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  • Llega el Mesías
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    • Juan bautiza a Jesús

      SECCIÓN 16

      Llega el Mesías

      Jehová revela que Jesús de Nazaret es el Mesías prometido

      ¿CÓMO podría la gente reconocer al Mesías? Dios mismo se encargaría de revelar su identidad. Cuatrocientos años después de terminar de escribirse las Escrituras Hebreas, un ángel llamado Gabriel se le apareció a María, una joven que vivía en el norte de Galilea, en Nazaret. Gabriel le anunció a María que iba a tener un bebé. Aunque ella era virgen, Dios haría que quedara embarazada por medio de su fuerza activa, es decir, su espíritu santo. Este niño sería el prometido Rey que gobernaría para siempre. En realidad, Dios transmitiría la vida de su Hijo primogénito, que hasta ese momento vivía con él en los cielos, a la matriz de María.

      María aceptó con humildad aquella extraordinaria encomienda. Su prometido, un carpintero llamado José, se casó con ella después de que Dios le enviara un ángel para explicarle la situación. Ahora bien, recordemos que se había profetizado que el Mesías nacería en Belén, no en Nazaret (Miqueas 5:2). ¿Cómo se cumpliría esa predicción, si dicha localidad estaba a unos 140 kilómetros (90 millas) de allí?

      Poco después, un gobernante romano ordenó un censo, y toda persona debió registrarse en su lugar de origen. Por lo visto, las familias de José y María eran de Belén, así que ambos viajaron allí cuando quedaba poco tiempo para que ella diera a luz (Lucas 2:3). Jesús nació en un establo, y tuvo que ser acostado en un simple pesebre. Entonces, en un campo cercano, una multitud de ángeles se apareció ante unos pastores y les anunció que acababa de nacer el predicho Mesías, o Cristo.

      También habría otras personas que darían fe de que Jesús era el prometido Mesías. El profeta Isaías había predicho que alguien prepararía el camino para la crucial obra de Cristo (Isaías 40:3). Ese hombre fue Juan el Bautista. En cierta ocasión, al ver a Jesús, exclamó: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!”. De inmediato, varios de los seguidores de Juan se hicieron discípulos de Jesús. Uno de ellos afirmó: “Hemos hallado al Mesías” (Juan 1:29, 36, 41).

      Pero el testimonio más convincente aún estaba por darse. Cuando Jesús fue bautizado por Juan, Jehová lo nombró Mesías por medio de su espíritu santo y dijo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mateo 3:16, 17). ¡Por fin había llegado el Mesías prometido!

      Pero ¿cuándo sucedió esto? En el 29 de nuestra era, justo cuando se cumplieron los cuatrocientos ochenta y tres años predichos por Daniel. En realidad, estas son solo algunas de las muchas pruebas que demuestran que Jesús es el Mesías. Ahora bien, ¿qué mensaje proclamaría durante su estadía en la Tierra?

      (Basado en los capítulos 1 a 3 de Mateo, el capítulo 1 de Marcos, el capítulo 2 de Lucas y el capítulo 1 de Juan.)

      • ¿Cómo dieron testimonio los ángeles de que Jesús era el Mesías?

      • ¿Qué hizo Juan el Bautista para dar fe de que Jesús era el Mesías?

      • ¿Cómo demostró Jehová que Jesús era el Mesías?

  • Jesús predica el Reino de Dios
    La Biblia y su mensaje
    • Jesús habla a una muchedumbre

      SECCIÓN 17

      Jesús predica el Reino de Dios

      Jesús enseña muchas cosas a sus discípulos, pero se centra en el Reino de Dios

      ¿PARA qué vino Jesús a la Tierra? Él mismo dijo: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43). Analicemos cuatro verdades que Jesús enseñó acerca de este Reino, el tema principal de su predicación.

      1. Jesús sería el Rey. Él mismo se identificó claramente como el Mesías (Juan 4:25, 26). Además, indicó que era el Rey de la visión del profeta Daniel. Les dijo a sus apóstoles (sus seguidores más cercanos) que un día él se sentaría en un “trono glorioso” y que ellos formarían parte de un grupo limitado de personas que reinaría a su lado (Mateo 19:28). A esta colectividad la llamó “rebaño pequeño”. También habló de “otras ovejas” que no serían parte de ese grupo (Lucas 12:32; Juan 10:16).

      2. El Reino de Dios traería verdadera justicia. Jesús señaló que el Reino remediaría la mayor de las injusticias: la que Satanás cometió contra el nombre divino. ¿Cómo lo haría? Santificándolo, o limpiándolo de todas las injurias que ha soportado desde la rebelión del Edén (Mateo 6:9, 10). Además, Cristo demostró que bajo el Reino no existiría la discriminación, pues enseñó a hombres y mujeres, ricos y pobres, sin hacer distinción. Y aunque había sido enviado para predicar a los israelitas, hizo todo lo que pudo por ayudar a samaritanos y gente de otras naciones. Él era muy distinto de los líderes religiosos de su tiempo, quienes estaban dominados por los prejuicios y el favoritismo.

