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Haga más que sólo decir: “Manténganse calientes y bien alimentados”La Atalaya 1986 | 15 de octubre
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Su participación en estas “obras excelentes”
14. ¿Qué punto de vista debemos tener respecto a hacer “obras excelentes” para con nuestros hermanos?
14 Por supuesto, a menudo podemos responder privada y directamente a las necesidades de las personas a nuestro alrededor que son ancianas, están enfermas, hospitalizadas o afligidas de alguna otra manera. Si vemos un medio de desplegar el verdadero cristianismo, ¿por qué no usarlo y tratar de ayudar? (Hechos 9:36-39.) Nuestra motivación no es la presión de otras personas, sino el amor cristiano. El primer ingrediente para cualquier ayuda práctica es que tengamos interés y compasión genuinos. Por supuesto, ninguno de nosotros puede retroceder los años para los de edad avanzada, curar enfermedades mediante milagros, ni igualar la posición económica de todos los miembros de la congregación. Pero definitivamente debemos tener un espíritu generoso y de interés en otros. Cuando lo tenemos y obramos en conformidad con este, se fortalecerá el vínculo de amor entre nosotros y aquellos a quienes ayudemos. Esto sucedió entre Pablo y Onésimo, quien relativamente era un cristiano nuevo que ‘ministró a Pablo en sus cadenas de prisión’. (Filemón 10-13; Colosenses 3:12-14; 4:10, 11.)
15. ¿Cómo pudiéramos ayudar a algunos merecedores que verdaderamente están en necesidad?
15 A veces podemos responder a una necesidad material por medio de bondadosamente hacer un regalo, sea que lo enviemos de manera anónima, o lo entreguemos en privado. ¿Hay algún hermano que haya perdido su empleo y no haya podido encontrar otro? ¿Hay alguna hermana que se encare a facturas médicas inesperadas; ha sido víctima de un accidente o un asalto? Situaciones como estas pudieran surgir a nuestro alrededor. Cuando hagamos “dádivas de misericordia”, nuestro Padre que mira en secreto lo observará y lo aprobará. (Mateo 6:1-4.) O, en vez de dar dinero, quizás podamos —al igual que Job— proveer prendas de vestir para los pobres y alimento o comidas preparadas en casa para la viuda o el huérfano de padre. (Job 6:14; 29:12-16; 31:16-22.)
16. ¿De qué otra manera práctica puede darse ayuda a veces? Ilustre.
16 La experiencia o los contactos de usted pueden llegar a ser una fuente de ayuda práctica. Cierto hermano le pidió un préstamo al hermano W——. Su respuesta bondadosa fue: ‘¿Por qué piensa usted que yo pudiera tener dinero para prestar?’. La respuesta fue la siguiente: ‘Porque usted es un mejor administrador de su dinero’. Con discernimiento, el hermano W——, quien frecuentemente había prestado dinero a los necesitados, sugirió: ‘Tal vez lo que usted realmente necesita es ayuda para aprender a administrar su dinero, y yo le ayudaré con gusto si lo desea’. Tal ayuda es especialmente apreciada por hermanos que necesitan ajustar su nivel de vida a nuevas circunstancias, o que están dispuestos a trabajar duro aun en algún tipo de trabajo de menos estimación. Por supuesto, si la persona verdaderamente necesita un préstamo, sería bueno ponerlo por escrito y firmarlo para evitar problemas más tarde. No obstante, muchos hermanos que están poco dispuestos a pedir dinero prestado profundamente apreciarían la ayuda personal en la forma de consejo o la experiencia que otros podrían compartir. (Romanos 13:8.) Esto se ilustra por una experiencia en África occidental que envolvió a Emanuel:
A pesar de que Emanuel era un peluquero especializado, tenía poca clientela y estaba desalentado debido a que no podía ganarse la vida. Entonces, un anciano alerta de la congregación preguntó a Emanuel si consideraría hacer otro tipo de trabajo. Su respuesta fue afirmativa, pues él no iba a permitir que el orgullo profesional le impidiera hacer eso. El anciano habló con algunos compañeros y halló un trabajo para Emanuel como asistente en un hospital. Él ha hecho bien en este trabajo y ha podido ayudar a otros en la congregación.
17. ¿Cómo pudiera usted ayudar a cierto hermano que esté internado en el hospital? (Salmo 41:1-3.)
