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    Anuario de los testigos de Jehová 1990
    • Para la asamblea nacional “Reino Triunfante” de 1955, los hermanos contrataron una sala de baile que también se utilizaba para otras actividades sociales. Sin embargo, el alcalde y el gobernador intervinieron a fin de cancelar el contrato... por orden del obispo católico. Avisados con solo un día de antelación, los Testigos tuvieron que cambiar de planes y de nuevo celebrar su asamblea en la sucursal.

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    Anuario de los testigos de Jehová 1990
    • “Problemas con el obispo”

      Aunque habían tocado a su fin los casi diez años de ley marcial y de una dictadura que concedía privilegios especiales a la religión católica, la Iglesia estaba más determinada que nunca a perpetuar su dominio sobre el pueblo colombiano, como se evidenció con ocasión de la asamblea de distrito “Ministros Despiertos” de 1959.

      Para celebrar los tres últimos días de los cuatro de que constaba el programa de la asamblea, se escogió el Teatro Metro, un local con aire acondicionado y capacidad para 2.000 personas, en aquel momento uno de los mejores lugares de reunión de Barranquilla. Todo estaba dispuesto, o por lo menos eso parecía. Obraba en poder de los Testigos un contrato firmado y certificado ante notario, un recibo por el importe pagado y una declaración escrita de la oficina del alcalde que certificaba el derecho de los Testigos a celebrar su asamblea “donde creyeran conveniente”.

      El lunes por la mañana, solo tres días antes del comienzo de la asamblea, el gerente del Metro telefoneó a la sucursal y dijo muy excitado que el obispo católico le estaba presionando para que rescindiera el contrato. ¿Qué podía hacerse? Ya estaban llegando delegados de diversos lugares del país. Rápidamente se visitó la oficina del alcalde, quien también estaba ostensiblemente alterado. Lo último que pretendía era “tener problemas con el obispo”, así que quería que canceláramos la asamblea.

      El martes por la mañana los Testigos acudieron de nuevo al alcalde y le señalaron que el artículo 53 de la Constitución de Colombia afirma con claridad que “se garantiza libertad a todas las religiones que no sean contrarias a la moral cristiana y que no violen la ley”. Todo fue en vano. El alcalde no quería ceder.

      El siguiente paso fue apelar al ministro del Gobierno en Bogotá. Los funcionarios del gobierno fueron comprensivos. “Está claro que ustedes están en su derecho”, aseguraron a los hermanos, pero de todas formas no querían poner nada por escrito por temor a que ‘causara problemas con la Iglesia’. Se informó de su decisión al gobernador del departamento de Atlántico, quien a su vez habló con el alcalde.

      Como estaba programado, el jueves por la mañana comenzó la asamblea en las instalaciones de la sucursal. Al finalizar el día, los hermanos salieron triunfantes de la oficina del alcalde con la aprobación escrita en su poder. ¡Jehová les había concedido la victoria! Los Testigos celebraron los tres últimos días de asamblea en el Teatro Metro con la comodidad del aire acondicionado. El último día se llegó a los 2.200 asistentes.

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