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La unidad identifica a la religión verdaderaLa Atalaya 2010 | 15 de septiembre
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La unidad identifica a la religión verdadera
“En unidad los pondré, como rebaño en el aprisco.” (MIQ. 2:12)
1. ¿Qué pruebas de la sabiduría de Dios se observan en la creación?
EL SALMISTA exclamó: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones” (Sal. 104:24). En efecto, la sabiduría divina se percibe con claridad en las relaciones existentes entre los millones de seres vivos, como las plantas, las bacterias, los insectos y otros animales, que conforman la complejísima red de la vida. Se observa igualmente en el cuerpo humano, donde miles de sistemas —desde los diminutos mecanismos moleculares de las células hasta los órganos vitales— trabajan en armonía para que podamos disfrutar de una vida sana y plena.
2. Tal como se observa en la lámina de la página 13, ¿por qué debió de haberle parecido milagrosa a la gente la unidad de los cristianos?
2 Jehová también creó a los seres humanos —con su gran variedad de rasgos físicos, personalidades y aptitudes— para que dependieran unos de otros. Además, los hizo a su imagen, dotándolos de cualidades que les permitieran cooperar entre sí (Gén. 1:27; 2:18). Desafortunadamente, la humanidad en general está alejada de Dios y nunca ha logrado vivir en unidad (1 Juan 5:19). Por eso, en el siglo primero debió de haber parecido todo un milagro que en la congregación cristiana reinara la armonía a pesar de estar compuesta por personas tan diversas como distinguidas damas griegas, judíos instruidos, esclavos y ex adoradores de ídolos (Hech. 13:1; 17:4; 1 Tes. 1:9; 1 Tim. 6:1).
3. a) ¿A qué se compara en la Biblia la unidad de los cristianos? b) ¿Qué cuestiones analizaremos en este artículo?
3 La religión verdadera hace posible que trabajemos con la misma armonía que las diversas partes del cuerpo (léase 1 Corintios 12:12, 13). En el presente artículo analizaremos las siguientes cuestiones: ¿Cómo nos une la religión verdadera? ¿Por qué es Jehová el único que puede unir a millones de personas de todas las naciones? ¿Qué peligros amenazan nuestra unidad, y cómo nos ayuda Jehová a evitarlos? Y por último, ¿a qué se debe que la cristiandad no disfrute de la unidad que tenemos los cristianos verdaderos?
¿Cómo nos une la religión verdadera?
4. ¿Cómo nos une la religión verdadera?
4 Los cristianos verdaderos reconocemos que Jehová es el Creador de todas las cosas y, por ende, el legítimo Soberano del universo (Rev. 4:11). Por eso, a pesar de tener circunstancias y orígenes muy diversos, todos obedecemos las mismas leyes y principios divinos. Apropiadamente, nos dirigimos a Jehová llamándolo “Padre” (Isa. 64:8; Mat. 6:9). Eso nos convierte en hermanos espirituales que disfrutan del hermoso vínculo mencionado por el salmista: “¡Miren! ¡Qué bueno y qué agradable es que los hermanos moren juntos en unidad!” (Sal. 133:1).
5. ¿Qué cualidad promueve la unidad entre los cristianos verdaderos?
5 Aunque los cristianos somos imperfectos, servimos a Dios unidos debido a que hemos aprendido a amarnos mutuamente. Jehová es quien nos ha enseñado, y nadie podría hacerlo mejor (léase 1 Juan 4:7, 8). En su Palabra nos aconseja: “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión” (Col. 3:12-14). Como vemos, el amor —cualidad que distingue a los auténticos cristianos— es el vínculo que nos une. ¿Y no es cierto que hemos experimentado esa singular unidad en muchas ocasiones? (Juan 13:35.)
6. ¿Cómo nos ayuda la esperanza del Reino a conservar la unidad?
