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La lucha por la dominación mundial... ¿quién ganará?La Atalaya 1986 | 15 de octubre
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Cómo comenzó esta lucha
Muchos libros de historia moderna indican que la rivalidad actual entre el Oriente y el Occidente comenzó poco después de terminar la II Guerra Mundial. No obstante, la historia bíblica señala que esa rivalidad es la continuación de una lucha por tomar el mando del mundo, lucha que comenzó hace casi 2.300 años.
Si usted ha leído la historia de la antigua Grecia, sabe que Alejandro Magno convirtió esta nación en un imperio. Esto lo había predicho el profeta bíblico Daniel. Exactamente según indicaba la profecía, después que el “rey poderoso” murió en 323 a.E.C., el imperio fue finalmente “dividido hacia los cuatro vientos”, es decir, entre cuatro de sus generales. (Daniel 11:2-4.) De estos, Seleuco I Nicátor tomó control de Siria y Mesopotamia, territorios al norte y este de Judá, tierra natal de Daniel. Ptolomeo Lago, otro general griego, se apoderó de Egipto y Palestina, lo que lo situaba al sur y oeste del territorio dominado por Seleuco Nicátor. Sus ubicaciones relativas los convirtieron respectivamente en “el rey del norte” y “el rey del sur”. (Daniel 11:5, 6.)
El “norte” y el “sur” se convirtieron en términos simbólicos de las naciones poderosas que desempeñaban algún papel proféticoa. A través de los siglos, son varias las naciones que han asumido el papel de estos dos “reyes”; pero tales naciones siempre han encajado con los equivalentes proféticos. Siempre han sido conocidas por su rivalidad, mientras que han estado ocupando territorios que, por lo general, se encuentran relativamente al norte y al sur unos de otros.
En la actualidad esos papeles corresponden a las designaciones de “Oriente” y “Occidente”. Estas designaciones también son simbólicas, ya que los territorios se traslapan unos a otros. Las designaciones bíblicas de “norte” y “sur” son términos simbólicos igualmente apropiados, a pesar de circunstancias territoriales similares.
El dios del “rey del norte”
Mirando atentamente hacia “el tiempo del fin”, Daniel dijo que “el rey del norte” se ‘ensalzaría sobre todo dios’ sin ‘dar consideración’ al “Dios de sus padres”. En su lugar, daría gloria “al dios de las plazas fuertes [...] por medio de oro [...], plata [...], piedra preciosa y [...] cosas deseables” antes de que ‘llegara hasta su mismo fin’. (Daniel 11:35-39, 45.)
Por ser principalmente ateo, el actual “rey del norte” niega la existencia de Dios y con frecuencia ha suprimido la religión. Para ejercer su influencia a nivel internacional, depende más de los armamentos y del militarismo que de otros medios. De modo que hace mucho uso de sus recursos financieros para ‘dar gloria’ “al dios de las plazas fuertes”. En comparación, aunque el moderno “rey del sur” también glorifica los armamentos y el militarismo, reconoce a otros dioses, y muchos de entre su pueblo están muy envueltos en la religión.
La lucha del día moderno por el poder
Señalando hacia acontecimientos de nuestro día, la profecía dice: “En el tiempo del fin el rey del sur se envolverá con [el rey del norte] en un empuje, y contra él el rey del norte se lanzará como tempestad con [equipo militar]; y [el rey del norte] ciertamente entrará en los países e inundará y pasará adelante”. (Daniel 11:40.)
Probablemente usted esté al tanto de que desde la II Guerra Mundial la ideología y el control del “rey del norte” han ganado mucho terreno, a pesar de las guerras que se han peleado para impedírselo. Cuánto logrará avanzar al ‘entrar en los países, e inundarlos y pasar adelante’, todavía queda por verse; pero el moderno “rey del sur” ha tratado de obstaculizar la invasión que aquel hace al llamado mundo libre. De modo que estos antagonistas se envuelven en “un empuje” que ahora se ha convertido en una acelerada carrera armamentista y espacial. Entretanto, se acusan uno al otro de querer gobernar al mundo.
