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  • El propósito divino de que el hombre disfrute de la vida en el Paraíso
    La Atalaya 1989 | 1 de agosto
    • El primer hombre, Adán, no quedó en desconcierto por mucho tiempo por hallarse vivo y solo, sin ver a ninguna otra criatura como él en el jardín paradisíaco. Oyó una voz, oyó hablar a alguien. El hombre entendió. Pero ¿dónde estaba el que hablaba? El hombre no veía a nadie hablando. La voz venía de lo invisible, de la región vedada a la vista humana, y le hablaba a él. ¡Era la voz del Hacedor del hombre, su Creador! El hombre pudo contestarle con la misma clase de habla. Empezó a hablar con Dios, el Creador. El hombre no necesitó ningún radiorreceptor como los de la ciencia moderna para oír la voz divina. Dios conversaba directamente con él como criatura suya.

      8, 9. a) ¿Qué preguntas se le pudieron contestar a Adán, y qué interés y cuidado paternal se le mostró? b) ¿Qué respuesta recibió Adán de su Padre celestial?

      8 Ahora el hombre se dio cuenta de que no estaba solo, lo que debe haberle hecho sentirse mejor. Había muchas cosas que quería saber. Podía hacer sus preguntas ahora al Ser invisible que le hablaba. ¿Quién lo había hecho a él, y quién había hecho este jardín de placer? ¿Con qué fin se le había puesto donde estaba, y qué habría de hacer con su vida? ¿Tenía propósito su existencia? Este primer hombre, Adán, fue objeto de cariño e interés paternal, pues sus preguntas recibieron una contestación que satisfizo su mente inquisitiva. ¡Cuánto debe haber deleitado al Hacedor del hombre, su Dador de Vida, su Padre celestial, escucharle empezar a hablar, decir sus primeras palabras! ¡Qué feliz se sintió el Padre celestial al oír a su hijo terrestre hablar con él! La pregunta que naturalmente se presentaría primero sería: “¿Cómo he llegado a la existencia?”. El Padre celestial la contestó con gusto, y así Dios reconoció que este primer hombre era hijo suyo. Era “hijo de Dios”. (Lucas 3:38.) Jehová se identificó como el Padre de este primer hombre, Adán. De su Padre celestial, aquí está la esencia de la respuesta que Adán recibió a su pregunta y que pasó a su prole:

      9 “Y Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente. Además, Jehová Dios plantó un jardín en Edén, hacia el este, y allí puso al hombre que había formado. Así Jehová Dios hizo crecer del suelo todo árbol deseable a la vista de uno y bueno para alimento, y también el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. Ahora bien, había un río que procedía de Edén para regar el jardín, y de allí empezaba a dividirse y llegaba a ser, por decirlo así, cuatro cabeceras”. (Génesis 2:7-10b.)

      10, 11. a) ¿Qué hechos aprendió claramente Adán, pero qué otras preguntas necesitaban contestación? b) ¿Qué respuestas le dio a Adán su Padre celestial?

      10 La mente perspicaz y recién creada de Adán absorbió con gusto esta información satisfaciente. Ahora se enteró de que no había venido de la región invisible desde la cual hablaba su Hacedor y Formador. Más bien, había sido formado del suelo de la Tierra en la cual vivía, y por lo tanto era terrestre. Su Dador de Vida y Padre era Jehová Dios. Adán era un “alma viviente”. Puesto que era de Jehová Dios de quien había recibido la vida, era “hijo de Dios”. Los árboles a su alrededor en el jardín de Edén producían frutos que eran buenos para alimento, frutos que él podría comer para mantenerse vivo como alma viviente. Sin embargo, ¿qué razón había para que se mantuviera vivo, y por qué se le había puesto en la Tierra, en este jardín de Edén? Era un hombre completamente formado, inteligente y con aptitudes físicas, y merecía saber aquello. Si no lo sabía, ¿cómo podría cumplir con el propósito de su vida y así agradar a su Hacedor y Padre al hacer la voluntad divina? Estas preguntas apropiadas se contestaron mediante la siguiente información:

      11 “Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: ‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás’”. (Génesis 2:15-17.)

      12. ¿Por qué razón debe de haber expresado gracias a su Creador Adán, y cómo podía el hombre glorificar así a Dios?

