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  • Seamos sabios: temamos a Dios
    La Atalaya 2006 | 1 de agosto
    • A fin de entender bien lo que significa temer a Dios, meditemos en la vida de uno de tales personajes: el rey David del antiguo Israel.

      5. ¿Qué experiencia le enseñó a David a temer a Jehová?

      5 A diferencia del primer rey de Israel, Saúl, a quien Jehová rechazó por temer al pueblo y no a Él, David fue un hombre temeroso de Dios (1 Samuel 15:24-26). Así lo demuestran su vida y su estrecha relación con Jehová. Desde muy joven pastoreaba las ovejas de su padre, y las noches que pasó bajo las estrellas sin duda le enseñaron a temer a Jehová (1 Samuel 16:11). Aunque apenas pudo contemplar una pequeña parte de la inmensidad del universo, llegó a la conclusión correcta: Dios merece nuestro respeto y adoración. Más tarde escribió: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre para que cuides de él?” (Salmo 8:3, 4).

      6. ¿Cómo se sintió David al percibir la grandeza de Jehová?

      6 En efecto, David se sentía impresionado al comparar su propia pequeñez con los inmensos cielos estrellados. Pero en vez de atemorizarlo, este hecho lo impulsó a alabar a Jehová y decir: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando” (Salmo 19:1). Ese sentimiento de reverencia lo acercó más a Jehová y le infundió el deseo de aprender sus caminos perfectos y seguirlos. Imaginemos cómo se sentía cuando elevó esta canción a Jehová: “Tú eres grande y estás haciendo cosas maravillosas; tú eres Dios, tú solo. Instrúyeme, oh Jehová, acerca de tu camino. Andaré en tu verdad. Unifica mi corazón para que tema tu nombre” (Salmo 86:10, 11).

      7. ¿Por qué podemos decir que el temor de Dios ayudó a David a enfrentarse a Goliat?

      7 Cuando los filisteos invadieron Israel, su imponente guerrero Goliat —de unos tres metros de altura— desafió a los israelitas. En esencia, les dijo: “¡Tráiganme un hombre que luche conmigo! Si él me gana, nosotros les serviremos” (1 Samuel 17:4-10). Saúl y todo su ejército se aterrorizaron, pero David no. Él sabía que es a Jehová a quien hay que temer, y no a ningún hombre, por poderoso que sea. David le dijo a Goliat: “Yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos [...]. Y toda esta congregación sabrá que ni con espada ni con lanza salva Jehová, porque a Jehová pertenece la batalla”. Con su honda y una sola piedra —y, sobre todo, con la ayuda de Jehová—, David derribó al gigante (1 Samuel 17:45-47).

      8. ¿Qué lecciones aprendemos de algunos personajes bíblicos que temieron a Dios?

      8 Quizá nosotros estemos afrontando obstáculos o enemigos tan imponentes como los que afrontó David. ¿Qué podemos hacer? Podemos encararlos del mismo modo que David y otros fieles de la antigüedad: temiendo a Dios. Así es, el temor de Dios vence el temor al hombre. Nehemías, otro siervo fiel, dirigió esta exhortación a sus hermanos israelitas, quienes se veían hostigados por sus adversarios: “No tengan miedo a causa de ellos. Tengan presente a Jehová el Grande y el Inspirador de temor” (Nehemías 4:14). Con el apoyo divino, David, Nehemías y otros siervos de Jehová leales lograron cumplir su comisión. Y si tememos a Dios, nosotros también lo lograremos.

      El temor de Dios nos ayuda a afrontar los problemas

      9. ¿En qué circunstancias mostró David que temía a Dios?

      9 Después de que David mató a Goliat, Jehová le otorgó más victorias. Saúl, celoso, intentó asesinarlo, primero impulsivamente, luego con astucia, y por último con un ejército. Aunque Jehová le había asegurado a David que lo haría rey, durante años este tuvo que huir, luchar y esperar hasta que Jehová le diera el trono. Y en todas estas circunstancias, siempre mostró que temía al Dios verdadero (1 Samuel 18:9, 11, 17; 24:2).

      10. ¿Cómo mostró David que temía a Dios cuando se vio en peligro?

      10 En cierta ocasión, David se refugió en los dominios de Akís, rey de la ciudad filistea de Gat, la misma ciudad donde Goliat había nacido (1 Samuel 21:10-15). Entonces, los siervos del rey lo acusaron de ser un enemigo de la nación. ¿Qué hizo David en aquella peligrosa situación? Oró con fervor a Jehová (Salmo 56:1-4, 11-13). Para escapar, tuvo que fingir que estaba loco, pero él sabía que era Jehová quien lo había liberado al bendecir sus actos. Su confianza absoluta en Él demostró que verdaderamente era un hombre temeroso de Dios (Salmo 34:4-6, 9-11).

