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  • La ausencia paterna: un problema creciente
    ¡Despertad! 2004 | 22 de agosto
    • La ausencia paterna: un problema creciente

      CADA vez son más los hombres que abandonan a sus familias. A fines de la década de 1990, el periódico USA Today calificó a Estados Unidos de “el país con mayor número de hogares sin padre”. No obstante, la ausencia paterna es un problema mundial.

      Según un censo del año 2000, de las 44.700.000 familias brasileñas, 11.200.000 estaban a cargo de mujeres. En Nicaragua, el 25% de los niños vivían solo con la madre. En Costa Rica, el porcentaje de hijos a los que el padre no reconoce legalmente aumentó durante la década de 1990 del 21,1 al 30,4%.

      Las estadísticas de estos tres países son tan solo una muestra de la tendencia mundial. Analicemos otro aspecto del problema.

      Presentes pero no disponibles

      Sírvase leer el apartado “Papi, ¿cuándo volveré a verte?”. Nao, que ahora tiene 23 años, confiesa: “Antes de empezar a ir a la escuela primaria, casi nunca veía a mi padre. Recuerdo que un día, cuando él salía de casa, le supliqué: ‘¡Regresa, por favor!’”.

      Refiriéndose a relaciones como las de Nao y su padre, el escritor polaco Piotr Szczukiewicz comentó lo siguiente: “Parece que el padre es una figura importante que falta en los hogares”. Es cierto que muchos viven con sus familias y les proporcionan sostén económico. No obstante, como explica la revista francesa Capital, “hay demasiados hombres que se conforman con llevar el pan a casa, sin participar en la educación de sus hijos”.

      Con frecuencia, el padre sí vive en casa, pero no se implica en la vida de sus hijos, pues centra su atención en otros asuntos. La revista francesa Famille chrétienne señala: “Incluso en los casos en que está presente en sentido físico, puede que no lo esté en sentido psicológico”. ¿Por qué hay tantos padres ausentes emocional y mentalmente de los suyos?

      Como explica la revista citada, una razón fundamental es que el hombre “no comprende cuál es el papel del esposo o padre”. Para muchos, su cometido se reduce a ganar un buen salario. El escritor polaco Józef Augustyn aseguró: “La mayoría de los hombres se consideran buenos padres porque sostienen económicamente a la familia”. Pero esa es solo una de sus responsabilidades.

      La verdad es que los niños no juzgan la valía del padre por su sueldo o por el precio de los regalos que les hace. Más que regalos, lo que los pequeños desean es el amor, el tiempo y la atención de su padre. Eso es lo que en realidad les importa.

      Es necesario replantearse el estilo de vida

      Según un informe del Consejo Educativo Central Japonés, “los padres deberían replantearse su estilo de vida, pues están excesivamente entregados al trabajo”. La pregunta que surge es: ¿están dispuestos a hacer cambios por el bien de sus hijos? Según un sondeo publicado en el periódico alemán Gießener Allgemeine, la mayoría de las personas rehusaron anteponer sus hijos a su carrera.

      Los niños se sienten muy dolidos cuando creen que el padre no se interesa por ellos. Lidia, que en la actualidad tiene 21 años, recuerda vívidamente su niñez en Polonia y, en especial, la clase de relación que tenía con su padre. “Nunca hablaba con nosotros —explica—. Vivíamos en mundos diferentes. No sabía que yo pasaba mis ratos libres en las discotecas.” Macarena, una joven española de 21 años, cuenta algo parecido: cuando ella era niña, su padre “se iba los fines de semana con sus amigos a divertirse, y en varias ocasiones desapareció durante días”.

      Establezca las prioridades adecuadas

      La mayoría de los hombres se dan cuenta de que les dedican muy poco tiempo y atención a sus hijos. Un japonés, padre de un adolescente, dijo: “Espero que mi hijo comprenda mi situación y el hecho de que siempre estoy pensando en él, incluso cuando estoy ocupado”. Sin embargo, ¿se arreglará el problema simplemente deseando que el hijo comprenda por qué su padre no pasa tiempo con la familia?

