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  • Las asambleas: prueba de nuestra hermandad
    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • Se organizan asambleas internacionales

      Por más de medio siglo, en muchos países los testigos de Jehová han celebrado simultáneamente grandes asambleas en diferentes ciudades. Escuchar discursos importantes transmitidos desde una ciudad clave ha contribuido a que se vean como una hermandad internacional.

      Sin embargo, no fue sino hasta 1946 que se reunió en una sola ciudad a personas de muchos lugares del mundo en una asamblea internacional de gran tamaño. Esta asamblea tuvo lugar en Cleveland (Ohio). Aunque después de la guerra aún era difícil viajar, la concurrencia fue de unas 80.000 personas, entre ellas 302 asambleístas de 32 países aparte de Estados Unidos. Hubo sesiones en veinte idiomas. Se proveyó mucha instrucción práctica con el fin de extender la obra de evangelizar. Uno de los puntos sobresalientes de la asamblea fue el discurso del hermano Knorr sobre los problemas de la reconstrucción y la expansión. El auditorio aplaudió con entusiasmo al enterarse de los planes de ampliación de las instalaciones de impresión y las oficinas centrales de la Sociedad, así como de usar más radioemisoras, establecer sucursales en los principales países del mundo y dar expansión a la obra misional. Inmediatamente después de aquella asamblea se atendieron los detalles necesarios para que los hermanos Knorr y Henschel efectuaran una gira mundial y pusieran por obra lo que se había expresado.

      En los años siguientes se celebraron en el Estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York grandes asambleas históricas. En la primera, celebrada del 30 de julio al 6 de agosto de 1950, hubo representantes de 67 países. Como parte del programa, siervos de sucursal, misioneros y otros asistentes dieron informes breves. El auditorio tuvo así emocionantes vislumbres de la intensa campaña de evangelización que se efectuaba entonces en todos sus países de origen. El último día una concurrencia de 123.707 personas escuchó el discurso “¿Puede usted vivir para siempre en felicidad sobre la Tierra?”. El tema de la asamblea fue “Aumento de la Teocracia”. Se enfocó la atención en el gran aumento de la cantidad de Testigos. No obstante, como recalcó el presidente de la sesión, Grant Suiter, esto no se hacía para alabar a mentes brillantes dentro de la organización visible. Más bien, declaró: “La nueva fuerza procedente del mayor número de personas está dedicada a la honra de Jehová. Así es como debe ser, y nosotros no queremos que sea de otra manera”.

      En 1953 se celebró otra asamblea en el Estadio Yanqui de Nueva York. Aquella vez hubo una concurrencia máxima de 165.829 personas. Como en el caso de la primera asamblea celebrada allí, en el programa se analizaron muchas emocionantes profecías bíblicas, se dio consejo práctico sobre cómo efectuar la predicación de las buenas nuevas y se presentaron informes de muchos países. Aunque las sesiones comenzaban alrededor de las nueve y media de la mañana, por lo general terminaban a las nueve o nueve y media de la noche. Los concurrentes disfrutaron de ocho días completos de gozoso banquete espiritual.

      Para la mayor asamblea, celebrada en Nueva York en 1958, fue necesario utilizar no solo el Estadio Yanqui, sino también el cercano Polo Grounds, así como secciones del exterior, fuera de los estadios, para acomodar a las muchedumbres. El último día, cuando todos los asientos disponibles estaban ocupados, se concedió permiso especial para utilizar hasta el terreno de juego del Estadio Yanqui; y fue emocionante ver a miles de concurrentes desfilar hacia el terreno, quitarse los zapatos y sentarse en el césped. Hubo 253.922 presentes para escuchar el discurso público. Se vio otra prueba de la bendición de Jehová sobre el ministerio de sus siervos cuando en aquella asamblea 7.136 personas simbolizaron su dedicación por inmersión en agua, más del doble de los que se bautizaron en la histórica ocasión del Pentecostés de 33 E.C., como informa la Biblia. (Hech. 2:41.)