      3. El Reino de Dios no sería parte de este mundo dominado por Satanás. Jesús vivió en un período conflictivo de la historia judía, pues la nación estaba bajo la soberanía de otro país. No obstante, nunca permitió que lo inmiscuyeran en política (Juan 6:14, 15). Hablando con un gobernante, afirmó: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Y a sus discípulos les dijo: “Ustedes no son parte del mundo” (Juan 15:19). Además, no les permitió que empuñaran las armas, ni siquiera para defenderlo a él (Mateo 26:51, 52).

      “Iba [...] de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios.” (Lucas 8:1)

      4. Cristo gobernaría con amor. Jesús prometió aliviar las cargas de sus seguidores (Mateo 11:28-30). Y así lo hizo. Les ofreció prácticos consejos sobre la inquietud, el materialismo, las relaciones sociales y la felicidad (Mateo, capítulos 5 a 7). Fue un hombre cariñoso y accesible. Cualquier persona, hasta la de más humilde origen, se animaba a ir a verlo con la confianza de que recibiría un trato digno y respetuoso. ¿Quién no quisiera tener un gobernante así?

      Como anticipo de lo que hará el Reino de Dios, Jesús también realizó muchos milagros. ¿Qué logró con ellos? Veamos.

      (Basado en los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.)

      • ¿Cómo dio a conocer Jesús a sus discípulos que él era el Rey Mesiánico?

      • ¿De qué maneras demostró Jesús que reinaría con justicia?

      • ¿Cómo dejó claro Jesús que el Reino de Dios no sería parte de este mundo?

      • ¿Por qué puede esperarse que Jesús gobierne con amor?

  • Los milagros de Cristo
    La Biblia y su mensaje
    • Jesús toca los ojos a un ciego y lo cura

      SECCIÓN 18

      Los milagros de Cristo

      Jesús demuestra con sus milagros cómo usaría su poder cuando fuera Rey

      DIOS le concedió a su Hijo un poder sobrehumano que le permitió realizar numerosos milagros, muchos de ellos ante multitud de testigos. De esta forma, Jesús demostró que era capaz de vencer a los eternos enemigos de la humanidad. He aquí algunos ejemplos.

      El hambre. El primer milagro de Jesús —convertir agua en vino— demostró su capacidad para proporcionar comida y bebida en abundancia. En otras dos ocasiones multiplicó unos pocos panes y pescados para alimentar a miles de personas. En ambos casos hubo comida de sobra.

      La enfermedad. Cristo curó a personas que sufrían “toda suerte de dolencia y toda suerte de mal” (Mateo 4:23). Sanó a ciegos, sordos, lisiados, leprosos y epilépticos. En realidad, su poder curativo no tenía límites.

      Los desastres naturales. Cierta noche, mientras Jesús y sus discípulos navegaban por el mar de Galilea, se desató una terrible tormenta. Los discípulos se asustaron mucho, pero Jesús sencillamente alzó la vista al cielo y exclamó: “¡Silencio! ¡Calla!”. De inmediato, se calmó el temporal (Marcos 4:37-39). En otra ocasión caminó sobre las aguas durante una tempestad (Mateo 14:24-33).

      Los espíritus malvados. Estos espíritus, conocidos como demonios, son infinitamente más poderosos que nosotros. De hecho, han acosado a numerosas personas, y muchas no han podido hacer nada para quitárselos de encima. Sin embargo, Jesús no les tenía miedo. Al contrario, eran ellos los que temblaban ante su presencia y lo obedecían al instante cuando les ordenaba que dejaran en paz a sus víctimas.

      La muerte. Este adversario, al que la Biblia llama “el último enemigo”, antes o después nos vence a todos (1 Corintios 15:26). No obstante, ni siquiera la muerte supuso un obstáculo insalvable para Cristo, pues él les devolvió la vida al hijo de una viuda y a una muchachita. Pero el caso más sobresaliente es el de su amigo Lázaro, quien llevaba muerto cuatro días cuando Jesús lo resucitó delante de una gran multitud. Hasta sus peores enemigos tuvieron que reconocer el poder que tenía Jesús (Juan 11:38-48; 12:9-11).

      Ahora bien, con el tiempo, las personas a quienes Jesús ayudó enfermaron y murieron. Entonces, ¿de qué sirvieron todos esos milagros? Sirvieron de mucho, pues probaron que las emocionantes profecías sobre el Reino mesiánico tenían fundamento. Es indudable que el Rey nombrado por Dios acabará con el hambre, las enfermedades, los desastres naturales, los demonios y hasta la muerte. Está claro que Jehová le ha otorgado el poder para lograrlo.

      (Basado en los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.)

      • ¿Qué milagros de Jesús demostraron que puede acabar con el hambre, las enfermedades, los desastres naturales, los espíritus malvados y la muerte?

      • ¿Qué enseñan los milagros de Jesús sobre su futuro Reino?

  • Una profecía que se extiende hasta nuestros días
    La Biblia y su mensaje
    • Jesús habla con varios apóstoles en el monte de los Olivos

      SECCIÓN 19

      Una profecía que se extiende hasta nuestros días

      Jesús indica cómo se sabría que él ha comenzado a reinar y que el fin de este mundo está cerca

      ESTANDO en el monte de los Olivos, que ofrecía una hermosa vista de Jerusalén y su templo, cuatro apóstoles le pidieron a Jesús en privado que les explicara ciertos comentarios suyos. Acababa de decir que el templo sería derribado, y anteriormente les había hablado de “la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 13:40, 49). Así que le preguntaron: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (Mateo 24:3).

