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  • ¿Cómo debemos recordar a Jesucristo?
    La Atalaya 2004 | 15 de diciembre
    • Hay que reconocer que el nacimiento de Jesús fue extraordinario; no obstante, sus primeros discípulos les dieron mucha más importancia a sus obras y su enseñanza. Dios de ninguna manera quiso que el nacimiento de Cristo eclipsara su vida adulta. Sin embargo, la Navidad ha logrado oscurecer la persona de Cristo en un sinfín de leyendas y tradiciones.

      Hay otra inquietante cuestión que surge sobre la naturaleza de las festividades navideñas. Si Jesús regresara a la Tierra hoy día, ¿qué pensaría del descarado mercantilismo de estas fiestas? Cuando acudió al templo de Jerusalén unos dos mil años atrás, él se indignó con los cambistas y los vendedores que aprovechaban las fiestas judías para lucrarse. “¡Quiten estas cosas de aquí! ¡Dejen de hacer de la casa de mi Padre una casa de mercancías!”, exclamó (Juan 2:13-16). Es obvio que le disgustó que se mezclara el comercio con la religión.

  • ¿Cómo debemos recordar a Jesucristo?
    La Atalaya 2004 | 15 de diciembre
    • Un niño nos ha nacido

      Si la Navidad tradicional guarda poca relación con Cristo, ¿cómo deben entonces los cristianos verdaderos recordar su nacimiento y su vida? Siete siglos antes de que naciera Jesús, Isaías profetizó lo siguiente acerca de él: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro” (Isaías 9:6). ¿Por qué indicó Isaías que serían tan relevantes el nacimiento de Jesús y el papel que desempeñaría? Porque llegaría a ser un poderoso gobernante. Se le llamaría Príncipe de Paz, y la paz y su regir principesco no terminarían. Es más, sostendría su gobernación “por medio del derecho y por medio de la justicia” (Isaías 9:7).

      El ángel Gabriel repitió en parte la proclamación de Isaías cuando anunció a María que próximamente daría a luz a Jesús: “Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin” (Lucas 1:32, 33). Es obvio que la gran relevancia del nacimiento de Jesús radica en la obra que realizaría como Rey nombrado del Reino de Dios. La gobernación de Cristo puede beneficiar a todos, incluso a usted y a sus seres queridos. De hecho, los ángeles indicaron que su nacimiento reportaría “paz en la tierra para la gente que agrada a Dios” (Lucas 2:14, La Palabra de Dios para todos).

      ¿A quién no le gustaría vivir en un mundo donde reinen la paz y la justicia? Pero para disfrutar de la paz que la gobernación de Cristo traerá, es necesario agradar a Dios y entablar una buena relación con él. Jesús dijo que el primer paso para ello es aprender acerca de su Padre y de él mismo. “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3.)

      Una vez que conocemos bien a Jesús, sabemos cómo querría él que lo recordásemos. ¿Sería comiendo, bebiendo e intercambiando regalos en la misma fecha en que se celebraba una fiesta pagana antigua? Es poco probable. La noche antes de morir, Jesús dijo a sus discípulos lo que prefería que hicieran: “El que tiene mis mandamientos y los observa, ese es el que me ama. A su vez, el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré” (Juan 14:21).

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