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La comunicación: esencial para el ecosistema mundial¡Despertad! 2003 | 22 de septiembre
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Ahora bien, los seres humanos no somos los únicos con esta facultad. Aunque se rijan más por el instinto, los animales también tienen asombrosas formas de comunicarse. Por ejemplo, antes de que llegue el invierno en la helada Antártida, los pingüinos emperadores realizan el ritual del cortejo, durante el cual el macho y la hembra se lanzan gritos el uno al otro. Y no es un juego, pues la vida del futuro polluelo depende de ello. ¿Por qué?
Una vez puesto el huevo, la hembra se lo deja al padre para que lo empolle en su bolsa incubadora mientras ella sale al mar a alimentarse. Al cabo de unos sesenta y cinco días regresa tras haber recorrido hasta 150 kilómetros caminando con paso bamboleante o deslizándose sobre el vientre por el hielo. Ya es sorprendente que encuentre su colonia, pero ¿cómo se las arregla para reconocer a su pareja y al polluelo entre la algarabía de decenas de miles de pingüinos? Durante la parada nupcial, cada uno memoriza tan bien la voz del otro que, tras meses de separación, consiguen localizarse.
Además de una excepcional variedad de sonidos, la comunicación animal abarca gestos, destellos de luz, colores atrayentes y complejos olores.
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La comunicación en el mundo que nos rodea¡Despertad! 2003 | 22 de septiembre
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La comunicación en el mundo que nos rodea
“Sin comunicación, cada individuo sería simplemente una isla aislada de todas las demás.” (El lenguaje de los animales.)
EN MEDIO del bosque, la sabana o nuestro propio jardín, es probable que haya seres vivos comunicándose afanosamente. A este hecho se refiere el libro El lenguaje de los animales al decir: “Utilizan cada sentido, gesticulando con sus apéndices y posición corporal; enviando y recibiendo sutiles —o no tan sutiles en el caso de mofetas asustadas— señales olorosas; chillando, graznando, cantando y chirriando; enviando y recibiendo señales eléctricas; emitiendo destellos de luz; cambiando la pigmentación de la piel; ‘bailando’; e incluso tamborileando y haciendo vibrar la superficie que pisan”. Pero ¿qué significan dichas señales?
Los científicos observan con detenimiento la fauna para descifrar tales mensajes. Por ejemplo, en el caso de cierta gallina enana han constatado que cuando ve a algún depredador terrestre como la comadreja, emite una aguda llamada, una especie de cuc-cuc-cuc, con la cual advierte a sus congéneres. Pero si divisa a un gavilán, lanza un solo chillido prolongado. Cada uno de estos avisos provoca una reacción acorde con la amenaza existente, lo que indica que esta criatura transmite información significativa. Se ha documentado que otras aves emiten diversos sonidos según la situación.
“Una de las principales formas de estudiar la comunicación entre los animales —señala el libro Songs, Roars, and Rituals (Cantos, rugidos y rituales)— consiste en registrar una señal y reproducirla ante algunos especímenes para ver si responden de manera predecible.” Las pruebas realizadas con gallinas enanas dieron los mismos resultados en cautividad que en libertad. El método funciona incluso con los arácnidos. En el caso de las arañas lobo se realizó un experimento para determinar qué peculiaridad del macho atrae a la hembra durante el cortejo. Dado que el pretendiente agita ante ella sus peludas patas delanteras, se hizo una videograbación y luego se eliminó digitalmente de la imagen la vellosidad de las extremidades. Al pasar la grabación frente a la hembra, esta perdió el interés por el candidato. ¿Conclusión? A las hembras de la araña lobo les atraen únicamente los novios con patas peludas.
Señales olorosas
Muchos animales envían señales a los demás valiéndose de las feromonas —poderosas sustancias que suelen producirse en glándulas especiales—, sea que las emitan directamente o mezcladas con la orina o las heces fecales. Tal como las vallas, las placas y los números identifican las propiedades del hombre, las feromonas demarcan el territorio de ciertos animales, entre ellos el perro y el gato. Aunque dichos indicadores sean invisibles, son muy eficaces y permiten que los miembros de la misma especie “guarden las distancias”.
Pero las feromonas no solo establecen fronteras. Son como un tablero de anuncios químico que otros animales “leen” con atención. El libro How Animals Communicate (Cómo se comunican los animales) indica que cada señal olfativa “probablemente incluye datos adicionales sobre el residente, tales como su edad, sexo, fortaleza y otras habilidades, [así como] la fase del ciclo reproductivo en que se encuentra [...]. El olor de la señal se asemeja a un pasaporte que lo distingue como individuo”. Es comprensible, pues, que algunas especies tomen muy en serio dichas señales, como bien saben los cuidadores de los zoológicos. Estos han observado que cuando se lavan las jaulas y otros recintos, muchos animales marcan de inmediato el espacio. De hecho, “la ausencia de su propio olor los somete a tensión e incluso fomenta conductas anormales y hasta esterilidad”, concluye la citada obra.
Las feromonas también revisten gran importancia en el mundo de los insectos. Así, las feromonas de alarma logran que todo el enjambre salga o que ataque, mientras que las de agregación atraen a los individuos a una fuente de comida o a un lugar adecuado para anidar. Entre las feromonas de agregación figuran las sexuales, a las que son muy sensibles algunas criaturas. Tomemos como ejemplo a los machos de las mariposas de la seda, cuyas dos complejas antenas, semejantes a delicadas hojas de helecho, son tan sensibles que detectan una sola molécula de feromona sexual femenina. De haber 200 moléculas, el macho comenzará a buscar a la hembra. No obstante, la comunicación química no se limita a la fauna.
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