      Todo el funcionamiento de aquellas asambleas demostró que había algo más que simple organización eficaz. Fue una manifestación de la acción del espíritu de Dios sobre su pueblo. Por todas partes se hizo patente el amor fraternal basado en el amor a Dios. No había organizadores bien pagados. Todos los departamentos funcionaron con voluntarios que no recibieron salario. Hermanos y hermanas cristianos, y a veces hasta familias enteras, atendieron los puestos para el despacho de refrigerios. También se prepararon comidas calientes, y en inmensas tiendas instaladas en las afueras del estadio las sirvieron a unos mil asambleístas por minuto. Decenas de miles de voluntarios —todos felices de poder colaborar— sirvieron de acomodadores y se encargaron de todo lo relacionado con las instalaciones, la preparación y distribución de los alimentos, la limpieza, y mucho más.

      Muchos voluntarios dedicaron cientos de miles de horas a buscar alojamiento para los asistentes. Hubo años en que, para satisfacer las necesidades de algunos asambleístas, se organizaron campamentos de tiendas de campaña y de casas remolque. En 1953 los Testigos recogieron gratuitamente la cosecha de 16 hectáreas de grano de un granjero de Nueva Jersey que les alquiló su terreno para que levantaran allí un campamento de casas remolque. Para la conveniencia de más de cuarenta y cinco mil personas se instalaron servicios sanitarios, iluminación, duchas, una lavandería, un restaurante de autoservicio y tiendas de comestibles. De la noche a la mañana surgió allí un pueblo. Muchos miles más fueron alojados en hoteles y en hogares privados en Nueva York y sus alrededores. Fue una empresa inmensa, pero con la bendición de Jehová, fue un éxito.

      Asambleas itinerantes

      Los miembros de esta hermandad internacional se interesan mucho en sus compañeros Testigos de otros países. Debido a esto, han aprovechado las oportunidades de asistir a asambleas celebradas fuera de sus países natales.

      Cuando la primera de la serie de asambleas Adoración Limpia se celebró en el Estadio Wembley de Londres (Inglaterra), en 1951, Testigos de 40 diferentes países estuvieron presentes. El programa recalcó el aspecto práctico de la adoración verdadera e instó a hacer del ministerio la carrera de uno en la vida. De Inglaterra muchos Testigos viajaron al continente, donde en los siguientes dos meses se celebrarían otras nueve asambleas. La mayor de estas tuvo lugar en Francfort del Main (Alemania), donde la concurrencia fue de 47.432 personas de 24 países. El cariño de los hermanos se demostró en la conclusión del programa, cuando la orquesta empezó a tocar y los hermanos alemanes cantaron espontáneamente una canción de despedida en la que encomendaban a Dios a los Testigos que habían venido del extranjero. Agitando pañuelos, cientos de ellos cruzaron el campo para expresar personalmente su agradecimiento por esta magnífica fiesta teocrática.

      En 1955 más Testigos planearon visitar a sus hermanos cristianos de otros países durante el tiempo de las asambleas. Hermanos de Estados Unidos y Canadá fueron a Europa en dos barcos (cada uno con capacidad para 700 pasajeros) y 42 aviones fletados. La edición europea del periódico The Stars and Stripes, publicada en Alemania, describió la afluencia de Testigos como “probablemente el mayor movimiento en masa de norteamericanos hacia Europa desde la invasión aliada durante la II Guerra Mundial”. También hubo representantes de América Central y del Sur, Asia, África y Australia. A pesar del esfuerzo del clero de la cristiandad por impedir que los Testigos celebraran sus asambleas en Roma y Núremberg, aquellas dos asambleas y seis más tuvieron lugar en Europa durante el verano. La concurrencia varió de 4.351 en Roma a 107.423 en Núremberg. Otro grupo de 17.729 personas se reunió en el Waldbühne, en lo que entonces se llamaba Berlín occidental, adonde podían asistir con menos riesgos los hermanos de la anterior zona oriental. Muchos de ellos habían estado en prisión por su fe o tenían familiares que se hallaban detenidos, pero todavía seguían firmes. El tema de la asamblea resultó ser muy apropiado: “Reino Triunfante”.