      No hay duda de que se requiere un auténtico esfuerzo, sí, sacrificio, para satisfacer las necesidades de los hijos. Obviamente, no resulta fácil darles lo que más necesitan, a saber, amor, tiempo y atención. Jesucristo dijo: “No de pan [es decir, alimento] solamente debe vivir el hombre” (Mateo 4:4). También es cierto que hacen falta más que bienes materiales para que un niño tenga un desarrollo satisfactorio. ¿Está usted dispuesto a sacrificar cosas que pueden serle muy preciadas —como el tiempo o incluso el progreso de su carrera— por estar con sus hijos?

      El rotativo Mainichi Daily News del 10 de febrero de 1986 relató el caso de un hombre que se dio cuenta de lo importantes que eran sus hijos. La noticia decía: “Un ejecutivo de alto rango de los Ferrocarriles Nacionales Japoneses prefirió dimitir antes que separarse de su familia”. El periódico citaba entonces las siguientes palabras del ejecutivo: “Cualquiera puede ser director general, pero yo soy el único padre que tienen mis hijos”.

      De hecho, el primer paso para convertirse en un buen padre es reconocer la clase de padre que los hijos necesitan. Analicemos qué hace falta para lograrlo.

      [Recuadro de la página 3]

      “Papi, ¿cuándo volveré a verte?”

      Nao, una niña japonesa de cinco años, le hizo esa pregunta un día a su padre cuando él salía para trabajar. Aunque vivían en la misma casa, la pequeña apenas lo veía: cuando él volvía del trabajo, Nao ya estaba durmiendo, y por las mañanas se iba antes de que ella se despertara.

  • La clase de padre que los hijos necesitan
    ¡Despertad! 2004 | 22 de agosto
    • La clase de padre que los hijos necesitan

      LOS niños precisan de un padre que los ame, esté a su disposición y haga todo lo posible por ayudarlos a convertirse en adultos responsables y dignos de confianza. Sin embargo, a este asunto no se le ha dado la importancia que merece.

      Es cierto que las madres son quienes dan a luz, y nunca se insistirá lo suficiente en el valor de una buena madre. Pero señalando al papel igualmente decisivo del padre, la revista The Wilson Quarterly mencionó: “El deterioro de la paternidad es un factor determinante en la mayoría de los problemas que afligen a la sociedad estadounidense” y, podríamos añadir, también al resto del mundo.

      El periódico brasileño Jornal da Tarde informa que según las conclusiones de un estudio, muchos trastornos del comportamiento juvenil, como la agresividad, la rebeldía, el bajo rendimiento escolar y la apatía, a menudo “se deben a la ausencia paterna”. A su vez, Marcello Bernardi, autor del libro Gli imperfetti genitori (Los padres imperfectos), destaca que lo ideal para el buen desarrollo de los niños es contar con ambos progenitores.

      La vida familiar se puede mejorar

      Aunque la negligencia paterna haya contribuido a los problemas familiares o haya sido en gran parte responsable de ellos, eso no significa que no se pueda arreglar la situación y mejorar la vida familiar. ¿Cómo lograrlo? ¿Qué debe hacer el padre?

      Es obvio que los niños necesitan una estructura familiar, la seguridad de que hay alguien a cargo que se interesa en su bienestar. Cuando dicha necesidad no se satisface, como suele ocurrir en nuestros días, la vida de los niños se ve afectada. No obstante, siempre hay un rayo de esperanza, sea que el padre forme parte de la familia o no. En Salmo 68:5, la Biblia dice que “padre de huérfanos de padre [...] es Dios en su santa morada”.a

      Cómo obtener ayuda

      La ayuda de Dios es fundamental para tener una vida de familia feliz, y es posible lograrlo, como queda patente en la situación descrita por Lidia, la muchacha polaca mencionada en el artículo anterior. ¿Cómo era la vida en su hogar? ¿Cómo pudieron los suyos obtener la ayuda de Dios?

      Franciszek, padre de Lidia, admite que descuidó a su familia cuando los niños eran pequeños, tal como lo relató la joven. Él confiesa: “No me preocupaba lo que estuvieran haciendo mis hijos. No les mostraba cariño, y no existía vínculo alguno entre nosotros”. Por eso, no estaba al tanto de que Lidia (entonces de 14 años) y su hermano y hermana menores ya salían de juerga, fumaban, bebían y se metían en peleas.