      En su respuesta, Jesús les aclaró lo que sucedería antes de que Jerusalén y su templo fueran destruidos. Pero, en realidad, su predicción iba mucho más allá, pues posteriormente se cumpliría a escala mundial. Para saber cuándo Jesús volvería a estar presente, los habitantes de la Tierra tendrían que estar atentos a una señal: un conjunto de sucesos mundiales que ocurrirían durante el mismo período. Dicha señal indicaría que Jehová ya habría coronado a Jesús Rey del Reino mesiánico y que este gobierno pronto acabaría con la maldad y restauraría la paz en todo el planeta. Los sucesos predichos por Jesús marcarían el final del mundo actual —con todo su sistema político, social y religioso— y el comienzo de un nuevo mundo.

      Jesús dijo que, cuando él comenzara a reinar en los cielos, por toda la Tierra habría guerras, hambre, terremotos y epidemias. El respeto por la ley iría desapareciendo. Además, sus verdaderos discípulos predicarían a todas las naciones las buenas noticias del Reino de Dios. El punto culminante de la señal sería la “gran tribulación”, la época más angustiosa de la historia (Mateo 24:21).

      ¿Y cómo sabrían los cristianos que se acerca ese terrible momento? Jesús dijo a sus discípulos: “Aprendan de la higuera” (Mateo 24:32). Cuando una higuera empieza a echar hojas, se sabe que el verano está cerca. Igualmente, cuando en un mismo período de tiempo sucedieran todas las cosas predichas por Jesús, se sabría que el fin es inminente. Ahora bien, Jesús dijo que solo el Padre conocía el día y la hora en que comenzaría la gran tribulación. Por ello, advirtió: “Manténganse despiertos, porque no saben cuándo es el tiempo señalado” (Marcos 13:33).

      (Basado en los capítulos 24 y 25 de Mateo, el capítulo 13 de Marcos y el capítulo 21 de Lucas.)

      • ¿Qué pregunta le hicieron a Jesús algunos apóstoles?

      • ¿Qué indicaría la señal de la que habló Jesús, y en qué consistiría?

      • ¿Qué advertencia hizo Jesús?

      LA SEÑAL DE LA PRESENCIA DE CRISTO

      Jesús profetizó cuál sería la señal de que Dios pronto destruiría al mundo corrompido por la maldad. La humanidad comenzó a ver esa señal a partir de la I Guerra Mundial. Los acontecimientos religiosos, políticos y sociales de la actualidad desembocarán dentro de poco en el predicho fin, y nadie podrá evitarlo. Para salvarse, los discípulos de Cristo deben mantenerse alerta y demostrar fuera de toda duda que se han puesto de parte de Dios en la cuestión sobre su derecho a gobernar (Mateo 24:3-14; Lucas 21:36).a

      a Para más información sobre la profecía de Jesús, consulte el capítulo 9 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.

  • La muerte de Cristo
    La Biblia y su mensaje
    • Jesús

      SECCIÓN 20

      La muerte de Cristo

      Jesús instituye una nueva celebración; lo traicionan y lo ejecutan en un madero

      JESÚS llevaba tres años y medio predicando y sabía que el final de su vida en la Tierra estaba cerca. Los líderes religiosos judíos planeaban matarlo, pero temían la posible reacción del pueblo, que lo tenía por profeta. Entonces, Satanás influyó en el corazón de Judas —uno de los doce apóstoles— para que vendiera a su maestro. Los líderes religiosos le pagaron treinta monedas de plata.

      Era la noche de la Pascua, y Jesús se había reunido con los apóstoles para celebrarla. Después de pedirle a Judas que se retirara, Cristo instituyó una nueva celebración: la Cena del Señor. Tomó un pedazo de pan, hizo una oración y lo pasó entre los once apóstoles. Luego explicó: “Esto significa mi cuerpo que ha de ser dado a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí”. Tras eso pasó una copa de vino y dijo: “Esta copa significa el nuevo pacto en virtud de mi sangre” (Lucas 22:19, 20).

      Aquella última noche, Jesús enseñó muchas cosas a sus apóstoles. Incluso les dio un nuevo mandamiento: que se tuvieran amor incondicional. De hecho, dijo: “Todos conocerán que ustedes son mis discípulos [...] si tienen amor entre sí” (Juan 13:34, 35). Les pidió que no se descorazonaran por lo que estaba a punto de sucederle, y después oró intensamente por ellos. Finalmente, cantaron alabanzas a Dios y se fueron al jardín de Getsemaní.

      Allí Jesús se arrodilló y abrió su corazón a Jehová. Pero, de repente, llegó un grupo de soldados, hombres armados y sacerdotes con la intención de arrestarlo. Para identificar a Jesús, Judas se valió de la señal acordada: un beso. Los soldados apresaron a Cristo, y los apóstoles huyeron.

      Jesús declaró ante el tribunal supremo de los judíos que él era el Hijo de Dios. Los jueces consideraron que su afirmación era una blasfemia, un delito por el que podía ser condenado a muerte. Entonces lo hicieron comparecer ante Poncio Pilato, el gobernador romano. A él le pareció que Jesús era un hombre inocente, pero aun así cedió ante los deseos del pueblo, que pedía su ejecución a gritos.

