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  • Lo que la cristiandad ha sembrado en África
    La Atalaya 1992 | 1 de septiembre
    • Lo que la cristiandad ha sembrado en África

      EN 1867 un francés católico llamado Charles Lavigerie llegó a África como arzobispo recién nombrado de Argel. “Dios ha escogido a Francia —dijo— para hacer de Argelia la cuna de una nación grande y cristiana.”

      El sueño de Lavigerie traspasó los límites de Argelia. Envió a misioneros al otro lado del desierto con el objetivo de “unificar a África central y septentrional en la vida común de la cristiandad”.

      Entre tanto, los misioneros protestantes estaban ya desempeñando su labor en el oeste, el sur y el este del continente. Tuvieron que soportar muchas dificultades, como ataques recurrentes de paludismo, con sus síntomas de escalofríos, sudores y delirio. Muchos murieron poco después de haber llegado, debilitados rápidamente por las enfermedades tropicales. Pero siguieron llegando otros. “Cualquiera que viaja por África —dijo Adlai Stevenson— recuerda constantemente el heroísmo de los misioneros. [...] Lucharon contra la fiebre amarilla, la disentería, los parásitos, y [...] vi [...] sus lápidas... por toda África.”

      El logro de los misioneros

      Cuando los misioneros llegaron a África se dieron cuenta de que la mayoría de las tribus eran analfabetas. “De los aproximadamente ochocientos idiomas [africanos] —explica Ram Desai en su libro Christianity in Africa as Seen by Africans— solo se escribían cuatro antes de la llegada de los misioneros.” De modo que los misioneros inventaron un modo de escribir los idiomas que no tenían escritura. Luego produjeron libros de texto y empezaron a enseñar a leer a la gente. Para este propósito construyeron escuelas por toda África.

      Los misioneros también edificaron hospitales. “No hay ninguna otra agencia que pueda igualar sus logros en labor humanitaria”, reconoce Ram Desai. Los africanos no solo se interesaron en la atención médica, sino también en los bienes materiales europeos. Algunos misioneros establecieron comercios pensando que con ello iban a ganar conversos. Por ejemplo, la Misión de Basilea de Suiza fundó una empresa comercial en Ghana. Descubrieron que allí crecían bien los árboles del cacao, y en la actualidad Ghana es el tercer productor mundial de cacao.

      Un logro sobresaliente de los misioneros de la cristiandad fue su traducción de la Biblia. Pero la difusión del mensaje bíblico lleva consigo una responsabilidad más seria. El apóstol cristiano Pablo mostró esto al preguntar: “Tú [...], el que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú, el que predicas: ‘No hurtes’, ¿hurtas?”. La Biblia advierte que los que enseñan el cristianismo tienen que vivir en conformidad con los excelentes principios registrados en la Palabra de Dios. (Romanos 2:21, 24.)

      ¿Qué se puede decir de la misión de la cristiandad en África? ¿Ha honrado al Dios de la Biblia, o ha representado en falsos colores las enseñanzas cristianas?

  • Traducciones de la Biblia africanas
    La Atalaya 1992 | 1 de septiembre
    • Traducciones de la Biblia africanas

      Las primeras traducciones de la Biblia completa a un idioma africano se realizaron en Egipto. Se conocen como las versiones coptas y se cree que las más antiguas datan del siglo III o IV de la E.C. Unos tres siglos más tarde se tradujo la Biblia al etíope.

      Los cientos de idiomas sin escritura que se hablan en el sur de Etiopía y el Sahara tuvieron que esperar la llegada de los misioneros en el siglo XIX. En 1857 se dio un paso importante cuando Robert Moffat tradujo toda la Biblia al tsuana, un lenguaje del sur de África. También la imprimió por partes en una prensa manual. Esta fue la primera Biblia completa que se imprimió en África y fue también la primera traducción completa a un idioma africano que anteriormente no tenía escritura. Es digno de mención el hecho de que Moffat usara el nombre divino Yehova en su traducción. En la versión de 1872 publicada por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera se usa el nombre Yehova en las declaraciones de Jesús registradas en Mateo 4:10 y Marcos 12:29, 30.