      11. Al igual que David, ¿de qué manera podemos demostrar que tememos a Dios cuando atravesamos dificultades?

      11 Al igual que David, nosotros podemos demostrar que tememos a Dios. ¿De qué manera? Confiando en su promesa de ayudarnos cuando atravesamos dificultades. “Haz rodar sobre Jehová tu camino, y fíate de él, y él mismo obrará”, escribió David (Salmo 37:5). Ahora bien, eso no significa que en vez de hacer lo posible por resolver nuestros problemas, se los dejemos a Jehová para que él se encargue de ellos. Después de pedirle ayuda a Dios, David no se quedó cruzado de brazos. Más bien, empleó las capacidades físicas y mentales que Jehová le había dado y afrontó el problema. Sin embargo, sabía que el ser humano no puede depender únicamente de sus propias fuerzas. Y así es como nosotros debemos verlo. Una vez que hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance, tenemos que dejar el resto en manos de Jehová. La verdad es que, muchas veces, lo único que podemos hacer es confiar en él. Entonces es cuando el temor de Dios se convierte en algo mucho más real para nosotros. Sin duda, estas sinceras palabras de David resultan muy alentadoras: “La intimidad con Jehová pertenece a los que le temen” (Salmo 25:14).

      12. Explique por qué debemos tomar muy en serio nuestras oraciones y qué actitud no debemos tener nunca.

      12 Por consiguiente, debemos tomar muy en serio nuestras oraciones y nuestra relación con Dios. Cuando acudimos a Jehová, hemos de “creer que él existe y que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente” (Hebreos 11:6; Santiago 1:5-8). Y cuando nos ayude, debemos ‘mostrarnos agradecidos’, como aconsejó el apóstol Pablo (Colosenses 3:15, 17). Por ello, que nunca tengamos la actitud de ciertas personas, a las que un experimentado cristiano ungido describió así: “Para ellos, Dios es una especie de camarero celestial. Cuando necesitan algo, quieren que con un simple gesto de la mano, él acuda en su ayuda. Y una vez que obtienen lo que quieren, desean que se vaya”. Sin duda, esa actitud revela falta de temor a Dios.

      Cuando el temor de Dios no guía nuestros pasos

      13. ¿Cuándo mostró David falta de respeto a la Ley de Dios?

      13 David recibió la ayuda divina en momentos de angustia, y eso hizo que se profundizaran su temor a Jehová y su confianza en él (Salmo 31:22-24). Sin embargo, hubo tres ocasiones en particular en las que su temor de Dios se debilitó, lo que acarreó graves consecuencias. La primera fue cuando se trasladó el arca del pacto a Jerusalén. En lugar de llevarla sobre los hombros de los levitas —como la Ley de Dios estipulaba—, se utilizó un carruaje. Cuando Uzah, quien iba conduciéndolo, agarró el Arca para estabilizarla, murió en ese mismo instante por su “acto irreverente”. Es verdad que Uzah cometió un grave pecado, pero al fin y al cabo, el trágico suceso se produjo porque David no mostró el debido respeto a la Ley de Dios. Como vemos, temer a Dios significa hacer las cosas como él manda (2 Samuel 6:2-9; Números 4:15; 7:9).

      14. ¿Qué consecuencias tuvo el hecho de que David contara a Israel?

      14 La segunda ocasión fue cuando Satanás lo incitó a contar a los soldados israelitas (1 Crónicas 21:1). Al hacerlo, David evidenció que su temor a Dios se había debilitado, y su acción provocó la muerte de 70.000 personas. Aunque se arrepintió ante Jehová, tanto él como el pueblo sufrieron amargas consecuencias (2 Samuel 24:1-16).

      15. ¿Qué llevó a David a tener relaciones inmorales con Bat-seba?

      15 Una tercera pérdida temporal de su temor a Dios llevó a David a tener relaciones inmorales con Bat-seba, la esposa de Urías. Él sabía que cometer adulterio, o siquiera desear la esposa de otro hombre, constituía un pecado (Éxodo 20:14, 17). El problema comenzó cuando David vio a Bat-seba bañándose. El temor de Dios debería haberlo impulsado a apartar inmediatamente la vista y pensar en otra cosa. En cambio, parece que “sigu[ió] mirando” hasta que su pasión fue más intensa que su temor a Dios (Mateo 5:28; 2 Samuel 11:1-4). Perdió de vista que Jehová debía estar presente en todo aspecto de su vida (Salmo 139:1-7).