      Finalmente, Franciszek se dio cuenta de los problemas en los que se estaban metiendo sus hijos y se asustó tanto que decidió hacer algo al respecto. “Le pedí a Dios que me ayudara”, cuenta. Curiosamente, los testigos de Jehová visitaron su hogar poco después, y tanto él como su esposa aceptaron un estudio de la Biblia. Con el tiempo comenzaron a poner en práctica en su vida las enseñanzas bíblicas. ¿Qué efecto tuvo aquello en los hijos?

      Franciszek explica: “Notaron que había dejado la bebida y me portaba mejor como padre. Quisieron saber más de los testigos de Jehová. Además, comenzaron a estudiar la Biblia y dejaron las malas compañías”. Rafał, el hijo varón, dice de su padre: “Llegué a quererlo como amigo”, y añade: “De repente, la banda callejera dejó de importarme, pues estábamos ocupados en actividades espirituales”.

      Franciszek, que es anciano cristiano en una congregación de los testigos de Jehová, sigue mostrando interés por su familia y el progreso espiritual de cada uno de ellos. Su esposa y Lidia son precursoras (evangelizadoras de tiempo completo); Rafał y su hermana menor, Sylwia, estudian las Escrituras, comentan en las reuniones y divulgan su fe al prójimo con entusiasmo.

      Puso en práctica lo que enseñaba

      Veamos también el caso de Luis, padre de Macarena, la joven española de 21 años mencionada en el artículo anterior. La vida de Luis era un calco de la que había llevado su propio padre alcohólico. Como relató Macarena, él desaparecía con sus amigos durante días. Además, trataba a su esposa más como a una criada que como a una compañera a quien se valora. Su matrimonio estaba a punto de romperse, y Macarena y sus hermanos menores vivían traumatizados.

      Sin embargo, posteriormente Luis aceptó un curso bíblico con los testigos de Jehová. Él explica: “Empecé a pasar tiempo con mi esposa e hijos. Hablábamos, comíamos y estudiábamos la Biblia juntos. También nos repartíamos las tareas domésticas y nos divertíamos en familia”. Macarena recuerda: “Comencé a sentir que tenía un padre que se interesaba de verdad por nosotros”.

      Algo significativo fue que Luis no solo animó a su familia a servir a Dios sino que puso en práctica lo que enseñaba. Macarena cuenta que él abandonó “una empresa próspera porque exigía demasiado de su tiempo y además quería ocuparse más de los asuntos familiares”. El resultado fue notable. “Su ejemplo me ha enseñado a mantener el ‘ojo sencillo’ y a poner las cosas espirituales en primer lugar”, afirma Macarena. En la actualidad ella es precursora, y su madre y hermanos menores son miembros activos de la congregación cristiana.

      La decisión del ejecutivo de una compañía ferroviaria

      Es evidente que los niños necesitan un padre que tome decisiones pensando en el bienestar de los suyos. El hijo adolescente de Takeshi Tamura, el ejecutivo japonés mencionado en el artículo anterior, frecuentaba compañías poco recomendables y parecía que iba a tener problemas graves. Corría el año 1986, y fue entonces cuando Takeshi decidió abandonar su puesto de responsabilidad en los Ferrocarriles Nacionales Japoneses. ¿Cómo ve Takeshi su decisión en la actualidad, transcurridos más de dieciocho años?

      Recientemente aseguró: “Quizás sea la mejor decisión que haya tomado en mi vida. Pasar más tiempo con mi hijo y hacer cosas juntos, entre ellas estudiar la Biblia, tuvo un efecto extraordinario. Nos hicimos amigos, y renunció a sus malas compañías y cambió su mal comportamiento”.

      La esposa de Takeshi se había hecho testigo de Jehová años atrás, y la conducta ejemplar de ella motivó a su esposo a examinar la Biblia e implicarse más en la vida familiar. Con el tiempo, Takeshi, su hijo y su hija también se hicieron Testigos. En la actualidad, él y su hijo son ancianos en sus respectivas congregaciones, mientras que su esposa e hija son precursoras.

      Los padres necesitan ayuda

      Aunque muchos padres se dan cuenta de que están descuidando a sus hijos, no saben qué hacer por ellos. El periódico español La Vanguardia publicaba este titular: “El 42% de los padres [españoles] confiesa no saber cómo educar a sus hijos en edad adolescente”. Pero igual les pasa a los padres con hijos preadolescentes o incluso preescolares. Al contrario de lo que muchos piensan, los más pequeños también necesitan la presencia y atención de un padre dedicado.