17 Cuando un compañero cristiano está internado en un hospital o en un asilo de ancianos, hay oportunidades especiales para ayudar. De nuevo, el interés y la preocupación sinceros son fundamentales. Usted pudiera mostrar estos al estar dispuesto a leerle literatura cristiana edificante al paciente, o al relatarle experiencias animadoras. No obstante, ¿hay necesidades físicas con las cuales usted puede ayudar? Las instalaciones médicas de algunas zonas tienen tanta carga y trabajo que no se baña ni alimenta al paciente a menos que un visitante lo haga. De modo que, si los médicos concuerdan, usted pudiera traerle una comida nutritiva, o ayudarle a lavarse el pelo o a bañarse. ¿Apreciaría una cómoda bata o unas pantuflas? (2 Timoteo 4:13.) O ¿podría usted ofrecerse para atender algún asunto que esté preocupando al paciente? Quizás esté preocupado en cuanto a cómo hacer efectivo su cheque del sueldo y cómo se pagarán las facturas por los servicios públicos. Usted pudiera proveer alivio útil mediante hacer hasta cosas sencillas por él, tales como el asegurarse de que la correspondencia no se acumule en su hogar, regar las plantas, o asegurarse de que el horno está apagado.
18. ¿Qué está determinado a hacer usted respecto a los hermanos necesitados?
18 No hay duda de que cada uno de nosotros puede hallar maneras en las cuales podemos mejorar en hacer más que solo decir: “Manténganse calientes y bien alimentados”. (Santiago 2:16.) Piense en los hermanos y hermanas de su congregación. ¿Hay algunos merecedores que verdaderamente están en necesidad material, enfermos, minusválidos, o postrados en cama? ¿Qué puede hacer usted de manera práctica para ayudar a estos miembros amados de su congregación por quienes Cristo murió? El tener esta actitud le ayudará a estar mejor preparado para responder inmediatamente si surgen dificultades.
19. a) ¿Por qué es tan importante el equilibrio en este asunto? b) ¿Cuál es el mayor bien que podemos hacer por otros, y por qué? (Salmo 72:4, 16.)
19 Mediante esforzarnos por ayudar a nuestros hermanos, estaremos demostrando que nuestra fe no está muerta. Esa misma fe nos mueve a trabajar duro en la predicación cristiana. Es necesario que mantengamos un equilibrio entre el ayudar a otros en sentido material y el participar regularmente en la evangelización cristiana. (Compárese con Mateo 15:3-9; 23:23.) El consejo que Jesús dio a Marta y María refleja ese equilibrio. Él dijo que si la persona pesaba las provisiones materiales en relación con el alimento espiritual, este último es “la buena porción” que no le será quitada. (Lucas 10:39-42.) Los enfermos y los pobres siempre estarán presentes en este sistema de cosas. Nosotros podemos y debemos hacer cosas buenas para ellos. (Marcos 14:7.) Sin embargo, el mejor y más duradero bien que podemos hacer es enseñar a otras personas acerca del Reino de Dios. Eso fue en lo que Jesús se concentró. (Lucas 4:16-19.) Esta es la manera como los pobres, enfermos y afligidos pueden recibir alivio permanente. ¡Qué gozo es ayudar a nuestros hermanos y a otras personas a cifrar su esperanza en Dios y a “asirse firmemente de la vida que realmente lo es”! (1 Timoteo 6:17-19.)
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[Recuadro en la página 17]
La congregación se interesó
Cierta pareja que se había mudado a una pequeña congregación en una zona rural proveyó el siguiente informe que nos da algo en qué pensar:
‘Hace tres años mi esposa y yo vendimos nuestro hogar y nos mudamos a una congregación lejana que necesitaba la ayuda de hermanos maduros debido a que había habido algunos problemas. En poco tiempo yo estaba atendiendo cuatro puestos de responsabilidad. Amábamos a los hermanos y queríamos trabajar con ellos. Al pasar los meses el espíritu de la congregación mejoró, y dos excelentes ancianos se mudaron allí.
’Mi esposa empezó a tener problemas de salud y fue necesario que se sometiera a una seria operación el año pasado. El día que ella entró en el hospital, yo enfermé de hepatitis. Dos meses después fui despedido de mi trabajo debido a que la economía estaba muy mala en esa zona. Nuestros fondos se terminaron, yo no tenía trabajo, y ambos estábamos tratando de recuperar nuestra salud. Estaba deprimido debido a que se aproximaba la asamblea de distrito y tenía una parte en el programa. También tenía una asignación en la asamblea de circuito que se celebraría en dos semanas. Pero sin dinero, no sabía cómo podría asistir a estas, ni siquiera cómo cuidaría de mi familia. Una mañana mi esposa salió al servicio del campo, y yo me quedé para analizar nuestra situación.