6 Los cristianos verdaderos también estamos unidos gracias a que reconocemos al Reino de Dios como la única esperanza de la humanidad. Sabemos que este gobierno reemplazará dentro de poco a todos los sistemas políticos y bendecirá a las personas obedientes con paz eterna (Isa. 11:4-9; Dan. 2:44). Por eso vivimos en armonía con estas palabras de Jesús: “[Mis discípulos] no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:16). Nuestra neutralidad nos permite conservar la unidad a pesar de los conflictos y guerras de este mundo.
El único medio por el que recibimos instrucción espiritual
7, 8. ¿Cómo contribuye a mantener nuestra unidad la instrucción bíblica que recibimos?
7 Los cristianos del siglo primero estaban unidos porque todos recibían instrucción de la misma fuente. Reconocían que Jesús enseñaba y guiaba a la congregación mediante un consejo directivo compuesto por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén. Aquel cuerpo de hombres devotos basaba sus decisiones en la Palabra de Dios y las daba a conocer mediante superintendentes que visitaban las congregaciones. Refiriéndose a algunos de estos, la Biblia menciona: “A medida que iban viajando por las ciudades entregaban a los de allí, para que los observaran, los decretos sobre los cuales habían tomado decisión los apóstoles y ancianos que estaban en Jerusalén” (Hech. 15:6, 19-22; 16:4).
8 Hoy día también existe un consejo directivo, el Cuerpo Gobernante, que está integrado por cristianos ungidos y promueve la unidad de la congregación mundial. Con este fin edita en multitud de idiomas publicaciones que fortalecen la fe. Y como ese alimento espiritual se basa en la Palabra de Dios, puede decirse que la instrucción no proviene de hombres, sino de Jehová (Isa. 54:13).
9. ¿Cómo fortalece nuestra unidad la comisión que nos ha dado Dios?
9 Los superintendentes cristianos también contribuyen a la unidad. ¿De qué modo? Encabezando la obra de evangelizar. El espíritu de hermandad que une a quienes servimos juntos a Dios es mucho más fuerte que el de las personas del mundo que se reúnen por motivos sociales. La congregación no es un club adonde se va a pasar el rato, sino una organización fundada con el fin de honrar a Jehová y llevar a cabo una comisión: predicar las buenas nuevas, hacer discípulos y fortalecer a los cristianos (Rom. 1:11, 12; 1 Tes. 5:11; Heb. 10:24, 25). Por eso, el apóstol Pablo pudo decir lo siguiente de sus hermanos: “Ustedes [...] están firmes en un mismo espíritu, esforzándose lado a lado con una misma alma por la fe de las buenas nuevas” (Fili. 1:27).
10. ¿Por qué razones disfruta de unidad el pueblo de Dios?
10 Como hemos visto, los cristianos nos mantenemos unidos porque reconocemos a Jehová como Soberano, nos amamos mutuamente, ciframos nuestra esperanza en el Reino y respetamos a quienes Dios ha puesto a cargo del rebaño. Ahora bien, nuestra unidad se ve amenazada por actitudes propias de la imperfección. Veamos de cuáles se trata y cómo nos ayuda Jehová a superarlas (Rom. 12:2).
Cómo superar el orgullo y la envidia
11. ¿Por qué divide a la gente el orgullo, y cómo nos ayuda Jehová a vencerlo?
11 El orgullo es divisivo, pues hace que la gente se crea superior y presuma con arrogancia de sus logros. Pero esa actitud jactanciosa atenta contra la unidad, pues puede despertar envidias. El discípulo Santiago lo expresó con franqueza: “Todo ese gloriarse [o presumir] es inicuo” (Sant. 4:16). Tratar a las personas como si fueran inferiores es una falta de amor. Cabe notar que Jehová es un excelente ejemplo de humildad, pues se digna a tratar con nosotros, que somos tan imperfectos. David le dijo a Dios: “Tu humildad es lo que me hace grande” (2 Sam. 22:36). La Biblia nos ayuda a vencer el orgullo enseñándonos a ver las cosas desde la debida perspectiva. Por ejemplo, Pablo preguntó por inspiración: “¿Quién hace que tú difieras de otro? En realidad, ¿qué tienes tú que no hayas recibido? Entonces, si verdaderamente lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?” (1 Cor. 4:7).
