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¿Tiene solución el problema de la delincuencia?¡Despertad! 2008 | febrero
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Refiriéndose a las medidas que se adoptan con el fin de contener la delincuencia, el autor arriba citado escribió: “Tras su paso por la cárcel, [el delincuente] tal vez sea más astuto y más cauto, pero no deja de aprovecharse de otros ni de cometer fechorías. Los índices de reincidencia solo reflejan el número de los que no han sido lo bastante cuidadosos para evitar que los capturen [otra vez]”. En efecto, las cárceles suelen convertirse en “escuelas de etiqueta” donde, sin proponérselo, se ayuda al malhechor a refinar su comportamiento antisocial (véase el recuadro de la página 7 “¿Escuelas de delincuencia?”).
Por otra parte, la impunidad de los delitos envía a los delincuentes un mensaje equivocado: que el crimen sí paga; esto los incentiva a proseguir sus actividades con más osadía. Como escribió un antiguo rey: “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, por eso el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo” (Eclesiastés 8:11).
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¿Tiene solución el problema de la delincuencia?¡Despertad! 2008 | febrero
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El delito nace de adentro
La Biblia pone el acento en la persona interior más bien que en las circunstancias. Santiago 1:14, 15 explica: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado”. Los malos pensamientos alimentan los malos deseos; estos, a su vez, pueden traducirse en acciones perjudiciales. Por ejemplo, la simple curiosidad por la pornografía puede tornarse en una obsesión por el sexo que lleve a una persona a hacer realidad sus fantasías, quizás traspasando la ley.
Otro factor es la importancia que el mundo atribuye al yo, al dinero, a los placeres y a la gratificación instantánea. La Biblia predijo lo siguiente para nuestros tiempos: “En los últimos días [...] los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] feroces, sin amor del bien [...] [y] amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:1-5). Lamentablemente, dichas actitudes se ven fomentadas por el cine, los videojuegos, la literatura y los malos modelos de conducta, lo que favorece el crecimiento del delito.b
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¿Tiene solución el problema de la delincuencia?¡Despertad! 2008 | febrero
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a Los trastornos mentales pueden ser un factor en algunos delitos, máxime en países donde los enfermos mentales deambulan por las calles y tienen acceso a las armas. Pero este complejo tema no es el que nos ocupa ahora.
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