada a causa de los hijos de Israel”. Las fuerzas militares israelitas obedecieron las instrucciones, y durante seis días marcharon una vez al día alrededor de Jericó seguidas por siete sacerdotes que tocaban continuamente los cuernos; detrás iban los sacerdotes que llevaban el Arca y al final, una retaguardia. Sin embargo, el séptimo día marcharon alrededor de la ciudad siete veces. Cuando tocaron los cuernos en su última vuelta alrededor de Jericó, el pueblo lanzó un fuerte grito de guerra y las murallas de la ciudad empezaron a desplomarse. (Jos 5:13–6:20.)

      A continuación, los israelitas entraron rápidamente en Jericó y dieron por entero a la destrucción a sus habitantes y a todos sus animales domésticos. No obstante, debido a la bondad que Rahab demostró al esconder a los espías, se la conservó con vida tanto a ella como a los parientes que habían permanecido dentro de la casa, que estaba sobre la parte del muro que no se había desplomado. La ciudad entera fue quemada, pero llevaron el oro y la plata al santuario de Jehová. (Jos 6:20-25.) Sin embargo, un israelita llamado Acán robó una barra de oro, algo de plata y un vestido de buena calidad, y lo escondió debajo de su tienda, lo que le acarreó la muerte a él y a toda su familia. (Jos 7:20-26.)

  • Jericó
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • ¿Han hallado pruebas los arqueólogos de la destrucción de Jericó en tiempo de Josué?

      Entre 1929 y 1936, el profesor John Garstang dirigió una expedición inglesa a Tell es-Sultan, donde halló una ciudad que había sido incendiada y cuyos muros habían caído. Identificó a esta ciudad con la Jericó del tiempo de Josué y situó su destrucción en una fecha cercana a 1400 a. E.C. Aunque en la actualidad algunos doctos aún concuerdan con las conclusiones de Garstang, otros interpretan los hallazgos de manera diferente. El arqueólogo G. Ernest Wright escribe: “Los dos muros que rodeaban la parte más elevada de la ciudad antigua, que Garstang [...] creía haber sido destruidos por un terremoto y un incendio en tiempos de Josué, resultaron ser del tercer milenio y representar tan sólo una parte de los catorce muros o lienzos de muro edificados sucesivamente durante aquel período”. (Arqueología bíblica, 1975, pág. 114.) Muchos piensan que queda poco, si acaso algo, de la Jericó de la época de Josué pues las primeras excavaciones eliminaron lo que podía haber quedado del tiempo de su destrucción. El profesor Jack Finegan observa: “Por lo tanto, ahora ya no queda casi nada en el lugar que permita determinar la fecha en que Josué conquistó Jericó”. (Light From the Ancient Past, 1959, pág. 159.)

      Por esta razón, muchos eruditos fechan la caída de Jericó sobre la base de pruebas circunstanciales, y las fechas que sugieren abarcan un período de unos doscientos años. En vista de tal incertidumbre, el profesor Merrill F. Unger expone con acierto: “Los eruditos tienen que extremar su cautela para no otorgar indebida autoridad a las fechas e interpretaciones de los arqueólogos. Las amplias divergencias que existen entre las autoridades competentes demuestran sin lugar a dudas que las fechas y conclusiones derivadas de los hallazgos arqueológicos suelen depender de factores subjetivos”. (Archaeology and the Old Testament, 1964, pág. 164.)

      Por lo tanto, el que las interpretaciones de los arqueólogos no concuerden con la cronología bíblica que señala el año 1473 a. E.C. como la fecha de la destrucción de Jericó no es razón para preocuparse. Las diferentes interpretaciones de Garstang y otros arqueólogos sobre Jericó ilustran la necesidad de ejercer cautela a la hora de aceptar el testimonio arqueológico, aunque parezca confirmar o contradecir el registro bíblico y su cronología.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir