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  • ¿Qué es el descanso de Dios?
    La Atalaya 2011 | 15 de julio
    • No caigamos en el mismo “modelo de desobediencia”

      6. ¿Qué ejemplos no debemos imitar, y qué advertencia encierran para nosotros?

      6 Jehová les explicó claramente a Adán y Eva en qué consistía su propósito, pero ellos se negaron a colaborar. Y a lo largo de la historia, millones de personas han seguido sus pasos. Así sucedió incluso con la antigua nación de Israel, que era el pueblo elegido. Más tarde, Pablo advirtió a los primeros cristianos que hasta algunos de ellos podían cometer ese mismo error. Les escribió: “Hagamos [...] lo sumo posible para entrar en ese descanso, por temor de que alguien caiga en el mismo modelo de desobediencia” (Heb. 4:11). Fijémonos en que el apóstol establece una relación entre ser desobediente y no entrar en el descanso de Dios. Estas palabras encierran una advertencia para nosotros. ¿Qué nos sucedería si de algún modo actuáramos en contra del propósito divino? ¿Estaríamos poniendo en peligro nuestra entrada en el descanso de Jehová? Sin duda, es necesario analizar bien estas cuestiones. Y lo haremos más adelante. Pero antes veamos qué mal ejemplo dieron los israelitas y por qué no entraron en el descanso de Dios.

      “No entrarán en mi descanso”

      7. ¿Con qué fin libertó Jehová a los israelitas de Egipto, y qué condición les impuso?

      7 En el año 1513 antes de la era cristiana, Jehová le reveló a Moisés lo que se proponía hacer con los israelitas que vivían esclavos en Egipto: “Estoy procediendo a bajar para librarlos de la mano de los egipcios y para hacerlos subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (Éxo. 3:8). ¿Con qué fin los libertó? Para convertirlos en su pueblo, tal como le había prometido a Abrahán (Gén. 22:17). Además, les dio un código de leyes que les permitiría disfrutar de paz con él (Isa. 48:17, 18). Pero les impuso una condición: “Si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto [de la Ley], entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí” (Éxo. 19:5, 6). Como vemos, los israelitas tendrían el privilegio de ser el pueblo de Dios siempre y cuando fueran obedientes.

      8. ¿Qué futuro les prometía Dios a los israelitas si le obedecían?

      8 ¡Qué futuro tan maravilloso les prometía Jehová! Mientras le obedecieran, bendeciría sus campos, sus viñas, sus rebaños y su ganado. Disfrutarían de paz y prosperidad, y ningún enemigo lograría derrotarlos (léase 1 Reyes 10:23-27). Ni siquiera podría dominarlos alguna potencia mundial. Y cuando llegara el Mesías, probablemente seguirían siendo una nación independiente, en vez de encontrarse bajo el poder de Roma, como en realidad sucedió. Serían la envidia de los demás reinos, una prueba evidente de que el Dios verdadero bendice física y espiritualmente a quienes le obedecen.

      9, 10. a) ¿Por qué cometían un grave error los israelitas al querer volver a Egipto? b) ¿Qué habría ocurrido con su adoración a Dios si hubieran regresado?

      9 Actuar en conformidad con el propósito divino era un honor inmenso que les habría reportado grandes beneficios a ellos y, con el tiempo, a todas las naciones (Gén. 22:18). Por desgracia, la mayor parte de aquella generación despreció el privilegio de ser el único pueblo gobernado directamente por Dios y un modelo para las demás naciones. ¡Hasta pretendieron regresar a Egipto! (Léase Números 14:2-4.) Pero ¿de qué les habría servido volver allí? ¿Acaso les habría ayudado a trabajar mejor a favor del propósito de Jehová? Todo lo contrario. Se habrían convertido de nuevo en esclavos de los paganos y jamás habrían podido obedecer la Ley mosaica ni recibir el perdón de sus pecados. Su obstinación con volver a Egipto demostraba lo ciegos que estaban y lo egoístas que eran. Con toda razón, Jehová recordó más tarde: “Quedé asqueado de esta generación y dije: ‘Siempre se descarrían en su corazón, y ellos mismos no han llegado a conocer mis caminos’. De modo que juré en mi cólera: ‘No entrarán en mi descanso’” (Heb. 3:10, 11; Sal. 95:10, 11).

