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El jade y las anécdotas que lo distinguen¡Despertad! 1987 | 22 de septiembre
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Mientras contemplábamos las piezas que había expuestas, Jim se fijó en una jadeíta de color marrón y verde en forma de cigarra de la época de la dinastía Han (206 a. E.C.-220 E.C.).
“¿Para qué se utilizaba? ¿Como decoración?”
“No —traté de explicarle—. Seguramente ya sabes que la larva de la cigarra vive debajo de la tierra durante cuatro años y luego sale para convertirse en una cigarra adulta. Por eso los chinos de la antigüedad la utilizaban como símbolo del renacimiento del hombre. Mucho antes del tiempo de Cristo, tenían la costumbre de poner un jade en forma de cigarra en la boca de los difuntos, pues pensaban que de este modo se impedía la descomposición del cuerpo. Lo hacían porque creían en la reencarnación del alma inmortal. Pero, dejando a un lado sus creencias, para conocer el ciclo de la vida de la cigarra tuvieron que ser unos buenos estudiantes de la naturaleza, ¿no crees?”
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El jade y las anécdotas que lo distinguen¡Despertad! 1987 | 22 de septiembre
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“Desde tiempos antiguos —le expliqué— el pensar confuciano y taoísta ha idealizado ciertas virtudes morales, y el jade se ha considerado como un buen símbolo de ellas. Confucio elogió sus virtudes de la siguiente manera: ‘Es suave, liso y brillante... como la inteligencia. Sus bordes parecen afilados, pero no cortan... como la justicia. Cuelga hacia el suelo... como la humildad. Cuando se golpea, produce un sonido claro y resonante... como la música. Sus defectos no se esconden, sino que aumentan su belleza... como la veracidad’. ¡Cuánta imaginación!”
En vista de que se creía que el jade simbolizaba estas virtudes, todo el que aspiraba a ser un “perfecto caballero” lo admiraba y usaba. Se colocaba pendientes de jade alrededor de la cintura, de manera que el tintineo que producían cuando andaba regulaba su paso. Si se agitaba o inadvertidamente se apresuraba —algo que un verdadero caballero debería evitar por todos los medios—, el sonido discordante que producía le recordaría que su porte ya no era adecuado. Esto quizás aclara un poco la idea equivocada del “oriental inescrutable”. Lo que sucede es que los orientales consideran la exteriorización de sus emociones como una falta de cortesía.
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