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  • Venzamos las debilidades humanas
    La Atalaya 2001 | 15 de marzo
    • Venzamos las debilidades humanas

      “Tener la mente puesta en la carne significa muerte.” (ROMANOS 8:6.)

      1. ¿Qué piensan algunas personas sobre el cuerpo humano, y qué pregunta merece nuestra atención?

      “TE ELOGIARÉ porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho”, cantó el salmista David al contemplar una de las creaciones de Jehová: el cuerpo humano (Salmo 139:14). En vez de hacer suya esta alabanza plenamente justificada, algunos maestros religiosos consideran al cuerpo como guarida e instrumento del pecado, y lo han llamado ‘manto de oscuridad, malla de ignorancia, soporte del mal, lazo de corrupción, muerte viviente, cadáver consciente, tumba que portas contigo’. Cierto es que el apóstol Pablo dijo: “En mi carne, nada bueno mora” (Romanos 7:18), pero ¿quiso decir que estamos atrapados sin remedio en un cuerpo pecaminoso?

      2. a) ¿Qué significa “tener la mente puesta en la carne”? b) ¿Qué conflicto interno entre “la carne” y “el espíritu” sufren los seres humanos que desean agradar a Dios?

      2 En ocasiones, las Escrituras emplean la expresión “la carne” para referirse al cuerpo humano (1 Reyes 21:27). También la utilizan para hacer referencia al hombre en su estado imperfecto de pecador descendiente del rebelde Adán (Efesios 2:3; Salmo 51:5; Romanos 5:12). La herencia que este nos dejó ha producido ‘la debilidad de la carne’ (Romanos 6:19). Y Pablo advirtió: “Tener la mente puesta en la carne significa muerte” (Romanos 8:6). “Tener la mente puesta en la carne” supone someterse al control y a los impulsos de la carne caída (1 Juan 2:16). Por tanto, al intentar agradar a Dios, se produce un conflicto constante entre nuestra espiritualidad y la naturaleza pecaminosa, la cual nos empuja sin cesar a llevar a cabo “las obras de la carne” (Gálatas 5:17-23; 1 Pedro 2:11). Tras describir la penosa lucha interna que sufría, Pablo exclamó: “¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?” (Romanos 7:24). ¿Era Pablo una víctima indefensa de la tentación? La Biblia responde con un rotundo no.

      La realidad de la tentación y el pecado

      3. ¿Qué piensan muchas personas sobre el pecado y la tentación, pero qué advertencia da la Biblia en cuanto a tal actitud?

      3 Hoy día, mucha gente considera inaceptable el concepto de lo que es pecado. Hay quienes emplean este término con frivolidad, como una forma anticuada de referirse a las flaquezas humanas. No comprenden que “todos tenemos que ser puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo, para que cada uno reciba su retribución por las cosas que haya hecho mediante el cuerpo, según las cosas que haya practicado, sea cosa buena o vil” (2 Corintios 5:10). Aun otros quizá comenten con ligereza: “Puedo resistirlo todo menos la tentación”. Algunas personas viven en una cultura que hace hincapié en la gratificación momentánea, ya sea respecto a la comida, el sexo, la diversión o los logros personales. No solo lo quieren todo: lo quieren de inmediato (Lucas 15:12). Concentrados en ese placer instantáneo, pierden de vista el gozo futuro “de la vida que realmente lo es” (1 Timoteo 6:19). La Biblia, en cambio, nos enseña a ser reflexivos y tener visión de futuro, de modo que evitemos cuanto pudiera perjudicarnos en sentido espiritual o de cualquier otra forma. Como señala el proverbio inspirado, “el sagaz que ha visto la calamidad se ha ocultado; los inexpertos que han pasado adelante han sufrido la pena” (Proverbios 27:12).

      4. ¿Qué advertencia de Pablo hallamos en 1 Corintios 10:12, 13?

      4 Cuando Pablo escribió a los cristianos de Corinto, ciudad conocida por su moral depravada, fue realista al prevenirles contra la tentación y el poder del pecado. “El que piensa que está en pie —dijo—, cuídese de no caer. Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla.” (1 Corintios 10:12, 13.) Todos nosotros, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, afrontamos numerosas tentaciones en la escuela, el trabajo o muchos otros lugares. Examinemos, pues, las palabras de Pablo y veamos qué significado encierran para nosotros.