      Aunque ya se habían celebrado muchas asambleas internacionales, la de 1963 fue la primera en su clase. Fue una asamblea que dio la vuelta al mundo. Comenzó en Estados Unidos en Milwaukee (Wisconsin), de donde pasó a Nueva York; luego a cuatro ciudades principales de Europa y, de allí, al Oriente Medio, la India, Birmania (ahora Myanmar), Tailandia, Hong Kong, Singapur, las Filipinas, Indonesia, Australia, Taiwan, Japón, Nueva Zelanda, Fiji, la República de Corea y Hawai, y luego regresó a Norteamérica. Hubo, en total, asistentes de 161 países. La concurrencia total fue de más de 580.000 personas. Hubo 583 representantes de unos veinte países que viajaron con la asamblea, asistiendo en un país tras otro y dándole así la vuelta al mundo. Se organizaron giras especiales que permitieron que los asambleístas vieran lugares de interés religioso; además, participaron en el ministerio de casa en casa con los hermanos y hermanas del país que visitaban. Estos viajeros pagaron sus propios gastos.

      En la mayoría de las asambleas internacionales hubo representantes de América Latina. Pero en 1966-1967 les tocó a ellos ser los anfitriones en las asambleas. Los que asistieron nunca olvidarán el drama basado en el relato bíblico sobre Jeremías, que ayudó a todos a apreciar su significado para nuestros días.a Los lazos de amor cristiano se fortalecieron a medida que los visitantes presenciaron las circunstancias en que se efectúa una inmensa campaña de educación bíblica en la América Latina. Les conmovió en gran manera la fe tan firme de sus compañeros de creencia, muchos de los cuales habían tenido que vencer obstáculos aparentemente insuperables —oposición familiar, inundaciones, pérdida de posesiones— para estar presentes allí. Se sintieron muy animados al escuchar experiencias como la de una precursora especial enfermiza de Uruguay que fue entrevistada, a quien acompañaban en la plataforma muchas de las 80 personas a las que había ayudado a progresar hasta el bautismo cristiano. (Para 1992 había ayudado a 105 personas hasta verlas bautizadas. Seguía delicada de salud y aún era precursora especial.) Fue muy animador también conocer a misioneros de las primeras clases de Galaad que todavía seguían en sus asignaciones. Aquellas asambleas fueron fuente de estímulo para la obra en aquella parte del mundo. En muchos de esos países ahora hay diez, quince y hasta veinte veces la cantidad de adoradores de Jehová que había entonces.

      Unos años después, en 1970-1971, se les hizo posible a los Testigos de otros países asociarse con sus hermanos en asambleas internacionales en África. La mayor tuvo lugar en Lagos (Nigeria), donde hubo que construir todo tipo de instalación necesaria. Para proteger del fuerte sol a los concurrentes se erigió una ciudad de bambú, con una sección para sentarse, dormitorios, un lugar donde servir comidas y otros departamentos. Para esto se necesitaron 100.000 bambúes y 36.000 esteras grandes, todo preparado por los hermanos y las hermanas. El programa se presentó simultáneamente en diecisiete idiomas. La asistencia ascendió a 121.128 personas, y 3.775 nuevos Testigos se bautizaron. En la asamblea hubo miembros de diferentes tribus, muchos de ellos solían guerrear entre sí. Pero ahora era un gozo verlos unidos por los vínculos de la verdadera hermandad cristiana.

      Después de la asamblea, algunos visitantes extranjeros viajaron en autobús a Igbolandia para ver la zona más afectada por la reciente guerra civil. En pueblo tras pueblo había gran conmoción a medida que los Testigos de esas zonas recibían a los visitantes con saludos y abrazos. La gente salía a las calles para mirar. Nunca había visto tal demostración de amor y unidad entre negros y blancos.