’Mientras miraba por la ventana, me pregunté: ¿Dónde está mi confianza en Jehová? Le había dicho a mi esposa que no se preocupara, pero ahora yo estaba empezando a dudar. Entonces, expresé mi “poca fe” a Jehová y pedí su ayuda. Al terminar de orar, un hermano tocó a la puerta. Quería que fuera con él a tomar una taza de café. Le expliqué que sería mejor no ir, puesto que tenía que preparar una parte para la reunión esa noche. No obstante, fue muy insistente, diciendo que solo tomaría unos cuantos minutos. De modo que fuimos. Regresamos media hora después, y al salir de su automóvil me sentí mejor.
’Cuando entré a la casa, noté que el mostrador de la cocina estaba lleno de comestibles. Pensé que mi esposa había ido de compras. “Pero un momento, cómo es eso posible, pues no tenemos dinero.” Entonces noté un sobre. En este estaba escrito lo siguiente:
’“De parte de sus hermanos y hermanas que los quieren mucho. No pongan nada de esto en la caja de contribuciones. Ya hemos hecho eso por ustedes”.
’No pude contener las lágrimas. Pensé en mi “poca fe” y eso me hizo llorar más. Luego llegó mi esposa. Solamente señalé hacia la comida y los otros regalos. Ella también empezó a llorar junto con las dos hermanas que entraron con ella. Tratamos de explicarles que no podíamos aceptar tantas cosas, pero las hermanas nos dijeron que nadie sabía lo que cada hermano había dado. La entera congregación participó en ello, y quisieron hacerlo porque sentían que nosotros les habíamos enseñado a dar a otras personas. ¡Esto solo produjo más lágrimas!’.
Más adelante, para cuando el hermano escribió este relato, ya estaba trabajando de nuevo. Él y su esposa están participando en el servicio de precursor auxiliar.
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Haga más que sólo decir: “Manténganse calientes y bien alimentados”La Atalaya 1986 | 15 de octubre
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[Recuadro en la página 18]
Prueba de amor cristiano
Cierta congregación de los testigos de Jehová en el oeste de los Estados Unidos se encaró a una situación única que le permitió manifestar la clase de amor cristiano que se recomienda en las Escrituras. En el territorio de esta congregación, el estado abrió un centro para cuidar de las víctimas severamente lisiadas por la parálisis cerebral. Uno de los primeros residentes de este centro fue Gary, de 25 años de edad, quien ya no podía ser atendido en su hogar. La enfermedad lo dejó cuadripléjico y afectó su habla también.
Gary tenía siete años de ser Testigo bautizado. Una vez en el nuevo centro, quiso asistir a las reuniones de la congregación local. Sus padres no vivían muy lejos de allí y por algún tiempo le proveyeron transportación. Pero en vista de la edad de ellos, otros hermanos de la congregación empezaron a ayudar. Un hermano tenía una furgoneta. De modo que él, su esposa y sus dos hijas se preparaban y salían del hogar 45 minutos antes que empezara la reunión para poder recoger a Gary. Después lo transportaban de nuevo al centro, y, por consiguiente, llegaban a su hogar bastante tarde.
Sin embargo, algo se estaba desarrollando en el centro. Otras víctimas de parálisis cerebral mostraron interés en las verdades bíblicas. Poco tiempo después dos de ellos aceptaron un estudio bíblico. Luego otros también mostraron interés. ¿Cómo se podría llevar a todos a las reuniones? Otra familia de la congregación compró una furgoneta, y unos Testigos de la localidad que son propietarios de un negocio hicieron disponible una tercera furgoneta. No obstante, a veces estos medios eran inadecuados o inconvenientes. ¿Podría la congregación hacer algo más?
Los ancianos consideraron el asunto y entonces propusieron que se comprara una furgoneta únicamente para llevar a los minusválidos a las reuniones. La congregación concordó y gustosamente ofreció contribuciones. Algunos Testigos del área circunvecina que se enteraron de la empresa también contribuyeron. Se obtuvo una furgoneta y se modificó para que los sillones de ruedas pudieran transportarse en ella.
Ahora, cada mes un diferente grupo de Estudio de Libro de Congregación se encarga de conducir la furgoneta a las reuniones y asambleas. Cinco personas internadas en el centro para los que padecen de parálisis cerebral asisten regularmente a las reuniones y cuatro de ellas ahora son Testigos bautizados. Han llegado a ser conocidas y amadas por muchos hermanos y hermanas que experimentan la felicidad que se siente de ayudar a otros. ¿De qué maneras? Sosteniéndoles el libro de cánticos y buscándoles los textos bíblicos durante las reuniones. En las asambleas de circuito y de distrito hasta ayudan a cuidar de los que no pueden valerse por sí mismos y a alimentarlos. Esto ha producido un cariño mutuo que es verdaderamente conmovedor. ¿Y qué hay de Gary? Ahora sirve de siervo ministerial en esta congregación que ha dado tanta prueba del amor que tiene. (Hechos 20:35.)
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