      Cristo fue llevado hasta un lugar llamado Gólgota, y allí los soldados romanos lo clavaron a un madero. De pronto, la radiante luz del día se convirtió en total oscuridad. Aquella tarde, cuando Jesús murió, ocurrió un fuerte terremoto. Sus restos fueron enterrados en una tumba esculpida en la roca y, al día siguiente, los sacerdotes sellaron la entrada y mandaron vigilarla. ¿Sería esa su última morada? No, pues estaba a punto de suceder el mayor de los milagros.

      (Basado en los capítulos 26 y 27 de Mateo, los capítulos 14 y 15 de Marcos, los capítulos 22 y 23 de Lucas y los capítulos 12 a 19 de Juan.)

      • ¿Qué celebración instituyó Jesús?

      • ¿Qué sucesos llevaron a la ejecución de Cristo?

      EL IMPORTANTE PAPEL DE CRISTO

      Para que se cumpliera el propósito de Dios para la humanidad era necesario que Jesús muriera. Ahora bien, él nunca moriría a causa del pecado heredado, pues había sido concebido por espíritu santo y era perfecto. No obstante, decidió entregar su vida para que tuviéramos la posibilidad de ser felices y vivir para siempre, una oportunidad que el desobediente Adán nos negó a todos (Mateo 20:28; Lucas 1:34, 35; Juan 3:16, 36; 2 Pedro 3:13).a

      a Hallará más información sobre el valor del sacrificio de Jesús en el capítulo 5 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?

  • Jesús resucita
    La Biblia y su mensaje
    • Jesús asciende al cielo

      SECCIÓN 21

      Jesús resucita

      Jesús se aparece a sus discípulos para animarlos y darles nuevas instrucciones

      AL TERCER día de haber muerto Cristo, varias discípulas suyas fueron a la tumba y la hallaron abierta. Alguien había retirado la piedra que tapaba la entrada, y la tumba estaba vacía.

      Entonces aparecieron dos ángeles. Uno de ellos les informó: “Ustedes buscan a Jesús el Nazareno [...]. Fue levantado” (Marcos 16:6). De inmediato, las mujeres corrieron a contárselo a los apóstoles. En el camino se encontraron con Jesús, quien les dijo: “¡No teman! Vayan, informen a mis hermanos, para que se vayan a Galilea; y allí me verán” (Mateo 28:10).

      Más tarde, mientras dos discípulos iban de Jerusalén a Emaús, un desconocido se les acercó y les preguntó de qué hablaban. Era el propio Jesús, pero no lo reconocieron porque había adoptado una apariencia distinta. Respondieron con tristeza que venían hablando de su Maestro, y el hombre se puso a explicarles todo lo que las Escrituras decían sobre el Mesías. En realidad, Jesús había cumplido hasta el último detalle de las profecías mesiánicas.a Cuando se dieron cuenta de que hablaban con Cristo, quien ahora era un espíritu, este desapareció.

      Los dos discípulos volvieron a Jerusalén y fueron a ver a los apóstoles, que se hallaban reunidos a puerta cerrada. Mientras contaban lo sucedido, todos los presentes se quedaron atónitos al ver a Jesús aparecerse de nuevo. “[¿]Por qué se suscitan dudas en su corazón?”, les preguntó. Y añadió: “Está escrito que el Cristo sufriría y se levantaría de entre los muertos al tercer día” (Lucas 24:38, 46).

      Durante cuarenta días, Jesús fue visto varias veces. En cierta ocasión, lo vieron más de quinientas personas. Tal vez fue en ese momento cuando encomendó a sus seguidores esta importante misión: “Vayan [...] y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 28:19, 20).

      La última vez que se reunió con sus once apóstoles fieles les prometió: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí [...] hasta la parte más distante de la tierra” (Hechos 1:8). A continuación comenzó a subir al cielo, y una nube fue ocultándolo de la vista de todos.

      (Basado en el capítulo 28 de Mateo, el capítulo 16 de Marcos, el capítulo 24 de Lucas, los capítulos 20 y 21 de Juan y 1 Corintios 15:5, 6.)

      a Hallará ejemplos de profecías mesiánicas cumplidas por Jesús en la sección 14, la sección 15 y la sección 16 de este folleto, así como en la sección “Jesucristo, el Mesías prometido” en el apéndice del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?

      • ¿Cómo se enteraron los discípulos de que Dios había resucitado a Jesús?

      • ¿Qué les explicó Jesús a dos discípulos que se dirigían a Emaús?

      • ¿Qué misión encomendó Jesús a sus seguidores antes de subir al cielo?

      EL ESPÍRITU SANTO

      El espíritu santo de Dios es la fuerza más poderosa que existe. Jehová Dios la utilizó para crear los cielos y la Tierra, así como para transmitir sus ideas a los escritores de la Biblia. También la empleó para realizar todos los milagros, entre ellos el más importante: devolver la vida a Jesucristo y convertirlo de nuevo en un poderoso espíritu (Génesis 1:2; 2 Samuel 23:2; Hechos 10:38; 1 Pedro 3:18).