      10 Con su necia actitud, demostraron que valoraban muy poco las cosas espirituales. Lo único que les importaba eran los puerros, las cebollas y los ajos de Egipto (Núm. 11:5). Fueron tan ingratos como Esaú, quien no dudó en renunciar a su valiosa herencia espiritual por un plato de lentejas (Gén. 25:30-32; Heb. 12:16).

      11. ¿Cambió el propósito de Dios por la falta de fe que demostraron los israelitas en tiempos de Moisés?

      11 La falta de fe de quienes salieron de Egipto no impidió que Jehová, el Dios que siempre “ha seguido trabajando”, continuara adelante con su propósito. Para ello, se concentró en los israelitas de la siguiente generación, quienes fueron más obedientes que sus antecesores. Cuando Jehová les ordenó que entraran en la Tierra Prometida y comenzaran a conquistarla, siguieron sus instrucciones. Su buena disposición se describe en Josué 24:31: “Israel continuó sirviendo a Jehová todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que extendieron sus días después de Josué y que habían conocido toda la obra de Jehová que él había hecho por Israel”.

      12. ¿Cómo sabemos que aún es posible entrar en el descanso de Dios?

      12 Después de aquella generación fiel, vino “otra [...] que no conocía a Jehová ni la obra que él había hecho por Israel”. ¿Cómo actuaron estos israelitas? “Se pusieron a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová, y a servir a los Baales.” (Jue. 2:10, 11.) Por culpa de su desobediencia, ni disfrutaron de paz con Dios ni convirtieron la Tierra Prometida en “un lugar de descanso”. Refiriéndose a ellos, Pablo explicó: “Si Josué los hubiera conducido a un lugar de descanso, Dios no habría hablado después de otro día. De modo que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios” (Heb. 4:8, 9). ¿A quiénes llamó el apóstol “el pueblo de Dios”? A todos los cristianos, fueran o no de origen judío. Entonces, ¿quiere decir esto que los cristianos de la actualidad podemos entrar en el descanso de Dios? Desde luego que sí.

      Algunos cristianos no entraron en el descanso de Dios

      13, 14. ¿Qué había que hacer para entrar en el descanso de Dios a) en tiempos de Moisés? b) en el siglo primero?

      13 En su carta a los Hebreos, Pablo señaló con preocupación que algunos cristianos no se mantenían al paso con el desarrollo del propósito divino, sino que estaban actuando en su contra (léase Hebreos 4:1). ¿Cuál era el problema? Curiosamente, que insistían en seguir cumpliendo la Ley mosaica. Es cierto que, durante mil quinientos años, todo el que quería colaborar con el propósito de Jehová tenía que obedecerla. Pero tras la muerte de Jesús, quedó abolida. Al parecer, algunos cristianos no comprendieron este hecho y se empeñaron en continuar acatando algunos de sus preceptos.b

      14 ¿Qué les explicó el apóstol a aquellos cristianos tan apegados a la Ley mosaica? Que contaban con un templo espiritual, un nuevo pacto y un sumo sacerdote —Jesús— que eran muy superiores al templo, el pacto y el sumo sacerdote que hubo en Israel (Heb. 7:26-28; 8:7-10; 9:11, 12). Además, aludiendo probablemente a la ley del sábado, les habló del privilegio que tenía el cristiano de entrar en el día de descanso de Jehová: “Queda un descanso sabático para el pueblo de Dios. Porque el hombre que ha entrado en el descanso de Dios ha descansado él mismo también de sus propias obras, así como Dios de las suyas” (Heb. 4:8-10). Aquellas palabras encerraban una lección que debían tener muy clara: ya no era posible obtener el favor divino realizando las obras que exigía la Ley mosaica. Desde el día de Pentecostés del año 33, la única forma de recibir la aprobación de Dios era demostrando fe en Jesucristo.

      15. ¿Qué ejemplos bíblicos muestran que los desobedientes no pueden entrar en el descanso de Dios?

      15 ¿Por qué no entraron en la Tierra Prometida los israelitas de la época de Moisés? Por su desobediencia. ¿Y por qué no entraron en el descanso de Dios algunos cristianos de tiempos de Pablo? Por la misma razón. No aceptaron que la Ley ya había cumplido su objetivo y que Jehová estaba dirigiendo a su pueblo por un camino diferente.

      Cómo podemos entrar hoy en el descanso de Dios

      16, 17. a) ¿Cómo podemos entrar en el descanso de Dios? b) ¿Qué analizaremos en el siguiente artículo?

      16 Hoy día, a ninguno de nosotros se nos ocurriría insistir en que nuestra salvación depende de que obedezcamos ciertos mandatos de la Ley mosaica. A fin de cuentas, en su carta a los Efesios, Pablo dice sin rodeos: “Por esta bondad inmerecida, en verdad, ustedes han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es dádiva de Dios. No, no es debido a obras, a fin de que nadie tenga base para jactarse” (Efe. 2:8, 9). Entonces, ¿qué debemos hacer si queremos entrar en el descanso de Dios? Recordemos que Jehová separó el séptimo día —su día de descanso— para un fin especial: llevar a cabo su propósito para la Tierra. Por lo tanto, para entrar en el descanso de Jehová —es decir, tomar parte en él—, debemos obedecerle y colaborar en el cumplimiento de su propósito según nos lo va aclarando su organización.

      17 Jamás debemos quitarles importancia a los consejos bíblicos del esclavo fiel ni guiarnos por nuestras opiniones personales. Si lo hiciéramos, nos pondríamos en contra del propósito divino y nos arriesgaríamos a perder la amistad con Jehová. Ahora bien, ¿qué situaciones ponen hoy día a prueba nuestra obediencia? En el próximo artículo analizaremos algunas y veremos cómo las decisiones que tomamos en esos casos revelan si hemos entrado en el descanso de Dios.

  • ¿Ha entrado usted en el descanso de Dios?
    La Atalaya 2011 | 15 de julio
    • ¿Ha entrado usted en el descanso de Dios?

      “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder.” (HEB. 4:12)

      1. ¿Qué debemos hacer para entrar en el descanso de Dios, y por qué puede resultarnos difícil?

      EN EL artículo anterior vimos que, para entrar en el descanso de Dios, debemos obedecerle y actuar en conformidad con su propósito. Ahora bien, no siempre resulta fácil. Por ejemplo, si descubriéramos que algo que nos gusta hacer le desagrada a Jehová, ¿nos resistiríamos a cambiar? Sin duda, esa actitud no sería propia de una persona que está “lista para obedecer” (Sant. 3:17). En este artículo analizaremos varias situaciones donde podemos demostrar que somos obedientes, o, lo que es lo mismo, que de verdad queremos vivir de acuerdo con el propósito de Dios.

      2, 3. ¿Qué necesitamos para agradar a Jehová?

      2 ¿Nos cuesta a veces aplicar los consejos bíblicos que recibimos? La Biblia dice que Dios quiere reunir “las cosas deseables de todas las naciones”, es decir, personas a las que considera muy valiosas porque aman la justicia (Ageo 2:7). Siendo sinceros, antes de conocer la verdad, la mayoría de nosotros dejábamos mucho que desear. Pero llegamos a amar tanto a Jehová y a su Hijo que hicimos grandes cambios en nuestra forma de ser y actuar. A fin de agradar a Dios, seguramente tuvimos que hacer muchos esfuerzos y muchas oraciones, pero lo logramos. Y, finalmente, llegó el feliz día en el que pudimos bautizarnos (léase Colosenses 1:9, 10).

      3 Ahora bien, ¿terminó ahí nuestra batalla? Claro que no. Sabemos que, mientras seamos imperfectos, tendremos que seguir en la lucha. Pero estamos convencidos de que si no aflojamos el paso, Jehová bendecirá nuestros esfuerzos por agradarle cada día más.

      Aceptemos los consejos

      4. ¿De qué tres medios se vale Jehová para darnos consejos?

      4 El primer paso para luchar contra nuestros puntos débiles es identificarlos. ¿Cómo nos ayuda Jehová a lograrlo? Puede valerse de un discurso que nos haga reflexionar o de un artículo que nos cale hondo. Pero si no captamos el consejo o no lo ponemos en práctica, puede utilizar a nuestros hermanos para que nos lo recuerden (léase Gálatas 6:1).

      5. ¿Por qué deben los ancianos ayudar a los hermanos, y qué reacciones debemos evitar cuando nos aconsejan?

      5 No siempre es fácil aceptar los consejos de otro ser humano, por muy prudente y bondadoso que sea, pues sabemos que es tan imperfecto como nosotros. Con todo, conviene recordar que es Jehová quien ordena a los responsables de la congregación que “traten de reajustar [a los hermanos] con espíritu de apacibilidad”, es decir, que los corrijan con cariño (Gál. 6:1). Si aceptamos lo que nos dicen, seremos aún más “deseables”, o valiosos, a los ojos de Dios. Es curioso que, cuando hablamos con Jehová, todos admitimos sin problemas que cometemos errores. Pero quizá no nos resulte tan fácil reconocer un error concreto cuando un anciano nos lo señala. Puede que cuestionemos sus intenciones, nos quejemos de su falta de tacto, restemos importancia al problema o pongamos excusas (2 Rey. 5:11). Y si se trata de un asunto delicado —como la conducta de un familiar, la apariencia, la falta de higiene o las diversiones que Jehová desaprueba—, tal vez hasta nos enojemos y hagamos sentir mal al consejero. Pero, más tarde, cuando lo pensamos en frío, comprendemos que reaccionamos mal y que el consejo era oportuno.

      6. ¿Cómo revela la palabra de Dios los “pensamientos e intenciones del corazón”?

      6 El versículo que encabeza este artículo nos recuerda que “la palabra de Dios [...] ejerce poder”. En efecto, consigue que hagamos grandes cambios en nuestra vida, cambios que no solo se producen antes de bautizarnos, sino también después. En el mismo pasaje, Pablo añade que “la palabra de Dios [...] penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón” (Heb. 4:12). Aquí, el “alma” se refiere a nuestro exterior, lo que parecemos ser, y el “espíritu”, a nuestro interior, lo que en realidad somos. ¿Qué quiso decir el apóstol? Que cuando examinamos la Biblia y entendemos lo que Dios espera que hagamos, nuestra reacción revela cómo somos realmente. ¿Qué se puede decir de cada uno de nosotros? ¿Concuerda siempre nuestro exterior con lo que hay en nuestro interior? (Léase Mateo 23:27, 28.) Pensemos en qué haríamos en las siguientes situaciones.

      Vayamos al paso de la organización de Jehová

      7, 8. a) ¿Por qué insistían en seguir obedeciendo la Ley mosaica algunos cristianos de origen judío? b) ¿Por qué decimos que estaban actuando en contra del propósito de Jehová?

      7 Muchos de nosotros conocemos muy bien Proverbios 4:18: “La senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido”. Estas palabras indican que nuestra conducta cristiana y nuestra comprensión del propósito divino van mejorando con el tiempo.

      8 En el artículo anterior vimos que, después de la muerte de Jesús, muchos discípulos suyos de origen judío seguían apegados a la Ley mosaica (Hech. 21:20). En sus escritos inspirados, Pablo les demostró magistralmente que los cristianos no tenían que obedecer dicha Ley, pero hubo quienes se negaron a aceptarlo (Col. 2:13-15). ¿Por qué? Tal vez porque creían que cumpliendo la Ley —o al menos algunos de sus preceptos— evitarían que los judíos los persiguieran. En su carta a los Hebreos, el apóstol les dejó claro que para entrar en el descanso de Jehová era indispensable que se mantuvieran al paso con el desarrollo del propósito divino (Heb. 4:1, 2, 6; léase Hebreos 4:11).a Si querían que Dios los aprobara, tendrían que aceptar que él estaba dirigiendo a su pueblo por un camino diferente.

      9. ¿Cómo debemos responder cuando el esclavo modifica una explicación bíblica?

      9 En la actualidad también hemos visto cómo se han ido aclarando diversas doctrinas bíblicas. Lejos de inquietarnos, estas actualizaciones refuerzan nuestra confianza en el esclavo. Sabemos que el Cuerpo Gobernante, que actúa en nombre de este, no duda en revisar o corregir algún punto cuando comprende que es necesario. Y no tiene miedo a las críticas. Para estos hermanos, lo más importante es mantenerse al día con el desarrollo del propósito de Dios. ¿Qué hay de nosotros? ¿Cómo respondemos cuando se modifica una explicación bíblica? (Léase Lucas 5:39.)

      10, 11. ¿Qué lección aprendemos de lo que ocurrió cuando se introdujeron nuevos métodos de predicación?

      10 Examinemos ahora otra situación. A finales del siglo XIX y principios del XX, entre los Estudiantes de la Biblia —como se llamaba entonces a los testigos de Jehová— había excelentes oradores. Pensaban que, en su caso, la mejor forma de predicar era presentando buenos discursos. Les encantaba hablar en público, y algunos parecían disfrutar con las adulaciones de los presentes. No obstante, llegó un momento en que el pueblo de Dios comprendió que la voluntad divina era que también se emplearan otros métodos de predicación, como las visitas casa por casa. Cuando eso sucedió, algunos excelentes oradores se negaron de plano a intentarlo. Daban la imagen de ser hombres espirituales y entregados al servicio del Señor, pero cuando se les demostró lo que Jehová esperaba que hicieran, salieron a la superficie sus verdaderas intenciones y motivaciones. Su actitud los llevó a ser desaprobados por Dios y a terminar abandonando su organización (Mat. 10:1-6; Hech. 5:42; 20:20).

      11 ¿Qué sucedió con los que permanecieron leales? ¿Acaso les resultó fácil ir de puerta en puerta? Claro que no. A muchos se les hizo cuesta arriba, sobre todo al principio. La diferencia es que ellos fueron obedientes. Poco a poco vencieron sus temores, y Jehová los bendijo abundantemente. ¿Y usted? ¿Qué hace cuando se le invita a probar un método de predicación al que no está acostumbrado? ¿Está dispuesto a intentarlo?

      Cuando un ser querido deja a Jehová

      12, 13. a) ¿Por qué exige Jehová que se expulse a quienes cometen pecados graves y no se arrepienten? b) ¿A qué difícil prueba de lealtad se enfrentan algunos padres?

      12 Como bien sabemos, Jehová solo acepta a quienes se mantienen puros física, moral y espiritualmente (léase Tito 2:14). Ahora bien, este principio puede plantearnos pruebas de lealtad especialmente duras. Por poner un ejemplo, imaginemos que un matrimonio ejemplar ve cómo su único hijo abandona la verdad. El joven desprecia la relación espiritual que lo une a Jehová y a sus padres, opta por “disfrutar temporalmente del pecado” y acaba siendo expulsado (Heb. 11:25).

      13 Sus padres quedan destrozados. Por supuesto, ellos conocen perfectamente las instrucciones bíblicas para estos casos: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre” (1 Cor. 5:11, 13). Comprenden que la palabra “cualquiera” también incluye a los familiares que no vivan en la misma casa que ellos. Pero experimentan emociones encontradas, pues quieren mucho a su hijo. Por eso, tal vez razonen: “Si limitamos al máximo la relación con él, ¿cómo vamos a ayudarlo a volver a Jehová? ¿No sería mejor ser un poco más flexibles?”.b

      14, 15. ¿A qué decisión se enfrentan los padres de un expulsado?

      14 Compartimos el dolor de tales padres. Ellos no se encuentran en esta situación por voluntad propia. Fue el propio hijo quien, cuando tuvo en sus manos la decisión de corregirse, prefirió seguir en el mal camino, aun sabiendo que eso afectaría gravemente la relación con ellos y con la congregación. Es natural que los padres sientan desconsuelo e impotencia.

      15 Pero ellos también tienen en sus manos una decisión: ¿obedecerán las claras instrucciones de Jehová? Es cierto que, en contadas ocasiones, será preciso reunirse con el hijo para atender algún asunto familiar importante. Pero ¿utilizarán esta excepción como excusa para relacionarse sin que haya necesidad? Al decidir lo que van a hacer, no deben pasar por alto lo que piensa Jehová. Él estableció la expulsión con un propósito: mantener limpia su organización y, si es posible, lograr que el pecador recapacite. ¿Cómo pueden contribuir los padres a que se cumpla este propósito?

      16, 17. ¿Qué nos enseña el ejemplo de Aarón?

      16 Aarón, el hermano de Moisés, se enfrentó a una situación parecida con dos de sus hijos, Nadab y Abihú. Jehová los castigó con la muerte por haber cometido la grave ofensa de ofrecerle incienso de forma impropia. ¡Qué doloroso debió de ser para su padre saber que nunca más volvería a verlos, hablarles ni estar con ellos! Pero eso no fue todo. Aarón y sus demás hijos recibieron la orden divina de evitar las muestras de duelo acostumbradas: “No vayan a dejar sus cabezas desaseadas, y no deben rasgar sus prendas de vestir, para que no mueran ustedes y para que no se indigne [Dios] contra toda la asamblea” (Lev. 10:1-6). De este episodio extraemos una clara lección: nuestro amor a Jehová siempre debe estar por encima de nuestro amor a un familiar, y más aún si no se arrepiente de sus pecados.

      17 En la actualidad, Dios no ejecuta de inmediato a quienes violan sus leyes. En su gran amor, les concede la oportunidad de demostrar arrepentimiento. Claro, si un hijo es expulsado, es porque no ha aprovechado esta oportunidad. Por tanto, ¿qué sucedería si sus padres siguieran relacionándose con él innecesariamente? ¿No consideraría Jehová que lo están poniendo a prueba?

      18, 19. ¿Qué alegría pudieran recibir los cristianos que obedecen las instrucciones de Jehová sobre el trato con familiares expulsados?

      18 Muchos cristianos que estuvieron fuera de la congregación y fueron readmitidos reconocen que la firmeza de sus familiares y amigos fue lo que les hizo recapacitar. En una carta que recomendaba la readmisión de una joven, los ancianos de su congregación escribieron que algo que la ayudó a cambiar fue que “su hermano respetó las medidas disciplinarias de la expulsión”. Ella reconoció que ver a este miembro de su familia “obedecer fielmente los principios bíblicos la animó a regresar”.

      19 Tal como hemos visto en este artículo, no podemos dejarnos llevar por el corazón. Aunque nos cueste obedecer algún principio bíblico, debemos hacerlo con la absoluta seguridad de que la mejor manera de afrontar los problemas es la que Jehová nos enseña.

      “La palabra de Dios es viva”

      20. ¿Qué dos aplicaciones tiene Hebreos 4:12? (Véase también la nota.)

      20 Cuando Pablo afirmó en Hebreos 4:12 que “la palabra de Dios es viva”, no se refería específicamente a la Biblia. El contexto muestra que estaba hablando del conjunto de las promesas divinas.c La idea principal es que estas no son palabras muertas, vacías, sino que siempre se cumplen. Eso mismo es lo que había destacado el propio Jehová al asegurar: “Así resultará ser mi palabra [...]. No volverá a mí sin resultados, sino que [...] tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isa. 55:11). Por tanto, no hay razón para que nos impacientemos si las cosas no avanzan tan rápido como quisiéramos. Jehová “ha seguido trabajando” y lo seguirá haciendo hasta que su propósito termine de cumplirse (Juan 5:17).

      21. ¿Qué ánimo les brinda Hebreos 4:12 a los miembros de la “gran muchedumbre” de más edad?

      21 Hay miembros de la “gran muchedumbre” que llevan décadas sirviendo a Jehová (Rev. 7:9). Muchos no esperaban tener que llegar a la vejez, pero no han permitido que eso los desanime (Sal. 92:14). ¿Por qué? Porque saben que “la palabra de Dios es viva”, pues Jehová está trabajando para que sus promesas se cumplan sin falta. A él le importa mucho su propósito y le alegra comprobar que a nosotros también. Durante el séptimo día en el que vivimos, Jehová ha estado descansando, con la certeza de que su voluntad se cumplirá y de que su pueblo siempre vivirá en conformidad con ella. Como hemos aprendido, todos podemos entrar en el descanso de Dios. ¿Lo ha hecho usted ya?

      [Notas]

      a Aunque muchos líderes judíos obedecían la Ley mosaica al pie de la letra, cuando llegó Jesús no lo reconocieron como el Mesías. El problema fue que no quisieron ver cómo estaba desarrollando Dios su propósito.

      b Hallará más información en las páginas 207 a 209 del libro “Manténganse en el amor de Dios”.

      c En nuestros tiempos, Dios nos habla por medio de la Biblia, la cual consigue que hagamos grandes cambios en nuestra vida. Por lo tanto, la explicación de Pablo en Hebreos 4:12 también es aplicable a las Escrituras.

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