      No nos confiemos

      5. ¿Por qué es peligroso el exceso de confianza?

      5 Pablo declara: “El que piensa que está en pie, cuídese de no caer”. El exceso de confianza en nuestra fortaleza moral es peligroso, pues delata que no comprendemos bien la naturaleza y el poder del pecado. Si personas de la talla de Moisés, David, Salomón y el apóstol Pedro cayeron en sus redes, ¿deberíamos nosotros creernos invulnerables? (Números 20:2-13; 2 Samuel 11:1-27; 1 Reyes 11:1-6; Mateo 26:69-75.) “El sabio teme y se aparta de lo malo, pero el estúpido se pone furioso y confiado en sí mismo”, dice Proverbios 14:16. Además, Jesús indicó que ‘el espíritu está pronto, pero la carne es débil’ (Mateo 26:41). Puesto que ningún ser humano imperfecto es inmune a los deseos corruptos, para no correr el riesgo de caer es preciso que nos tomemos en serio la advertencia de Pablo y resistamos la tentación (Jeremías 17:9).

      6. ¿Cuándo y cómo deberíamos prepararnos para afrontar la tentación?

      6 Es prudente que nos preparemos para las dificultades que puedan surgir de improviso. El rey Asá aprovechó un período de paz para construir sus fortificaciones defensivas (2 Crónicas 14:2, 6, 7). Sabía que si esperaba a que se produjera un ataque, sería demasiado tarde. De igual modo, es mejor que las decisiones respecto a lo que haremos ante la tentación las tomemos con calma, cuando todo esté tranquilo (Salmo 63:6). Daniel y sus amigos piadosos se resolvieron a ser fieles a la ley de Jehová antes de que los presionaran para que comieran los manjares del rey, de modo que no vacilaron en aferrarse a sus convicciones y no ingirieron alimentos inmundos (Daniel 1:8). Reforcemos nuestra decisión de permanecer limpios en sentido moral antes de que se presenten las tentaciones, pues así evitaremos caer en el pecado.

      7. ¿Por qué consuela saber que otros hermanos han resistido la tentación?

      7 Obtenemos mucho consuelo de estas palabras de Pablo: “Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres” (1 Corintios 10:13). Y el apóstol Pedro escribió: “Pónganse en contra [del Diablo], sólidos en la fe, sabiendo que las mismas cosas en cuanto a sufrimientos van realizándose en toda la asociación de sus hermanos en el mundo” (1 Pedro 5:9). En efecto, si otros hermanos han resistido tentaciones similares con la ayuda de Dios, nosotros también lo lograremos. Vivimos en un mundo depravado, por lo que todos los cristianos verdaderos debemos esperar que se nos tiente tarde o temprano. Por consiguiente, ¿cómo podemos asegurarnos de vencer la debilidad humana y la tentación del pecado?

      Podemos resistir la tentación

      8. ¿De qué forma fundamental es posible evitar la tentación?

      8 Una forma fundamental de dejar de ser “esclavos del pecado” es evitar la tentación siempre que sea posible (Romanos 6:6). Proverbios 4:14, 15 nos aconseja: “No entres en la senda de los inicuos, y no andes directamente adelante al camino de los malos. Esquívalo, no pases adelante por él; desvíate de él, y pasa adelante”. Muchas veces sabemos de antemano que cierto conjunto de circunstancias tal vez nos lleve a pecar. Lo lógico es que en esos casos los cristianos ‘pasemos adelante’, que no nos acerquemos a ninguna persona, cosa o lugar que pueda despertar en nosotros deseos impropios o intensificar las pasiones inmundas.

      9. ¿Cómo recalcan las Escrituras la importancia de huir de situaciones comprometedoras?

