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  • Confiemos en Jehová, “el Dios de todo consuelo”
    La Atalaya 2011 | 15 de octubre
    • Confiemos en Jehová, “el Dios de todo consuelo”

      “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo.” (2 COR. 1:3)

      1. ¿Qué necesidad tenemos a lo largo de toda la vida?

      APENAS nacemos, tenemos una gran necesidad de atención y consuelo. Y enseguida aprendemos a pedirlo valiéndonos de las cuerdas vocales, quizás gritando para que nos tomen en brazos o nos den de comer. Con el paso de los años, nos sigue haciendo falta que nos conforten, sobre todo en las situaciones más difíciles.

      2. ¿Qué garantías da la Biblia de que Jehová consolará a quienes confían en él?

      2 En muchas ocasiones, los familiares y amigos nos alivian las penas. A veces, sin embargo, las condiciones se ponen tan duras que ni siquiera ellos logran calmar nuestro dolor. De hecho, el único que puede hacerlo siempre, incluso en los peores momentos, es Dios. Su Palabra nos ofrece esta garantía: “Jehová está cerca de todos los que lo invocan [...] y oirá su clamor por ayuda” (Sal. 145:18, 19). Y también nos asegura que “los ojos de Jehová están hacia los justos, y sus oídos están hacia su clamor por ayuda” (Sal. 34:15). Claro, si queremos recibir su respaldo y su consuelo, tenemos que confiar en él. Así lo expresó David en un salmo: “Jehová llegará a ser altura segura para el aplastado, altura segura en tiempos de angustia. Y los que conocen tu nombre confiarán en ti, porque ciertamente no dejarás a los que te buscan, oh Jehová” (Sal. 9:9, 10).

      3. ¿Cómo ilustró Jesús el gran amor que Jehová siente por sus siervos?

      3 Jehová aprecia enormemente a sus siervos. Bien lo indicó Jesús al decir: “Se venden cinco gorriones por dos monedas de poco valor, ¿no es verdad? Sin embargo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pero hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No tengan temor; ustedes valen más que muchos gorriones” (Luc. 12:6, 7). Además, mediante el profeta Jeremías, Jehová dirigió estas palabras al pueblo de Israel: “Con un amor hasta tiempo indefinido te he amado. Por eso te he atraído con bondad amorosa” (Jer. 31:3).

      4. ¿Por qué podemos confiar en las promesas de Jehová?

      4 En tiempos de angustia, es un gran alivio confiar en Jehová y sus promesas. Nuestra actitud debería ser la misma que la de Josué, quien dijo: “Ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado” (Jos. 23:14). Aun si atravesamos las situaciones más críticas, podemos tener la certeza de que “Dios es fiel” y nunca nos abandonará si le somos leales (léase 1 Corintios 10:13).

      5. ¿Qué nos permite consolar a los demás?

      5 Pablo escribió que Jehová es “el Dios de todo consuelo”. La palabra consuelo significa: “Alivio que siente una persona de una pena, dolor o disgusto”. Eso es exactamente lo que nos da nuestro Padre celestial (léase 2 Corintios 1:3, 4). No hay nada ni nadie que le impida actuar a favor de quienes lo amamos con toda el alma. Y dispone de todos los medios necesarios para hacerlo. Gracias al ánimo que nos infunde, nosotros podemos confortar a nuestros hermanos “en cualquier clase de tribulación”. Para ello recurrimos al “consuelo con que nosotros mismos estamos siendo consolados por Dios”. ¡Qué bien expresan las palabras que dirigió Pablo a los corintios la incomparable capacidad de Jehová de brindar aliento a quienes sufren!

      Ayuda para enfrentarnos a las situaciones que nos causan dolor

      6. ¿Qué situaciones pueden causarnos aflicción?

      6 Son muchas las situaciones en las que necesitamos consuelo. Uno de los golpes más terribles es perder a un ser querido, particularmente el cónyuge o un hijo. Pero también es duro sufrir en carne propia la discriminación o el prejuicio, así como lidiar con las enfermedades, la vejez, la pobreza, los problemas matrimoniales o el deterioro en las condiciones de este mundo.