12, 13. a) ¿Por qué es tan fácil caer en la envidia? b) ¿Qué beneficios se obtienen cuando vemos a nuestros hermanos como lo hace Jehová?
12 Otra actitud que socava la unidad es la envidia. Debido al pecado heredado, todos tenemos una “tendencia hacia la envidia” (Sant. 4:5). Ni siquiera los cristianos más maduros están libres de sentir celos de la situación, las posesiones, los nombramientos o las habilidades de los demás. Por ejemplo, un padre de familia podría envidiar a un ministro de tiempo completo por la asignación que desempeña, sin darse cuenta de que este podría envidiarlo a él porque tiene hijos. ¿Cómo evitaremos que esta actitud perturbe nuestra unidad?
13 Algo que nos ayudará a no ser presa de la envidia es recordar que la Biblia compara a los miembros ungidos de la congregación con las partes del cuerpo (léase 1 Corintios 12:14-18). Pensemos en el ojo, que está a la vista de todos, y en el corazón, que no lo está. A pesar de esta diferencia, ¿no es cierto que valoramos ambos órganos? Pues así mismo valora Jehová a todos sus siervos, aunque en cierto momento algunos estén más “a la vista” que otros. Por eso, debemos aprender a ver a nuestros hermanos como él lo hace. Preocupémonos por ellos en vez de envidiarlos. Así contribuiremos a que sea cada vez más clara la distinción entre nosotros y los miembros de la cristiandad.
La cristiandad está profundamente dividida
14, 15. ¿Cómo se fragmentó el cristianismo apóstata?
14 La unidad de los verdaderos discípulos de Jesús contrasta con los conflictos que plagan a la cristiandad. Este conjunto de iglesias comenzó a tomar forma en el Imperio romano del siglo IV, cuando un emperador pagano decidió asumir el control del cristianismo apóstata, que para entonces ya estaba muy extendido por todos sus dominios. Con el paso del tiempo, el llamado mundo cristiano se fue fragmentando cuando sucesivos reinos rompieron con Roma y fundaron sus propias iglesias.
15 Por cientos de años, muchos de estos reinos lucharon entre sí. Durante los siglos XVII y XVIII, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos fomentaron el culto al Estado, con lo que el nacionalismo se convirtió, en la práctica, en una religión más. En los siglos XIX y XX, esta ideología ya estaba profundamente arraigada en todas partes. Por diversas razones, las iglesias terminaron dividiéndose en centenares de confesiones, la mayoría de las cuales tolera el nacionalismo. De hecho, sus miembros han ido a la guerra y han peleado contra personas de su propia religión. De modo que hoy día la cristiandad se encuentra dividida tanto por las diferencias doctrinales como por el nacionalismo.
16. ¿Qué cuestiones mantienen dividida a la cristiandad?
16 En un intento de restaurar la unidad, algunas confesiones de la cristiandad dieron comienzo en el siglo XX al movimiento ecuménico. Pero tras muchas décadas de esfuerzos, han sido pocas las que han logrado unificarse, y sus feligreses siguen divididos por cuestiones como la evolución, el aborto, la homosexualidad y la ordenación de mujeres. Hay líderes religiosos que tratan de unir a personas de diferentes iglesias restando importancia a las doctrinas que originaron los conflictos. Sin embargo, lo único que logran es que sus seguidores tengan una fe endeble. En realidad, no han conseguido que la cristiandad deje de estar dividida.
La religión verdadera supera las barreras nacionalistas
17. ¿Qué profecía indica que la religión verdadera uniría a la gente “en la parte final de los días”?
