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¿Está su corazón dispuesto a conocer a Jehová?La Atalaya 2013 | 15 de marzo
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A fin de prepararnos para tal examen, podemos hacernos esta pregunta: “¿Cuál era la condición de corazón de la mayoría de los judíos contemporáneos de Jeremías?”. Y para contestarla, veamos una frase un tanto extraña que Jeremías empleó: “Todos los de la casa de Israel son incircuncisos de corazón”. Con ello no se refirió a la circuncisión normal que se practicaba a los judíos varones, pues ya había dicho: “¡Mira! Vienen días —es la expresión de Jehová—, y ciertamente pediré cuentas a todos los circuncisos que, sin embargo, todavía están en incircuncisión”. Por tanto, incluso los judíos circuncidados eran “incircuncisos de corazón” (Jer. 9:25, 26). ¿Qué significaba eso?
8, 9. ¿Qué debía hacer con su corazón la mayoría de los judíos?
8 Hallamos una clave para entender lo que significa “incircuncisos de corazón” en lo que Dios animó a su pueblo a hacer: “Quiten los prepucios de sus corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén; para que no salga mi furia [...] a causa de la maldad de sus tratos”. ¿Dónde se originaba esa maldad? En su interior, en su corazón (lea Marcos 7:20-23). A través de Jeremías, Dios hizo un acertado diagnóstico sobre la fuente de la maldad de los judíos. Sus corazones insistían en rebelarse, y sus motivos y pensamientos desagradaban a Jehová (lea Jeremías 5:23, 24 y 7:24-26). Por eso les dijo: “Circuncídense a Jehová, y quiten los prepucios de sus corazones” (Jer. 4:4; 18:11, 12).
9 En efecto, aquellos judíos necesitaban someterse a una operación de corazón simbólica, tal como hicieron sus antepasados en tiempos de Moisés (Deut. 10:16; 30:6). Quitarse “los prepucios de sus corazones” significaba librarse de todo lo que los hacía insensibles: los pensamientos, deseos o motivos que estuvieran en conflicto con las normas divinas (Hech. 7:51).
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¿Está su corazón dispuesto a conocer a Jehová?La Atalaya 2013 | 15 de marzo
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Con todo, reflexione en el ruego que David, un hombre justo, elevó a Jehová: “Escudríñame completamente, oh Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes, y ve si hay en mí algún camino doloroso” (Sal. 17:3; 139:23, 24).
11, 12. a) ¿Por qué debe cada uno de nosotros examinar su corazón? b) ¿Qué es lo que Dios no hará?
11 Jehová desea que todos alcancemos y conservemos una buena posición ante él. Jeremías declaró: “Tú, oh Jehová de los ejércitos, estás examinando al justo; estás viendo los riñones y el corazón” (Jer. 20:12). Si el Todopoderoso examina hasta el corazón del justo, ¿no deberíamos nosotros hacernos un examen honrado? (Lea Salmo 11:5.) Tal vez descubramos una actitud, una meta o un sentimiento arraigado que requiera atención. O quizás encontremos algo que esté endureciendo nuestro corazón, algo que tengamos que extirpar. Así nos someteríamos a una operación del corazón simbólico. ¿Qué podríamos buscar en tal examen? ¿Y cómo podríamos hacer los cambios necesarios? (Jer. 4:4.)
12 Una cosa es cierta: Jehová no va a obligarnos a cambiar. De “los higos buenos”, él dijo: “Les daré un corazón para que me conozcan”. No indicó que los forzaría a cambiar su corazón. Más bien, ellos debían desear un corazón dispuesto a conocer a Dios. ¿Y verdad que nosotros deberíamos desear lo mismo?
Examinar el corazón y arrancar de él los malos deseos nos traerá bendiciones
13, 14. ¿Cómo podría causarle daño a un cristiano su propio corazón?
