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‘Predicando el evangelio’ mediante la asistencia socialLa Atalaya 1987 | 15 de enero
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‘Predicando el evangelio’ mediante la asistencia social
KUO TUNG, un joven budista de Hong Kong, recibió educación universitaria. Hsiu Ying, una madre de Taiwan, pudo conseguir para su hijo el tratamiento médico que tanto necesitaba para su grave enfermedad. ¿Qué tienen en común estos dos sucesos que no parecen tener relación?
Bajo circunstancias normales, hubiera sido imposible que Kuo Tung recibiera una educación universitaria. Pero se le presentó la oportunidad por medio de la iglesia a la cual pertenece. De manera similar, el intrincado procedimiento médico que necesitaba el hijo de Hsiu Ying estaba disponible solo en un hospital local que era propiedad de la iglesia. Ella también, debido a su relación con la iglesia, pudo resolver su problema.
Las experiencias de Kuo Tung y Hsiu Ying no son de ningún modo poco comunes. A miles de personas en países en vías de desarrollo se les ha atraído a escuelas, hospitales, orfanatos y otras instituciones sociales dirigidas por las iglesias. De esta manera, han obtenido considerables beneficios materiales para sí mismas. Además, al unirse a la iglesia, muchas de ellas han contribuido a aumentar la cantidad de miembros de la iglesia.
Una práctica con un largo historial
Por supuesto, las escuelas y los hospitales dirigidos por la iglesia no son cosa nueva. De hecho, desde que se comenzó a enviar misioneros a lo que algunos han llamado países hostiles y paganos, las escuelas y los hospitales han sido considerados como medios más eficaces de abrir nuevos territorios y de ganarse la confianza y amistad de la población local.
Por ejemplo, al describir la situación en la India al principio del siglo XIX, el libro Nineteen Centuries of Missions (1899) declara: “Los misioneros no solo participan intensamente en la obra evangélica, sino que también trabajan con éxito sobresaliente en la obra educacional, médica y sagrada”. ¿Cuál ha sido el resultado? “Cada misión tiene sus escuelas diurnas, industriales y de internos, una escuela superior o universidad, y en casi todo caso, un seminario teológico.”
Al comentar sobre el papel que desempeña la obra médica en la “empresa misional”, el libro continúa diciendo: “Al médico siempre se le recibe con gusto, y el alivio del sufrimiento físico no solo inspira confianza en el médico, sino que a menudo se cifra fe en la religión que él enseña. Con frecuencia, esto resulta en que aldeas enteras renuncien a la idolatría y reciban instrucción cristiana, como consecuencia del tratamiento médico que se les da”.
Lo que fue cierto en la India también fue cierto en otros países del Lejano Oriente, América del Sur y África. La idea de predicar el evangelio mediante la asistencia social se hizo popular. Sociedades misionales europeas y estadounidenses, tanto católicas como protestantes, enviaron trabajadores a estos lugares y establecieron sus misiones junto con sus escuelas, hospitales y otras instituciones. Mucho de esto produjo tanto éxito en atraer a la gente local que tal asistencia social se convirtió rápidamente en una parte integral de la obra misional que patrocinaban las iglesias en el extranjero.
A través de los años, estas instituciones dirigidas por la iglesia se han desarrollado hasta el punto de ocupar un lugar muy importante en las comunidades locales. A menudo las escuelas y universidades de las iglesias son las más prestigiosas y más solicitadas instituciones de enseñanza superior. Por lo general, los hospitales de las iglesias son los que están mejor equipados, con el equipo más moderno. Y en muchas zonas donde se apremia a los gobiernos debido a problemas sociales abrumadores, las iglesias gozan de una buena acogida, y hasta se les honra.
No hay duda de que los servicios suministrados mediante tales programas han sido muy provechosos para las comunidades que han recibido tal ayuda. Las escuelas y universidades dirigidas por las iglesias han suministrado una educación a literalmente miles de estudiantes que de otro modo no hubieran podido recibirla. Tales hospitales y servicios de salud han suministrado alivio a un sinnúmero de personas en zonas remotas y atrasadas. Por ejemplo, las obras humanitarias de Albert Schweitzer y la “Madre” Teresa gozan de reconocimiento internacional, y ambos han ganado el premio Nobel de la paz.
