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    ¡Despertad! 2010 | febrero
    • 4 El efecto del divorcio en los hijos

      “Fue horrible”, afirma José, padre divorciado que vive en España. “Y cuando me enteré de que el otro hombre era nada menos que el marido de mi hermana, me quería morir.” José dice que a sus dos hijos —de dos y cuatro años— también les afectó mucho lo que hizo su madre: “No podían asimilar la situación. No entendían por qué su mamá y su tío estaban viviendo juntos, y por qué nosotros tres habíamos ido a vivir con mi hermana y mi madre. Si tenía que salir para algo, me preguntaban: ‘¿Cuándo vas a regresar?’, o me decían: ‘¡Papi, no nos dejes!’”.

      Como se ha visto, los hijos suelen ser las víctimas olvidadas del divorcio. Pero hay quienes dicen que cuando los padres no se llevan bien, lo mejor para los hijos es que se divorcien. ¿Es cierto? En los últimos años, ese criterio se ha cuestionado, especialmente cuando los problemas no son demasiado graves. El libro The Unexpected Legacy of Divorce (Las inesperadas secuelas del divorcio) declara: “A muchos padres que se ven atrapados en un matrimonio muy infeliz les sorprendería saber que sus hijos aceptan la situación bastante bien. Con tal de que la familia esté junta, a ellos no les importa si mamá y papá duermen separados”.

      Los hijos sí se dan cuenta de los desacuerdos entre sus padres, y ese ambiente tenso puede afectar su personalidad. Ahora bien, presuponer que el divorcio será automáticamente beneficioso para ellos pudiera ser un error. “Parece que la cohesión que proporciona el matrimonio, aunque este deje mucho que desear, ayuda a los padres a mantener las normas consecuentes y equilibradas a las que los niños responden”, escriben Linda J. Waite y Maggie Gallagher en su libro The Case for Marriage (Argumentos a favor del matrimonio).

      En resumen: El divorcio puede perjudicar mucho a sus hijos, particularmente si usted no contribuye a que mantengan una buena relación con su otro progenitor (véase el recuadro “Atrapada entre ambos”).

  • Cuatro factores para tomar en cuenta
    ¡Despertad! 2010 | febrero
    • “ATRAPADA ENTRE AMBOS”

      “Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 12 años. En cierto modo, para mí fue un alivio. Había más paz y tranquilidad en la casa, pues ya no tenía que oír sus peleas. Aun así, experimenté emociones encontradas.

      ”Después de su divorcio, yo quería llevarme bien con los dos, y me esforcé por permanecer lo más neutral posible. Pero hiciera lo que hiciese, siempre me sentía atrapada entre ambos. Cuando papá me decía que mamá me iba a poner en contra de él, yo tenía que asegurarle que no era así. Mamá, por su parte, también se sentía muy insegura, pues temía que papá estuviera sembrando cizaña entre nosotras. Llegó un momento en que, como no quería herirlos, ya no me sentía libre de hablar con ninguno de los dos sobre cómo me afectaba toda aquella situación. Al poco tiempo dejé de tocar el tema de su divorcio.” (Sandra)

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