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  • Su fe superó una prueba difícil
    Prestemos atención a las profecías de Daniel
    • ¡AL HORNO ARDIENTE!

      18, 19. ¿Qué sucedió cuando se arrojó a los tres hebreos al horno ardiente?

      18 Enfurecido, Nabucodonosor ordenó a sus siervos que calentaran el horno siete veces más que de costumbre y luego mandó a “ciertos hombres físicamente capacitados de energía vital” que ataran a Sadrac, Mesac y Abednego y los arrojaran en el “horno ardiente de fuego”. Siguiendo sus instrucciones, los echaron en el fuego atados y vestidos por completo, quizá para que ardieran lo más rápidamente posible. No obstante, fueron los siervos de Nabucodonosor quienes perecieron abrasados (Daniel 3:19-22).

      19 Pero algo insólito estaba ocurriendo. Aunque Sadrac, Mesac y Abednego se hallaban en medio del horno de fuego, las llamas no los consumían. ¡Imagínese el asombro de Nabucodonosor! Pese a que los habían arrojado bien atados a aquel fuego devorador, aún seguían con vida, y hasta se paseaban entre las llamas con toda libertad. Pero Nabucodonosor se percató de algo más. “¿No fueron tres los hombres físicamente capacitados que arrojamos atados en medio del fuego?”, preguntó a los encumbrados funcionarios reales. “Sí, oh rey”, respondieron. Nabucodonosor gritó: “¡Miren! Contemplo a cuatro hombres físicamente capacitados que se pasean libres en medio del fuego, y no sufren daño, y la apariencia del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses” (Daniel 3:23-25).

      20, 21. a) ¿De qué se percató Nabucodonosor en cuanto a Sadrac, Mesac y Abednego cuando estos salieron del horno? b) ¿Qué tuvo que reconocer Nabucodonosor?

      20 Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno ardiente y exclamó: “¡Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan acá!”. Los tres hebreos salieron caminando de en medio del fuego y sin duda dejaron atónitos a cuantos presenciaron aquel milagro, entre ellos los sátrapas, prefectos, gobernadores y altos funcionarios. ¡Era como si aquellos tres jóvenes nunca hubieran entrado en el horno! Ni siquiera olían a humo, y ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado (Daniel 3:26, 27).

      21 Nabucodonosor se vio obligado a reconocer que Jehová es el Dios Altísimo. Dijo: “Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, quien envió a su ángel y rescató a sus siervos que confiaron en él y que cambiaron la palabra misma del rey y entregaron sus cuerpos, porque no quisieron servir y no quisieron adorar a ningún dios en absoluto excepto a su propio Dios”. A continuación, el rey añadió esta seria advertencia: “De mí una orden se emite, que cualquier pueblo, grupo nacional o lenguaje que diga cualquier cosa mala contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego sea desmembrado, y su casa sea convertida en excusado público; puesto que no existe otro dios que pueda librar como este”. Así, los tres hebreos recuperaron el favor del rey y ‘prosperaron en el distrito jurisdiccional de Babilonia’ (Daniel 3:28-30).

  • Su fe superó una prueba difícil
    Prestemos atención a las profecías de Daniel
    • [Ilustración a toda plana de la página 78]

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