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Un desafío para los padres¡Despertad! 1992 | 22 de junio
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Un desafío para los padres
El mundo es un lugar mucho menos moral de lo que solía ser. Anuncios publicitarios que utilizan el sexo como reclamo se repiten hasta la saciedad. Revistas que presentan a las mujeres como simples juguetes se venden en los quioscos y en algunos países hasta en los supermercados. Una canción de rock defiende la violación perpetrada por un conocido de la víctima. Desde luego, la experiencia cotidiana demuestra que vivimos en un mundo inmoral.
LA PROFESORA de estudios relacionados con la familia, Greer Litton Fox, comentó que de “los aproximadamente cuarenta” actos de coito explícito o implícito “a los que uno puede verse expuesto diariamente en la televisión desde las 13.30 hasta las 23.00, menos del 5% están protagonizados por parejas casadas”. Con tal fomento del sexo en los medios de comunicación, no es extraño que también se lea acerca de los “asombrosos índices de embarazos entre adolescentes y sus devastadoras consecuencias”.
No hay duda de que para los padres que desean lo mejor para sus hijos, supone un serio desafío criarlos en este mundo inmoral. No obstante, esto no significa que todos los jóvenes tengan relaciones sexuales. Las encuestas revelan que la mitad de las muchachas estadounidenses con edades comprendidas entre los quince y los diecinueve años tienen experiencia en el campo sexual, lo cual confirma que la otra mitad no tiene dicha experiencia. Por otra parte, incluso muchas de las chicas que han participado en relaciones sexuales desearían no haberlo hecho. Una de esas jóvenes escribió lo siguiente a Ann Landers, columnista de un periódico:
“Las relaciones sexuales que tuve con Joe (mi primera aventura) me decepcionaron, así que lo intenté de nuevo con Mike, luego con Neal y después con George. No sé lo que estaba buscando. Fuera lo que fuera, no lo encontré. Las revistas, las telenovelas y las películas me habían hecho creer un montón de disparates. La vida real no era así.
”Si pudiese hablar con las jovencitas que leen su columna, les diría que las relaciones sexuales entre adolescentes no solucionan los problemas, sino que crean más. No hacen que una muchacha se sienta amada; la hacen sentirse despreciable. Les diría que dichas relaciones, en lugar de hacer a una chica ‘más mujer’, pueden hacerla menos femenina.
”Si pudiese hablar con los padres, les instaría a que inculcasen [en sus hijos] amor propio y normas elevadas.”
En realidad, los jóvenes que gozan de una estrecha relación con sus padres y que se sienten seguros en el seno de su familia y a gusto consigo mismos, corren mucho menos peligro de caer víctimas de la inmoralidad que los demás. Hoy existe una organización de más de cuatro millones de personas por toda la Tierra en la que los jóvenes reciben ayuda para aferrarse a unas normas muy superiores a las que generalmente se siguen en la actualidad.
En vista de todo esto, ¿cómo puede usted ayudar a sus hijos a protegerse de la aumentante inmoralidad del mundo de hoy? ¿Cómo puede usted ayudarles a vivir una vida mejor, más feliz y moral? De esto tratan los dos artículos siguientes.
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Suminístreles la guía que necesitan¡Despertad! 1992 | 22 de junio
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Suminístreles la guía que necesitan
¿CÓMO pueden aprender sus hijos a protegerse de la aumentante inmoralidad del mundo? No lo aprenderán en la televisión, la cuarta fuente de información más importante sobre sexualidad, según cierto grupo de jóvenes. Tampoco en las escuelas, donde la enseñanza refleja los valores y normas variables de este mundo inmoral. Y desde luego no lo aprenderán escuchando las historias que relatan sus compañeros de clase.
Para que la educación en torno a la moralidad y la vida de familia tenga éxito, tiene que empezar en casa. Como dijo una profesora de enseñanza secundaria preocupada por este asunto: “Alguien tiene que armarse de valor y decir: ‘Miren, jovencitos, el hecho de que esperen no les va a perjudicar’”.
¿Les ha enseñado usted eso a sus hijos? En vista del bombardeo de información sexual que nos rodea, ¿se ha preguntado usted alguna vez si tan siquiera sabe cómo instruirles en este campo?
Cómo influye el ejemplo
Tal como la forma de vivir de sus padres influyó en la vida de usted, el ejemplo que usted ponga también afectará mucho la vida de sus hijos. Su ejemplo dice mucho acerca de cuánto los quiere y de la clase de personas que desea que sean.