Por otro lado, deberíamos preguntarnos: ¿Verdaderamente ha logrado su propósito este evangelio social? ¿Ha tenido éxito en hacer cristianos verdaderos de los que se han beneficiado de las obras caritativas? ¿Ha dado fe y esperanza verdaderas a la gente? Más importante aún, deberíamos preguntarnos: ¿Era esto lo que Jesús tenía presente cuando comisionó a sus seguidores a ‘predicar el evangelio por todo el mundo’? (Mateo 24:14, Reina-Valera, 1977.)
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El ministerio social, ¿cómo afecta a la gente?La Atalaya 1987 | 15 de enero
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El ministerio social, ¿cómo afecta a la gente?
CON solo cinco panes de cebada y dos pescaditos, Jesucristo alimentó milagrosamente a más de 5.000 hombres, mujeres y niños al tiempo de la Pascua (marzo-abril) en 32 E.C. (Mateo 14:14-21; Juan 6:1-13.) Al reconocer el tremendo potencial que Jesús poseía, la gente quería hacerlo rey. Posiblemente pensaron que él los libraría del yugo romano y mejoraría la calidad de vida de ellos. ¿Cómo respondió Jesús?
En vez de someterse a la petición del público, Jesús “se retiró otra vez a la montaña, él solo”. (Juan 6:15.) Pero la muchedumbre no se dio por vencida fácilmente. Al día siguiente vinieron a él de nuevo. Al percibir el motivo ulterior de ellos, Jesús les dijo: “Ustedes me buscan, no porque vieron señales, sino porque comieron de los panes y quedaron satisfechos”. Entonces añadió: “Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna”. (Juan 6:25-27.)
¿Qué podemos aprender de este relato? Entre otras cosas, muestra con claridad que es relativamente fácil atraer a las personas mediante beneficios materiales. Sin embargo, el edificar aprecio genuino por las cosas espirituales —cuyo valor es duradero— es un asunto completamente diferente. Actualmente hay aun mayor tendencia de ver las cosas desde un punto de vista puramente materialista.
La atracción poderosa del ministerio social
Desde el punto de vista de las personas de los países en vías de desarrollo, las naciones avanzadas de Occidente son una representación de todas las oportunidades y los beneficios materiales que uno pudiera desear, pero que no están disponibles en su propio país. Se envidia la prosperidad de estas naciones y se imita su estilo de vida. A casi todo estudiante se le ofrece la oportunidad de recibir una educación superior como un pasaporte al adelantamiento y al éxito. En vista de tales antecedentes, no es difícil entender por qué los programas sociales de las iglesias en el extranjero han tenido una atracción tan poderosa en estos países. Pero ¿cuáles han sido los resultados?
Por ejemplo, el que la gente en el Oriente esté dispuesta a hacer casi cualquier cosa que le exijan las iglesias a fin de calificar para algún regalo o limosna ha hecho surgir la despreciativa etiqueta de “cristianos de arroz”. Por supuesto, lo más triste es que cuando se termina tal alivio o ayuda, también se termina el interés de la gente. Muchos de estos cristianos de arroz sencillamente desaparecen del escenario. Por eso, entre los cantoneses, hay un refrán popular que dice algo parecido a esto: “Dios ama al mundo, pero el mundo ama a la leche en polvo”.
Aunque la mayoría de las iglesias ya no dirigen programas de socorro, excepto quizás en tiempos de desastres, lo que sucedió en el pasado ha dejado su huella. Para muchos orientales, las iglesias son sinónimos de las organizaciones caritativas, y la única razón para asistir a la iglesia es para recibir, no para dar. No ven ninguna necesidad de hacer sacrificio personal alguno por la iglesia. Esta actitud se muestra, por ejemplo, en su renuencia a contribuir por literatura bíblica debido a que, según ellos, cualquier cosa que la iglesia produzca debe ser gratis.
El usar la iglesia como un medio para conseguir algo se ve con más facilidad en el campo de la educación. En muchos países en vías de desarrollo se cree que la forma más segura de conseguir fama y éxito es mediante una educación al estilo occidental. Según una fuente, al tiempo que la India logró su independencia de Gran Bretaña, el 85% de los miembros del parlamento de aquella nación habían asistido a “escuelas cristianas”. Y según los ideales de Confucio, en el Lejano Oriente, el estar bien educado es una de las metas más importantes en la vida. Naturalmente, muchos recurren a las escuelas de las iglesias, que por lo general usan métodos y normas occidentales, como un medio para el adelanto personal. Y muchos padres orientales, quienes normalmente siguen las religiones tradicionales, felizmente asisten a las iglesias e instan a sus hijos a hacer lo mismo con el fin de que ellos lleguen a estar en una de las escuelas dirigidas por la iglesia y quizás puedan ir al extranjero más tarde.