      ¿Qué más se puede aprender sobre cómo llegar a ser un buen padre? ¿Quiénes son los mejores ejemplos para los padres, y qué se puede aprender de ellos? El artículo de conclusión analizará estas preguntas.

      [Nota]

      a Véase el capítulo “Las familias monoparentales pueden tener éxito” en el libro El secreto de la felicidad familiar, editado por los testigos de Jehová.

      [Ilustraciones de la página 7]

      Padres que les dieron a sus hijos lo que necesitaban

      Franciszek y su familia

      Luis y los suyos

      Takeshi junto a su familia

  • Cómo ser un buen padre
    ¡Despertad! 2004 | 22 de agosto
    • Cómo ser un buen padre

      UN ARTÍCULO de la revista The Economist sobre el deterioro de la vida familiar comenzaba con esta sorprendente declaración: “Tener hijos es fácil; ser un buen padre, no”.

      Aunque hay muchas tareas en la vida que resultan difíciles, ser un buen padre es una de las más complejas e importantes. Todo cabeza de familia debería querer cumplir bien su papel, dado que el bienestar y la felicidad de los suyos están en juego.

      Por qué no resulta fácil

      Dicho sencillamente, una razón fundamental por la que ser buen padre no resulta fácil es la imperfección heredada, que afecta tanto a los progenitores como a los hijos. Las Escrituras revelan: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud” (Génesis 8:21). Por ello, un escritor bíblico reconoció: “En pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5; Romanos 5:12). La tendencia al mal que se deriva del pecado heredado es tan solo uno de los obstáculos que dificultan la labor del padre.

      Este mundo, o sistema de cosas, supone un obstáculo adicional enorme. ¿Por qué? Como explica la Biblia, “el mundo entero yace en el poder del inicuo”, al que se identifica como “el que es llamado Diablo y Satanás”. Las Escrituras dicen también que Satanás es “el dios de este sistema de cosas”. No sorprende que Jesús declarase que así como él no fue “parte del mundo”, sus seguidores tampoco deben serlo (1 Juan 5:19; Revelación [Apocalipsis] 12:9; 2 Corintios 4:4; Juan 17:16).

      Algo fundamental para cumplir bien con la labor de padre es tener conciencia de la propia imperfección heredada, así como de la influencia de Satanás el Diablo y del mundo que él controla. No se trata de obstáculos imaginarios: son reales. Pero ¿adónde puede acudir un hombre para aprender cómo superarlos y convertirse en un buen padre?

      Ejemplos divinos

      Se puede obtener ayuda para superar los obstáculos mencionados anteriormente acudiendo a las Escrituras, pues estas suministran ejemplos estupendos. Jesús señaló cuál era el mejor de todos cuando enseñó a sus discípulos a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos”. Para describir a nuestro Padre celestial, la Biblia utiliza estas sencillas palabras: “Dios es amor”. ¿Cómo debería reaccionar un padre humano al ejemplo divino? El apóstol Pablo exhortó: “Háganse imitadores de Dios [...] y sigan andando en amor” (Mateo 6:9, 10; 1 Juan 4:8; Efesios 5:1, 2).

      Si usted es padre, piense en lo que puede aprender al analizar tan solo un ejemplo de cómo trató Dios a su Hijo, Jesús. Mateo 3:17 nos cuenta que tras el bautismo en agua de Jesús, se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”. ¿Qué lección encierra esta frase?

      Primero, piense en el efecto que tiene en un niño que el padre le diga con orgullo a alguien: “Este es mi hijo” o “Esta es mi hija”. Los jóvenes se desarrollan mejor cuando el progenitor les presta atención, en especial cuando reconoce sus logros. Es probable que para demostrar que es digno de ese reconocimiento, el niño se sienta motivado a esforzarse más.

      En segundo lugar, Dios manifestó sus sentimientos respecto a Jesús llamándolo “el amado”, expresión de cariño paterno que sin duda le llegó al corazón a Jesús. Es probable que sus hijos también sientan lo mismo si usted les demuestra que de veras los ama, tanto de palabra como dedicándoles tiempo, atención e interés.

      En tercer lugar, Dios le dijo a su Hijo: “Yo te he aprobado” (Marcos 1:11). Un aspecto fundamental que el padre debe imitar también es decirles a sus hijos que está contento con ellos. Es cierto que los niños cometen muchos errores, como todo el mundo, pero ¿busca usted oportunidades de expresar aprobación por las cosas buenas que sus hijos dicen o hacen?