      9 Otra medida básica para vencer la tentación es huir de ella. Pablo aconsejó: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Así mismo, escribió: “Huyan de la idolatría” (1 Corintios 10:14). El apóstol también advirtió a Timoteo que huyera de la ambición desmedida de riquezas y de “los deseos que acompañan a la juventud” (2 Timoteo 2:22; 1 Timoteo 6:9-11).

      10. ¿Qué dos ejemplos opuestos resaltan que es importante huir de la tentación?

      10 Examinemos el caso del rey David de Israel. Desde la azotea de su palacio vio a una mujer hermosa bañándose, y los deseos impropios se apoderaron de su corazón. La prudencia dictaba irse de allí y huir de la tentación; en cambio, él se puso a preguntar por la mujer, Bat-seba, y las consecuencias fueron devastadoras (2 Samuel 11:1–12:23). Por otra parte, ¿cómo reaccionó José cuando la inmoral esposa de su amo lo presionó para que se acostara con ella? Dice el relato: “Al hablar ella a José día tras día, él no la escuchó para acostarse a su lado, para continuar con ella”. Pese a que todavía no se habían promulgado los mandatos de la Ley mosaica, José le respondió con las palabras: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. Cierto día, ella se agarró de él y le dijo: “¡Acuéstate conmigo!”. ¿Se quedó allí José tratando de razonar con ella? Ni mucho menos, sino que “echó a huir y salió afuera”; no concedió a la tentación sexual ninguna oportunidad de hacerlo pecar. ¡Salió huyendo! (Génesis 39:7-16.)

      11. ¿Qué podríamos hacer si nos viéramos ante una tentación recurrente?

      11 Aunque a veces se considera que huir es de cobardes, salir físicamente de la situación suele ser el mejor modo de proceder. Es posible que en el trabajo nos veamos ante una tentación recurrente. Tal vez no podamos cambiar de empleo, pero quizás haya otras maneras de escapar de circunstancias comprometedoras. Debemos huir de todo lo que sabemos que es malo y resolvernos a practicar únicamente lo bueno (Amós 5:15). Además, no ceder a la tentación requiere que evitemos los sitios de pornografía de Internet y los lugares de dudosa reputación. También podría suponer deshacerse de alguna revista o entablar nuevas amistades, las de quienes aman a Dios y pueden ayudarnos (Proverbios 13:20). Lo prudente es rechazar con resolución cualquier cosa que nos incite a pecar (Romanos 12:9).

      La ayuda de la oración

      12. ¿Qué le pedimos a Dios con la frase: “No nos metas en tentación”?

      12 Pablo nos da esta alentadora garantía: “Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla” (1 Corintios 10:13). Una forma en que Jehová viene en nuestro auxilio es respondiendo cuando le suplicamos que nos ayude a vencer la tentación. Jesús nos enseñó a orar: “No nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo” (Mateo 6:13). Jehová contestará esta oración sentida y no nos abandonará en tales situaciones, sino que nos librará de Satanás y sus artimañas (Efesios 6:11, nota). Debemos rogar a Dios que nos permita reconocer las tentaciones y tener la fortaleza suficiente para resistirlas. Si le imploramos que no consienta que caigamos cuando nos veamos ante ellas, él nos apoyará para que Satanás, el “inicuo”, no logre vencernos.

      13. ¿Qué debemos hacer si afrontamos una tentación persistente?

      13 En particular es necesario orar con fervor si afrontamos una tentación persistente. Algunas tentaciones suscitan una fuerte lucha interna contra pensamientos y actitudes que constituyen un vivo recordatorio de nuestra debilidad (Salmo 51:5). Por ejemplo, ¿qué hacer si nos atormentan los recuerdos de alguna anterior práctica depravada? ¿Cómo responderemos si sentimos deseos de incurrir de nuevo en ella? En vez de limitarnos a tratar de desechar tales sentimientos, expongamos el asunto a Jehová en oración, repetidas veces si es preciso (Salmo 55:22). Él puede emplear el poder de su Palabra y su espíritu santo para ayudarnos a limpiar la mente de tendencias inmundas (Salmo 19:8, 9).

      14. ¿Por qué es esencial la oración para luchar contra la tentación?

