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La limpieza: vale la pena el esfuerzoLa Atalaya 2008 | 1 de diciembre
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Toda la familia debe colaborar
La madre de Max está en lo cierto: todos los miembros de la familia son responsables de la higiene en el hogar. Hay familias que se reúnen periódicamente para ver qué mejoras necesitan realizar dentro y fuera de la casa. Esto contribuye a la unidad familiar y sirve para recordar lo que cada uno puede hacer por el bienestar de los demás. Por ejemplo, la madre puede explicar a los hijos mayores por qué deben lavarse las manos después de usar el baño, antes de comer y cuando toquen dinero; estos, a su vez, pueden encargarse de que sus hermanos menores lo hagan.
Las tareas pueden repartirse entre todos. Se pueden asignar trabajos de limpieza semanales y luego programar una limpieza general una o dos veces al año. ¿Y qué hay de los exteriores? “Los hermosos espacios abiertos están desapareciendo —dice el ecologista Stewart Udall aludiendo a Estados Unidos—, y en su lugar nos están invadiendo día a día la fealdad, el deterioro, el ruido y la contaminación.”
¿Le parece que esta descripción también encaja con la situación de su comunidad? En algunas zonas de África central aún persiste la antigua tradición de que un pregonero pase por el pueblo haciendo sonar una campana. Los vecinos salen a escucharlo, y él les recuerda que deben barrer las calles, limpiar las canalizaciones y desagües, podar los árboles, arrancar las malas hierbas y deshacerse de la basura.
No hay duda de que el tratamiento de residuos constituye un problema que afecta a todo el mundo, y para muchos gobiernos es una auténtica pesadilla. Algunos municipios no dan abasto para recoger los desperdicios, y estos se acumulan en las calles. Debido a ello, en ocasiones se pide la colaboración ciudadana. Como buenos vecinos, los verdaderos cristianos responden con rapidez y acatan las normas del gobierno sin protestar (Romanos 13:3, 5-7). De hecho, no se limitan a cumplir con las exigencias mínimas ni necesitan que un pregonero les recuerde sus deberes. Están muy interesados en disfrutar de un buen entorno, por lo que toman la iniciativa y contribuyen a la causa. Saben que la limpieza comienza a nivel personal y familiar, y que además es un indicativo de buena educación y respeto al prójimo. Así, al seguir las normas básicas de limpieza e higiene en las cercanías de su hogar, ayudan a crear un vecindario más saludable e incluso más bonito.
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La limpieza: vale la pena el esfuerzoLa Atalaya 2008 | 1 de diciembre
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[Recuadro de la página 11]
Consejos de un médico
El agua es fuente de vida, pero si está contaminada, puede ser fuente de enfermedades, algunas de ellas mortíferas. En una entrevista, el doctor Jephté Mbangue Lobe, jefe del Departamento de Sanidad del puerto de Duala (Camerún), ofreció las siguientes sugerencias:
“Si tiene dudas sobre el agua que piensa beber, hiérvala.” También advierte: “Puede usar productos químicos (como cloro o blanqueador) para purificar el agua, pero asegúrese de usarlos y almacenarlos como es debido, pues pueden ser peligrosos”. Estas son otras de sus recomendaciones: “Lávese siempre las manos con agua y jabón antes de comer y después de usar el baño. El jabón no es tan caro; todo el mundo puede permitírselo. Lave la ropa con regularidad; y si tiene enfermedades o problemas en la piel, hágalo con agua caliente”.
“Toda la familia debe encargarse de la limpieza dentro y fuera del hogar —continúa—. No se olvide de los baños y las letrinas, pues enseguida se llenan de moscas y cucarachas.” La siguiente advertencia está relacionada con los niños: “Cuidado con bañarse en los arroyos, pues están llenos de microbios muy peligrosos”. Por último, añade: “Cubra las camas con mosquiteros, y no se vaya a dormir sin haberse aseado y lavado bien los dientes”. Todos estos consejos están motivados por una misma idea: más vale prevenir que curar.
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