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“Traigan todas las décimas partes al almacén”La Atalaya 1992 | 1 de diciembre
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Fue a estos a quienes Jehová invitó proféticamente: “Traigan todas las décimas partes al almacén, para que llegue a haber alimento en mi casa; y pruébenme, por favor, en cuanto a esto —ha dicho Jehová de los ejércitos—, a ver si no les abro las compuertas de los cielos y realmente vacío sobre ustedes una bendición hasta que no haya más carencia”. (Malaquías 3:10.)
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“Traigan todas las décimas partes al almacén”La Atalaya 1992 | 1 de diciembre
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Pero ¿qué se puede decir de los diezmos? ¿Están obligados los cristianos a apartar la décima parte de su sueldo y darla a la organización de Jehová, como se hace en algunas iglesias de la cristiandad? No; no lo están. No hay ningún texto bíblico que especifique esa regla para los cristianos. Cuando Pablo recogía contribuciones para los necesitados de Judea, no dijo que había que dar un porcentaje específico. Más bien, dijo: “Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre”. (2 Corintios 9:7.) Hablando de quienes tenían ministerios especiales, Pablo mostró que aunque algunos recibían bastante ayuda mediante contribuciones voluntarias, él estaba preparado para trabajar y mantenerse a sí mismo. (Hechos 18:3, 4; 1 Corintios 9:13-15.) No se recogía ningún diezmo para ese propósito.
14. a) ¿Por qué no representa que nos damos de lleno a Jehová el que traigamos un diezmo? b) ¿Qué representa el diezmo?
14 Está claro que para los cristianos el diezmo simboliza, o representa, algo. Puesto que es la décima parte y en la Biblia el número 10 por lo general simboliza algo completo con relación a lo terrestre, ¿simboliza el diezmo que nos damos de lleno a Jehová? No. Nos damos de lleno a Jehová cuando simbolizamos nuestra dedicación a él por bautismo en agua. Desde que nos dedicamos, todo lo que poseemos ya es de Jehová. Sin embargo, él permite que individualmente dispongamos de nuestros bienes. De modo que el diezmo representa la porción de lo que es nuestro que traemos a Jehová, o que utilizamos en su servicio, como muestra de nuestro amor a él y en reconocimiento de que le pertenecemos. El diezmo del día moderno no tiene que ser solamente la décima parte. En algunos casos será menos. En otros, será más. Cada persona trae lo que el corazón le impulsa a traer y lo que sus circunstancias le permiten.
15, 16. ¿Qué incluye nuestro diezmo espiritual?
15 ¿Qué incluye el diezmo espiritual? En primer lugar, damos de nuestro tiempo y energía a Jehová. El tiempo que pasamos en las reuniones cristianas, en las asambleas pequeñas y en las grandes, en el servicio del campo, es algo que damos a Jehová, es parte de nuestro diezmo. El tiempo y la energía que dedicamos a visitar a los enfermos y ayudar a otras personas tienen el mismo valor. El ayudar en la construcción de Salones del Reino y participar en el mantenimiento y la limpieza del salón es otra parte de nuestro diezmo.
16 El diezmo también incluye nuestras contribuciones monetarias. Debido al extraordinario crecimiento en la organización de Jehová en los últimos años, los gastos también han aumentado. Se necesitan nuevos Salones del Reino, nuevas sucursales y nuevos Salones de Asamblea, además de mantener los que ya se han construido. El cubrir los gastos de los que se han ofrecido para servicio especial —quienes muchas veces han hecho grandes sacrificios personales para emprenderlo— también constituye un gran reto. El costo de mantener tan solo a los misioneros, superintendentes viajantes y precursores especiales en 1991 fue de más de 40.000.000 de dólares, y se sufragó mediante contribuciones voluntarias.
17. ¿Qué debemos dar como nuestro diezmo espiritual?
17 ¿Qué debemos dar como nuestro diezmo espiritual? Jehová no fija un porcentaje. Sin embargo, un sentido de dedicación, amor verdadero a Jehová y a los hermanos, así como un sentido de urgencia al reconocer que hay vidas en juego, nos anima a traer nuestro diezmo espiritual completo. Nos sentimos impulsados a servir a Jehová al mayor grado posible. Si escatimáramos o diéramos de mala gana de nosotros mismos o de nuestros recursos, equivaldría a robar a Dios. (Compárese con Lucas 21:1-4.)
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