      14 Al observar la somnolencia de sus apóstoles en el jardín de Getsemaní, Jesús les exhortó: “Manténganse alerta y oren de continuo, para que no entren en tentación. El espíritu, por supuesto, está pronto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Otro modo de superar la tentación es permanecer alerta a las diversas formas que esta puede asumir y ser sensible a sus sutilezas. También es fundamental que oremos al respecto sin demora, pues así nos equiparemos espiritualmente para luchar contra ella. Dado que siempre nos ataca en nuestros puntos débiles, no podemos resistirla solos. La oración es esencial, ya que la fortaleza que Dios da apuntala nuestras defensas contra Satanás (Filipenses 4:6, 7). Asimismo, es posible que necesitemos el auxilio espiritual y las oraciones de “los ancianos de la congregación” (Santiago 5:13-18).

      Resistamos activamente la tentación

      15. ¿Qué implica resistir la tentación?

      15 Aparte de evitar la tentación cuando sea posible, debemos tomar acción para resistirla hasta que pase o la situación cambie. Jesús se mantuvo firme ante las tentaciones de Satanás hasta que este se marchó (Mateo 4:1-11). Como escribió el discípulo Santiago, “opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes” (Santiago 4:7). La resistencia empieza cuando fortificamos las facultades mentales con la Palabra de Dios y tomamos la firme decisión de observar Sus normas. Es aconsejable que memoricemos textos clave que se refieran a nuestra debilidad específica y meditemos sobre ellos. También sería prudente que recurriéramos a un cristiano maduro —tal vez un anciano— para contarle nuestras preocupaciones y pedirle ayuda cuando se presente la tentación (Proverbios 22:17).

      16. ¿Cómo podemos conservar la rectitud moral?

      16 Las Escrituras nos instan a vestirnos de la nueva personalidad (Efesios 4:24). Ello supone dejar que Jehová nos moldee y transforme. Pablo escribió a su compañero Timoteo: “Sigue tras la justicia, la devoción piadosa, la fe, el amor, el aguante, la apacibilidad de genio. Pelea la excelente pelea de la fe, logra asirte firmemente de la vida eterna para la cual fuiste llamado” (1 Timoteo 6:11, 12). ‘Seguimos tras la justicia’ cuando estudiamos con diligencia la Palabra de Dios a fin de adquirir un conocimiento profundo de Su personalidad, y cuando nos conducimos de acuerdo con Sus requisitos. También es fundamental que contemos con un programa completo de actividades cristianas, como la predicación de las buenas nuevas y la asistencia a las reuniones. Acercarnos a Dios y aprovechar al máximo sus provisiones espirituales nos permitirá crecer espiritualmente y conservar la rectitud moral (Santiago 4:8).

      17. ¿Por qué sabemos que Dios no nos abandonará ante la tentación?

      17 Pablo nos asegura que ninguna tentación sobrepasará jamás la capacidad que Dios nos dé para resistirla. Jehová ‘dispondrá la salida para que podamos aguantarla’ (1 Corintios 10:13). De hecho, si seguimos confiando en Dios, no permitirá que la tentación se intensifique tanto que carezcamos de la fortaleza espiritual necesaria para ser íntegros. Él desea que logremos resistir activamente la inclinación a hacer lo que es impropio a sus ojos. Además, podemos tener fe en esta promesa suya: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé” (Hebreos 13:5).

      18. ¿Por qué podemos estar seguros de vencer las debilidades humanas?

      18 Pablo no albergaba ninguna duda en cuanto al desenlace de su lucha personal contra las debilidades humanas. No se consideró un títere desvalido y patético de sus deseos carnales. Por el contrario, afirmó: “La manera como estoy corriendo no es incierta; la manera como estoy dirigiendo mis golpes es como para no estar hiriendo el aire; antes bien, aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo” (1 Corintios 9:26, 27). La victoria en la batalla contra la carne imperfecta también está a nuestro alcance. Mediante las Escrituras, las publicaciones basadas en la Biblia, las reuniones cristianas y los hermanos maduros, nuestro amoroso Padre celestial nos da constantes recordatorios que nos permiten seguir un proceder de justicia. Con Su ayuda, conseguiremos vencer las debilidades humanas.