      Jesús imitó bien el ejemplo de su Padre celestial. Mientras vivió en la Tierra, demostró por sus palabras y acciones lo que el Padre pensaba respecto a Sus hijos terrestres (Juan 14:9). A pesar de que Jesús estaba ocupado y sometido a tensión, dedicó tiempo a sentarse y hablar con los niños. A sus discípulos les dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos” (Marcos 10:14). ¿Pueden ustedes, padres, imitar más plenamente a Jehová Dios y a su Hijo?

      El buen ejemplo es fundamental

      Es de suma importancia dar un buen ejemplo a los hijos. Es probable que sus esfuerzos por “[seguir] criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová” fracasen si usted mismo no se somete a la disciplina de Dios y no permite que esta gobierne su vida (Efesios 6:4). No obstante, con la ayuda divina podrá superar cualquier obstáculo para cumplir el mandato divino de ocuparse de sus hijos.

      Piense en el ejemplo de Viktor Gutschmidt, un testigo de Jehová de la ex Unión Soviética. En octubre de 1957 fue condenado a diez años de prisión por hablar de su fe y tuvo que separarse de sus dos niñas y de su esposa, Polina. En la cárcel le permitían escribir cartas a su familia, pero tenía prohibido mencionar en ellas cualquier cosa que tuviera que ver con Dios o con algún tema religioso. A pesar de ese impedimento, Viktor estaba decidido a ser un buen padre, y sabía que era vital instruir a sus hijas acerca de Dios. ¿Qué hizo entonces?

      “Encontré información en las revistas soviéticas El joven naturalista y Naturaleza —relata Viktor—. Les escribía postales en las que dibujaba animales y personas, e incluía alguna historia o experiencia relacionada con la naturaleza.”

      “Tan pronto como recibíamos las postales —cuenta Polina—, las relacionábamos con temas bíblicos. Por ejemplo, cuando aludían a la belleza de la naturaleza, los bosques o los ríos, leía el capítulo 65 de Isaías”, que habla de la promesa de Dios de convertir la Tierra en un paraíso.

      Yulia, una de las hijas, recuerda: “Entonces mamá oraba con nosotras, y llorábamos. Aquellas tarjetas influyeron mucho en nuestra crianza”. Polina dice que, como resultado, “desde pequeñas, las niñas ya amaban mucho a Dios”. ¿Cuál es su situación familiar en la actualidad?

      Viktor explica: “Mis dos hijas están casadas con ancianos cristianos, las familias de ambas están fuertes en sentido espiritual, y sus hijos sirven fielmente a Jehová”.

      Dar un buen ejemplo no solo requiere ingenio sino también un gran esfuerzo. Es probable que los corazones de los niños se conmuevan cuando vean los esfuerzos sinceros del padre. Un hijo que pasó muchos años en el servicio de tiempo completo expresó gratitud hacia su padre con estas palabras: “A veces, papá estaba tan cansado después del trabajo que apenas podía mantenerse despierto, pero aun así hacíamos nuestro estudio semanal de la Biblia, y eso nos ayudaba a comprender lo importante que era”.

      Queda claro, pues, que dar un buen ejemplo, tanto de palabra como de obra, es fundamental para ser un buen padre. Debe hacerlo si quiere comprobar la verdad del proverbio que dice: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él” (Proverbios 22:6).

      Por eso, recuerde: no solo cuenta lo que usted dice, sino lo que hace; su propio ejemplo es lo que de verdad importa. Un experto canadiense en educación preescolar escribió: “La mejor manera de conseguir que nuestros hijos se comporten [como nos gustaría que lo hicieran] es comportarnos nosotros mismos de esa manera”. De hecho, si desea que sus hijos valoren los asuntos espirituales, es fundamental que usted mismo lo haga.

      ¡Dedíqueles tiempo!

      Sus hijos deben ver su buen ejemplo. Eso significa que debe pasar tiempo con ellos, mucho tiempo, no solo algunos ratos de vez en cuando. Sea sabio y ponga en práctica el consejo bíblico de ‘comprarse el tiempo’, es decir, dejar a un lado asuntos menos importantes para poder estar con ellos (Efesios 5:15, 16). En realidad, ¿qué puede ser más importante que sus hijos? ¿Un televisor de pantalla grande, un juego profesional de palos de golf, una casa bonita, el trabajo?

