Por ejemplo, cuando una familia de Testigos se hospedó en un hotel de la Florida, el hijo inadvertidamente se llevó una funda de almohada, equivocándola con su camiseta. La familia devolvió por correo la funda al hotel, y el gerente les escribió: “Agradecemos muchísimo su honradez. Aunque el devolvernos la funda quizás fue un acto normal característico de ustedes, para nosotros es algo digno de encomio”.

Un joven Testigo en el quinto grado de primaria estaba jugando béisbol en la escuela. Se vio implicado en una jugada difícil de juzgar, pero sabía que le correspondía estar fuera del juego. Los compañeros de su equipo trataron de decir que “había llegado a base a tiempo”. Pero entonces un miembro del equipo rival dijo que había una manera segura de determinar la verdad. Dijo: “Pregúntenle a él si quedó fuera o no. Él es Testigo, y los Testigos no mienten”. La buena conducta del niño en los asuntos cotidianos había sido notada por otros. En verdad, cuando se vive por las normas de Dios, hasta “de la boca de los pequeñuelos” puede subir alabanza a Jehová. (Mateo 21:16.)