Si usted era virgen cuando se casó, puede decirles a sus hijos lo feliz que se sintió por ello. Un abuelo recuerda el día, hace casi sesenta años, cuando su propio padre le mencionó la satisfacción que le había dado casarse sabiendo que no había participado en ninguna conducta inmoral que algún día pudiese salir a la luz y estropear su matrimonio. Aquella conversación influyó mucho en la vida de este abuelo, y él cree que su propio ejemplo ha afectado en gran manera la vida de sus hijos.
No obstante, si sus hijos saben que usted no tuvo una juventud ejemplar, debe asegurarse de que sepan qué le hizo cambiar. No se trata solo de que ahora sea mayor, sino de que ha encontrado unas normas morales más elevadas por las que regir su vida.
Aprenda a escuchar
Los padres que tienen éxito en la crianza de sus hijos con frecuencia comentan que dedican mucho tiempo a escucharlos. Saben lo que sucede en la vida de sus hijos. Karen procuraba tener cosas que hacer en la cocina por las tardes. De esta forma, cuando sus hijas llegaban a casa, podían hablar con ella de lo que había sucedido en la escuela durante el día.
Erline solía esperar a sus hijas cuando llegaban a casa por la noche, y las escuchaba mientras le contaban todo lo que habían hecho. “Si algún asunto necesitaba corrección —explicó—, procuraba atenderlo más tarde. Pero nunca me habría enterado de ello si no las hubiese escuchado.” Esta madre mantuvo una comunicación franca con sus hijas durante los años escolares de estas y también durante su época de noviazgo. El que usted dedique tiempo a escuchar a sus hijos puede ahorrarle muchos dolores de cabeza después.
Pero, ¿y si sus hijos no son habladores? En ese caso, podría preguntarse: “¿Son callados por naturaleza, o tienen miedo de contarme cosas debido a cómo he reaccionado en anteriores ocasiones? ¿Puedo ganarme de nuevo su confianza demostrándoles lo mucho que me intereso por ellos? ¿Puedo hacer que les sea más fácil contarme cosas de menor importancia ahora y, quizás más adelante, otras más serias?”.
Advertencias importantes
Sus hijos necesitan que se les advierta de las consecuencias de la inmoralidad. Deberían saber, por ejemplo, que a pesar de todo lo que se diga, no existe ningún método anticonceptivo infalible. Aunque se utilicen anticonceptivos, muchas veces se presentan embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Según la organización Planned Parenthood (Maternidad planeada), el margen de error de los preservativos en la prevención de embarazos es de un 12%, y en cuanto a prevenir la transmisión del virus del sida, puede ser aún mayor.
Muchos jóvenes parecen convencidos de que a ellos nunca les pasará nada. Pero las enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el sida, pueden ser transmitidas por personas que de momento no presenten ningún síntoma y no sepan que están contagiando a otros. Muchas de esas enfermedades que plagan a los jóvenes hoy día pueden producir esterilidad, defectos congénitos, cáncer e incluso la muerte.
Como ejemplo de ello, se cree que tan solo una de estas enfermedades —el herpes genital, para el que no se conoce curación alguna— aflige actualmente a 40 millones de estadounidenses. Las madres que padecen este tipo de herpes pueden transmitirlo a los hijos que dan a luz. Como consecuencia, estas criaturas inocentes pueden quedar retrasadas mentalmente, sufrir daño irreversible en el sistema nervioso central o morir de graves infecciones en sus órganos internos. ¡Qué precio tan horrible por unos instantes de ansiado placer!
Es posible que las relaciones sexuales ilícitas que transmitieron la enfermedad ni siquiera hayan sido placenteras. Una investigadora dijo, después de entrevistar a muchos jóvenes, que “en el caso de las chicas, hubo el doble de experiencias [sexuales] negativas durante la adolescencia que positivas”. Los padres deben recalcar a sus hijos que las relaciones sexuales —el maravilloso medio mediante el cual el Creador se proponía poblar nuestra hermosa Tierra— no deben comenzarse furtivamente fuera de los límites del matrimonio.