17 Aunque la humanidad está más dividida que nunca, los cristianos verdaderos están tan unidos como siempre. Ya lo había predicho Dios mediante Miqueas: “En unidad los pondré, como rebaño en el aprisco” (Miq. 2:12). Además, el profeta reveló que la religión verdadera se elevaría por encima de todas las demás, tanto las que adoran a dioses falsos como las que idolatran a gobiernos. “En la parte final de los días —señaló— tiene que suceder que la montaña de la casa de Jehová llegará a estar firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas, y ciertamente será alzada por encima de las colinas; y a ella tendrán que afluir pueblos.” Y luego añadió: “Porque todos los pueblos, por su parte, andarán cada cual en el nombre de su dios; pero nosotros, por nuestra parte, andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios” (Miq. 4:1, 5).
18. ¿Qué cambios nos ha ayudado a realizar la religión verdadera?
18 Miqueas también explicó cómo uniría la religión verdadera incluso a quienes habían sido enemigos: “[Personas de] muchas naciones ciertamente irán y dirán: ‘Vengan, y subamos a la montaña de Jehová y a la casa del Dios de Jacob; y él nos instruirá acerca de sus caminos, y ciertamente andaremos en sus sendas’. [...] Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Miq. 4:2, 3). Y así ha sucedido. Por todo el mundo, hay quienes han dejado de idolatrar a naciones o a dioses creados por el hombre y han abrazado la religión verdadera. Todos ellos disfrutan de unidad, pues Jehová les enseña a andar en el camino del amor.
19. ¿De qué es prueba la unidad de los millones de cristianos verdaderos?
19 La unidad mundial de la que disfrutamos los cristianos verdaderos es singular y prueba claramente que Jehová está guiándonos mediante su espíritu. El número de personas de todas las naciones que han alcanzado la unidad es hoy mayor que nunca. Se están cumpliendo de forma extraordinaria las palabras de Revelación 7:9, 14, lo cual indica que pronto los ángeles de Dios liberarán los vientos simbólicos que destruirán a este malvado mundo (léase Revelación 7:1-4, 9, 10, 14). ¡Qué gran honor es formar parte de la hermandad mundial! Ahora bien, ¿qué debe hacer cada uno de nosotros para conservar la unidad? Veremos la respuesta en el siguiente artículo.
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Nuestra unidad cristiana glorifica a DiosLa Atalaya 2010 | 15 de septiembre
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Nuestra unidad cristiana glorifica a Dios
“[Esforcémonos] solícitamente por observar la unidad del espíritu.” (EFE. 4:3)
1. ¿De qué manera glorificaba a Dios la congregación de Éfeso del siglo primero?
EN EL siglo primero había una congregación cuya extraordinaria unidad daba gloria al Dios verdadero. Nos referimos a la congregación de Éfeso. En aquel próspero centro mercantil, algunos cristianos disfrutaban de una posición acomodada e incluso poseían esclavos, mientras que otros vivían en esclavitud y seguramente eran muy pobres (Efe. 6:5, 9). Además, algunos hermanos eran judíos que habían aprendido la verdad durante los tres meses que predicó Pablo en su sinagoga, mientras que otros eran gentiles que habían dado culto a Ártemis y practicado la magia (Hech. 19:8, 19, 26). Es patente que la religión verdadera había juntado a personas de orígenes muy diversos. El propio Pablo reconoció que esa unidad glorificaba a Jehová, pues escribió: “A él sea la gloria por medio de la congregación” (Efe. 3:21).
2. ¿Qué amenazaba la unidad de los efesios?
2 Pero la maravillosa unidad de los cristianos de Éfeso corría peligro. Pablo ya les había avisado a los superintendentes de la congregación: “De entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas para arrastrar a los discípulos tras de sí” (Hech. 20:30). Además, algunos hermanos no se habían librado por completo del espíritu divisivo que, como les indicó el apóstol, “opera en los hijos de la desobediencia” (Efe. 2:2; 4:22).
Una carta que destaca la unidad
3, 4. ¿Cómo destaca el tema de la unidad la carta a los Efesios?