      Para 1990 se había traducido toda la Biblia a 119 idiomas africanos, y partes de ella a otras 434 lenguas.

  • La siega de la cristiandad en África
    La Atalaya 1992 | 1 de septiembre
    • La siega de la cristiandad en África

      EL SUEÑO que una vez tuvo Charles Lavigerie de convertir a Argelia en una ‘nación cristiana’ no resultó ser más que eso: un sueño. En la actualidad el 99% de la población de Argelia es musulmana, y la cristiandad ha perdido terreno en muchas partes del norte de África. Pero ¿cuál es la situación en el resto del continente?

      El Dr. J. H. Kane afirma en A Concise History of the Christian World Mission que “la cristiandad ha convertido a más personas en el África negra que en todo el resto de los países del Tercer Mundo juntos”. Sin embargo, ¿son estos conversos realmente cristianos? A este respecto, el Dr. Kane confiesa: “Un gran peligro en la iglesia africana es el cristianopaganismo”. Además, la designación “iglesia africana” que usa no es acertada, puesto que existen literalmente miles de iglesias africanas, cada una con su propia forma de adoración. ¿Por qué?

      Se siembran las semillas de la desunión

      Las semillas de la desunión se sembraron aun antes de que los misioneros embarcaran con rumbo a África. La Sociedad Misionera de Londres consiguió miembros procedentes de diferentes iglesias, y mientras los misioneros viajaban a sus asignaciones surgieron entre ellos acaloradas disputas sobre asuntos doctrinales. El conflicto habría de empeorar después de que se establecieran en sus misiones.

      El profesor Robert Rotberg escribe lo siguiente en su libro Christian Missionaries and the Creation of Northern Rhodesia 1880-1924: “Los misioneros luchaban encarnizadamente entre ellos mismos y con sus directores en ultramar, lo que generalmente resultaba en detrimento de sus objetivos evangélicos. [...] Parecía que los misioneros empleaban tanto tiempo y energía en escribir sobre sus altercados como en tratar de conseguir adeptos”.

      Las riñas entre los misioneros terminaban a veces en la formación de misiones rivales. Las misiones católicas y las protestantes competían ferozmente por ganar conversos. Esta misma falta de unidad habría de reflejarse después en los nuevos adeptos. Con el tiempo millones de africanos abandonaron las iglesias misionales y formaron sus propias iglesias.

      El Dr. Kane, misionero e historiador, escribe: “Las iglesias africanas independientes se hallan por toda África [...] En total hay unos siete mil grupos separados que pertenecen a este movimiento”. La competencia entre misioneros que sostenían creencias opuestas no fue la única causa de esta división. En su libro The Missionaries, Geoffrey Moorhouse explica que otra causa de la “reforma negra” fue “el resentimiento contra la superioridad de los blancos”.

      ¿Cristianos, o racistas europeos?

      “Los misioneros —según admite el Dr. Kane— tenían un complejo de superioridad.” “Creían que la religión cristiana debía ir con la cultura y el liderazgo europeos”, dice Adrian Hastings en su libro African Christianity.

      El francés Charles Lavigerie fue uno de los líderes misioneros que sostuvo ese punto de vista. Otro fue John Philip, director de las misiones de la Sociedad Misionera de Londres en el sur de África. “Nuestros misioneros —se jactó en 1828— están [...] extendiendo los intereses británicos, la influencia británica y el imperio británico. Dondequiera que el misionero asienta su estandarte en medio de una tribu salvaje, desaparecen los prejuicios de esta contra el gobierno colonizador; la creación de necesidades artificiales incrementa su dependencia de la colonia; [...] la industria, el comercio y la agricultura se desarrollan rápidamente; y todos los verdaderos conversos [...] se vuelven aliados y amigos del gobierno colonizador.”