  • Los apóstoles predican con valor
    La Biblia y su mensaje
    • Los apóstoles hablan ante el Sanedrín

      SECCIÓN 22

      Los apóstoles predican con valor

      A pesar de la persecución, la congregación cristiana crece con rapidez

      DIEZ días después de que Jesús subiera al cielo, durante la fiesta judía del Pentecostés, en el año 33, unos ciento veinte discípulos se reunieron en una casa en Jerusalén. De pronto, se oyó algo como una ráfaga de viento, y los discípulos empezaron a hablar en idiomas que no conocían. ¿Qué estaba pasando? Que Dios les había concedido su espíritu santo.

      La ciudad estaba llena de visitantes de diferentes países que habían venido para celebrar la fiesta. Todos se quedaron pasmados al ver que los discípulos de Jesús podían comunicarse con ellos en su propia lengua. Para explicarles lo sucedido, Pedro les recordó que el profeta Joel había predicho que Dios derramaría su espíritu sobre sus siervos y les concedería habilidades especiales (Joel 2:28, 29). Estos dones milagrosos demostraban claramente que ahora era la congregación cristiana, y no la nación de Israel, quien contaba con la bendición divina. Por tanto, a partir de entonces, quienes desearan servir a Dios debían hacerse cristianos.

      Sin embargo, los enemigos de Cristo empezaron a perseguir a los discípulos. Un día metieron a algunos en prisión, pero vino un ángel por la noche, los liberó y les dijo que siguieran predicando. En cuanto amaneció, entraron al templo y comenzaron a hablar sobre Jesús. Muy enojados, los líderes religiosos les ordenaron que dejaran de predicar. Pero los apóstoles les contestaron con valor: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos 5:28, 29).

      Lejos de darse por vencidos, los enemigos intensificaron sus ataques. Algunos judíos acusaron de blasfemia al discípulo Esteban y lo lapidaron. Entre los que presenciaron el asesinato estaba Saulo de Tarso, un joven que odiaba a los cristianos. Tras aquel episodio, se fue a Damasco con la intención de arrestar a todos los que encontrara. Pero mientras iba de camino, una luz celestial lo cegó. Entonces oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?”. Confundido, preguntó: “¿Quién eres?”. Y la voz respondió: “Soy Jesús” (Hechos 9:3-5).

      Tres días después, Jesús envió a un discípulo llamado Ananías para que le devolviera la vista. Saulo se bautizó y comenzó a predicar con entusiasmo. Con el tiempo, llegó a ser conocido como el apóstol Pablo, un incansable misionero cristiano.

      Al principio, los discípulos solo predicaban el Reino de Dios a los judíos y a los samaritanos. Pero cierto día, un ángel se le apareció a Cornelio, un oficial del ejército romano que creía en el Dios verdadero, y le mandó llamar al apóstol Pedro. Este llegó en compañía de otros discípulos y le predicó al oficial y a los de su casa. Mientras el apóstol hablaba, aquellos creyentes recibieron el espíritu santo, y Pedro ordenó que fueran bautizados en el nombre de Jesús. A partir de ese momento, cualquier persona, sin importar su nacionalidad, tendría la oportunidad de recibir la vida eterna. En efecto, las buenas nuevas serían proclamadas a todas las naciones.

      (Basado en Hechos 1:1–11:21.)

      • ¿Qué ocurrió durante la fiesta del Pentecostés?

      • Cuando los discípulos de Jesús se pusieron a predicar, ¿qué hicieron sus enemigos?

      • ¿Cómo se abrió a todas las naciones la posibilidad de recibir vida eterna?

  • La difusión de las buenas nuevas
    La Biblia y su mensaje
    • Pablo pronuncia un discurso en Atenas

      SECCIÓN 23

      La difusión de las buenas nuevas

      El apóstol Pablo viaja por tierra y mar predicando el mensaje del Reino

      UNA vez que se hizo cristiano, Pablo comenzó a predicar con entusiasmo el Reino de Dios. Pero ahora sería él quien tendría que soportar implacable persecución. Este infatigable apóstol realizó largos viajes a fin de dar publicidad al gobierno que cumpliría el propósito original de Dios para la humanidad.

      Durante su primer viaje, visitó Listra y curó a un hombre que había nacido cojo. La multitud que lo vio comenzó a gritar que el apóstol y su compañero, Bernabé, eran dioses. A duras penas lograron ellos impedir que les ofrecieran sacrificios. Sin embargo, la gente luego se dejó llevar por los enemigos de Pablo y terminó apedreándolo. Aunque lo dieron por muerto, el apóstol sobrevivió, y poco después volvió a la ciudad para animar a los discípulos.

      Más adelante, algunos cristianos de origen judío insistieron en que los creyentes no judíos obedecieran ciertos preceptos de la Ley de Moisés. Para resolver la polémica, Pablo llevó la cuestión a los apóstoles y los ancianos de Jerusalén. Tras analizar bien las Escrituras y pedir la ayuda del espíritu santo, estos escribieron a las congregaciones y les ordenaron que evitaran la idolatría, que no comieran sangre ni carne sin desangrar y que no cometieran fornicación. Dichos mandatos eran “cosas necesarias”, pero no implicaban seguir la Ley mosaica (Hechos 15:28, 29).

      En su segundo viaje, Pablo visitó Berea, una localidad situada en la actual Grecia. Los judíos que vivían allí aceptaron de buena gana el mensaje, si bien examinaban a diario las Escrituras para comprobar lo que aprendían. Poco después, Pablo tuvo que volver a huir de sus enemigos. Viajó hasta Atenas, donde compareció ante un grupo de ciudadanos cultos y pronunció un memorable discurso de forma muy elocuente y respetuosa.