13 Jesús afirmó: “Del corazón salen razonamientos inicuos, asesinatos, adulterios, fornicaciones, hurtos, testimonios falsos, blasfemias” (Mat. 15:19). Por supuesto, un hermano con un corazón insensible podría cometer adulterio o fornicación, y si no se arrepintiera, perder para siempre el favor divino. Pero incluso un cristiano que no ha cometido tales pecados podría estar alimentando un mal deseo en su corazón (lea Mateo 5:27, 28). Ahí es donde un buen autoexamen puede ser de mucha ayuda. Si lo lleváramos a cabo, ¿encontraríamos algún sentimiento impropio hacia alguien del sexo opuesto, algún anhelo secreto que Dios no aprobaría y que deberíamos arrancar?
14 ¿Y qué hay de aquel que no ha llegado a cometer un asesinato pero deja que el rencor crezca en su interior hasta el punto de odiar a un hermano en la fe? (Lev. 19:17.) ¿Luchará por desarraigar esos sentimientos que podrían endurecerle el corazón? (Mat. 5:21, 22.)
15, 16. a) ¿Cómo podría un cristiano ser “incircunciso de corazón”? b) ¿Por qué cree usted que Jehová detesta “un corazón incircunciso”?
15 Felizmente, la mayoría de los cristianos no tienen esa “enfermedad del corazón”. Pero Jesús también habló de “razonamientos inicuos”, es decir, puntos de vista o actitudes perjudiciales que influyen en muchos aspectos de la vida. Por ejemplo, alguien podría tener un concepto equivocado de la lealtad a los familiares. Claro está, los cristianos deben amar a sus parientes, no como muchas personas que carecen de “cariño natural” en estos “últimos días” (2 Tim. 3:1, 3). Sin embargo, hay quienes piensan que “la familia es la familia” y se van al extremo de defender o apoyar a sus parientes a toda costa. Si estos sufren una ofensa, ellos se sienten ofendidos también. Piense en lo que hicieron los hermanos de Dina por abrigar esos sentimientos tan intensos (Gén. 34:13, 25-30). O imagínese cuánto odio tendría Absalón en su corazón para llegar a matar a su medio hermano Amnón (2 Sam. 13:1-30). ¿Acaso no hubo “razonamientos inicuos” tras estos horribles actos?
16 Por supuesto, los cristianos verdaderos no cometen ningún asesinato. Ahora bien, podría suceder que un hermano le abrigara resentimiento a otro porque creyera que ha tratado mal a un pariente suyo, sea esto cierto o no. Tal vez rechace sus invitaciones o nunca le muestre hospitalidad (Heb. 13:1, 2). Esos sentimientos tan negativos y esa frialdad no pueden tomarse a la ligera, pues revelan falta de amor. De hecho, Aquel que examina los corazones quizás diagnostique que ese hermano es “incircunciso de corazón” (Jer. 9:25, 26). Y recuerde lo que Jehová les dijo a los judíos: “Quiten los prepucios de sus corazones” (Jer. 4:4).
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17. ¿Cómo nos ayuda el temor de Dios a tener un corazón más receptivo?
17 Es posible que, tras examinar su corazón simbólico, descubra que no sigue la dirección de Jehová como debería y que, hasta cierto punto, es un corazón “incircunciso”. Puede que detecte temor al hombre, anhelo de prominencia o de lujos o hasta una inclinación a la terquedad o la independencia. En tal caso, usted no es el único (Jer. 7:24; 11:8). Jeremías escribió que los judíos infieles de su época tenían “un corazón terco y rebelde”, y añadió: “No han dicho en su corazón: ‘Temamos, ahora, a Jehová nuestro Dios, Aquel que está dando el aguacero y la lluvia del otoño’” (Jer. 5:23, 24). ¿No indica eso que cultivar un mayor temor de Dios y una mayor gratitud hacia él nos ayudará a “circuncidar el corazón”? Ese temor saludable nos permitirá tener un corazón más receptivo a lo que él desea que seamos.
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