Daniel dice además: “Él [el rey del norte] verdaderamente gobernará sobre los tesoros escondidos [...] y sobre todas las cosas deseables de Egipto. Y los libios y los etíopes irán en sus pasos”. (Daniel 11:43.) Puede que esto se refiera a los recursos naturales; y el moderno “rey del norte” tiene control sobre territorios abundantes en recursos minerales, incluso el petróleo. También tiene una gran influencia sobre territorios que están fuera de su dominio pero que contienen valiosos recursos naturales. Todos nosotros tenemos razones para vigilar con interés hasta dónde llegará su influencia económica y si obtendrá mayor control de estos recursos.
¿Quién ganará?
¿Qué refrena a estos reyes de entrar abiertamente en una guerra final? Un factor principal es que mutuamente tienen pavor del poder destructor de sus armas nucleares. Prefieren negociar tratados, aunque rara vez los respeten. Es tal como Daniel predijo: “En una misma mesa una mentira es lo que seguirán hablando. Pero nada tendrá éxito, porque el fin todavía es para el tiempo señalado”. (Daniel 11:27.)
Así que, con toda probabilidad, usted desea saber qué sucederá finalmente. ¿Lograrán con el tiempo negociar una paz duradera? O, ¿vencerá uno al otro? De acuerdo con la profecía de la Palabra de Dios, la respuesta a ambas preguntas es: ¡No! ¿Por qué? Porque un tercer rey los vencerá y obtendrá el dominio sobre el mundo. De modo que habrá un cambio de gobernación... ¡y será pronto!
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Un cambio de gobernación... ¡pronto!La Atalaya 1986 | 15 de octubre
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Aún otro rey
Antes de profetizar acerca del ‘rey del norte y el rey del sur’, Daniel tuvo la siguiente visión profética respecto al rey escogido por Dios: “Con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días [Jehová Dios] obtuvo acceso [...] Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos sirvieran aun a él. Su gobernación [...] no pasará, y su reino [...] no será reducido a ruinas”. (Daniel 7:13, 14.)
Esa visión siguió describiendo a una serie de gobiernos mundiales semejantes a bestias. Y, en realidad, “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”, con la crueldad de una bestia. (Eclesiastés 8:9.) Los hombres también han gobernado bajo el control bestial de los príncipes rebeldes de la región de los espíritus, entre quienes Satanás mismo es el principal. (Daniel 7:17; 10:13; compárese con Revelación 12:9; 13:2-4.) En contraste con estos, “alguien como un hijo del hombre” recibe de Jehová Dios la autoridad para gobernar. Este gobernante nombrado por Dios tiene las cualidades apropiadas para gobernar a humanos que originalmente fueron hechos “a la imagen de Dios”. (Génesis 1:27.) Pero ¿quién es este?
Cuando estuvo en la Tierra hace 1.900 años, Jesús aplicó a sí mismo el término “Hijo del hombre”. Dado que era humano, literalmente fue “un hijo del hombre” y desplegó perfectamente cualidades excelentes, tales como amor, compasión y justicia. También dio su vida para rescatar a los humanos, desempeñando así el papel de parentesco más cercano de la humanidad... verdaderamente un “Hijo del hombre”. (Mateo 20:28; Hebreos 2:11-17.)
Al hacer aplicación adicional de la profecía de Daniel, Jesús dijo: “Verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria”. Más tarde él se representó a sí mismo en un cuadro similar, diciendo: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, [...] se sentará sobre su glorioso trono”. (Mateo 24:30; 25:31.) Ahora Jesús no es meramente un hombre sobre la Tierra. Desde su muerte y resurrección en 33 E.C., él ha sido un espíritu celestial a la imagen de Dios. En contraste con los gobernantes humanos, él es el único Rey “que tiene inmortalidad, que mora en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver”. (1 Timoteo 6:16.) Su gobernación real no tendrá las características bestiales de los espíritus inicuos que han ejercido influencia en los gobiernos humanos.
