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¿Produce fanáticos el cristianismo verdadero?La Atalaya 1987 | 15 de julio
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LA CRISTIANDAD ha tenido sus fanáticos: desde personas que se han incendiado a sí mismas como expresión de protesta política hasta individuos que han manifestado intolerancia para con los que han diferido de ellos en materia de religión. Por ejemplo, la primera cruzada fue inspirada por la Iglesia Católica para libertar a Jerusalén del dominio de personas a quienes consideraba infieles. Empezó con tres chusmas indisciplinadas cuyos violentos excesos incluyeron el asesinato de judíos en la Renania. Cuando las fuerzas militares de aquella cruzada lograron apoderarse de Jerusalén, los soldados llamados cristianos hicieron que por las calles corrieran ríos de sangre.
En su libro The Outline of History (El esquema de la historia), H. G. Wells dijo de la primera cruzada: “El degüello fue terrible; la sangre de los vencidos fluyó por las calles hasta salpicar sobre los jinetes al paso de sus monturas. Al anochecer, ‘llorando de gozo’, los cruzados llegaron al Sepulcro tras haber pisado el lagar, y juntaron en oración sus manos manchadas de sangre”.
En una cruzada posterior, incitada por el papa Inocencio III, los pacíficos albigenses y valdenses —opositores de las doctrinas de Roma y los excesos del clero— fueron masacrados. Wells escribió lo siguiente sobre el fanatismo que se expresó contra ellos: “Aquello le bastó al lateranense, y se dio el espectáculo de que Inocencio III predicara una cruzada contra estos desafortunados sectarios, y permitiera el alistamiento de todo truhán errante [...] y todo ultraje concebible contra los súbditos más pacíficos del rey de Francia. Los relatos de las crueldades y abominaciones de esta cruzada son lectura mucho más terrible que la de cualquier relato del martirio de cristianos por los paganos”.
La historia de la cristiandad está llena de relatos sobre fanáticos que por lo general produjeron los frutos de la violencia. Por eso podemos concluir que el fanatismo no produce buen fruto. El Diccionario de uso del español, de María Moliner, define “fanático” así: “Partidario exaltado e intolerante de una creencia”. Otro diccionario ilustra así lo que es el fanatismo: “Ningún período de la historia exhibe mayor cantidad de crueldad, libertinaje y fanatismo que el de las cruzadas”.
También es interesante lo que dice sobre la palabra “fanático” la Gran Enciclopedia Larousse. Dice: “Que defiende con apasionamiento y celo desmedidos una creencia, una causa, un partido, etc.”, y añade: “Entusiasmado ciegamente por una cosa”. Sobre el origen de la palabra señala que viene de la antigüedad romana y se aplicó, entre otros, a “los iluminados que frecuentaban las inmediaciones de los templos y se daban a manifestaciones de delirio sagrado”.
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¿Produce fanáticos el cristianismo verdadero?La Atalaya 1987 | 15 de julio
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El apóstol Pablo indicó que vendría el tiempo en que aparecerían cristianos de imitación. Llevarían el nombre de cristianos, pero no vivirían en armonía con ese nombre ni producirían sus buenos frutos. Dijo a ancianos de Éfeso: “Yo sé que después de mi partida entrarán entre ustedes lobos opresivos y no tratarán al rebaño con ternura, y de entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas para arrastrar a los discípulos tras de sí”. (Hechos 20:29, 30.) De estos apóstatas surgió la cristiandad con sus centenares de organizaciones religiosas en conflicto, enseñando cosas que meramente se representan como cristianas. En realidad, son “cosas aviesas”, ideas de hombres y no la verdad de la Palabra de Dios. Es entre estos cristianos falsos donde se ha manifestado el mal fruto del fanatismo.
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