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Quien aguanta las pruebas recibe bendicionesLa Atalaya (estudio) 2017 | agosto
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De 1952 a 1956, Maria estuvo en un campo de trabajos forzados cerca de la ciudad de Gorki (ahora Nizni Nóvgorod), en Rusia. Allí la obligaban a desarraigar árboles, aunque hiciera muchísimo frío. Como resultado, su salud se resintió. En 1956 la liberaron y la enviaron a Tulun.
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Quien aguanta las pruebas recibe bendicionesLa Atalaya (estudio) 2017 | agosto
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En un campo de trabajo (1962)
Durante un interrogatorio en prisión, un agente me gritó: “¡Pronto aplastaremos a todos los Testigos como si fueran ratones!”. Yo le contesté: “Jesús dijo que las buenas nuevas del Reino se predicarán en todas las naciones, y nadie lo podrá impedir”. Después el agente cambió de táctica e intentó convencerme de que abandonara mis creencias, tal como relaté al principio. Como ni las amenazas ni la tentación de volver a casa hicieron que renunciara a mi fe, me sentenciaron a siete años de trabajos forzados en un campo cercano a la ciudad de Saransk. De camino al campo me enteré de que había nacido mi segunda hija, Olga. Aunque mi familia estaba muy lejos, me consolaba saber que mi esposa y yo estábamos siendo leales a Jehová.
Maria y nuestras hijas, Olga e Irina (1965)
Maria venía a verme a Saransk una vez al año, aunque ir y venir tomaba doce días en tren. Siempre me traía un par de botas nuevas y escondía en el interior de las suelas números recientes de La Atalaya. Recuerdo con especial cariño la vez en que vino a visitarme con nuestras dos niñas. Como podrá imaginarse, me sentí muy conmovido al verlas.
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