      En ciertos países los testigos de Jehová son tantos que se les hace imposible reunirse en un solo lugar. Sin embargo, a veces se han celebrado simultáneamente varias asambleas grandes, seguidas de otras semana tras semana. En 1969 la unidad que había en las asambleas organizadas de aquella manera se vio realzada cuando algunos de los oradores principales viajaron en avión de una asamblea a otra, participando así en todas ellas. En 1983 y 1988 se vio una unidad similar cuando varias asambleas grandes en las que se hablaba el mismo idioma, aunque se celebraron en diferentes países, fueron conectadas por línea telefónica, para la transmisión de discursos clave que dieron miembros del Cuerpo Gobernante. No obstante, la base de la verdadera unidad entre los testigos de Jehová está en que todos ellos adoran a Jehová como el único Dios verdadero, todos se apegan a la Biblia como su guía, todos se benefician del mismo programa de alimentación espiritual, todos siguen la dirección de su Caudillo, Jesucristo, todos se esfuerzan por manifestar en su vida los frutos del espíritu de Dios, todos confían en el Reino de Dios y todos llevan a otros las buenas nuevas de ese Reino.

      Organizados para alabar internacionalmente a Jehová

      Hoy hay tantos testigos de Jehová, que sobrepasan la población de muchas naciones. Para que sus asambleas logren el mayor bien, se tienen que preparar con sumo cuidado. Sin embargo, por lo general lo que se necesita para garantizar suficiente alojamiento para todos es sencillamente seguir las recomendaciones que se publican sobre las asambleas a las que deben asistir los Testigos de diversas zonas. Cuando se planean asambleas internacionales, a menudo el Cuerpo Gobernante tiene que tomar en cuenta tanto la cantidad de Testigos de otros países que desean asistir y pueden hacerlo, como el tamaño de los lugares disponibles para la asamblea, cuántos Testigos de la zona asistirán y el alojamiento que puede conseguirse para los visitantes; entonces se determina la cantidad máxima de representantes que puede enviar cada país. Se dio atención a estos factores al planear las tres asambleas “Devoción Piadosa” de Polonia en 1989.

      Para aquellas asambleas se esperaban unos noventa mil testigos de Jehová polacos, además de miles de personas recién interesadas en la verdad. También se invitó a muchos de Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos. Se dio la bienvenida a grandes grupos de Italia, Francia y Japón. Otros vinieron de Escandinavia y Grecia. Hubo por lo menos 37 países representados. Fue necesario traducir del polaco o del inglés a otros dieciséis idiomas ciertas partes del programa. La concurrencia total fue de 166.518 personas.

      Estuvieron en aquellas asambleas grupos grandes de Testigos provenientes de lo que entonces era la Unión Soviética y de Checoslovaquia; también asistieron cantidades considerables de representantes de otros países de Europa oriental. No hubo suficientes habitaciones en los hoteles y los dormitorios escolares para alojar a todos. Los Testigos polacos mostraron hospitalidad abriendo su corazón y sus hogares, compartiendo con gusto lo que tenían. Una congregación de 146 publicadores dio alojamiento a más de 1.200 asambleístas. Para algunos concurrentes, era la primera vez que asistían a una reunión de más de quince o veinte siervos de Jehová. Sus corazones rebosaron de aprecio al ver a decenas de miles de hermanos en el estadio, orar juntos y cantar con ellos alabanzas a Jehová. Entre las sesiones los hermanos se asociaban unos con otros y se abrazaban con gran afecto, aunque la barrera del idioma a veces les impedía expresar en palabras el sentimiento de su corazón.

      Al finalizar la asamblea estaban profundamente agradecidos a Jehová, quien había hecho posible todo aquello. En Varsovia, después de los comentarios de despedida por el presidente de la sesión, el auditorio estalló en aplausos que duraron diez minutos. Después del cántico y la oración final el aplauso se reanudó, y los concurrentes permanecieron un buen rato en el estadio. Habían esperado aquella ocasión durante muchos años, y no querían que terminara.

