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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 2000 | 15 de octubre
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Otros procedimientos o análisis en los que se utiliza la sangre de la persona no vulneran de manera tan clara los principios divinos. Por ejemplo, muchos cristianos permiten que se les practiquen análisis de sangre, pues luego esta se desecha. En otras ocasiones, los médicos recomiendan procedimientos más complejos que implican el uso de la sangre de la persona.
Por ejemplo, en algunas intervenciones quirúrgicas se utiliza la hemodilución. En este proceso se desvía fuera del cuerpo parte de la sangre y se diluye la que queda. Luego se introduce de nuevo en el paciente la sangre que se encuentra en el circuito extracorpóreo, elevando así el recuento sanguíneo a un nivel próximo al normal. De igual modo, a veces se recupera la sangre que mana hacia el interior de una herida, se filtra y se restituyen los glóbulos rojos al paciente (recuperación de células). En otros casos se dirige la sangre a una máquina que realiza temporalmente la función de un determinado órgano (por ejemplo el corazón, los pulmones o los riñones). Luego se restituye al paciente la sangre que está en la máquina. Existen otros procedimientos en los que se desvía la sangre a un separador (centrifugador) para eliminar los componentes nocivos o defectuosos. O el objetivo también pudiera ser aislar cierta cantidad de un componente sanguíneo para aplicarla a otra parte del cuerpo. Asimismo se realizan pruebas en las que se retira cierta cantidad de sangre para mezclarla con un medicamento y luego retornarla al paciente.
Los detalles pueden variar, y no cabe duda de que se idearán otros procedimientos, tratamientos y pruebas. No nos toca a nosotros analizar cada uno de estos y decidir al respecto. El cristiano debe determinar por sí mismo qué se hará con su sangre durante una intervención quirúrgica, prueba médica o terapia. Debe preguntar al doctor o al analista con suficiente antelación qué se va a hacer con su sangre durante el procedimiento. Luego debe decidir según su propia conciencia (véase el recuadro).
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 2000 | 15 de octubre
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[Ilustraciones y recuadro de la página 31]
PREGUNTAS QUE PODEMOS PLANTEARNOS
¿Me permitiría la conciencia considerar aún parte de mí —de modo que no fuera necesario ‘derramarla en el suelo’— la sangre que se desviara fuera de mi cuerpo y cuyo flujo quizá se interrumpiera durante un tiempo?
¿Me molestaría mi conciencia educada por la Biblia si para un diagnóstico o una terapia se me extrajera sangre con objeto de modificarla e introducirla de nuevo en mi cuerpo o aplicarla sobre él?
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