      7. a) ¿Qué consuelo necesitamos en tiempos de angustia? b) ¿Qué puede hacer Jehová por el corazón “quebrantado y aplastado”?

      7 En tiempos de angustia es cuando más precisamos consuelo. Veamos cómo se nos ayuda a sobrellevar los sufrimientos que tienen que ver con el corazón, la mente, las emociones, la salud física y el bienestar espiritual. Comencemos por el corazón. La Biblia señala que a veces podemos tenerlo “quebrantado y aplastado” (Sal. 51:17). Pero también muestra que Jehová venda nuestras heridas y nos cura el corazón (Sal. 147:3). Aun en las circunstancias más extremas, nos confortará si le oramos con fe y cumplimos sus mandamientos (léanse 1 Juan 3:19-22 y 5:14, 15).

      8. ¿Cómo nos ayuda Jehová a tranquilizar nuestra mente?

      8 Nuestra mente también se ve expuesta a pruebas de fe y otras circunstancias angustiosas. Necesitamos recibir ánimo y fortaleza, ya que con nuestras propias fuerzas probablemente no seríamos capaces de encarar tales situaciones. Contamos con el mismo apoyo que el salmista que cantó: “Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma” (Sal. 94:19). Además, Pablo escribió: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Fili. 4:6, 7). Sin duda, la lectura de la Biblia y la meditación son un magnífico antídoto contra la ansiedad (2 Tim. 3:15-17).

      9. ¿Cómo podemos enfrentarnos a las emociones negativas?

      9 Cuando nos sentimos muy desanimados, corremos el peligro de dejarnos dominar por las emociones negativas. Quizás pensemos que no podemos cumplir con algún mandato bíblico o con determinada responsabilidad en la congregación. En tales casos, Jehová también nos socorre y consuela. Notemos que, cuando Josué recibió el encargo de dirigir a los israelitas en la lucha contra naciones poderosas, Moisés hizo esta exhortación al pueblo: “Sean animosos y fuertes. No tengan miedo ni sufran un sobresalto delante de ellos, porque Jehová tu Dios es el que marcha contigo. No te desamparará ni te dejará enteramente” (Deu. 31:6). Gracias al apoyo de Jehová, Josué logró introducir en la Tierra Prometida al pueblo elegido y obtener la victoria sobre sus enemigos. Años antes, Moisés había visto el mismo respaldo divino en el mar Rojo (Éxo. 14:13, 14, 29-31).

      10. ¿Con qué ayuda contamos cuando nuestra salud física se resiente por las tensiones de la vida?

      10 Las tensiones de la vida también afectan nuestra salud física. Evidentemente, nuestro organismo se beneficia cuando adoptamos hábitos sanos de alimentación, descanso, ejercicio e higiene. Pero no es menos provechoso afrontar la vida con una actitud positiva basada en las Escrituras. Cuando pasamos por circunstancias estresantes, debemos recordar el ejemplo de Pablo y estas animadoras palabras que escribió: “Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero no absolutamente sin salida; se nos persigue, pero no se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye” (2 Cor. 4:8, 9).

      11. ¿Qué nos ayudará a combatir la enfermedad espiritual?

      11 Asimismo, las dificultades hacen mella en nuestro bienestar espiritual. Y cuando esto sucede, nuestro Padre celestial también puede acudir a rescatarnos. Su Palabra nos da esta garantía: “Jehová está sosteniendo a todos los que van cayendo, y está levantando a todos los que están encorvados” (Sal. 145:14). ¿Qué nos ayudará a combatir la enfermedad espiritual? Acudir a los ancianos de la congregación (Sant. 5:14, 15). Otra cosa que nos sustenta cuando nuestra fe se ve sometida a prueba es no perder nunca de vista la esperanza cristiana de la vida eterna (Juan 17:3).

      Fieles a los que Dios consoló

      12. ¿Cómo tranquilizó Jehová a Abrahán?