La instrucción que más necesitan
Sus hijos deben saber que la única forma segura de evitar los problemas que se derivan de las relaciones sexuales prematrimoniales, es seguir los principios que Dios estableció y el tiempo ha demostrado ser positivos. ¿Qué principios son esos? No tener relaciones sexuales hasta contraer matrimonio y, a partir de entonces, guardar fidelidad permanente y para siempre al cónyuge amado, quien, en la situación ideal, tampoco habrá tenido relaciones sexuales con nadie más.
Sin embargo, la razón básica por la que debemos huir de la inmoralidad no es los problemas resultantes, sino el que nuestro Creador diga que es impropia. La Biblia insta: “Que se abstengan de la fornicación” y “Huyan de la fornicación”. ¿Por qué? Porque los que continúan practicando tales cosas “no heredarán el reino de Dios”. (1 Tesalonicenses 4:3; 1 Corintios 6:9, 10, 18.)
El acatar los principios divinos conduce a una vida más feliz y satisfactoria. Nos protege de enfermedades de transmisión sexual, de embarazos no deseados, de los problemas característicos de las familias monoparentales y de la angustia de vernos abandonados por personas que nos han utilizado con fines egoístas.
Las siguientes palabras registradas por un profeta de Dios de la antigüedad han resultado veraces por ya más de dos mil quinientos años: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar”. (Isaías 48:17, 18.)
Pero, ¿cómo pueden encajar estos principios morales con la costumbre moderna de salir solas las parejas? En el siguiente artículo se da la explicación.
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Ayúdeles a escoger bien su futuro cónyuge¡Despertad! 1992 | 22 de junio
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Enséñeles desde temprana edad
Los padres han de inculcar en sus hijos cualidades cristianas positivas y deben ayudarles a cultivarlas. También han de ayudarles a identificar estas cualidades en la persona que puede llegar a ser su cónyuge. Cuando su hijo o su hija saque el tema de salir en parejas, explíquele que no está bien que adolescentes muy jóvenes —y mucho menos niños— salgan en parejas como simple pasatiempo. Hágale ver que solo quienes tienen edad suficiente como para pensar seriamente en el matrimonio deben salir en parejas.
Los niños no tienen experiencia en evaluar el carácter de una persona, y deberían reconocerlo. En cierta ocasión, una muchacha de la India explicó lo siguiente a un consejero matrimonial: “Nuestros padres son mayores, saben más y no se dejan engañar tan fácilmente como nosotros. [...] Es muy importante que el hombre con quien me case sea la persona apropiada. Si tuviese que encontrarlo por mí misma, podría cometer fácilmente un error”. Sin duda alguna, los jóvenes pueden beneficiarse mucho de la ayuda de los mayores.
La juventud suele catalogar a los cónyuges en perspectiva según una serie de normas que poco tienen que ver con si serán o no un buen marido o una buena esposa. A los chicos puede que les cautive un rostro hermoso y una bonita figura, pero ¿y después? Los cuerpos y los rostros cambian, y con el tiempo el muchacho seguramente querrá las cualidades de una mujer madura, cualidades como la inteligencia y la capacidad de asumir responsabilidades. Las muchachas, por su parte, muchas veces dan prioridad a el que un chico sea apuesto, agudo y que vista bien, en lugar de buscar cualidades más importantes, tales como la bondad y el amor a Dios y al prójimo.
En vista de esto, ¿qué puede hacer usted? ¿Por qué no hace que sus hijos se fijen en personas conocidas por ellos que sean felices en su matrimonio? Podría indicarles que algunas de estas personas no escogieron necesariamente a la chica más bonita o al joven más apuesto de la ciudad, sino a alguien que tenía cualidades excelentes y los mismos gustos, intereses y metas que ellas.
¿Por qué no hablar de estas cosas con sus hijos? Cuando Ann tenía trece años, su madre le preguntó qué cualidades quería encontrar en un marido. Después de su conversación, Ann hizo una lista de cualidades y dijo que esperaría hasta encontrar a la persona que las reuniese. Su lista era sensata. Puso que quien llegase a ser su marido debería ser una persona a quien pudiera respetar y que tuviera gustos e intereses similares a los de ella. Ann, hoy una abuela feliz, todavía recomienda que los jóvenes sigan su ejemplo.