De modo que Jesús es el único Rey nombrado por Dios como Su Mesías, o Cristo, y autorizado para gobernar sobre toda la Tierra. (Daniel 7:14.) Esto significa que todos los gobiernos humanos, incluso “el rey del norte” y “el rey del sur”, tienen que llegar a su fin y ser reemplazados por el Reino de Dios bajo la gobernación de Cristo. (Daniel 2:44; compárese con Salmo 2:7, 8, 12.)
“El gran Príncipe” asume poder
Sin embargo, Jesús no comenzó a gobernar a la humanidad en 33 E.C. Él tenía que esperar por algún tiempo. Fue solo después de esto que Jehová lo autorizó para ‘ir sojuzgando en medio de sus enemigos’. (Salmo 110:1, 2; Hechos 2:32-36.) Daniel predijo esto al decir: “Durante aquel tiempo se pondrá de pie Miguel, el gran príncipe [...] Y ciertamente ocurrirá un tiempo de angustia como el cual no se ha hecho que ocurra uno desde que hubo nación hasta aquel tiempo”. (Daniel 12:1.)
Daniel declaró esta profecía después de indicar que la lucha entre “el rey del norte” y “el rey del sur” en el actual “tiempo del fin” estaría llegando a su culminación. Al llegar a este punto, uno de estos ‘reyes’ ‘saldría en gran furia’ para aniquilar a mucha gente. (Daniel 11:40, 44, 45.) Será entonces cuando Miguel, ‘quien está plantado a favor del’ propio pueblo de Dios, actuará decisivamente para que este pueda escapar. (Compárese con Daniel 11:2, 3, 7, 20, 21; 12:1.)
Sin embargo, ¿cómo se relaciona esto con Jesús? Recuerde que él incluyó la profecía de Daniel en lo que dijo respecto a un tiempo futuro cuando él mismo se haría valer como Rey. En relación con esto, también habló acerca de una “gran tribulación” que no tendría paralelo. (Mateo 24:21, 29-31.) Claramente se estaba refiriendo al “tiempo de angustia” del cual habló Daniel respecto a Miguel. (Compárese con Mateo 24:15; Daniel 11:31.) Así que Jesús se identificó a sí mismo como Miguel, quien se pondría de pie para gobernar.
Tanto Jesús como Daniel dieron esas profecías al describir los sucesos que tendrían lugar durante “el tiempo del fin”. Estos sucesos se han cumplido de manera notable desde 1914. Fue entonces cuando Jesús asumió poder como Rey celestial y empezó a reinar en medio de sus enemigos. (Mateo 24:3, 7-12.)
Un paraíso mundial... ¡pronto!
Probablemente usted se haya dado cuenta de que las naciones no han reconocido al Reino de Cristo. Rechazan el mensaje acerca del establecimiento de este Reino y continúan apoyando sus propias soberanías. Para ellos tal mensaje es necedad. Por eso, ‘ni uno de los gobernantes de este sistema de cosas ha llegado a conocer’ la sabiduría de Dios al escoger a Cristo como Rey. Cegados por un sistema bajo el control de Satanás y sus príncipes rebeldes de la región de los espíritus, están en oposición al Reino Mesiánico. (1 Corintios 2:8; compárese con Lucas 4:5, 6; 2 Corintios 4:4.)
Por eso, como Jesús predijo, los que predican fielmente acerca de ese Reino son perseguidos. Y llegarán a estar bajo ataque aun más severo. (Mateo 24:9, 14; Daniel 11:44, 45; compárese con Ezequiel 38:14-16.) Sin embargo, Jesús saldrá como “Rey de reyes y Señor de señores” para pelear a favor de su pueblo. Esta batalla resultará en victoria completa para el Rey escogido por Dios. Los que salen a atacar a su pueblo ‘llegarán hasta su mismísimo fin, y no habrá ayudante para ellos’. Todos los demás ‘reyes’ serán reducidos a ruina. (Revelación 11:15, 18; 19:11, 16, 19-21; Salmo 2:1-3, 6-9.)
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