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  • Jehová congrega a un pueblo feliz
    La Atalaya 2012 | 15 de septiembre
    • Miles de años atrás, el pueblo de Dios también celebraba asambleas santas. Mientras repasamos algunos precedentes bíblicos de nuestras asambleas modernas, observe los parecidos entre aquellas reuniones y las actuales, y preste especial atención a los beneficios de asistir a ellas (Sal. 44:1; Rom. 15:4).

      ASAMBLEAS HISTÓRICAS DE AYER Y DE HOY

      3. a) ¿Qué sucesos marcaron la primera asamblea del pueblo de Jehová de la que se tiene constancia? b) ¿Cómo se congregaba a los israelitas?

      3 La asamblea que tuvo lugar al pie del monte Sinaí fue, que se sepa, la primera en la que el pueblo de Dios se congregó para recibir la enseñanza divina, y por eso marcó un hito en la historia de la adoración pura. En aquella emocionante e inolvidable ocasión, Jehová les dio su Ley a los israelitas en medio de una imponente demostración de poder (Éx. 19:2-9, 16-19; léanse Éxodo 20:18 y Deuteronomio 4:9, 10). Aquel suceso fue clave en la relación que Dios tuvo con Israel a partir de entonces. No mucho después, Jehová estableció un sistema para convocar a su pueblo: le ordenó a Moisés que fabricara dos trompetas de plata que se usarían para que “la entera asamblea” se congregara “a la entrada de la tienda de reunión” (Núm. 10:1-4). ¡Qué emoción sentiría aquella multitud de fieles!

      4, 5. ¿Por qué tuvieron especial importancia las asambleas que convocaron Moisés y Josué?

      4 Hacia el fin de los cuarenta años en que Israel vagó por el desierto, en un momento trascendental en la historia de aquella nación relativamente nueva, Moisés reunió a sus hermanos israelitas. Estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida, y esa era la ocasión oportuna para que les recordara todo lo que Jehová había hecho por ellos y lo que aún haría (Deut. 29:1-15; 30:15-20; 31:30).

      5 Tal vez en aquella misma asamblea, Moisés se refirió al mandato de que el pueblo se congregara regularmente para aprender las sendas divinas. En la fiesta de las Cabañas de los años sabáticos, tanto los hombres como las mujeres y los extranjeros que residían en Israel debían reunirse en el lugar que Jehová designara. ¿Con qué objetivo? El relato contesta: “A fin de que escuchen y a fin de que aprendan, puesto que tienen que temer a Jehová el Dios de ustedes y cuidar de poner por obra todas las palabras de esta ley” (léase Deuteronomio 31:1, 10-12). Así pues, a comienzos de la historia de Israel ya estaba claro que todos tenían que juntarse a menudo para examinar la palabra y los propósitos de Dios. Tras conquistar la Tierra Prometida —pero con la nación todavía rodeada de pueblos paganos—, Josué convocó a todos los israelitas para fortalecerlos en su resolución de permanecer fieles. En respuesta, ellos juraron servir a Jehová (Jos. 23:1, 2; 24:1, 15, 21-24).

  • Jehová congrega a un pueblo feliz
    La Atalaya 2012 | 15 de septiembre
    • GOZOSOS ACONTECIMIENTOS ANUALES

      11. ¿Qué fiestas anuales instituyó Dios en el antiguo Israel?

      11 Jehová ordenó a los israelitas que acudieran a Jerusalén año tras año para celebrar tres fiestas: la de las Tortas no Fermentadas, la de las Semanas (después llamada Pentecostés) y la de las Cabañas. La Ley establecía lo siguiente: “En tres ocasiones del año se presentará todo varón tuyo delante del rostro del Señor verdadero, Jehová” (Éx. 23:14-17). Muchos cabezas de familia comprendían los beneficios espirituales de estas ocasiones, así que asistían a ellas con toda su familia (1 Sam. 1:1-7; Luc. 2:41, 42).

      12, 13. ¿Qué suponía para muchas familias israelitas asistir a las fiestas anuales?

      12 Piense en lo que suponía para una familia israelita hacer ese viaje. José y María, por ejemplo, tenían que recorrer unos 100 kilómetros (60 millas) de Nazaret a Jerusalén. ¿Cuánto cree que le tomaría a usted llegar si fuera caminando con niños pequeños? El relato de la visita de Jesús a Jerusalén cuando era niño revela que los parientes y conocidos quizá solían ir juntos. Debía de ser una experiencia singular viajar en grupo, cocinar para tantos y encontrar alojamiento adecuado en lugares poco conocidos. Sin embargo, las condiciones eran lo bastante seguras para que a un jovencito de 12 años se le concediera cierto margen de libertad. ¡Qué inolvidables recuerdos les quedarían, sobre todo a los más jóvenes! (Luc. 2:44-46.)

      13 Muchos israelitas habían sido dispersados más allá de las fronteras de su tierra natal. Por eso, un gran número de los asistentes a las fiestas procedían de diversas naciones. En el Pentecostés del año 33 de nuestra era, judíos y prosélitos devotos llegaron a Jerusalén de lugares tan distantes como Italia, Libia, Creta, Asia Menor y Mesopotamia (Hech. 2:5-11; 20:16).

      14. ¿Cómo se beneficiaban los israelitas de asistir a las fiestas anuales?

      14 Para los israelitas fieles, lo mejor de estos viajes era su faceta espiritual: adorar a Jehová junto con miles de personas que también lo amaban. ¿Cómo se sentirían? Podemos hacernos una idea gracias a las instrucciones que Jehová le dio a su pueblo para la fiesta de las Cabañas: “Tienes que regocijarte durante tu fiesta, tú y tu hijo y tu hija y tu esclavo y tu esclava y el levita y el residente forastero y el huérfano de padre y la viuda, que están dentro de tus puertas. Siete días celebrarás la fiesta a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escoja, porque Jehová tu Dios te bendecirá en todo tu producto y en todo hecho de tu mano, y nada sino gozoso tendrás que llegar a estar” (Deut. 16:14, 15; léase Mateo 5:3).

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