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Respuesta a la llamada de MicronesiaLa Atalaya 1987 | 15 de noviembre
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Salvador, quien vino a Truk con su esposa, Helen, hace 10 años, recuerda que trató de preguntarle a una isleña si deseaba ser feliz (puapua). En vez de eso, le preguntó si deseaba estar encinta (puopuo). Y Zenette, quien vino del Canadá con su esposo, David, recuerda que trató de decir: “Gracias” (kilisou), pero terminó diciendo: “Tábano” (kiliso). No hay que decir que ahora estos misioneros conocen bien esas palabras.
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Respuesta a la llamada de MicronesiaLa Atalaya 1987 | 15 de noviembre
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Los misioneros de Ponape, Truk y Belau usan sus propias embarcaciones para testificar en las islas. Puesto que en la mayoría de estas no hay muelles, con frecuencia los misioneros tienen que llegar a tierra vadeando por lodo que les llega hasta las rodillas. La mayoría de los isleños son amigables y acogen bien a los visitantes: extienden alfombras tejidas ante ellos y les sirven agua de coco fresca. Llaman a toda la familia, y todos escuchan atentamente. Porque muchos isleños no tienen dinero, no es raro que después de dos o tres días los publicadores regresen con su embarcación cargada de frutas que han recibido a cambio de literatura bíblica.
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Respuesta a la llamada de MicronesiaLa Atalaya 1987 | 15 de noviembre
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Rodney y Sheri llegaron a Truk desde Hawai. Rodney admite: “Francamente, sufrí una sacudida al pasar de un tipo de cultura a otro”. Ahora, 10 años después, escribe: “Estamos muy satisfechos con la obra aquí. Es cierto que tenemos nuestras dificultades, y a veces nos sentimos desanimados y aislados. Pero queremos seguir cumpliendo nuestro propósito de misioneros aquí”. Y Sheri añade con buen espíritu: “La gente abnegada es gente feliz”.
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