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  • Seamos agradecidos al recibir y generosos al dar
    La Atalaya 2009 | 15 de julio
    • Contribuyamos al bienestar de la congregación

      Seguramente todos concordamos en que la congregación nos ha ayudado de muchas formas. Mediante ella, Jehová nos ha dado abundante alimento espiritual; nos ha enseñado verdades que nos han liberado de la religión falsa y la oscuridad espiritual (Juan 8:32). Y en las reuniones y asambleas preparadas por “el esclavo fiel y discreto” hemos obtenido el conocimiento que nos permitirá vivir para siempre sin dolor ni sufrimiento en el Paraíso (Mat. 24:45-47). En verdad son incontables las bendiciones que ya hemos recibido mediante la congregación y las que recibiremos en el futuro. Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros por la congregación?

      El apóstol Pablo escribió: “Todo el cuerpo, por estar unido armoniosamente y hacérsele cooperar mediante toda coyuntura que da lo que se necesita, conforme al funcionamiento de cada miembro respectivo en la medida debida, contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor” (Efe. 4:15, 16). Aunque este pasaje tiene que ver principalmente con los cristianos ungidos, el principio subyacente atañe hoy día a todos los cristianos. Así es, todos los miembros de la congregación podemos contribuir al bienestar y al crecimiento de ella. ¿De qué manera?

      Una manera es esforzándonos en todo momento por darles consuelo y ánimo a los demás (Rom. 14:19). Otra forma de contribuir al “crecimiento del cuerpo” es manifestando el fruto del espíritu santo al tratar a nuestros hermanos en la fe (Gál. 5:22, 23). Y otra más es buscando oportunidades para “[obrar] lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gál. 6:10; Heb. 13:16). Como dijo Pablo, cada uno de nosotros —jóvenes y mayores, hombres y mujeres— puede contribuir con su amor a la edificación de la congregación.

      Además, podemos emplear nuestras aptitudes, energías y recursos en la importantísima labor de predicar. Jesucristo dijo: “Recibieron gratis”. ¿Qué se espera ahora de nosotros? Él mismo lo dijo: “Den gratis” (Mat. 10:8). Por eso, participe de lleno en la obra de predicar el Reino y hacer discípulos (Mat. 24:14; 28:19, 20). ¿Y si no puede hacer tanto como quisiera? Piense en la viuda necesitada de la que habló Jesús. Aunque ella contribuyó muy poco, Jesús dijo que había dado más que el resto, pues eso era todo lo que le permitían sus circunstancias (2 Cor. 8:1-5, 12).

  • Seamos agradecidos al recibir y generosos al dar
    La Atalaya 2009 | 15 de julio
    • [Ilustraciones y recuadro de la página 31]

      “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?” (Sal. 116:12)

      ▪ Busque oportunidades para “[obrar] lo que es bueno para con todos”

      ▪ Esfuércese siempre por dar consuelo y ánimo a los demás

      ▪ Participe en la obra de hacer discípulos tanto como se lo permitan sus circunstancias

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