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Se revela un secreto sagradoApocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
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Aunque alegaban que eran pastores del rebaño de Dios, los líderes de la cristiandad —religiosos y seglares— manifestaron odio especial a cualquiera que trataba de animar a otros a leer la Biblia, o a cualquiera que denunciaba las prácticas antibíblicas de ellos. Tanto Juan Hus como William Tyndale, un traductor de la Biblia, fueron perseguidos y martirizados. Durante la tenebrosa Edad Media, la gobernación apóstata culminó en la diabólica Inquisición católica. A cualquiera que cuestionaba las enseñanzas o la autoridad de la iglesia se le suprimía sin misericordia, y se desconoce a cuántos miles de llamados herejes se les mató con torturas o se les quemó en la hoguera. Así Satanás procuró asegurarse de que rápidamente se aplastara a cualquiera que perteneciera a la verdadera descendencia de la organización semejante a mujer de Dios. Cuando estalló la rebelión protestante, o la Reforma (desde 1517 en adelante), muchas iglesias protestantes manifestaron un espíritu intolerante como aquel. Ellas también se hicieron culpables de derramamiento de sangre al martirizar a los que se esforzaban por ser leales a Dios y a Cristo. ¡En verdad “la sangre de santos” se derramó con liberalidad! (Revelación 16:6; compárese con Mateo 23:33-36.)
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No es de dudarse que el clero de la cristiandad recibió juicio adverso cuando Jesús comenzó su inspección en 1918. El clero no solo había agitado persecución contra el pueblo de Dios, sino que también había incurrido en pesada culpa por derramamiento de sangre al apoyar a las naciones en conflicto durante la I Guerra Mundial. (Revelación 18:21, 24.) Aquellos clérigos pusieron entonces su esperanza en la Liga o Sociedad de Naciones hecha por los hombres. Junto con todo el imperio mundial de la religión falsa, para 1919 la cristiandad había caído por completo del favor de Dios.
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[Ilustraciones de la página 31]
La religión de la cristiandad incurrió en gran culpa por derramamiento de sangre al perseguir y matar a cristianos que traducían, leían o solo poseían la Biblia
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