  • Pongamos la mente en el espíritu y vivamos
    La Atalaya 2001 | 15 de marzo
    • Pongamos la mente en el espíritu y vivamos

      “Tener la mente puesta en el espíritu significa vida.” (ROMANOS 8:6.)

      1, 2. ¿Qué contraste establece la Biblia entre “la carne” y “el espíritu”?

      EN MEDIO de una sociedad depravada, que ensalza la satisfacción de los deseos de la carne, no es fácil mantenerse limpios en sentido moral ante Dios. Sin embargo, las Escrituras establecen un contraste entre “la carne” y “el espíritu”, y trazan una clara línea de demarcación entre las nefastas consecuencias de dejarse dominar por la carne pecaminosa y las bendiciones de someterse a la influencia del espíritu santo de Dios.

      2 Por ejemplo, Jesucristo dijo: “El espíritu es lo que es dador de vida; la carne no sirve para nada. Los dichos que yo les he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Así mismo, el apóstol Pablo escribió a los cristianos de Galacia: “La carne está contra el espíritu en su deseo, y el espíritu contra la carne; porque estos están opuestos el uno al otro, de manera que las mismísimas cosas que ustedes quisieran hacer, no las hacen” (Gálatas 5:17). Y añadió: “El que esté sembrando con miras a su carne, segará de su carne la corrupción; pero el que esté sembrando con miras al espíritu, segará del espíritu vida eterna” (Gálatas 6:8).

      3. ¿Qué necesitamos para liberarnos de los deseos e inclinaciones impropios?

      3 El espíritu santo de Jehová, su fuerza activa, puede desarraigar eficazmente los inmundos “deseos carnales” y acabar con la nociva dominación que ejerce la carne pecaminosa (1 Pedro 2:11). Si queremos liberarnos de la esclavitud de las tendencias impropias, es fundamental que contemos con la ayuda del espíritu de Dios, pues Pablo escribió: “El tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” (Romanos 8:6). ¿Qué implica poner la mente en el espíritu?

      “Tener la mente puesta en el espíritu”

      4. ¿Qué implica “tener la mente puesta en el espíritu”?

      4 Cuando Pablo escribió sobre “tener la mente puesta en el espíritu”, empleó una palabra griega que denota “manera de pensar, mente (mentalidad), [...] propósito, aspiración, empeño”. Un verbo relacionado se define como “pensar, considerar, estar mentalizado de una cierta manera”. Así que la expresión indica que la fuerza activa de Jehová controla, domina y motiva a la persona. Conlleva la idea de que sometemos de buena gana nuestro pensar, inclinaciones y aspiraciones a la plena influencia del espíritu santo de Dios.

      5. ¿Hasta qué punto debemos someternos a la influencia del espíritu santo?

      5 Pablo subrayó hasta qué punto debemos someternos a la influencia del espíritu santo cuando habló de ser ‘esclavos por el espíritu’ (Romanos 7:6). Sobre la base de su fe en el sacrificio redentor de Jesús, a los cristianos se les ha liberado de la dominación del pecado, por lo que han “muerto” respecto a tal esclavitud (Romanos 6:2, 11). Quienes han muerto en este sentido figurado siguen vivos en sentido físico, y ahora son libres para seguir a Cristo en calidad de “esclavos de la justicia” (Romanos 6:18-20).

      Una transformación espectacular

      6. ¿Qué transformación experimentan quienes se convierten en “esclavos de la justicia”?

      6 Pasar de ser “esclavos del pecado” a ser “esclavos de la justicia” constituye una transformación drástica. Al dirigirse a ciertas personas que la habían experimentado, Pablo escribió: “Ustedes han sido lavados, [...] ustedes han sido santificados, [...] ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios” (Romanos 6:17, 18; 1 Corintios 6:11).

      7. ¿Por qué es tan importante ver los asuntos como Jehová lo hace?

