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Sirvo con alegría a pesar de las enfermedadesLa Atalaya 2006 | 1 de junio
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NACÍ el 11 de octubre de 1922 en el seno de una familia de nueve hijos, cuatro varones y cinco niñas. Vivíamos en el pueblo de Xylophaghou (Chipre). Aunque mis padres disfrutaban de una buena posición económica, para criar a una familia tan numerosa debían trabajar mucho en el campo.
Mi padre, Antonis, era un hombre estudioso e inquisitivo por naturaleza. Poco después de mi nacimiento, fue a visitar al maestro del pueblo y allí vio un tratado titulado El púlpito del pueblo, editado por los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová). Comenzó a leerlo y enseguida le encantó lo que leyó. A raíz de aquello, mi padre y un amigo suyo llamado Andreas Christou fueron de los primeros isleños en relacionarse con los testigos de Jehová.
Crecimiento a pesar de la oposición
Con el tiempo, ambos obtuvieron más publicaciones de los testigos de Jehová basadas en la Biblia. Pronto, mi padre y Andreas se sintieron impulsados a hablar a sus vecinos de las verdades bíblicas que estaban aprendiendo. Su predicación provocó una intensa oposición por parte del clero ortodoxo griego y de otras personas que pensaban que los testigos de Jehová eran una mala influencia.
Por otro lado, muchos lugareños no podían sino respetar a estos dos maestros de la Biblia. Mi padre era conocido por su carácter amable y generoso. Le gustaba ayudar a las familias pobres. A veces, ya bien entrada la noche, salía sigilosamente de casa para dejar trigo o pan en la puerta de esas familias. Su conducta cristiana desinteresada hizo que el mensaje de aquellos dos ministros fuera aún más atrayente (Mateo 5:16).
El resultado fue que una docena de personas se interesaron en el mensaje bíblico. Cuando su aprecio por la verdad creció, sintieron que debían reunirse en diversos hogares para estudiar la Biblia juntos. Nikos Matheakis, un evangelizador de tiempo completo de Grecia, llegó a Chipre alrededor de 1934 y se reunió con el grupo de Xylophaghou. Con paciencia y determinación, el hermano Matheakis contribuyó a organizar el grupo y lo ayudó a entender mejor las Escrituras. Ellos formaron el núcleo de la primera congregación de los testigos de Jehová que hubo en Chipre.
Como la obra cristiana seguía progresando y más gente aceptaba la verdad bíblica, los hermanos vieron necesario tener un sitio fijo donde celebrar las reuniones. George —mi hermano mayor— y su esposa, Eleni, ofrecieron un cobertizo que usaban como granero, situado al lado de su casa. Hubo que repararlo hasta transformarlo en un lugar apropiado para celebrar las reuniones, y así fue como los hermanos llegaron a ser propietarios del primer Salón del Reino de la isla. ¡Qué agradecidos estaban! ¡Y cómo estimuló aquello el crecimiento!
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Sirvo con alegría a pesar de las enfermedadesLa Atalaya 2006 | 1 de junio
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[Ilustración de la página 17]
El primer Salón del Reino, en Xylophaghou, todavía en uso
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