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  • Ayúdeles a escoger bien su futuro cónyuge
    ¡Despertad! 1992 | 22 de junio
    • En países donde los jóvenes acostumbran a salir con los del sexo opuesto, existe mucha presión para que se emparejen a una edad cada vez más temprana. “Padres de niños de diez años me dicen que se ven sometidos a intensa presión para dejar salir a sus hijos en parejas —dijo el psicólogo clínico neoyorquino Ronald W. Taffel⁠—. Casi de repente, los padres se ven luchando con cuestiones que no esperaban que surgieran hasta [que sus hijos llegaran a] la adolescencia.”

      ¿Cuáles serán probablemente las consecuencias de que usted ceda y permita que sus hijos empiecen a salir en parejas a una edad muy temprana? La revista de la Asociación Médica Estadounidense —The Journal of the American Medical Association⁠— comentó: “La costumbre de salir en parejas a una edad muy temprana está estrechamente relacionada con la iniciación de [las relaciones sexuales]”. Sí, usted seguramente ha leído informes acerca del “creciente número de muchachas de entre diez y catorce años que dan a luz”.

      Así pues, ¿qué puede hacer usted para ayudar a sus hijos?

      Enséñeles desde temprana edad

      Los padres han de inculcar en sus hijos cualidades cristianas positivas y deben ayudarles a cultivarlas. También han de ayudarles a identificar estas cualidades en la persona que puede llegar a ser su cónyuge. Cuando su hijo o su hija saque el tema de salir en parejas, explíquele que no está bien que adolescentes muy jóvenes —y mucho menos niños⁠— salgan en parejas como simple pasatiempo. Hágale ver que solo quienes tienen edad suficiente como para pensar seriamente en el matrimonio deben salir en parejas.

  • Ayúdeles a escoger bien su futuro cónyuge
    ¡Despertad! 1992 | 22 de junio
    • Prepárelos para afrontar problemas

      Cuando usted haya decidido que sus hijos tienen la edad suficiente para salir en pareja con alguien, recálqueles lo sensato de familiarizarse con esa persona en lugares públicos, tales como restaurantes, museos, parques zoológicos y galerías de arte, donde pueden hablar y llegar a conocerse el uno al otro sin estar aislados de otras personas. Ayúdeles a comprender por qué es mucho más sensato ese proceder que el de pasar tiempo a solas en un automóvil estacionado o en cualquier otro lugar donde no haya ninguna otra persona cerca. También es importante enseñarles que cuando regresen a casa con su pareja, lo apropiado es despedirse en la puerta y no permitir que pase adentro, a menos, por supuesto, que usted esté levantado y presente.

      Advierta a sus hijos de lo que puede pasar. Por ejemplo, en un periódico se publicó la noticia de una estudiante que después de cenar invitó a su pareja a entrar en su habitación para bailar y charlar. Aunque él le hizo ciertas insinuaciones, ella no insistió en que se marchase. Cuando ella protestaba, él simplemente se disculpaba por sus actos, pero intentaba de nuevo seducirla. La noticia dice: “Finalmente, casi al amanecer, consiguió lo que quería” violándola. ¡Qué final tan trágico!

      Por eso, procure que sus hijos sepan qué deben hacer si alguien siquiera les propusiese cometer actos inmorales. Deben huir de la situación tal como el joven José huyó de la insistente esposa de Potifar. (Génesis 39:7-12.) Explique a sus hijos que, por lo general, el tan trillado argumento de “si me quieres lo harás” no es más que un pretexto para engañar. El que utiliza este argumento probablemente lo hace por costumbre, para luego abandonar a su víctima e ir a por una nueva conquista. Su hijo —o hija⁠— debería saber que un no firme y categórico es la mejor respuesta a una proposición inmoral.

      Enseñe sin falta a su hija a evitar situaciones que pudieran llevar a que la violasen. Enfatícele la necesidad de conocer a fondo al joven con el que salga, y de que usted, como padre o madre de ella, también le conozca bien. Si sus hijos ya no viven cerca de usted, recálqueles la importancia de preguntar a un superintendente cristiano respecto a la persona con la que piensan casarse. Recuerde que, como en el primer siglo, hoy día también hay personas engañosas que se meten disimuladamente en la congregación afirmando ser cristianas. (2 Pedro 2:13-15, 17, 18.)

      Además, usted debe enseñar a su hijo que los hombres de verdad no hieren a sabiendas a otras personas; más bien, las cuidan y las protegen. Los hombres de verdad no se dejan llevar por sus impulsos; saben dominarlos. Su hijo debe tratar a las personas del sexo opuesto como si fueran madres o hermanas suyas, con honra y respeto. (1 Timoteo 5:1, 2.)

      Nunca deje que sus hijos olviden este principio básico: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres”. (1 Corintios 15:33, Serafín de Ausejo.) Por consiguiente, sus hijos deben reconocer la importancia de no aceptar la compañía de nadie que no lleve una vida moralmente limpia. Usted debería dejarles bien claro desde la infancia que, aunque otros quizás no vean lo que ellos hacen, Dios siempre lo ve, y Él pagará a cada uno de nosotros conforme a nuestras obras. (Romanos 2:⁠6.)

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