      12 Por inspiración, un salmista le dijo a Jehová: “Acuérdate de la palabra a tu siervo, la cual me has hecho esperar. Esta es mi consuelo en mi aflicción, porque tu propio dicho me ha conservado vivo” (Sal. 119:49, 50). En la actualidad, contamos con la Palabra escrita de Dios, la cual contiene muchos ejemplos de personas a las que él confortó. Tomemos por caso a Abrahán. Seguramente, se sintió muy inquieto al enterarse de que Sodoma y Gomorra iban a ser destruidas. Por eso le preguntó a Jehová: “¿Verdaderamente barrerás al justo con el inicuo?”. Él lo tranquilizó asegurándole que perdonaría a Sodoma si encontraba tan solo cincuenta personas justas en ella. Sin embargo, el fiel patriarca le preguntó otras cinco veces qué sucedería en caso de que hubiera algunas menos. Primero comenzó con cuarenta y cinco, y luego fue bajando a cuarenta, treinta, veinte y diez. Dios lo escuchó con mucha paciencia y le prometió que, si se daban esas condiciones, no ejecutaría el castigo contra Sodoma. Y aunque ni siquiera aparecieron diez justos, conservó vivos a Lot y sus hijas (Gén. 18:22-32; 19:15, 16, 26).

      13. ¿Cómo demostró Ana que confiaba en Jehová?

      13 Pensemos también en Ana, la esposa de Elqaná. Aunque sentía grandes deseos de ser madre, vivía frustrada por ser estéril. Con esa inquietud, hizo una oración a Jehová, y el sumo sacerdote Elí le dijo: “Que el Dios de Israel conceda tu petición”. Sin duda, recibió un gran consuelo, de modo que “su rostro no volvió a mostrar preocupación” (1 Sam. 1:8, 17, 18). Llena de confianza, lo dejó todo en manos de Jehová. No sabía cómo iban a desarrollarse los asuntos, pero sentía paz interior. Con el tiempo, vio contestado su ruego al quedarse embarazada y dar a luz un hijo, al que llamó Samuel (1 Sam. 1:20).

      14. ¿Por qué necesitaba David consuelo, y a quién se lo pidió?

      14 Otro fiel que se benefició del consuelo divino fue David. Jehová, quien “ve lo que es el corazón”, sabía que se trataba de un joven sincero y devoto cuando lo eligió como futuro gobernante de Israel (1 Sam. 16:7; 2 Sam. 5:10). No obstante, cuando ya era rey, cometió adulterio con Bat-seba y trató de ocultarlo mandando matar a su esposo. Dándose cuenta del horrible pecado que había cometido, le imploró a Jehová: “Conforme a la abundancia de tus misericordias, borra mis transgresiones. Lávame cabalmente de mi error, y límpiame aun de mi pecado. Pues mis transgresiones yo mismo conozco, y mi pecado está enfrente de mí constantemente” (Sal. 51:1-3). En vista de que estaba arrepentido de todo corazón, este humilde siervo de Dios fue perdonado. No obstante, pagó muy caras sus malas acciones (2 Sam. 12:9-12). Con todo, encontró alivio en la misericordia de su Padre celestial.

      15. ¿Qué ayuda recibió Jesús antes de ser ejecutado?

      15 Durante su vida en la Tierra, Jesús también se enfrentó a las grandes pruebas de fe por las que Jehová permitió que pasara. Pero este hombre perfecto se mantuvo siempre fiel, demostrando confianza absoluta en su Padre y defendiendo su soberanía. Cuando estaba a punto de ser traicionado y ejecutado, le oró así: “Que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. Acto seguido, se le apareció un ángel para darle fuerzas (Luc. 22:42, 43). De este modo, Jehová le brindó el consuelo, la fortaleza y el apoyo que necesitaba en aquella hora.

      16. ¿Cómo nos ayudará Jehová si encaramos la posibilidad de morir por defender nuestra fe?