3 Pablo comprendía que, a fin de mantener un espíritu de cooperación y concordia, es preciso que cada cristiano ponga de su parte. Por inspiración, escribió a los efesios una carta que subraya el tema de la unidad. En ella señaló, por ejemplo, que el propósito de Dios es “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo” (Efe. 1:10). También comparó a los cristianos ungidos con las piedras que componen una construcción, y dijo: “El edificio entero, unido armoniosamente, va creciendo para ser un templo santo para Jehová” (Efe. 2:20, 21). Además, destacó los vínculos que unían a los hermanos de las naciones con los de origen judío y les recordó que, a fin de cuentas, todos habían recibido la vida de Jehová, “el Padre, a quien toda familia en el cielo y en la tierra debe su nombre” (Efe. 3:5, 6, 14, 15).
4 Al repasar el capítulo 4 de Efesios, veremos por qué exige esfuerzo alcanzar la unidad, cómo nos ayuda Jehová a conservarla y qué actitudes contribuyen a que no la perdamos. A fin de sacarle el máximo partido a este estudio, es recomendable leer primero el capítulo completo.
Por qué exige esfuerzo mantener la unidad
5. ¿Por qué pueden los ángeles servir a Dios en armonía, pero por qué nos resulta más difícil a nosotros?
5 Pablo suplicó a los cristianos de Éfeso que siguieran “esforzándose solícitamente por observar la unidad del espíritu” (Efe. 4:3). Algo que nos permitirá entender mejor por qué se requiere tanto empeño es compararnos con los fieles ángeles. Dado que en la Tierra no hay dos seres vivos completamente iguales, es lógico pensar que también son diferentes entre sí los millones de seres espirituales (Dan. 7:10). Sin embargo, todos ellos sirven a Jehová en armonía. ¿Por qué? Porque escuchan su palabra y hacen su voluntad (léase Salmo 103:20, 21). Ahora bien, en nuestro caso nos resulta más difícil mantener la unidad, pues aunque poseemos como ellos muchísimas cualidades, nosotros tenemos además numerosos defectos.
6. ¿Qué actitudes nos ayudarán a disfrutar del trabajo con hermanos cuyos defectos nos irritan?
6 En vista de que somos imperfectos, es fácil que surjan problemas cuando trabajamos juntos. Por ejemplo, ¿qué puede suceder si un hermano apacible, pero impuntual, tiene que colaborar en la congregación con un hermano puntual, pero irritable? Es probable que cada uno se concentre en los defectos del otro y se olvide de los suyos propios. ¿Qué deben hacer ambos para cooperar en armonía? Cultivar las actitudes que recomendó Pablo. Al leer las recomendaciones que hizo, fijémonos primero en cómo les ayudarían a dichos hermanos a conservar la unidad y luego en cómo nos ayudarán a nosotros. El apóstol escribió: “Les suplico que anden de una manera digna [...], con completa humildad mental y apacibilidad, con gran paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose solícitamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz” (Efe. 4:1-3).
7. ¿Por qué es vital que aprendamos a trabajar juntos pese a las imperfecciones?
7 Es imprescindible aprender a servir a Jehová en armonía con nuestros hermanos a pesar de las imperfecciones, pues la congregación es el único lugar donde encontraremos cristianos verdaderos. “Un cuerpo hay, y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos.” (Efe. 4:4-6.) No podemos recibir ni el espíritu ni la bendición de Jehová a menos que formemos parte de su pueblo. Por eso, aunque haya algún hermano que no termine de agradarnos, ¿adónde más podríamos acudir? Fuera de la organización no hallaremos dichos de vida eterna (Juan 6:68).
Se fomenta la unidad mediante “dádivas en [la forma de] hombres”
8. ¿Qué medio utiliza Cristo para ayudarnos a combatir las influencias que pueden desunirnos?
8 Pablo señaló que, a fin de fomentar la unidad, Jesús le había proporcionado a la congregación “dádivas en [la forma de] hombres”. Con estas palabras aludió a una práctica común entre los guerreros de la antigüedad. Cuando regresaban victoriosos a casa, a veces traían consigo como esclavos algunos prisioneros para que ayudaran a sus esposas con las labores domésticas (Sal. 68:1, 12, 18). De igual modo, al haber vencido al mundo, Jesús consiguió muchos “cautivos” que le sirven por voluntad propia (léase Efesios 4:7, 8). ¿Qué tareas les ha encargado a estos esclavos? Pablo responde: “Dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros, con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo, hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe” (Efe. 4:11-13).