      ¿Sorprende acaso el que los gobiernos europeos consideraran a tales misioneros instrumentos útiles para la expansión colonial? Por su parte, los misioneros vieron con agrado la colonización de África. Es tal como se dijo en la Conferencia Mundial de Misioneros celebrada en Edimburgo en 1910: “Sería [...] imposible trazar siempre una línea divisoria entre los objetivos de los misioneros y los objetivos del Gobierno”.

      Se hicieron reyes en África

      Para hacer valer su autoridad, algunos misioneros confiaron en la fuerza militar colonizadora. En ocasiones los cañoneros de la fuerza naval británica arrasaron pueblos costeros debido a que los aldeanos se habían negado a aceptar la autoridad de los misioneros. En 1898 Dennis Kemp, misionero metodista de África occidental, expresó su “firme convicción de que Dios está usando en este tiempo al ejército y la armada británicos para el cumplimiento de Su propósito”.

      En algunas ocasiones, cuando los misioneros se establecían, asumían el poder seglar de jefes tribales. El profesor Rotberg escribe: “Los misioneros que venían de Londres a menudo recurrían a la fuerza para mantener su ley teocrática. Uno de los instrumentos favoritos que empleaban para expresar su desaprobación era el cikoti, un látigo largo hecho de piel de hipopótamo curtida. Con este se azotaba a los africanos sin vacilación por casi cualquier motivo”. David Lamb hace la siguiente observación en su libro The Africans: “Un converso africano recuerda a cierto misionero anglicano de Uganda conocido como Bwana Botri que a menudo descendía del púlpito durante los oficios para apalear a los africanos que llegaban tarde”.

      Indignado por tales acciones, un misionero llamado James Mackay presentó esta queja a los directores de la Sociedad Misionera de Londres: “En vez de que se nos vea como los hombres blancos que les llevamos las buenas noticias del amor de Dios, se nos conoce [por lo que somos] y se nos teme”.

      Las Guerras Mundiales

      “Por más de un siglo —dice el libro The Missionaries— se les enseñó [a los africanos] con vehemencia y persistencia que la guerra y todos los instintos salvajes que esta desata eran tanto perversos como infructíferos.” Entonces, en 1914, estalló la I Guerra Mundial en Europa entre las naciones llamadas cristianas.

      Moorhouse explica: “Los misioneros de casi todas las nacionalidades fueron absorbidos por la Gran Guerra”. Para su propia vergüenza, los misioneros instaron a sus conversos africanos a tomar parte en el conflicto. Algunos misioneros hasta condujeron a las tropas africanas a la batalla. El profesor Stephen Neill expresó correctamente en su obra History of Christian Missions el efecto de la guerra: “Las naciones europeas, que alardeaban de tener el monopolio del cristianismo y la civilización, se habían precipitado confusa y ciegamente en una guerra civil que habría de dejarlas económicamente empobrecidas y sin una pizca de virtud”. “La Segunda Guerra Mundial —continúa Neill— solo sirvió para confirmar lo que la primera ya había mostrado. Las pretensiones morales de Occidente resultaron ser una farsa; ‘la cristiandad’ quedó expuesta como nada más que un mito. Ya no era posible hablar del ‘Occidente cristiano’.”

      Es comprensible que se acelerara la reforma negra después de la I Guerra Mundial. Pero ¿qué se puede decir de los africanos que continuaron adheridos a las iglesias de la cristiandad? ¿Se les enseñó a partir de entonces la verdad de la Biblia?

