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‘Escoge la vida a fin de que te mantengas vivo’La Atalaya 2006 | 1 de junio
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Libertad de elección en Israel
3. ¿Cuál era el primero de los Diez Mandamientos, y qué optaron por hacer los israelitas fieles?
3 “Yo soy Jehová tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos”, dijo Jehová a los israelitas (Deuteronomio 5:6). La nación no tenía motivos para dudar de estas palabras, pues en el año 1513 antes de nuestra era había sido liberada milagrosamente del cautiverio en Egipto. El primero de los Diez Mandamientos que Jehová entregó mediante Moisés, su portavoz, era: “No debes tener otros dioses contra mi rostro” (Éxodo 20:1, 3). En aquella ocasión, la nación de Israel optó por obedecer, rindiendo de buena gana devoción exclusiva a Jehová (Éxodo 20:5; Números 25:11).
4. a) ¿Qué alternativa puso Moisés ante Israel? b) ¿Qué alternativa tenemos nosotros?
4 Cuarenta años más tarde, Moisés le recordó enérgicamente a una nueva generación de israelitas la alternativa que tenía ante sí, diciendo: “De veras tomo los cielos y la tierra como testigos contra ustedes hoy, de que he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la invocación de mal; y tienes que escoger la vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole” (Deuteronomio 30:19). Nosotros tenemos la misma libertad. Sí, podemos escoger entre servir fielmente a Jehová y vivir para siempre, o desobedecerle y sufrir las consecuencias. Veamos dos ejemplos de personas que hicieron elecciones opuestas.
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‘Escoge la vida a fin de que te mantengas vivo’La Atalaya 2006 | 1 de junio
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Escojamos bien
8. Según Deuteronomio 30:20, ¿qué requisitos hay que cumplir para escoger bien?
8 Cuando Moisés animó a los israelitas a escoger la vida, indicó tres requisitos que debían cumplir: ‘amar a Jehová su Dios, escuchar su voz y adherirse a él’ (Deuteronomio 30:20). Analicémoslos uno por uno para que nosotros también sepamos escoger bien.
9. ¿Cómo podemos demostrarle a Jehová que lo amamos?
9 Amar a Jehová nuestro Dios. Elegimos servir a Jehová porque lo amamos. Puesto que hemos aprendido las lecciones amonestadoras del tiempo de Israel, resistimos toda tentación a cometer inmoralidad y evitamos los estilos de vida que pueden hacernos caer en la trampa del materialismo (1 Corintios 10:11; 1 Timoteo 6:6-10). Nos apegamos a Jehová y observamos sus normas (Josué 23:8; Salmo 119:5, 8). Antes de que los israelitas entraran en la Tierra Prometida, Moisés los exhortó: “Miren, les he enseñado disposiciones reglamentarias y decisiones judiciales, tal como Jehová mi Dios me ha mandado, para que ustedes obren de esa manera en medio de la tierra a la cual van para tomar posesión de ella. Y tienen que guardarlas y ponerlas por obra, porque esto es sabiduría de parte de ustedes y entendimiento de parte de ustedes ante los ojos de los pueblos que oirán acerca de todas estas disposiciones reglamentarias” (Deuteronomio 4:5, 6). Ahora es el momento de demostrarle a Jehová nuestro amor poniendo su voluntad en primer lugar en nuestra vida. Si así lo hacemos, no nos quepa duda de que él nos bendecirá (Mateo 6:33).
10-12. ¿Qué lecciones aprendemos de lo que pasó en los días de Noé?
10 Escuchemos la voz de Dios. Noé fue un “predicador de justicia” (2 Pedro 2:5). Antes del Diluvio, prácticamente todas las personas estaban distraídas con sus quehaceres y “no hicieron caso” de las advertencias de Noé. ¿Con qué consecuencias? “Vino el diluvio y los barrió a todos.” Jesús asemejó nuestro tiempo —cuando tiene lugar “la presencia del Hijo del hombre”— a los días de Noé. Lo que pasó en aquel entonces constituye una seria advertencia para los que hoy optan por desoír el mensaje de Dios (Mateo 24:39).
11 Quienes se burlan de las advertencias que Dios hace mediante sus siervos modernos deberían pensar en las consecuencias que les traerá su actitud. Refiriéndose a tales hombres, el apóstol Pedro escribió: “Conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios; y por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos” (2 Pedro 3:3-7).
12 Compare la actitud de estos burlones con la de Noé y su casa: “Por fe Noé, habiéndosele dado advertencia divina de cosas todavía no contempladas, mostró temor piadoso y construyó un arca”. Su familia se salvó por haber prestado oído a la advertencia divina (Hebreos 11:7). Nosotros, de igual modo, debemos estar prestos a oír el mensaje de Dios y obedecerlo (Santiago 1:19, 22-25).
13, 14. a) ¿Por qué es tan importante ‘adherirnos a Jehová’? b) ¿Cómo dejamos que Jehová, “nuestro Alfarero”, nos moldee?
13 Adhirámonos a Jehová. Para ‘escoger la vida a fin de mantenernos vivos’, no solo tenemos que amar y escuchar a Jehová, sino también ‘adherirnos a él’, es decir, persistir en hacer su voluntad. “Mediante el aguante de parte de ustedes adquirirán sus almas”, señaló Jesús (Lucas 21:19). En realidad, la elección que hagamos revelará qué hay en nuestro corazón. “Feliz es el hombre que siente pavor constantemente, pero el que endurece su corazón caerá en la calamidad”, dice Proverbios 28:14. Así le sucedió al antiguo Faraón egipcio. Con cada una de las diez plagas que azotaron Egipto, endureció su corazón en vez de mostrarse temeroso de Dios. La reacción de este orgulloso rey no se debió a que Jehová lo empujara a desobedecer; al contrario: él le dio libertad de elección. Pero, independientemente de la respuesta del Faraón, Jehová llevó a cabo lo que se proponía hacer. Pablo explicó así el punto de vista de Jehová con respecto al monarca egipcio: “Para esto mismo te he dejado permanecer, para que con respecto a ti muestre mi poder, y para que mi nombre sea declarado por toda la tierra” (Romanos 9:17).
14 Siglos después de que Israel fue liberado del control faraónico, el profeta Isaías exclamó: “Oh Jehová, tú eres nuestro Padre. Nosotros somos el barro, y tú eres nuestro Alfarero; y todos somos la obra de tu mano” (Isaías 64:8). Cuando estudiamos su Palabra y aplicamos lo que aprendemos, dejamos que Jehová nos moldee, y de ese modo nos vamos vistiendo de la nueva personalidad. Como somos más humildes y maleables, se nos hace más fácil adherirnos lealmente a Jehová, pues nos motiva el sincero deseo de complacerlo (Efesios 4:23, 24; Colosenses 3:8-10).
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