9. a) ¿Cómo nos ayudan a conservar la unidad las “dádivas en [la forma de] hombres”? b) ¿Por qué debemos colaborar todos para que la congregación esté unida?
9 Estas “dádivas en [la forma de] hombres” cumplen el papel de pastores que velan por la armonía de la congregación. Por ejemplo, ¿qué puede hacer un anciano si observa que dos hermanos andan siempre compitiendo entre sí? Debe darles consejo en privado. Al animarles “con espíritu de apacibilidad” a reajustar su actitud, consolidará la unidad de la congregación (Gál. 5:26–6:1). Las “dádivas en [la forma de] hombres” también cumplen el papel de maestros, pues fortalecen nuestra fe en las enseñanzas de la Biblia. Así promueven la unidad y nos ayudan a alcanzar la madurez. Pablo señaló que trabajan “a fin de que ya no seamos pequeñuelos, aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error” (Efe. 4:13, 14). No obstante, todos los cristianos debemos colaborar para que nuestra hermandad esté unida, tal como todas las partes del cuerpo contribuyen al bienestar de las demás realizando sus funciones respectivas (léase Efesios 4:15, 16).
Cultivemos nuevas actitudes
10. ¿Cómo amenaza nuestra unidad la conducta inmoral?
10 En los versículos que hemos leído del capítulo 4 de la carta a los Efesios, Pablo indica que el amor es la clave para alcanzar la unidad y la madurez cristiana. A continuación, muestra cómo debe ser la conducta de quienes seguimos la senda del amor. Entre otras cosas, tenemos que rechazar la fornicación y la conducta relajada. El apóstol exhorta a sus hermanos a que “no sigan [...] andando tal como las naciones”. En aquella época, el mundo se encontraba “más allá de todo sentido moral” y se había “[entregado] a la conducta relajada” (Efe. 4:17-19). Hoy también vivimos en una sociedad cuya inmoralidad pone en peligro nuestra unidad. La fornicación es un tema constante de chistes, canciones y películas. Y mucha gente se entrega a esta práctica, ya sea en secreto o con total descaro. Pero no olvidemos que hasta si cayéramos en el coqueteo o el flirteo —lo cual incluye tener atenciones románticas con alguien con quien no tenemos la intención de casarnos—, podríamos terminar alejándonos de Jehová y de la congregación. ¿Por qué? Porque este “juego” conduce fácilmente a la fornicación. Además, si el que coquetea está casado, puede llegar a cometer adulterio e incluso provocar un divorcio que lastime cruelmente tanto al cónyuge inocente como a los hijos, que se ven privados de la compañía del padre o la madre. Sin duda, este tipo de conducta siembra la división. No es de extrañar que Pablo añadiera: “Ustedes no aprendieron que el Cristo sea así” (Efe. 4:20, 21).
11. ¿Qué cambio nos exhorta a hacer la Biblia?
11 Pablo también destacó que debemos abandonar toda forma de pensar que cree divisiones y cultivar en su lugar actitudes que fomenten la paz. Escribió: “Ustedes deben desechar la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va corrompiéndose conforme a [los] deseos engañosos [de dicha personalidad]; [...] deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente, y deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad” (Efe. 4:22-24). Ahora bien, ¿cómo podemos “ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa [nuestra] mente”? Meditando con aprecio en lo que aprendemos de la Biblia y del ejemplo de cristianos maduros. Si ponemos empeño, lograremos tener la nueva personalidad, “creada conforme a la voluntad de Dios”.
Adoptemos nuevas formas de hablar
12. ¿Cómo se promueve la unidad al decir la verdad, y por qué les resulta difícil a muchos dejar de mentir?