      16 En nuestro caso, también podemos contar con la ayuda de Jehová para mantenernos fieles, incluso en las situaciones en las que podríamos perder la vida por defender nuestra fe. Además, él nos fortalece mediante la esperanza de la resurrección. La muerte, el último enemigo, “ha de ser reducida a nada” (1 Cor. 15:26). ¡Cómo anhelamos ver ese día! Dios resucitará a todos los muertos que se encuentran en su infalible memoria, entre los cuales figuran sus siervos leales y muchísimas otras personas (Juan 5:28, 29; Hech. 24:15). La confianza en esta promesa nos reconforta y llena de esperanza, particularmente en tiempos de persecución.

      17. ¿Qué consuelo nos brinda Jehová cuando perdemos a un ser querido?

      17 Jehová nos da la alentadora seguridad de que nuestros seres queridos que descansan en el Seol volverán a vivir en la Tierra, libres de los sufrimientos que padecemos en la actualidad. Además, nos enseña que sus siervos de la “gran muchedumbre” sobrevivirán al fin de este sistema malvado, lo que les permitirá recibir a los resucitados en el nuevo mundo y enseñarles la verdad (Rev. 7:9, 10). ¡Qué inmenso privilegio!

      Nos sostienen sus brazos eternos

      18, 19. ¿Cómo ha fortalecido Jehová a sus siervos en tiempos de persecución?

      18 En un impactante y conmovedor canto, Moisés dio esta garantía a los israelitas: “Un escondite es el Dios de la antigüedad, y debajo están los brazos de duración indefinida” (Deu. 33:27). Y el profeta Samuel les dijo años después: “No se desvíen de seguir a Jehová, y tienen que servir a Jehová con todo su corazón. [...] Jehová no abandonará a su pueblo, por causa de su gran nombre” (1 Sam. 12:20-22). Como vemos, mientras seamos fieles al Dios verdadero y su adoración, él nunca nos dejará. Siempre nos brindará el apoyo que necesitemos.

      19 En estos últimos días tan críticos, Jehová no ha dejado de animar y consolar a su pueblo. Por más de un siglo, miles de cristianos han sido perseguidos y encarcelados por sus creencias. Todos ellos dan testimonio de que Dios siempre cuida de sus siervos en tiempos de dificultad. Tomemos como muestra a un hermano de la antigua Unión Soviética que recibió una condena de veintitrés años de reclusión por causa de su fe y, aun así, siempre logró recibir de algún modo el alimento espiritual que le brindaba aliento y energía. “Durante todos aquellos años —señaló⁠— aprendí a confiar en Jehová, y él me dio fuerzas.” (Léase 1 Pedro 5:6, 7.)

      20. ¿Qué garantía tenemos de que Jehová nunca nos abandonará?

      20 No sabemos las pruebas que nos quedan por soportar, pero sean cuales sean, hacemos bien en recordar estas alentadoras palabras del salmista: “Jehová no desamparará a su pueblo” (Sal. 94:14). Pero el consuelo no solo es algo que necesitamos recibir. También es algo que tenemos el honor de llevar a los demás. Como veremos en el próximo artículo, podemos confortar a quienes sufren en medio de este mundo plagado de problemas.

  • Debemos “consolar a todos los que están de duelo”
    La Atalaya 2011 | 15 de octubre
    • Debemos “consolar a todos los que están de duelo”

      “Jehová me ha ungido [...] para consolar a todos los que están de duelo.” (ISA. 61:1, 2)

      1. ¿Cómo ayudó Jesús a quienes sufrían, y por qué lo hizo?

      JESÚS dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra” (Juan 4:34). Y al realizar esa comisión divina, reflejó siempre las extraordinarias cualidades de su Padre, particularmente su inmenso amor por los seres humanos (1 Juan 4:7-10). Una de las maneras en que Jehová nos expresa su amor es consolándonos. Se comprende, por lo tanto, que el apóstol Pablo lo llamara “el Dios de todo consuelo” (2 Cor. 1:3). Cristo manifestó esa misma clase de cariño al actuar tal como había anunciado Isaías en una de sus predicciones (léase Isaías 61:1, 2). De hecho, al visitar la sinagoga de Nazaret, leyó aquella profecía y señaló que se cumplía en él (Luc. 4:16-21). Y así fue. Durante todo su ministerio se dedicó a animar y tranquilizar con bondad a quienes estaban tristes.