      12 Adán tiene que haber expresado su agradecimiento a su Creador por haberle dado actividad que lo mantendría ocupado en un servicio útil en este hermoso jardín de Edén. Ahora sabía cuál era la voluntad de su Creador, y podía hacer algo en la Tierra para Él. Ahora tenía una responsabilidad: la de cultivar el jardín de Edén y atenderlo, pero aquello sería placentero. Al cumplir con aquella responsabilidad haría que el jardín de Edén mantuviera una apariencia que redundara en gloria y alabanza a su Hacedor, Jehová Dios. Cuando Adán sintiera hambre debido al trabajo que haría, podría comer de los árboles del jardín hasta quedar satisfecho. Así podría renovar sus fuerzas y sustentar su vida de felicidad indefinidamente... para siempre. (Compárese con Eclesiastés 3:10-13.)

      Perspectiva de vida eterna

      13. ¿Qué perspectiva se puso ante el primer hombre, y por qué?

      13 ¿Para siempre? ¡Esto tiene que haberle parecido casi increíble al hombre perfecto! Pero ¿por qué no? Su Creador no tenía idea ni propósito de destruir aquel jardín magistralmente diseñado, el jardín de Edén. ¿Por qué habría de destruir su propia obra, cuando era tan buena como expresión de su creatividad artística? Era lógico que Dios no se propusiera hacer aquello. (Isaías 45:18.) Y puesto que este jardín incomparable seguiría bajo cultivo, necesitaría el cultivo y la atención del hombre perfecto, Adán. Y si el hombre encargado del jardín nunca comía del fruto prohibido del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, jamás moriría. ¡El hombre perfecto podría vivir para siempre!

      14. ¿Cómo pudiera haber tenido vida eterna en el Paraíso Adán?

      14 ¡Adán tenía ante sí la posibilidad de vivir para siempre en el paradisíaco jardín de Edén! Podría gozar para siempre de aquel jardín, si seguía siendo perfectamente obediente a su Creador, y nunca comía el fruto que el Creador del hombre había prohibido. El deseo de Dios era que el hombre perfecto siguiera manifestando obediencia y continuara vivo para siempre. El que se le prohibiera al hombre comer del fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” no era nada mortífero para él. Era simplemente un mandato que sometía a prueba la obediencia perfecta del hombre a su Padre. Le daba la oportunidad de probar que amaba a Dios, su Creador.

      15. ¿Por qué podía esperar un futuro brillante Adán, y disfrutar de lo bueno de parte de su Creador?

      15 El hombre perfecto, con el corazón satisfecho al saber que no era solo un accidente —algo que fuera el resultado de la casualidad ciega— sino que tenía un Padre celestial, con la mente iluminada por el entendimiento de su propósito en la vida, con la perspectiva de vivir para siempre en el Paraíso, tenía ante sí un futuro brillante. Comió de los árboles que eran buenos para alimento, pero evitó el “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. Quería conocer el bien que le vendría de su Creador. Era bueno el trabajo de cultivar el jardín de Edén, un trabajo que no causaba ruina, y el hombre perfecto trabajó.

      No tenía que explicarse todo

      16-18. ¿Qué misterios así llamados no se sentía obligado a resolver Adán, y por qué?

      16 La luz del día fue disminuyendo al caer la gran lumbrera diurna, cuyo movimiento por el cielo Adán pudo notar. Vino la oscuridad, la noche, y la Luna se le hizo discernible. Esto no le comunicó temor; era la lumbrera menor que dominaba la noche. (Génesis 1:14-18.) Pudiera haber sido que por el jardín volaran luciérnagas que se encendieran y apagaran como lamparillas.

      17 Al caer la noche y rodearlo la oscuridad, sintió que necesitaba dormir, como los animales que veía alrededor. Al despertar empezó a sentir hambre, y comió con buen apetito de los árboles frutales de los cuales se le permitía comer; tuvo lo que pudiera llamarse un desayuno.

      18 Con fuerzas renovadas, y refrescado por el descanso de la noche, pasó a dar atención al trabajo del día. Al observar el verdor que le rodeaba, no pensó que tenía que investigar el misterio de lo que miles de años después la gente llamaría fotosíntesis, el enigmático proceso por el cual la materia que le da el color verde a las plantas, su clorofila, utiliza la energía de la luz solar para producir alimento que el hombre y los animales pueden comer, tomando a la vez el anhídrido carbónico que el hombre y los animales exhalan y liberando oxígeno que estos pueden respirar. Esto pudiera ser un misterio para el humano, pero a Adán no le pareció que tenía que resolverlo. Era un milagro del Creador del hombre. Dios lo entendía y lo ponía en función para beneficio de la vida de sus criaturas en la Tierra. Por lo tanto, para la inteligencia perfecta del primer hombre era suficiente que Dios, el Creador, hiciera que las plantas crecieran, y la tarea que el hombre había recibido de Dios era la de cuidar o atender estas formas de la vida vegetal que crecían en el jardín de Edén. (Véase Génesis 1:12.)