      Después de un tercer viaje misionero, Pablo se desplazó a Jerusalén. Cuando fue al templo, una chusma intentó asesinarlo. Pero los soldados romanos intervinieron y se llevaron a Pablo para interrogarlo. Como era ciudadano romano, se le permitió presentar su defensa ante el gobernador Félix. Los judíos nunca pudieron probar ninguno de los cargos que le imputaron. Aun así, Festo —el sucesor de Félix— estaba dispuesto a entregarlo en sus manos. Para evitarlo, el apóstol apeló a César, a lo que el gobernador respondió: “A César irás” (Hechos 25:11, 12).

      Soldados romanos ayudan a Pablo a escapar de una multitud enfurecida

      El juicio se celebraría en Roma. Así que Pablo se embarcó rumbo a Italia, pero la nave naufragó, y tuvo que pasar el invierno en la isla de Malta. Cuando por fin llegó a Roma, vivió dos años en una casa alquilada. Aunque estaba bajo custodia, jamás perdió su entusiasmo y siguió predicando el Reino a todos los que lo visitaban.

      (Basado en Hechos 11:22–28:31.)

      • ¿Qué ocurrió después de que Pablo curara a un cojo en Listra?

      • ¿Cómo se resolvió la polémica sobre obedecer o no la Ley mosaica?

      • ¿Por qué viajó Pablo a Roma, y qué hizo mientras estuvo allí?

  • Las cartas de Pablo a las congregaciones
    La Biblia y su mensaje
    • Pablo, preso en su casa, dicta una carta

      SECCIÓN 24

      Las cartas de Pablo a las congregaciones

      Pablo envía cartas para fortalecer a los cristianos

      LA RECIÉN formada congregación cristiana cumpliría un importante papel en el cumplimiento del propósito de Jehová. Pero sus miembros tuvieron que soportar persecución directa e incluso enfrentar peligros sutiles dentro de la congregación. ¿Cómo lograron mantenerse íntegros? Las veintiuna cartas de las Escrituras Griegas Cristianas les dieron el ánimo y los valiosos consejos que tanto necesitaban.

      Pablo fue el autor de las catorce primeras, desde la carta a los Romanos hasta la carta a los Hebreos. Todas ellas llevan el nombre de su destinatario, ya fuera una persona o una congregación. Veamos algunos de los temas que trató el apóstol.

      La moral y la conducta. Quienes cometan fornicación, adulterio u otros pecados graves y no se arrepientan “no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21; 1 Corintios 6:9-11). Los siervos de Jehová no deben permitir que los dividan las barreras nacionales (Romanos 2:11; Efesios 4:1-6). Han de ser generosos y ayudar a sus hermanos en la fe (2 Corintios 9:7). El apóstol los anima a abrirle el corazón a Jehová y les aconseja: “Oren incesantemente” (1 Tesalonicenses 5:17; 2 Tesalonicenses 3:1; Filipenses 4:6, 7). Pero para que Dios los escuche, tienen que orar con fe (Hebreos 11:6).

      ¿Qué consejos dio Pablo a las familias? Los esposos deben amar a sus esposas tanto como se aman a sí mismos. A su vez, ellas deben respetarlos de corazón. Además, Dios espera que los hijos obedezcan a sus padres, y que estos los eduquen con amor y en armonía con los principios bíblicos (Efesios 5:22–6:4; Colosenses 3:18-21).

      Mapa de los lugares donde Pablo escribió sus cartas

      El propósito de Dios. La Ley mosaica protegió y guió a los israelitas hasta la llegada del Mesías prometido, pero los cristianos ya no estaban obligados a obedecerla (Gálatas 3:24). En su carta a los Hebreos —cristianos de origen judío—, Pablo aclaró tanto el objetivo de la Ley como el papel de Cristo en el cumplimiento del propósito de Dios. Explicó que muchos aspectos de la Ley eran proféticos. Por ejemplo, los sacrificios de animales simbolizaban el futuro sacrificio de Jesús, con el cual se perdonarían nuestros pecados de una vez por todas (Hebreos 10:1-4). Por tanto, la muerte de Cristo hizo que el pacto de la Ley quedara obsoleto (Colosenses 2:13-17; Hebreos 8:13).

      Miembros de una de las primeras congregaciones cristianas escuchan la lectura de una carta de Pablo

      La organización de la congregación. Los hombres a quienes se les confían responsabilidades en la congregación tienen que satisfacer elevadas normas de conducta y cumplir con ciertos requisitos espirituales (1 Timoteo 3:1-10, 12, 13; Tito 1:5-9). Además, es de vital importancia que todos los siervos de Dios se reúnan con regularidad para recibir valiosa instrucción espiritual y animarse unos a otros (1 Corintios 14:26, 31; Hebreos 10:24, 25).