      2, 3. ¿Por qué tenemos los cristianos que imitar el ejemplo de Jesús y consolar a la gente?

      2 Como discípulos de Jesús, debemos dar aliento a quienes sufren (1 Cor. 11:1). Pablo señala: “Sigan consolándose [...] y edificándose unos a otros” (1 Tes. 5:11). En particular, las personas sinceras de este mundo necesitan como nunca antes que les aliviemos la tristeza y el dolor. ¿Por qué? Porque en estos “tiempos críticos [y] difíciles de manejar” se enfrentan a cada vez más individuos que demuestran un terrible egoísmo tanto en sus palabras como en sus acciones (2 Tim. 3:1).

      3 Tal como indicaron las profecías, en los últimos días de este mundo malo abundan los individuos “amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin [...] cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo [y] amadores de placeres más bien que amadores de Dios”. Y la situación se está agravando de día en día, en conformidad con estas palabras: “Los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor” (2 Tim. 3:2-4, 13).

      4. ¿Qué sucede hoy con las condiciones mundiales?

      4 Este hecho no nos toma por sorpresa, pues la Biblia señala que “el mundo entero yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19). Al decir “el mundo entero”, quedan incluidos los elementos políticos, religiosos y comerciales, así como sus medios de propaganda. Con razón se llama a Satanás “el gobernante del mundo” y “el dios de este sistema de cosas” (Juan 14:30; 2 Cor. 4:4). ¿A qué se debe que las condiciones del planeta vayan de mal en peor? A que el Diablo está furioso sabiendo que falta poco para que lo quiten de en medio (Rev. 12:12). Pronto, Jehová dejará de tolerar a Satanás y su maligno sistema, y responderá contundentemente al desafío que este enemigo lanzó contra su forma de gobernar. ¡Qué alivio! (Gén., cap. 3; Job, cap. 2.)

      Predicamos buenas noticias por toda la Tierra

      5. ¿Cómo se está cumpliendo en los últimos días la profecía sobre la predicación?

      5 En esta ardua etapa de la historia también vemos cumplirse la siguiente profecía de Cristo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). Nuestra obra mundial cobra cada día más empuje. Hoy, más de 7.500.000 proclamadores, organizados en más de 107.000 congregaciones, anuncian por todo el globo el Reino de Dios, el gobierno que predicó y enseñó Jesús (Mat. 4:17). Como consecuencia, la gente que sufre llega a recibir un gran consuelo. Prueba de ello es que en tan solo el año pasado y el anterior se bautizaron como testigos de Jehová 570.601 personas.

      6. ¿Qué opina usted del crecimiento que ha experimentado la obra?

      6 Otra clara muestra del progreso de la evangelización es el hecho de que traducimos y editamos publicaciones bíblicas en más de quinientos idiomas. ¡Es un logro sin paralelo en la historia! El simple hecho de que la parte terrestre de la organización de Jehová siga en existencia, muy activa y en constante desarrollo, es algo sencillamente extraordinario. Habría sido imposible sin la ayuda y dirección del espíritu santo, pues tenemos en contra a este mundo manipulado por Satanás. Gracias a la predicación internacional de las buenas nuevas, un creciente número de personas acepta el mensaje del Reino y recibe el consuelo del que ya disfrutamos los siervos de Dios.

      Consolemos a nuestros hermanos

      7. a) ¿Por qué no debería el cristiano esperar que Jehová elimine inmediatamente todo lo que le hace sufrir? b) ¿Cómo sabemos que es posible soportar las persecuciones y tribulaciones?