      Solo... pero no sin gozo

      19. Aunque Adán se dio cuenta de que estaba solo, sin compañía como él en la Tierra, ¿qué no hizo?

      19 El Padre celestial no había terminado de educar al hombre. El hombre atendía el jardín de Edén sin la compañía ni ayuda de otra criatura como él en la Tierra. En lo que se refería a su género, el género humano, el hombre estaba solo. Él no empezó a buscar a alguien de su género con quien tener compañía en la Tierra. No le pidió a Dios, su Padre celestial, que le diera un hermano o una hermana. Su soledad como hombre no lo trastornó ni lo privó del gozo de vivir y trabajar. Tenía compañerismo con Dios. (Compárese con Salmo 27:4.)

      20. a) ¿Qué le daba el mayor gozo y placer a Adán? b) ¿Por qué no habría sido una faena agotadora para Adán el seguir viviendo así? c) ¿Qué considerará el artículo siguiente?

      20 Adán sabía que él y su obra estaban bajo el escrutinio de su Padre celestial. Su mayor gozo era agradar a su Dios y Creador, cuya grandiosidad se revelaba mediante todas las hermosas obras de creación que el hombre veía a su alrededor. (Compárese con Revelación 15:3.) El seguir viviendo así no habría sido una faena agotadora ni una tarea aburrida para este hombre perfectamente equilibrado que podía conversar con su Dios. Además, Dios había puesto ante Adán un trabajo interesante y fascinador, que le traería gran satisfacción y placer.

  • Magníficas perspectivas para el hombre en un paraíso agradable
    La Atalaya 1989 | 1 de agosto
    • “Los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra’.” (GÉNESIS 1:28.)

      1, 2. ¿Qué fin tienen las obras amorosas de Jehová con relación a los humanos, y qué asignaciones de trabajo dio Jehová a Adán?

      “DIOS es amor”, nos dice la Santa Biblia. Él está interesado amorosa y altruistamente en la humanidad y trabaja continuamente para que los humanos disfruten para siempre de una vida con salud y paz en un agradable paraíso terrestre. (1 Juan 4:16; compárese con Salmo 16:11.) El primer hombre, el perfecto Adán, tenía una vida tranquila y trabajo interesante y agradable. El Creador del hombre le dio la asignación de cultivar el deleitable jardín de Edén. El Creador del hombre ahora le dio otra tarea, una tarea especial, una asignación estimulante, como lo revela el relato de lo que sucedió:

      2 “Ahora bien, Jehová Dios estaba formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los cielos, y empezó a traerlas al hombre para ver lo que llamaría a cada una; y lo que el hombre la llamaba, a cada alma viviente, ese era su nombre. De modo que el hombre iba dando nombres a todos los animales domésticos y a las criaturas voladoras de los cielos y a toda bestia salvaje del campo”. (Génesis 2:19, 20.)

      3. ¿Por qué no manifestaban temor ni Adán ni la creación animal?

      3 El hombre llamó al caballo sus, al toro schohr, a la oveja seh, a la cabra ʽez, a un pájaro ʽohf, a la paloma yoh·náh, al pavo real tuk·kí, al león ʼar·yéh o ʼarí, al oso dov, al simio qohf, al perro ké·lev, a la serpiente na·jásch, y así por el estiloa. Cuando fue al río que fluía del jardín de Edén, vio peces. A los peces dio el nombre de da·gáh. El hombre, que no tenía armas, no temía a estos animales, ni a los domésticos ni a los salvajes, tampoco a las aves, y estos no temían al hombre, a quien instintivamente reconocían como superior, un género de vida superior. Eran criaturas hechas por Dios, dotadas de vida por Él, y el hombre no quería causarles daño ni quitarles la vida; no se inclinaba a ello.

      4. ¿Qué pudiéramos suponer que envolvería el que Adán diera nombres a todos los animales y aves, y qué clase de experiencia tiene que haber sido esa?

      4 El relato no nos dice precisamente por cuánto tiempo se le mostraron al hombre los animales domésticos y los salvajes y las criaturas voladoras de los cielos. Todo fue por guía y arreglo de Dios. Puede que Adán haya estudiado con detenimiento cada animal diferente y observado sus hábitos distintivos y su estructura; entonces seleccionaría un nombre especialmente apropiado para ese animal. Esto pudiera significar que dedicó una cantidad considerable de tiempo a esto. Fue una experiencia muy interesante para Adán familiarizarse así con las diferentes criaturas de esta Tierra en sus diversos géneros, y exigió gran aptitud mental y poder de expresión hablada el que él pudiera distinguir con un nombre apropiado a cada uno de estos géneros de criaturas vivientes.

