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“Tiempo de hablar”... ¿cuándo?La Atalaya 1987 | 1 de septiembre
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María sintió el deseo de dar ayuda amorosa a alguien que quizás había cometido un error, y proteger la limpieza de la organización de Jehová, al recordar Proverbios 14:25: “Un testigo verdadero está librando almas, pero uno que es engañoso lanza simples mentiras”.
María tenía alguna aprensión en cuanto a los aspectos legales de aquel asunto, pero creía que la situación exigía que los principios bíblicos llevaran más peso que el requisito de que protegiera la confidencialidad de los registros médicos. Razonó que de seguro la hermana no se resentiría ni trataría de vengarse de ella y causarle problemas. Por eso, cuando analizó todos los datos que le estaban disponibles, decidió, con buena conciencia, que era tiempo de “hablar”, no de “callar”.
Ahora María afrontaba otra pregunta: ¿A quién hablaría, y cómo podía hacerlo discretamente? Podría ir directamente a los ancianos, pero decidió ir primero —en privado— a la hermana. Esto fue amoroso de su parte. María razonó que la persona bajo sospecha posiblemente agradecería la oportunidad de aclarar los asuntos, o, si era culpable, de confirmar la sospecha. Si la hermana ya había hablado a los ancianos sobre aquel asunto, probablemente lo diría, y María no tendría que seguir envolviéndose en la situación. Razonó que si la hermana se había sometido a un aborto y no había confesado esta seria transgresión de la ley de Dios, la animaría a hacerlo. Entonces los ancianos podrían ayudarla en armonía con Santiago 5:13-20. Felizmente, así fue como se resolvió el asunto. María descubrió que la hermana se había sometido a un aborto bajo mucha presión, y por debilidad espiritual. Por vergüenza y temor había ocultado su pecado, pero se alegró de recibir la ayuda de los ancianos para recobrar su salud espiritual.
Si María hubiera hablado en primer lugar al cuerpo de ancianos, ellos se habrían enfrentado a una decisión similar. ¿Cómo tratarían con la información confidencial que se les hubiera dado? Habrían tenido que tomar una decisión basada en lo que percibieran que exigían de ellos, como pastores del rebaño, Jehová y su Palabra. Si el informe hubiera implicado a un cristiano bautizado que se asociara activamente con la congregación, habrían tenido que pesar la evidencia como lo hizo María, para determinar si deberían seguir tratando el asunto o no. Si determinaran que muy probablemente existía una condición de “levadura” en la congregación, podrían tomar la decisión de asignar a un comité judicial para que investigara el asunto. (Gálatas 5:9, 10.)
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“Tiempo de hablar”... ¿cuándo?La Atalaya 1987 | 1 de septiembre
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[Fotografías en la página 15]
El proceder correcto y amoroso es animar al Testigo que ha errado a hablar con los ancianos, con la confianza de que ellos se encargarán del problema bondadosamente y con entendimiento
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