      Cuando Pablo escribió la última de sus cartas —la segunda a Timoteo— se hallaba de nuevo en Roma, preso y a la espera de que comenzara su juicio. Solo unos cuantos cristianos valientes se arriesgaron a visitarlo. Como el apóstol sabía que se acercaba el fin de su vida, escribió: “He peleado la excelente pelea, he corrido la carrera hasta terminarla, he observado la fe” (2 Timoteo 4:7). Es probable que fuera ejecutado poco tiempo después. Sin embargo, sus cartas continuaron ayudando a los verdaderos cristianos a servir fielmente a Dios, y aún hoy lo siguen haciendo.

      (Basado en Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos.)

      • ¿Qué principios morales y de conducta contienen las cartas de Pablo?

      • ¿Qué explicó Pablo respecto al papel de Cristo en el cumplimiento del propósito de Dios?

      • ¿Qué instrucciones dio el apóstol sobre la organización de la congregación?

      ¿QUIÉN ES LA DESCENDENCIA PROMETIDA?

      Tras el pecado de Adán y Eva, Dios le dijo a la serpiente en lenguaje simbólico: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón” (Génesis 3:15). Según Revelación 12:9, “la serpiente original” es el Diablo. Ahora bien, la identidad de la Descendencia que magullaría su cabeza era un secreto que la Biblia fue revelando a lo largo de varios siglos.

      Unos dos mil años después de que Adán y Eva pecaran, Jehová señaló que el Libertador prometido sería un descendiente de Abrahán (Génesis 22:17, 18). Siglos más tarde, el apóstol Pablo explicó que la parte principal de la descendencia era el Mesías, es decir, Jesús (Gálatas 3:16). La muerte de Cristo fue la simbólica herida “en el talón” que se predijo en Génesis 3:15. No obstante, Jesús fue resucitado por Dios y “hecho vivo en el espíritu” (1 Pedro 3:18).

      Además, Dios decidió que la descendencia tendría una parte secundaria, compuesta por 144.000 seres humanos que también heredarían el Reino prometido (Gálatas 3:29; Revelación 14:1). Tras morir, serían resucitados para vivir en el cielo como seres espirituales y reinar junto con Cristo (Romanos 8:16, 17).

      Como Rey en el cielo, Jesús pronto quitará de en medio al Diablo y su descendencia, que está formada por los demonios y la gente malvada que apoya a Satanás (Juan 8:44; Efesios 6:12). Su gobierno traerá paz y felicidad a quienes sean fieles a Dios. Y así, al final, Jesús mismo aplastará “la cabeza” de la serpiente, la aniquilará (Hebreos 2:14).

  • Consejos sobre la fe, la conducta y el amor
    La Biblia y su mensaje
    • Un escritor bíblico redacta una carta

      SECCIÓN 25

      Consejos sobre la fe, la conducta y el amor

      Santiago, Pedro, Juan y Judas escriben cartas para animar a los cristianos

      SANTIAGO y Judas eran medio hermanos de Jesús, y Pedro y Juan eran apóstoles suyos. Entre los cuatro escribieron por inspiración divina siete cartas de las Escrituras Griegas Cristianas, cada una de las cuales lleva el nombre de su escritor. Su objetivo era ayudar a los cristianos a mantenerse fieles y no perder de vista el Reino de Dios.

      Demostrar fe. No basta con afirmar que uno tiene fe; hay que demostrarlo con acciones. Como dice Santiago, “la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). Quien afronta las pruebas con fe se vuelve más fuerte. Además, puede pedirle sabiduría a Dios, con la confianza de que se la dará. Si se mantiene fiel a Jehová, recibirá su aprobación (Santiago 1:2-6, 12). Dios siempre acude en ayuda de quien demuestra ser fiel e íntegro. Por eso, Santiago exhorta: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8).

      Los cristianos han de fortalecer su fe para rechazar las tentaciones y las malas influencias. Judas, que vivía en un ambiente muy inmoral, los exhorta a que “luchen tenazmente por la fe” (Judas 3).

      Mantener una conducta limpia. Jehová espera que sus siervos sean santos y limpios en todo sentido. Pedro escribe: “Háganse ustedes mismos santos [...] en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo [Jehová] soy santo’” (1 Pedro 1:15, 16). Para ello pueden imitar el ejemplo de Cristo, quien, según el apóstol, les dejó un modelo “para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21). Aunque no siempre les resulte fácil obedecer las normas divinas, lo importante es que tengan “una buena conciencia” (1 Pedro 3:16, 17). Pedro recalca que es vital que mantengan una conducta limpia y demuestren con obras su devoción a Dios mientras esperan que llegue el Día del Juicio y el prometido nuevo mundo, donde “la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:11-13).

      “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.” (Santiago 4:8)

      Mostrar amor. “Dios es amor”, afirma Juan. Jehová demostró lo mucho que nos quiere al enviar a su Hijo para ofrecer su vida como “sacrificio [...] por nuestros pecados”. ¿A qué nos debe motivar esa expresión de amor? Juan explica: “Amados, si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros” (1 Juan 4:8-11). Una forma de amar a los hermanos en la fe es siendo hospitalarios con ellos (3 Juan 5-8).

      ¿Y cómo demuestran los cristianos que aman a Jehová? Juan da la respuesta: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3; 2 Juan 6). Quienes obedecen a Dios saben que pueden seguir disfrutando de Su amor “con vida eterna en mira” (Judas 21).

      (Basado en Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan y Judas.)

      • ¿Cómo se demuestra la fe?

      • ¿Qué tipo de conducta espera Jehová de sus siervos?