      5-7. a) ¿Qué preguntas quizás surgirían? b) ¿Qué clase de respuestas se dieron en el relato de la creación en Génesis 1:1-25?

      5 Pero ¿en qué orden habían sido creadas todas estas criaturas vivientes? ¿Fueron creados antes de las aves los animales que andaban por tierra? Y con relación a todas las criaturas vivientes inferiores, ¿en qué tiempo y orden había llegado a existir el hombre? ¿Cómo preparó Dios la superficie terrestre para tan amplia variedad de criaturas vivientes, proveyó el aire en el cual volaran las aves a tales alturas, suplió el agua que se había de beber y la vida vegetal que serviría de alimento, hizo una gran lumbrera que diera luz al día para que el hombre pudiera ver, e hizo la lumbrera menor para hermosear la noche? ¿Por qué era el clima tan agradable y cálido que el hombre podía moverse y trabajar y dormir sin cubrirse, desnudo?

      6 No se dejó al hombre el adivinar la respuesta a estas preguntas. Su mente inquisitiva merecía respuestas inteligentes de una fuente con autoridad que tuviera información exacta. Como hijo de Dios, no fue abandonado a la ignorancia; probablemente su elevado grado de inteligencia fue dignificado con la historia maravillosa de la creación como se da en Génesis 1:1-25.

      7 Adán estaría muy agradecido por aquel emocionante relato de la creación. Explicaba muchas cosas. Por la fraseología del relato, Adán entendió que habían transcurrido tres largos espacios de tiempo —que Dios había llamado días según Su manera de medir el tiempo— antes del cuarto período de creación en el cual Dios había hecho que en la expansión de los cielos aparecieran las dos grandes lumbreras que señalarían o marcarían el día de 24 horas del hombre, un período mucho más corto. Este día humano más corto en la Tierra era el tiempo desde la caída de la gran lumbrera hasta su siguiente descenso. Adán también se dio cuenta de que para él habría años de tiempo, y es probable que inmediatamente empezara a contar los años de su vida. La lumbrera mayor en la expansión de los cielos le permitiría hacer eso. Pero en cuanto a los días de creación de Dios, aquellos períodos más largos, el primer hombre comprendió que vivía entonces en el sexto día de la obra de creación terrestre de Dios. Todavía no se le había mencionado que había llegado el fin de aquel sexto día en que se había creado a todos aquellos animales terrestres y entonces al hombre por separado. Ahora Adán entendería el orden en que fueron creados la vida vegetal, la vida marina, la vida alada y los animales terrestres. Pero por sí solo en el jardín de Edén, Adán no era la expresión plena, completa, del propósito amoroso de Dios para el hombre en su Paraíso terrestre.

      Creación de la primera mujer

      8, 9. a) ¿Qué observó el hombre perfecto en cuanto a la creación animal, pero a qué conclusión llegó en cuanto a sí mismo? b) ¿Por qué fue apropiado que el hombre perfecto no le pidiera compañera a Dios? c) ¿Cómo describe el relato bíblico la creación de la primera esposa humana?

      8 El primer hombre, con su mente y sus facultades de observación perfectas, vio que en el reino de las aves y el reino animal había macho y hembra, y que estos se unían para reproducir su género. Pero en cuanto al hombre, esto no era todavía así. Si el observar esto lo llevó a pensar en tener también una compañera, no halló nada apropiado como tal en el reino animal, ni siquiera entre los simios. Adán llegaría a la conclusión de que no había consorte para él, porque si la hubiera habido, ¿no se la habría traído Dios? Al hombre se le había creado por separado de todos aquellos géneros animales, ¡y la intención era que fuera diferente! Él no tendió a decidir los asuntos por sí mismo ni a hacerse insolente y pedir a Dios su Creador una compañera. Fue apropiado que el primer hombre dejara todo aquel asunto en manos de Dios, porque poco después descubrió que Dios había llegado a Sus propias conclusiones respecto a aquella situación. Sobre esto y lo que entonces sucedió, el relato nos dice:

      9 “Pero para el hombre no se halló ayudante como complemento de él. Por lo tanto Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre y, mientras este dormía, tomó una de sus costillas y entonces cerró la carne sobre su lugar. Y Jehová Dios procedió a construir de la costilla que había tomado del hombre una mujer, y a traerla al hombre. Entonces dijo el hombre: ‘Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada Mujer, porque del hombre fue tomada esta’. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne. Y ambos continuaban desnudos, el hombre y su esposa, y sin embargo no se avergonzaban”. (Génesis 2:20-25.)

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