12 Para mantener buenas relaciones en la familia y la congregación, es fundamental decir siempre la verdad. La comunicación franca y afectuosa une a las personas (Juan 15:15). Pero ¿qué ocurre cuando descubrimos que alguien cercano nos ha mentido? Seguramente ya no confiaremos tanto en él. Por eso se comprende que Pablo escribiera: “Hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo, porque somos miembros que nos pertenecemos unos a otros” (Efe. 4:25). A algunos les resulta muy difícil dejar de mentir, pues llevan haciéndolo mucho tiempo, en ocasiones desde la niñez. Pero Jehová valora el esfuerzo que hacen por cambiar y les dará su apoyo.
13. ¿Qué debemos hacer para abandonar el lenguaje ofensivo?
13 Jehová desea que reinen el respeto y la unidad tanto en la congregación como en la familia, y por eso nos marca límites que nunca debemos sobrepasar al comunicarnos: “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido [...]. Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa, junto con toda maldad” (Efe. 4:29, 31). Para evitar las palabras ofensivas hay que cultivar una actitud más respetuosa hacia los demás. Por ejemplo, quien hable mal a su esposa debe esforzarse por cambiar la forma en que la ve, sobre todo al aprender cuánto valora Jehová a las mujeres. De hecho, las estima tanto que ha ungido a muchas de ellas para que reinen con Cristo (Gál. 3:28; 1 Ped. 3:7). En la misma línea, la esposa que acostumbra gritar a su marido debería sentirse motivada a cambiar al ver cómo se controló Jesús cuando lo provocaban (1 Ped. 2:21-23).
14. ¿Por qué es peligroso dar rienda suelta a la ira?
14 Muy relacionada con el maltrato verbal está la ira. Si este sentimiento se sale de control, puede separar incluso a las personas más allegadas. Es como un fuego que se propaga fácilmente, con consecuencias catastróficas (Pro. 29:22). Aunque existan razones válidas para expresar descontento, hay que tener cuidado de no exaltarse, pues se corre el riesgo de perder relaciones muy apreciadas. Los cristianos debemos perdonar de corazón, dejar atrás el resentimiento y no echar en cara los errores del pasado (Sal. 37:8; 103:8, 9; Pro. 17:9). Pablo aconsejó a los efesios: “Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado [de irritación], ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27). Quien no controle su cólera le dará oportunidad al Diablo de sembrar discordia y conflictos en la congregación.
15. ¿Qué pasa cuando uno toma lo que no es suyo?
15 Otra cosa que contribuye a la unidad de la congregación es el respeto por la propiedad ajena. Por eso, Pablo agrega: “El que hurta, ya no hurte más” (Efe. 4:28). Entre los siervos de Jehová reina la confianza mutua. Cuando alguien abusa de tal confianza apropiándose de lo que no es suyo, se deteriora esa maravillosa unidad.
El amor a Dios nos une a todos
16. ¿Cómo podemos reforzar la unidad de la congregación con nuestras palabras?
16 En definitiva, los cristianos estamos unidos porque amamos a Jehová, y eso nos mueve a tratarnos con amor. Como agradecemos de corazón la bondad divina, queremos hacer todo lo posible por seguir este consejo: “[Hablen lo] que sea bueno para edificación según haya necesidad, para que [se] imparta lo que sea favorable a los oyentes [...;] háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes” (Efe. 4:29, 32). Con misericordia, Jehová tiene en cuenta que somos imperfectos y nos perdona. ¿No deberíamos hacer lo mismo nosotros con el prójimo?
17. ¿Qué poderosas razones tenemos para fomentar la unidad?
17 La unidad que reina entre nosotros glorifica a Jehová. El espíritu santo nos impulsa a estrechar nuestros lazos de diversas formas. Y no queremos resistir su guía, pues Pablo indicó: “No estén contristando el espíritu santo de Dios” (Efe. 4:30). Nuestra unión cristiana es un tesoro que vale la pena proteger. No solo nos hace felices a nosotros, sino que honra a Jehová. Por eso, vivamos de acuerdo con esta exhortación: “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados, y sigan andando en amor” (Efe. 5:1, 2).
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