      7 Un cambio tan notable exige que primero aprendamos cómo ve Jehová los asuntos. Siglos atrás, el salmista David le dirigió esta ferviente petición: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová [...]. Hazme andar en tu verdad y enséñame” (Salmo 25:4, 5). Tal como escuchó a David, Jehová puede responder cuando sus siervos de hoy le piden lo mismo. Puesto que los caminos de Dios y su verdad son limpios y santos, meditar en ellos nos ayudará cuando sintamos la tentación de satisfacer los deseos impíos de la carne.

      El papel esencial de la Palabra de Dios

      8. ¿Por qué es imprescindible estudiar la Biblia?

      8 Dios produjo su Palabra, la Biblia, mediante su espíritu. Por consiguiente, para que este influya en nosotros, es esencial leer y estudiar las Escrituras, a diario si es posible (1 Corintios 2:10, 11; Efesios 5:18). Una mente y un corazón llenos de verdades y principios bíblicos nos ayudarán a resistir los ataques contra nuestra espiritualidad. En efecto, cuando se presentan tentaciones inmorales, el espíritu de Dios puede traernos a la memoria recordatorios y principios guiadores de la Palabra de Dios, los cuales reforzarán nuestra determinación de actuar en armonía con la voluntad divina (Salmo 119:1, 2, 99; Juan 14:26). De este modo no se nos persuadirá a seguir un mal camino (2 Corintios 11:3).

      9. ¿Cómo refuerza el estudio de la Biblia nuestra resolución de mantener la relación que tenemos con Jehová?

      9 Cuando perseveramos en el estudio sincero y diligente de las Escrituras valiéndonos de publicaciones basadas en la Biblia, el espíritu de Dios influye en la mente y el corazón, de manera que se profundiza el respeto que sentimos por las normas de Jehová. Nuestra relación con Dios se convierte en lo más importante, y cuando afrontamos tentaciones, no nos explayamos en pensamientos sobre lo placentero que sería entregarnos a un proceder impropio. Más bien, nos preocupamos ante todo por continuar siendo íntegros para con Jehová. Un intenso aprecio por nuestra relación con él nos impulsa a combatir cualquier tendencia que pudiera perjudicarla o romperla.

      “¡Cómo amo tu ley, sí!”

      10. ¿Por qué es preciso que obedezcamos la ley de Jehová si queremos poner la mente en el espíritu?

      10 Poner la mente en el espíritu entraña más que tener conocimiento de la Palabra de Dios. El rey Salomón estaba muy al tanto de las normas de Jehová, pero aun así dejó de regirse por ellas al final de su vida (1 Reyes 4:29, 30; 11:1-6). Las personas de inclinación espiritual no se conforman con saber lo que dice la Biblia, sino que obedecen la ley de Dios de todo corazón. Ello supone examinar a conciencia las normas de Jehová y esforzarse por seguirlas con diligencia. El salmista evidenció tal actitud al cantar: “¡Cómo amo tu ley, sí! Todo el día ella es mi interés intenso” (Salmo 119:97). Cuando de verdad nos interesamos en acatar la ley divina, nos sentimos motivados a exhibir buenas cualidades (Efesios 5:1, 2). En vez de sentirnos irresistiblemente atraídos a lo que es malo, manifestamos el fruto del espíritu, y el deseo de complacer a Jehová nos aleja de las innobles “obras de la carne” (Gálatas 5:16, 19-23; Salmo 15:1, 2).

      11. ¿Cómo explicaríamos que la ley de Jehová que prohíbe la fornicación constituye una protección para nosotros?

      11 ¿Cómo cultivamos un respeto y un amor profundos por la ley de Jehová? Entre otras cosas, examinando con detenimiento su valor. Pongamos por caso el mandato divino que limita las relaciones sexuales al matrimonio y prohíbe la fornicación y el adulterio (Hebreos 13:4). ¿Nos privamos de algo bueno al obedecerlo? ¿Dispondría un Padre celestial amoroso una ley que nos impidiera disfrutar de algo que nos beneficiara? Claro que no. Observe lo que les ocurre a quienes no se rigen por las normas morales de Jehová. Los embarazos no deseados terminan a menudo en abortos o conducen a matrimonios prematuros y desdichados. Muchas personas tienen que criar a sus hijos sin un cónyuge. Por otra parte, las enfermedades de transmisión sexual representan una constante amenaza para los que practican la fornicación (1 Corintios 6:18). Además, si el que comete este pecado es un siervo de Jehová, los efectos emocionales pueden ser devastadores. Probablemente, los intentos de ahogar los remordimientos de su conciencia culpable le provoquen insomnio y angustia mental (Salmo 32:3, 4; 51:3). ¿No es obvio, pues, que la ley de Jehová que prohíbe la fornicación está concebida para protegernos? Mantener la pureza moral nos reporta, en efecto, grandes beneficios.