      Al año siguiente, 1990, menos de cinco meses después de eliminarse una proscripción de cuarenta años impuesta a los testigos de Jehová en lo que entonces era Alemania Oriental, hubo otra extraordinaria asamblea, esta vez en Berlín. Entre los 44.532 que asistieron hubo representantes de 65 diferentes países. De algunos países vinieron solo unos pocos; de Polonia, unos 4.500. Las palabras no bastaban para expresar lo que sentían los que nunca antes habían tenido la libertad de asistir a una asamblea como aquella, y cuando todos los presentes cantaron unidos alabanzas a Jehová, no pudieron contener las lágrimas de gozo.

      Más tarde aquel mismo año, cuando se celebró una asamblea similar en São Paulo (Brasil), se necesitaron dos grandes estadios para acomodar a un auditorio internacional de 134.406 personas. Después hubo una asamblea en Argentina, donde de nuevo se usaron dos estadios simultáneamente para ese mismo propósito. Al comenzar 1991, otras emocionantes asambleas internacionales empezaban en las Filipinas, Taiwan y Tailandia. Aquel año multitudes de personas de muchas naciones asistieron también a asambleas celebradas en Europa oriental: Hungría, Checoslovaquia y lo que ahora es Croacia. Y en 1992 representantes de veintiocho países consideraron un privilegio especial estar entre las 46.214 personas que asistieron en San Petersburgo a la primera asamblea verdaderamente internacional de los testigos de Jehová en Rusia.

  • Las asambleas: prueba de nuestra hermandad
    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • [Fotografías en las páginas 270 y 271]

      En 1958 un auditorio de 253.922 personas, que abarrotó dos inmensos estadios de Nueva York, escuchó el mensaje “El Reino de Dios domina... ¿se acerca el fin del mundo?”

      Polo Grounds

      Estadio Yanqui

      [Fotografía en la página 274]

      Grant Suiter, presidente de la asamblea del Estadio Yanqui en 1950

      [Fotografía en la página 274]

      John Groh (sentado) analiza con George Couch la organización de la asamblea en 1958

      [Fotografías en la página 277]

      En 1963 se celebró una asamblea que le dio la vuelta al mundo; representantes de veinte países viajaron de país en país con la asamblea

      Kyoto (Japón)(abajo a la izquierda) fue una de las veintisiete ciudades de asamblea. Asambleístas se conocen en la República de Corea (centro). Un saludo maorí en Nueva Zelanda (abajo a la derecha)

      [Fotografías en la página 279]

      Ciudad de bambú construida para una asamblea que sirvió simultáneamente a diecisiete grupos lingüísticos (Lagos, Nigeria, 1970)

      [Fotografías en la página 280]

      En 1989 se celebraron tres grandes asambleas en Polonia, con representantes de 37 países

      T. Jaracz (a la derecha) habló a los concurrentes en Poznań

      Miles se bautizaron en Chorzów

      El auditorio aplaudió por mucho tiempo en Varsovia

      Asambleístas de lo que entonces era la U.R.S.S. (abajo)

      Porciones del programa de Chorzów se tradujeron a quince idiomas

  • Las asambleas: prueba de nuestra hermandad
    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • [Fotografías en las páginas 272 y 273]

      Rasgos sobresalientes de algunas asambleas grandes

      Centenares de asambleístas entusiastas llegaron en barco, miles en avión y decenas de miles en automóviles y autobuses

      Se requirió buena organización y muchos trabajadores voluntarios para hallar y asignar suficiente alojamiento

      Durante aquellas asambleas de ocho días se sirvieron regularmente a los asistentes decenas de miles de comidas calientes

      En 1953 una ciudad de casas remolque y tiendas de campaña alojó a más de cuarenta y cinco mil asambleístas

      En 1958, en Nueva York, 7.136 personas se bautizaron; más que en cualquier otra ocasión desde el Pentecostés de 33 E.C.

      En Nueva York, en 1953, se colocaron letreros con saludos de muchos países y se celebraron sesiones en veintiún idiomas

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