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Cómo sobrevivió la religión¡Despertad! 2001 | 22 de abril
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“Los jehovistas brindan ayuda de todo tipo a sus correligionarios que se encuentran en los campos [de trabajos forzados] o en el exilio interno, y les hacen llegar dinero, alimentos y ropa”.
Entre tales “alimentos” había algunos de carácter espiritual: Biblias y publicaciones cristianas. Las Escrituras contienen ‘expresiones de Dios’ que, como dijo Jesús, son esenciales para la vida espiritual (Mateo 4:4). La introducción clandestina de dichas obras era muy arriesgada, pues se castigaba con severidad.
Helene Celmina, de Letonia, estuvo recluida en el campo penitenciario de Potma (Rusia) entre 1962 y 1966. En su libro Women in Soviet Prisons (Las mujeres en las prisiones soviéticas) comenta: “A muchos testigos de Jehová se les impone diez años de trabajos forzados solo por tener en su apartamento unas cuantas revistas La Atalaya. Dado que el motivo de los arrestos es la posesión de estas publicaciones, se comprende que a los administradores les mortifique hallarlas en los campos”.
Sin duda, arriesgar la libertad y seguridad personales para brindar ayuda espiritual es una muestra de amor cristiano. Pero, aunque este fue un factor crucial para la supervivencia de los Testigos, hubo otro aún más importante. “Nadie entendía cómo era posible que aquellas publicaciones prohibidas penetraran en un área cercada con alambre de púas y donde el contacto humano estaba limitado”, señala Helene Celmina. Parecía imposible, pues se registraba a fondo a todo el que entraba en la prisión. Por ello concluye: “Era como si los ángeles sobrevolaran el campo de noche y las dejaran caer”.
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Cómo sobrevivió la religión¡Despertad! 2001 | 22 de abril
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[Ilustración y recuadro de la página 12]
El testimonio en los campos
Viktors Kalnins, periodista letón, cumplió la mayor parte de su condena de diez años (1962-1972) en el complejo de campos de Mordvinia, a unos 400 kilómetros al sudeste de Moscú. En marzo de 1979 lo entrevistó en Estados Unidos un redactor de ¡Despertad! Entre otras cosas, le preguntó: “¿Tienen constancia los prisioneros Testigos de lo que sucede aquí o en otros países en lo que a su organización se refiere?”.
“Sí —respondió Kalnins—, lo saben gracias a las publicaciones que reciben. [...] Hasta me enseñaron sus revistas. Yo nunca averigüé dónde estaba el escondite de las publicaciones, pues lo cambiaban de vez en cuando. Pero era del dominio público que las tenían dentro del campo. [...] Los guardias y los testigos de Jehová eran como Tom y Jerry: estos las escondían y aquellos iban en su busca.”
Ante la pregunta “¿Trataron los testigos de Jehová de hablarle de sus creencias?”, Kalnins respondió: “¡Ya lo creo! Conocemos muy bien lo que piensan. Sabemos todo sobre el Armagedón [...]. Hablaban mucho del fin de las enfermedades”.
[Ilustración]
Los Testigos recluidos en los campos de Mordvinia siguieron predicando con valor las verdades bíblicas
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