      Pidamos ayuda a Jehová

      12, 13. ¿Por qué es apropiado orar a Dios cuando nos asaltan deseos pecaminosos?

      12 Sin lugar a dudas, tener la mente puesta en el espíritu requiere que oremos con sinceridad. Es apropiado pedir la ayuda del espíritu de Dios, pues Jesús dijo: “Si ustedes [...] saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!” (Lucas 11:13). En nuestras oraciones expongamos que dependemos del auxilio del espíritu para vencer las debilidades (Romanos 8:26, 27). Si percibimos que nos están afectando los deseos o actitudes pecaminosos, o si algún amoroso hermano en la fe así nos lo advierte, es prudente que al dirigirnos a Jehová planteemos con claridad el problema y solicitemos su apoyo para superar tales inclinaciones.

      13 Jehová puede ayudarnos a concentrarnos en lo que es justo, casto, virtuoso y digno de alabanza. Y, desde luego, nos conviene suplicarle con sinceridad que “la paz de Dios” nos guarde el corazón y las facultades mentales (Filipenses 4:6-8). Pidamos, pues, la ayuda de Jehová para ir “tras la justicia, la devoción piadosa, la fe, el amor, el aguante, la apacibilidad de genio” (1 Timoteo 6:11-14). Con el respaldo de nuestro Padre celestial, las ansiedades y las tentaciones no se intensificarán hasta el punto de que no seamos capaces de controlarlas. Más bien, la tranquilidad que Dios concede caracterizará nuestra vida.

      No contristemos el espíritu

      14. ¿Por qué puede decirse que el espíritu de Dios nos impulsa a ser limpios?

      14 Los siervos de Jehová maduros aplican en su vida este consejo de Pablo: “No apaguen el fuego del espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19). El espíritu de Dios es “el espíritu de la santidad”, de modo que es limpio, puro y sagrado (Romanos 1:4). Por consiguiente, cuando actúa en nosotros, nos impulsa a ser santos, o limpios. Contribuye a que mantengamos un estilo de vida limpio que gire en torno a la obediencia a Dios (1 Pedro 1:2). Toda práctica inmunda constituye una falta de respeto a ese espíritu, y sus consecuencias pueden ser desastrosas. ¿Por qué razón?

      15, 16. a) ¿Cómo podríamos contristar el espíritu de Dios? b) ¿Qué podemos hacer para no contristar el espíritu de Jehová?

      15 Pablo escribió: “No estén contristando el espíritu santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate” (Efesios 4:30). Las Escrituras señalan que el espíritu de Jehová es para los fieles cristianos ungidos un sello o una ‘prenda de lo que había de venir’, es decir, de la vida inmortal en los cielos (2 Corintios 1:22; 1 Corintios 15:50-57; Revelación [Apocalipsis] 2:10). El espíritu de Dios puede dirigir tanto a los ungidos como a sus compañeros con esperanza terrestre en un proceder de fidelidad, y también ayudarlos a evitar los actos pecaminosos.

      16 Además, el apóstol previno contra las tendencias a la falsedad, el hurto y el comportamiento vergonzoso, entre otras. Si nos dejáramos arrastrar por estas prácticas, nos opondríamos a los consejos inspirados por espíritu que se hallan en la Palabra de Dios (Efesios 4:17-29; 5:1-5). Al menos hasta cierto punto podríamos contristar el espíritu de Dios, algo que de ninguna manera deseamos hacer. A este respecto, si cualquiera de nosotros empezara a pasar por alto las recomendaciones de la Palabra de Jehová, pudiera abrir la puerta a actitudes o características que lo condujeran al pecado deliberado y a la pérdida completa del favor divino (Hebreos 6:4-6). Aunque no practicara el pecado de inmediato, es posible que se encaminara hacia él. Al oponerse continuamente a la guía del espíritu, lo contristaría, y también se opondría y contristaría a Jehová, la fuente del espíritu santo. Quienes amamos a Dios consideramos inconcebible actuar así. Por el contrario, pidamos a Jehová que nos ayude, no solo a no contristar su espíritu, sino también a honrar su santo nombre sin dejar de poner la mente en el espíritu.