Para un cristiano, el mandato bíblico de casarse “solo en el Señor” es vital. (1 Corintios 7:39.) Está “en el Señor” aquel cristiano dedicado y bautizado que participa con diligencia en la misma actividad que Jesús llevó a cabo. Los que pasan por alto este mandato de casarse solo en el Señor generalmente sufren las amargas consecuencias. De modo que indique sin falta a sus hijos la importancia de solo ver como posible cónyuge a alguien que acate los mismos principios morales y espirituales que ellos y que, por lo tanto, pueda ayudarles a inculcarlos en los hijos que quizás tengan.
Prepárelos para afrontar problemas
Cuando usted haya decidido que sus hijos tienen la edad suficiente para salir en pareja con alguien, recálqueles lo sensato de familiarizarse con esa persona en lugares públicos, tales como restaurantes, museos, parques zoológicos y galerías de arte, donde pueden hablar y llegar a conocerse el uno al otro sin estar aislados de otras personas. Ayúdeles a comprender por qué es mucho más sensato ese proceder que el de pasar tiempo a solas en un automóvil estacionado o en cualquier otro lugar donde no haya ninguna otra persona cerca. También es importante enseñarles que cuando regresen a casa con su pareja, lo apropiado es despedirse en la puerta y no permitir que pase adentro, a menos, por supuesto, que usted esté levantado y presente.
Advierta a sus hijos de lo que puede pasar. Por ejemplo, en un periódico se publicó la noticia de una estudiante que después de cenar invitó a su pareja a entrar en su habitación para bailar y charlar. Aunque él le hizo ciertas insinuaciones, ella no insistió en que se marchase. Cuando ella protestaba, él simplemente se disculpaba por sus actos, pero intentaba de nuevo seducirla. La noticia dice: “Finalmente, casi al amanecer, consiguió lo que quería” violándola. ¡Qué final tan trágico!
Por eso, procure que sus hijos sepan qué deben hacer si alguien siquiera les propusiese cometer actos inmorales. Deben huir de la situación tal como el joven José huyó de la insistente esposa de Potifar. (Génesis 39:7-12.) Explique a sus hijos que, por lo general, el tan trillado argumento de “si me quieres lo harás” no es más que un pretexto para engañar. El que utiliza este argumento probablemente lo hace por costumbre, para luego abandonar a su víctima e ir a por una nueva conquista. Su hijo —o hija— debería saber que un no firme y categórico es la mejor respuesta a una proposición inmoral.
Enseñe sin falta a su hija a evitar situaciones que pudieran llevar a que la violasen. Enfatícele la necesidad de conocer a fondo al joven con el que salga, y de que usted, como padre o madre de ella, también le conozca bien. Si sus hijos ya no viven cerca de usted, recálqueles la importancia de preguntar a un superintendente cristiano respecto a la persona con la que piensan casarse. Recuerde que, como en el primer siglo, hoy día también hay personas engañosas que se meten disimuladamente en la congregación afirmando ser cristianas. (2 Pedro 2:13-15, 17, 18.)
Además, usted debe enseñar a su hijo que los hombres de verdad no hieren a sabiendas a otras personas; más bien, las cuidan y las protegen. Los hombres de verdad no se dejan llevar por sus impulsos; saben dominarlos. Su hijo debe tratar a las personas del sexo opuesto como si fueran madres o hermanas suyas, con honra y respeto. (1 Timoteo 5:1, 2.)
Nunca deje que sus hijos olviden este principio básico: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres”. (1 Corintios 15:33, Serafín de Ausejo.) Por consiguiente, sus hijos deben reconocer la importancia de no aceptar la compañía de nadie que no lleve una vida moralmente limpia. Usted debería dejarles bien claro desde la infancia que, aunque otros quizás no vean lo que ellos hacen, Dios siempre lo ve, y Él pagará a cada uno de nosotros conforme a nuestras obras. (Romanos 2:6.)
Cómo vivir moralmente en un mundo inmoral
Aunque algunas autoridades en el campo de la educación se han lamentado de que “[saben] muy poco sobre cómo disuadir a los adolescentes no casados de empezar a tener relaciones sexuales”, los padres cristianos saben que es posible. Si inculcan en sus hijos amor a Dios y respeto genuino por Sus leyes, les prepararán para resistir las tentaciones de este mundo inmoral y para llevar vidas morales y rectas. Una gran sociedad de millones de testigos de Jehová sobresalen por su adhesión a las elevadas normas morales de la Palabra de Dios. Hasta la New Catholic Encyclopedia (volumen 7, página 864) dice que la “moralidad conyugal y sexual [de este grupo] es muy rígida”.
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