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Jehová ha sido mi refugioLa Atalaya 1996 | 1 de diciembre
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A Dimitris lo nombraron enseguida profesor de una escuela en Vathi, la capital de la isla. Él seguía leyendo las publicaciones de los Estudiantes de la Biblia, y una noche lluviosa recibimos la visita de dos de ellos, procedentes de la isla de Quíos. Habían vuelto de Estados Unidos para servir de repartidores, nombre por el que se conocía a los evangelizadores de tiempo completo. Aquella noche se hospedaron en casa, y nos hablaron de muchas cosas relacionadas con los propósitos de Dios.
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Jehová ha sido mi refugioLa Atalaya 1996 | 1 de diciembre
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Para ese tiempo nos enteramos de que había llegado a Samos otro Estudiante de la Biblia, que también era repartidor. Cuando supimos que la policía le había negado el permiso para pronunciar un discurso público sobre la Biblia, fuimos en su busca. Lo encontramos en una tienda conversando con dos teólogos de la Iglesia Ortodoxa Griega. Estos se marcharon rápidamente, avergonzados por no poder defender sus creencias con la Biblia. Mi esposo, impresionado por el conocimiento del repartidor, le preguntó: “¿Cómo es que maneja la Biblia con tanta facilidad?”.
“Estudiamos la Biblia sistemáticamente”, respondió él, y abrió el maletín para sacar el libro de estudio El Arpa de Dios y mostrarnos cómo lo hacían. Teníamos tantas ansias de aprender que mi esposo y yo, el repartidor y otros dos hombres acompañamos de inmediato al tendero a su casa. El repartidor nos dio a cada uno un ejemplar del libro y enseguida comenzamos a estudiarlo. El estudio se prolongó hasta mucho después de la medianoche; luego, de madrugada, comenzamos a aprender los cánticos que entonaban los Estudiantes de la Biblia.
A partir de ese momento empecé a estudiar la Biblia varias horas al día. Los Estudiantes de la Biblia del extranjero nos suministraban las publicaciones para el estudio. En enero de 1926 me dediqué a Dios en oración y me comprometí a hacer su voluntad incondicionalmente. Más tarde, en el verano, mi esposo y yo simbolizamos nuestra dedicación por bautismo en agua. Como teníamos muchos deseos de hablar a otros sobre lo que estábamos aprendiendo, emprendimos nuestro ministerio de puerta en puerta con el tratado Mensaje de esperanza.
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