      Mantengamos la mente puesta en el espíritu

      17. ¿Qué metas espirituales podríamos ponernos, y por qué es prudente luchar por alcanzarlas?

      17 Una manera notable de mantener la mente puesta en el espíritu consiste en ponernos metas espirituales y luchar por alcanzarlas. En función de nuestras necesidades y circunstancias, podríamos fijarnos el objetivo de mejorar los hábitos de estudio, predicar más o tratar de alcanzar determinado privilegio de servicio, como el ministerio de precursor, el servicio de Betel o la obra misional. Tales incentivos nos mantendrán concentrados en los intereses espirituales y nos ayudarán a resistir las debilidades humanas, la atracción de las metas materialistas y los deseos contrarios a las Escrituras, tan comunes en este sistema de cosas. Sin duda, esto es lo prudente, pues la exhortación de Jesús fue: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan. Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mateo 6:19-21).

      18. ¿Por qué es tan importante en estos últimos días que no dejemos de poner la mente en el espíritu?

      18 Es innegable que poner la mente en el espíritu y reprimir los deseos mundanos es el proceder sensato en estos “últimos días” (2 Timoteo 3:1-5). Al fin y al cabo, “el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17). La meta del servicio de tiempo completo, por ejemplo, puede ser una luz que guíe a un joven cristiano durante los difíciles años de la adolescencia o de la entrada en la edad adulta. Cuando se le presione para que renuncie a sus principios, tendrá ante sí una visión clara de lo que desea lograr en el servicio de Jehová. Una persona espiritual de esa clase estimará imprudente, incluso una insensatez, sacrificar las metas espirituales por ir en pos de intereses materiales o de cualquier placer que el pecado prometa brindar. Recordemos que Moisés, un hombre con inclinaciones espirituales, ‘escogió ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado’ (Hebreos 11:24, 25). Seamos jóvenes o mayores, hacemos una elección similar cuando mantenemos la mente puesta en el espíritu en vez de en la carne caída.

      19. ¿Cómo nos beneficiará mantener la mente en el espíritu?

      19 “Tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios”, mientras que “tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” (Romanos 8:6, 7). Si mantenemos la mente en el espíritu, experimentaremos una inestimable sensación de paz. El corazón y las facultades mentales estarán más protegidos de la influencia de nuestra condición pecaminosa, y resistiremos mejor las tentaciones de entregarnos a un proceder impropio. Además, contaremos con el respaldo divino en la lucha constante entre la carne y el espíritu.

      20. ¿Por qué podemos estar seguros de que es posible salir victoriosos en la batalla entre la carne y el espíritu?

      20 Mientras tengamos la mente puesta en el espíritu, conservaremos un vínculo esencial con Jehová, la fuente tanto de la vida como del espíritu santo (Salmo 36:9; 51:11). Satanás el Diablo y sus agentes están haciendo cuanto está a su alcance para que se rompa nuestra relación con Jehová. Tratan de controlarnos la mente, pues saben que si cedemos terminaremos siendo enemigos de Dios y moriremos. Sin embargo, podemos salir victoriosos en la batalla entre la carne y el espíritu, tal como Pablo. Al escribir sobre su propia lucha, primero preguntó: “¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?”. A continuación mostró que existe un rescate, pues exclamó: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:21-25). De la misma manera que él, agradezcamos a Dios, por medio de Cristo, que nos haya facilitado los medios para superar las debilidades humanas y mantener la mente puesta en el espíritu, abrigando la maravillosa esperanza de la vida eterna (Romanos 6:23).

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