      7 Hoy día es imposible no sufrir algún tipo de inquietud, pues en este mundo reinan la maldad y el dolor. Mientras Dios no lo destruya, seguiremos padeciendo penas y sinsabores. Además, hemos de hacer frente a la persecución predicha en las Escrituras, viéndola como una oportunidad de demostrar que somos fieles a Jehová y defendemos su soberanía universal (2 Tim. 3:12). Con la ayuda y el consuelo de nuestro Padre celestial, seremos como los cristianos ungidos de la antigua Tesalónica, quienes fueron ejemplares “a causa del aguante y la fe [...] en todas sus persecuciones y [...] tribulaciones” (léase 2 Tesalonicenses 1:3-5).

      8. ¿Qué ejemplos bíblicos indican que Jehová siempre conforta a sus siervos?

      8 Jehová siempre concede a sus siervos la fortaleza que necesitan. Tomemos como ejemplo a Elías. Cuando la malvada reina Jezabel amenazó con matarlo, cayó presa del pánico, salió huyendo y llegó a decir que quería morirse. Pero Dios no lo reprendió, sino que amorosamente lo reconfortó y le infundió valor para seguir con su misión profética (1 Rey. 19:1-21). Ciertamente, Jehová siempre conforta a su pueblo, y así lo demuestra la historia de los cristianos del siglo primero. En efecto, en un pasaje leemos: “La congregación por toda Judea y Galilea y Samaria entró en un período de paz, siendo edificada; y como andaba en el temor de Jehová y en el consuelo del espíritu santo, siguió multiplicándose” (Hech. 9:31). ¡Qué maravilloso es saber que nosotros, al igual que ellos, contamos con “el consuelo del espíritu santo”!

      9. ¿Por qué decimos que estudiar el ejemplo de Cristo nos reanima?

      9 Algo que también nos reconforta a los cristianos es estudiar el ejemplo de Jesús y seguir sus pasos. Él mismo dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera” (Mat. 11:28-30). Como bien sabemos, Cristo trataba a los demás de un modo muy edificante y amoroso. Y el hecho de repasar su ejemplo y luego esforzarnos por imitarlo refresca nuestro ánimo, aliviándonos de las tensiones del diario vivir.

      10, 11. ¿Qué miembros de la congregación pueden consolar a los demás?

      10 Otra fuente de consuelo es nuestra hermandad. En particular, los superintendentes cristianos son una gran ayuda para quienes afrontan situaciones difíciles. Bien dijo el discípulo Santiago: “¿Hay alguno [espiritualmente] enfermo entre ustedes? Que llame a sí a los ancianos de la congregación, y que ellos oren sobre él”. ¿Cuáles serán los resultados? “La oración de fe sanará al indispuesto, y Jehová lo levantará. También, si hubiera cometido pecados, se le perdonará.” (Sant. 5⁠:14, 15.) Por supuesto, todos los miembros de la congregación podemos animarnos unos a otros.

      11 Hay problemas que las mujeres prefieren tratar entre ellas. Las hermanas maduras y experimentadas tienen la oportunidad de dar excelentes consejos a las más jóvenes, pues probablemente ya han pasado por situaciones parecidas. Su actitud compasiva y sus cualidades femeninas son de gran valor (léase Tito 2:3-5). Claro, es igualmente necesario que los ancianos y otros cristianos “hablen confortadoramente a las almas abatidas” de la congregación (1 Tes. 5:14, 15). No hay que olvidar que Dios “nos consuela en toda nuestra tribulación” con un propósito: “para que nosotros podamos consolar a los que se hallan en cualquier clase de tribulación” (2 Cor. 1:4).

      12. ¿Por qué es tan necesario asistir a las reuniones cristianas?

      12 Las reuniones cristianas, con sus edificantes explicaciones bíblicas, siempre han sido una fuente de consuelo muy importante. Así, leemos que Judas y Silas “animaron a los hermanos con muchos discursos, y los fortalecieron” (Hech. 15:32). Además, tanto antes como después de las reuniones tenemos conversaciones que nos reconfortan. Por eso, si estamos atravesando problemas, no nos alejemos de los hermanos, pues no vamos a mejorar nada haciéndolo (Pro. 18:1). Por el contrario, sigamos esta exhortación inspirada del apóstol Pablo: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día se acerca” (Heb. 10:24, 25).