      • ¿Cómo demuestran los cristianos que aman a Jehová?

  • La Tierra vuelve a ser un paraíso
    La Biblia y su mensaje
    • Jesús sentado en el trono del Reino celestial

      SECCIÓN 26

      La Tierra vuelve a ser un paraíso

      Por medio del Reino mesiánico, Jehová limpia su nombre, acaba con la maldad y deja claro que él tiene derecho a gobernar

      EL ÚLTIMO libro de la Biblia —Revelación, o Apocalipsis— le da esperanza a toda la humanidad. Escrito por el apóstol Juan, contiene varias visiones proféticas y alcanza su punto culminante con el cumplimiento del propósito de Jehová.

      En la primera visión, el resucitado Jesús anima y corrige a varias congregaciones. En la siguiente se nos describe el trono de Dios en los cielos y vemos a seres espirituales alabando a Jehová.

      Al acercarse el cumplimiento final del propósito de Dios, el Cordero (Jesucristo) recibe un rollo con siete sellos. Cuando abre los cuatro primeros, salen a escena cuatro jinetes. El primero es el propio Jesús, quien ha sido coronado Rey y va a lomos de un caballo blanco. Los otros tres montan caballos de diferentes colores, y simbolizan la guerra, el hambre y la peste, características de este mundo que pronto llegará a su fin. Al abrirse el séptimo sello se escuchan siete toques de trompeta, que aluden a la proclamación de varias sentencias divinas. Estas llevan a otras siete plagas, o manifestaciones de la cólera de Dios.

      A continuación, Juan ve el nacimiento de un niño, lo cual representa la instauración del Reino de Dios en los cielos. Estalla una guerra, y Satanás y los demonios son expulsados del cielo y arrojados a la Tierra. Entonces se oye una voz fuerte que dice: “Ay de la tierra”. ¿Por qué? Porque el Diablo sabe que le queda poco tiempo y está furioso (Revelación 12:12).

      Jesús vuelve a aparecer en los cielos en la forma de un cordero, y a su lado hay 144.000 personas elegidas que “reinarán con él”. Es en Revelación donde descubrimos que la parte secundaria de la descendencia está compuesta de 144.000 seres humanos (Revelación 14:1; 20:6).

      Después, los gobernantes de la Tierra se reúnen para el Armagedón, o “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”, y se enfrentan al jinete del caballo blanco, Jesús, y a su ejército celestial. ¿Cómo termina esta guerra? Los gobiernos son aniquilados y se encierra a Satanás. Jesús y los 144.000 reinan sobre la Tierra durante mil años, y al final de ese milenio, Satanás también es destruido (Revelación 16:14; 20:4).

      ¿Qué hará el Reinado Milenario de Cristo por los humanos obedientes? Juan escribe: “[Jehová] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Revelación 21:4). En efecto, ¡la Tierra vuelve a ser un paraíso!

      De esta forma, el libro de Revelación termina de transmitir el mensaje de la Biblia: por medio del Reino mesiánico, Jehová limpiará su nombre y dejará establecido para siempre que el derecho a gobernar le pertenece solo a él.

      (Basado en el libro de Revelación.)

      • ¿Qué representan los cuatro jinetes?

      • ¿Qué ocurre según se acerca el cumplimiento final del propósito de Dios?

      • ¿Qué es el Armagedón, y cómo termina?

      “BABILONIA LA GRANDE”

      En el libro de Revelación se llama “Babilonia la Grande” a la religión falsa (todas las confesiones que no obedecen al Dios verdadero) y se la pinta como una “gran ramera” que se prostituye con las potencias políticas del mundo. Según explica Revelación, Dios hará que dichas potencias se vuelvan contra la ramera y la destruyan (Revelación 17:1-5, 16, 17).

  • Eje cronológico
    La Biblia y su mensaje
      1. hacia 2 a.e.c. Nace Jesúsa

      2. 29 e.c. Bautismo de Jesús. Jesús empieza a predicar el Reino de Dios

      3. 31 e.c. Jesús elige a los doce apóstoles y pronuncia el Sermón del Monte

      4. 32 e.c. Jesús resucita a Lázaro

      5. 14 de nisán del 33 e.c. Jesús muere en el madero (El mes de nisán corresponde a parte de marzo y parte de abril)

      6. 16 de nisán del 33 e.c. Resurrección de Jesús

      7. 6 de siván del 33 e.c. Pentecostés; Dios derrama su espíritu santo (siván corresponde a parte de mayo y parte de junio)

      8. 36 e.c. Cornelio se convierte al cristianismo

      9. hacia 47-48 e.c. Primer viaje misionero de Pablo

      10. hacia 49-52 e.c. Segundo viaje misionero de Pablo

      11. hacia 52-56 e.c. Tercer viaje misionero de Pablo

      12. 61 e.c. Preso en Roma, Pablo escribe cartas a las congregaciones

      13. antes de 62 e.c. Santiago, el medio hermano de Jesús, escribe su carta

      14. 66 e.c. Rebelión judía contra Roma

      15. 70 e.c. Los romanos destruyen Jerusalén y su templo

      16. hacia 96 e.c. Juan escribe el libro de Revelación

      17. hacia 100 e.c. Muere Juan, el último apóstol

Publicaciones en español (1950-2025)
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