      Creencias africanas ancestrales

      Los misioneros de la cristiandad condenaban las prácticas religiosas africanas, como consultar a adivinos a fin de apaciguar a sus antepasados muertos. Al mismo tiempo, los misioneros insistían en que todos los humanos poseen un alma inmortal. También promovían la veneración de María y de los “santos”. Estas enseñanzas confirmaban la creencia africana de que sus antepasados muertos estaban vivos. Además, al venerar imágenes religiosas, como la cruz, los misioneros justificaban el uso africano de amuletos como una manera de protegerse de los espíritus malos.

      El profesor C. G. Baëta explica en su libro Christianity in Tropical Africa: “Es posible que un africano cante con gran entusiasmo en la Iglesia: ‘No tengo otro refugio [más que Dios]’, mientras todavía lleva algún amuleto, o puede acudir directamente a su adivino al salir de la Iglesia sin creer que está traicionando ningún principio”. (Compárense Deuteronomio 18:10-12 y 1 Juan 5:21.)

      Muchos misioneros enseñaron a los africanos que sus antepasados paganos estaban siendo atormentados en un infierno de fuego, y que lo mismo les ocurriría a ellos si no aceptaban las enseñanzas de sus iglesias. Sin embargo, la doctrina del tormento eterno está en marcado conflicto con las claras enseñanzas de la Biblia que con tanto esfuerzo estos mismos misioneros tradujeron a los idiomas africanos. (Génesis 3:19; Jeremías 19:5; Romanos 6:23.)

      La Biblia dice al respecto que las almas de los seres humanos pecadores mueren, y que “los muertos [...] no tienen conciencia de nada en absoluto”. (Eclesiastés 9:5, 10; Ezequiel 18:4.) Para los africanos que no tuvieron la oportunidad de oír la verdad bíblica hay la perspectiva de que estén entre quienes se beneficien de la venidera “resurrección así de justos como de injustos”. (Hechos 24:15.) A tales resucitados se les enseñarán las provisiones de Dios para la salvación. Entonces, si responden con aprecio al amor de Dios, se les recompensará con vida eterna en un paraíso terrestre. (Salmo 37:29; Lucas 23:43; Juan 3:16.)

      En vez de enseñar estas maravillosas verdades bíblicas, la cristiandad ha extraviado a los africanos por medio de enseñanzas falsas e hipocresía religiosa. Ciertamente el papel que desempeñaron los misioneros de la cristiandad en la colonización de África no tiene ningún apoyo en la Biblia. Por el contrario, Jesús dijo que su Reino “no es parte de este mundo”, y que sus verdaderos seguidores, al igual que él, ‘no serían parte del mundo’. (Juan 15:19; 18:36.) Los cristianos primitivos eran embajadores de Jesucristo, no de los gobiernos mundanos. (2 Corintios 5:20.)

      Por consiguiente, la siega de la cristiandad en África ha sido, en conjunto, una siega de infelicidad caracterizada por una alarmante falta de unidad, desconfianza y “cristianopaganismo”. La violencia que ha caracterizado a muchos lugares “cristianos” de África ciertamente no está en armonía con las enseñanzas del “Príncipe de Paz”. (Isaías 9:6.) El fruto de la labor de la cristiandad en África permanece en marcado contraste con las palabras de Jesús sobre sus verdaderos seguidores. Él pidió en oración a su Padre celestial que sus seguidores fueran “perfeccionados en uno, para que el mundo tenga el conocimiento de que tú me enviaste”. (Juan 17:20, 23; 1 Corintios 1:10.)

      ¿Quiere decir esto que toda obra misional en África ha sido un fracaso? Por supuesto que no. El fruto excelente de la obra misional que han llevado a cabo cristianos verdaderos en África y por todo el mundo se considerará ampliamente en los artículos que comienzan en la página 10.