      La Palabra de Dios es nuestra fuente de consuelo

      13, 14. ¿Cómo nos fortalecen las Escrituras?

      13 Sin importar si llevamos tiempo bautizados o apenas estamos dando los primeros pasos para aprender de Jehová y sus propósitos, todos disponemos de una gran fuente de alivio: la Biblia. Así lo indicó Pablo: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Rom. 15:4). La Palabra de Dios infunde ánimo al cristiano y lo capacita para que “sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17). ¡Cuánto nos reconforta conocer los propósitos divinos y contar con una esperanza firme para el futuro! Por consiguiente, demos buen uso a las Escrituras y las publicaciones que las explican. Sin lugar a dudas, recibiremos consuelo y muchos otros beneficios.

      14 Jesús nos dejó un magnífico ejemplo. Él utilizó la Palabra de Dios para instruir y consolar al prójimo. Después de resucitar, se apareció a dos de sus discípulos y les estuvo “abriendo por completo las Escrituras”, llegándoles al corazón con sus explicaciones (Luc. 24:32). El apóstol Pablo supo imitar el excelente ejemplo de Cristo. En numerosas ocasiones “razonó con [sus oyentes] a partir de las Escrituras”. ¿Cómo reaccionaron ellos? Los de Berea “recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente” (Hech. 17:2, 10, 11). Sin duda, es muy necesario que leamos la Biblia todos los días. Gracias a ella y a las publicaciones cristianas, encontraremos consuelo y esperanza en estos tiempos tan difíciles.

      Otras formas de brindar consuelo

      15, 16. ¿Cuáles son algunas maneras de ayudar y consolar a nuestros hermanos?

      15 Hay muchas formas de aliviar las cargas a nuestros hermanos. Por ejemplo, si están limitados por la enfermedad y la vejez y les resulta difícil ir a la tienda, ¿por qué no nos ofrecemos a traerles los alimentos? También podemos interesarnos por quienes necesitan realizar alguna tarea en el hogar brindándoles nuestra ayuda (Fili. 2:4). Asimismo, haremos bien felicitando a todos por su amor, ingenio, valentía, fe o cualquier otra buena cualidad que demuestren.

      16 Una excelente forma de consolar a los hermanos mayores es visitarlos y escuchar con atención cuando nos cuenten las vivencias que han tenido y las formas en que han experimentado la bendición de Jehová sobre su servicio. Es muy posible que los que salgamos fortalecidos seamos nosotros. Cuando vamos a verlos, podemos leerles de la Biblia o de nuestras publicaciones cristianas. Sería muy adecuado repasar juntos el artículo del Estudio de La Atalaya o la lección del Estudio Bíblico de la Congregación que se esté examinando esa semana. Otra opción sería ver juntos un DVD bíblico, o leerles o relatarles animadoras experiencias de nuestras publicaciones.

      17, 18. ¿Por qué podemos confiar los siervos leales de Jehová en que él nos apoyará y consolará?

      17 Cuando vemos que un cristiano anda necesitado de consuelo, podemos mencionarlo por nombre en nuestras oraciones privadas (Rom. 15:30; Col. 4:12). Sea que nos preocupemos por ayudar a otros o que nos enfrentemos a problemas personales, debemos actuar con igual fe y convicción que el salmista que cantó: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo” (Sal. 55:22). Si somos leales a Dios, él siempre estará a nuestro lado para apoyarnos y reconfortarnos.

      18 En la antigüedad, Jehová dijo a sus siervos: “Yo... yo mismo soy Aquel que está consolándolos” (Isa. 51:12). Hoy, él también nos alienta, al tiempo que bendice nuestros esfuerzos por fortalecer con nuestras palabras y obras a quienes se encuentran tristes. Independientemente de que esperemos vivir en el cielo o en la Tierra, todos recibimos ánimo al leer lo que les dijo Pablo a sus compañeros ungidos: “Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, que nos amó y dio consuelo eterno y buena esperanza por medio de bondad inmerecida, consuelen sus corazones y los hagan firmes en todo buen hecho y buena palabra” (2 Tes. 2:16, 17).

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