¿Cuál ha sido el fruto?
En comparación con la concurrencia en sus lugares de procedencia, generalmente las iglesias misionales disfrutan de una buena asistencia en otros países. Por eso pueden iniciar a muchas personas en las enseñanzas de la iglesia y en algún concepto del cristianismo. Pero ¿les ha ayudado esto a entender la Biblia y su mensaje? ¿Los ha convertido realmente en cristianos, es decir, seguidores de Jesucristo?
Tomemos el ejemplo de Kuo Tung, el joven que se mencionó anteriormente. Cuando se le preguntó si ahora creía en Dios después de haber asistido a la iglesia por algún tiempo, él contestó: “No. Nunca se consideró la evidencia de que Dios existiera”. De hecho, él admitió que no estaba seguro si alguno de sus amigos creía en un Dios personal, aunque habían estado asistiendo a la iglesia con él. Dijo que ellos sencillamente se dejaban guiar para aprovechar la oportunidad de aprender inglés.
Otro joven que asiste a una universidad en los Estados Unidos regresó a su hogar de vacaciones. Cuando un testigo de Jehová lo visitó, el joven le preguntó si los Testigos celebraban sus reuniones en inglés. ¿Por qué? “Para mantenerme al día con el inglés”, dijo él. Cuando se le dijo que las reuniones se llevaban a cabo en el lenguaje de la localidad a fin de que todos se pudieran beneficiar espiritualmente, el joven dijo que asistiría dos veces por semana donde se celebraran las reuniones en inglés.
Hasta personas que han llegado a ser miembros de alguna iglesia y se han bautizado muestran que su punto de vista ha cambiado muy poco. Muchos de ellos se apegan aún a sus creencias y prácticas anteriores, a menudo con la aprobación —o aun con la bendición— de su iglesia. Por ejemplo, en China a los católicos romanos se les permite continuar su adoración de antepasados, aunque esto se prohíbe en otros lugares. Con frecuencia se ve en los portales de hogares “cristianos” placas que suplican la bendición del dios de la puerta. Y en Okinawa se colocan dibujos de animales de los dioses nativos en las esquinas del techo para proteger a la familia.
¿Qué hay de los que se han beneficiado de los programas de su iglesia? Cuando hallan seguridad financiera y material, no es raro oírles decir que la solución a los problemas actuales está en depender de uno mismo. El resultado es que muchos de ellos, o se han separado totalmente de la iglesia, o se han distanciado considerablemente de esta.
Los misioneros de las iglesias han tenido muchas oportunidades excelentes de instruir a las personas en cuanto a lo que la Biblia enseña. Pero en vez de enseñarles a seguir la exhortación de Jesús de ‘seguir, pues, buscando primero el reino y la justicia de Él, y todas estas otras cosas les serán añadidas’, ellos han dado énfasis a las “otras cosas”. (Mateo 6:33.) Mediante los programas sociales, han hecho mucho en cuanto a ayudar a la gente en sentido físico, médico y educativo, pero los beneficios son principalmente de índole temporal. Puesto que no han suministrado un punto de vista espiritual, con frecuencia dichos programas solo llegan a ser un incentivo para esforzarse por alcanzar más ventajas temporales o mundanas.
Las iglesias se proponían predicar el evangelio. Pero lo que ha sucedido en muchos casos es que han promovido el modo de vida materialista de Occidente. Sí, han logrado hacer muchos conversos. Pero como hemos visto, muchos de estos han llegado a ser más mundanos e inclinados a lo material que antes. En los días de Jesús, él dijo acerca de los líderes religiosos: “Atraviesan mar y tierra seca para hacer un solo prosélito, y cuando éste llega a serlo, lo hacen merecedor del Gehena dos veces más que ustedes”. (Mateo 23:15.) En este sentido, el esfuerzo de la cristiandad por predicar el evangelio mediante la asistencia social ha sido contraproducente. Ha resultado incompetente en cuanto a cumplir con la gran comisión que Jesucristo dio: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado”. (Mateo 28:19, 20.)
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