      Hay una frase popular que afirma: “Pague ahora, o lo pagará después”. Los padres cuyos hijos se han descarriado hacia la conducta inmoral o hacia un estilo de vida carente de espiritualidad a menudo sienten profundos remordimientos. Se lamentan de no haber estado con sus pequeños más a menudo cuando estos realmente necesitaban un padre.

      Recuerde que el momento para pensar en las consecuencias de sus elecciones es mientras sus hijos son jóvenes. La Biblia llama a los hijos “una herencia de parte de Jehová”, algo que el propio Dios le ha confiado (Salmo 127:3). Por eso, nunca olvide que usted es responsable de ellos ante Dios.

      Hay ayuda disponible

      A todo buen padre le interesa profundamente recibir ayuda que beneficie a sus hijos. Después de que un ángel le dijera a la esposa de Manóah que iba a tener un hijo, el futuro padre le pidió a Jehová en oración: “Déjalo venir otra vez a nosotros, por favor, y que nos instruya en cuanto a lo que debemos hacer al niño que nacerá” (Jueces 13:8, 9). Al igual que los padres de la actualidad, ¿qué tipo de ayuda necesitó Manóah? Veamos.

      Brent Burgoyne, profesor de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), hizo este comentario: “Uno de los mejores regalos que se le puede hacer a cualquier niño es inculcarle un sistema de valores”. La necesidad que tienen los hijos de una escala de valores se puede ver en el siguiente comentario del periódico Daily Yomiuri, de Japón: “[Una] encuesta revela que los padres del 71% de los niños japoneses nunca les han enseñado que no se debe mentir”. ¿No es una situación triste?

      ¿Quién puede suministrar un sistema de valores confiable? El mismo que dio guía a Manóah: el propio Dios. Para instruirnos, él envió a Jesús, su amado Hijo, como Maestro (designación por la que se le conocía habitualmente). En la actualidad, el libro Aprendamos del Gran Maestro, que contiene lecciones basadas en las enseñanzas de Jesús, está disponible en muchos idiomas para ayudarnos a instruir a los niños.

      El libro Aprendamos del Gran Maestro no solo expone valores basados en la Palabra de Dios, sino que además cuenta con más de ciento sesenta ilustraciones que contienen preguntas dirigidas directamente al pequeño. Por ejemplo, en el capítulo 22, titulado “¿Por qué no debemos mentir?”, aparece la ilustración que vemos en la página 32 de esta revista. Junto a ella se lee: “Supongamos que un niño le asegura a su padre: ‘No, papá, no jugué a la pelota dentro de la casa’, pero en realidad sí lo hizo. ¿Estaría mal que dijera que no?”.

      Hallamos impactantes lecciones en los capítulos “La obediencia nos protege”, “Tenemos que resistir las tentaciones”, “Una lección de bondad”, “Nunca seas un ladrón”, “¿Le agradan a Dios todas las fiestas?”, “Cómo hacer feliz a Dios” y “¿Por qué hay que trabajar?”, por nombrar solo algunos de los 48 que tiene el libro.

      El prólogo concluye con las siguientes palabras: “Los niños precisan que se les dirija a la Fuente de toda sabiduría, nuestro Padre celestial, Jehová Dios. Eso fue lo que Jesús, el Gran Maestro, hizo siempre. Es nuestro deseo sincero que este libro contribuya a que usted y su familia vivan de una forma que agrade a Jehová y obtengan su bendición eterna”.a

      Está claro que ser un buen padre incluye dar buen ejemplo a los hijos, pasar mucho tiempo con ellos y ayudarlos a vivir conforme a las normas que Dios revela en la Biblia.

      [Nota]

      a Para ayudar a las familias, los testigos de Jehová también han publicado las obras Mi libro de historias bíblicas, Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas y El secreto de la felicidad familiar.

      [Ilustración de la página 8]

      Aunque estaba preso, Viktor Gutschmidt se las arregló para ser un buen padre

      [Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

      Mientras estuvo encarcelado por su fe, Viktor hizo estos dibujos para instruir a sus hijas

      [Ilustración de la página 9]

      Las hijas de Viktor en 1965

      [Ilustración de la página 10]

      Los padres deberían implicarse activamente en la educación de sus hijos

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