      [Ilustración en la página 6]

      Los líderes misioneros del siglo pasado, como John Philip, creían que la civilización europea y el cristianismo eran una misma cosa

      [Reconocimiento]

      Cape Archives M450

      [Ilustración en la página 7]

      Los misioneros de la cristiandad apoyaban las creencias africanas ancestrales al esparcir enseñanzas no bíblicas, como la inmortalidad del alma humana

      [Reconocimiento]

      Por cortesía de Africana Museum, Johannesburgo

  • La cristiandad y el comercio de esclavos
    La Atalaya 1992 | 1 de septiembre
    • La cristiandad y el comercio de esclavos

      DURANTE el siglo XIX los misioneros católicos y protestantes se opusieron al comercio de esclavos. Sin embargo, esa no ha sido siempre su posición. En siglos anteriores aprobaron y participaron en el comercio de esclavos a pesar del gran sufrimiento que este produjo.

      Los misioneros empezaron a llegar a las costas oriental y occidental de África cuando se descubrió en el siglo XV la ruta comercial del Cabo de Buena Esperanza. No obstante, tres siglos después la obra misional casi había terminado en África. Se consiguieron pocos conversos africanos. Una razón de este fracaso fue la participación de la cristiandad en el comercio de esclavos. El autor C. P. Groves explica en su obra The Planting of Christianity in Africa (La siembra del cristianismo en África):

      “La participación activa en el comercio de esclavos acompañó a la misión cristiana y no se veía mal. La misión incluso poseía esclavos propios; un monasterio jesuita de Luanda [la capital de Angola] tenía 12.000 esclavos. Cuando empezó el tráfico de esclavos entre Angola y Brasil, el obispo de Luanda, sentado en una silla de piedra al lado del muelle, bendijo a los cargamentos [de esclavos] que zarpaban y les prometió felicidad futura cuando terminaran las tormentosas pruebas de la vida”.

      Los misioneros jesuitas no pusieron ninguna “objeción a la esclavitud negra”, confirma C. R. Boxer, según se le cita en el libro Africa From Early Times to 1800 (África desde tiempos primitivos hasta 1800). En Luanda, antes de que los esclavos subieran a los barcos que zarpaban hacia las colonias españolas y portuguesas, añade Boxer, “se les llevaba a una iglesia cercana [...] donde un cura párroco los bautizaba en grupos de centenares a la vez”. Después de que se les rociaba con “agua bendita” se les decía: “Miren, ustedes ya son hijos de Dios; ahora van a la tierra de los españoles donde aprenderán cosas de la Fe. No piensen más de dónde vienen [...] Vayan con buena voluntad”.

      Por supuesto, los misioneros de la cristiandad no fueron los únicos que aprobaron el comercio de esclavos. “Hasta la última mitad del siglo XVIII —explica Geoffrey Moorhouse en su libro The Missionaries— era la actitud de la mayor parte de la gente.” Moorhouse cita el ejemplo de un misionero protestante del siglo XVIII, Thomas Thompson, que escribió un tratado titulado The African Trade for Negro Slaves Shown to Be Consistent With the Principles of Humanity and With the Laws of Revealed Religion (El comercio africano de esclavos negros es consecuente con los principios humanitarios y con las leyes de la religión revelada).

      No obstante, la participación de la cristiandad en el comercio de esclavos la ha hecho en parte responsable del terrible sufrimiento infligido a millones de esclavos africanos. “Aparte de los esclavos que murieron antes de salir de África —dice The Encyclopædia Britannica—, 12,5% de ellos se perdieron en el viaje a las Antillas; en Jamaica murió el 4,5% en los muelles o antes de su venta, y la tercera parte de todos murió en el ‘proceso de adaptación’.”

      Pronto Jehová Dios pedirá cuentas tanto a la cristiandad como a las demás manifestaciones de la religión falsa por todos los terribles actos de derramamiento de sangre que han tolerado e incluso bendecido. (Revelación 18:8, 24.)

      [Ilustración en la página 8]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      Dibujo de cómo se apiñaba a los esclavos en los barcos

      [Reconocimiento]

      Schomburg Center for Research in Black Culture/The New York Public Library/Astor, Lenox and Tilden Foundations

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