      16. ¿Qué sufrimientos le sobrevinieron a David por su pecado?

      16 Como resultado de su relación inmoral, David y Bat-seba tuvieron un hijo. Poco después, Jehová envió a su profeta Natán para enfrentar al rey con su pecado. Tras recobrar el juicio, David volvió a temer a Dios y se arrepintió. Le suplicó a Jehová que no lo abandonara ni le quitara su espíritu santo (Salmo 51:7, 11). Aunque Jehová lo perdonó y suavizó el castigo, no lo libró de sufrir las terribles consecuencias de sus actos. Su hijo murió, y la angustia y la desgracia acompañaron a su familia a partir de entonces. ¡Qué precio tan alto por no temer a Dios! (2 Samuel 12:10-14; 13:10-14; 15:14.)

  • Temamos a Jehová y seremos felices
    La Atalaya 2006 | 1 de agosto
    • Recobraron la felicidad perdida

      3. ¿Qué ayudó a David a recuperarse después de haber pecado?

      3 Como vimos en el artículo anterior, hubo tres ocasiones en particular en las que David pecó por no mostrar el debido temor de Dios. Sin embargo, su manera de responder a la disciplina de Jehová indicó que, en esencia, era una persona temerosa de Dios. La reverencia y el respeto que sentía por Dios lo impulsaron a reconocer la culpa, cambiar de conducta y recuperar su buena relación con Jehová. Aunque sus errores le acarrearon sufrimiento tanto a él como a otras personas, Jehová lo siguió apoyando y bendiciendo debido a su arrepentimiento sincero. Hoy día, el ejemplo de David sin duda puede infundir valor a los cristianos que hayan pecado gravemente.

  • Temamos a Jehová y seremos felices
    La Atalaya 2006 | 1 de agosto
    • Es mejor sufrir que pecar

      5, 6. Señale en qué dos ocasiones David le perdonó la vida a Saúl, y explique por qué lo hizo.

      5 Por supuesto, es mucho mejor que nuestro temor de Dios nos impida llegar al punto de pecar. Veamos ilustrado este hecho en el caso de David. En cierta ocasión, Saúl —quien lo perseguía con 3.000 soldados— entró precisamente en la misma cueva donde David se había escondido con sus hombres. Estos lo animaron a matar a Saúl. ¿Acaso Jehová no le estaba entregando en bandeja a su mortal enemigo? David se acercó sigiloso a Saúl y le cortó un trozo de su vestidura. Pero, porque temía a Dios, hasta ese acto relativamente inofensivo le perturbó la conciencia. De ahí que refrenara a sus hombres con estas palabras: “Es inconcebible, de parte mía, desde el punto de vista de Jehová, que yo haga esta cosa a mi señor, el ungido de Jehová” (1 Samuel 24:1-7).b

      6 En una ocasión posterior, cuando Saúl había acampado para pasar la noche, tanto él como sus hombres cayeron en “un sueño profundo procedente de Jehová”. Sin ser vistos, David y su intrépido sobrino Abisai se adentraron hasta el mismo centro del campamento, donde dormía Saúl. Abisai quiso acabar con él de una vez por todas, pero David se lo impidió, diciéndole: “¿Quién ha alargado la mano contra el ungido de Jehová y ha quedado inocente?” (1 Samuel 26:9, 12).

      7. ¿Qué evitó que David pecara?

      7 ¿Por qué no mató David a Saúl en ninguna de las dos oportunidades en que pudo hacerlo? Porque temía a Jehová más que a Saúl. El temor de Dios hacía que, de ser necesario, prefiriera sufrir antes que pecar (Hebreos 11:25). Estaba seguro de que Jehová cuidaría a Su pueblo y también a él personalmente. Además, sabía que si obedecía a Dios y confiaba en él, sería feliz y obtendría muchas bendiciones, mientras que si no lo hacía, incurriría en la desaprobación divina (Salmo 65:4). Asimismo, no tenía ninguna duda de que Dios iba a cumplir su promesa de hacerlo rey en lugar de Saúl, pero en el momento y de la forma en que Jehová lo considerara oportuno (1 Samuel 26:10).

  • Temamos a Jehová y seremos felices
    La Atalaya 2006 | 1 de agosto
    • ‘Fortalecidos mediante Jehová’

      12. ¿Qué efecto fortalecedor tuvo el temor de Dios en David?

      12 Como hemos visto, el temor de Jehová impidió que David pecara. Pero hizo algo más: lo fortaleció para actuar con sabiduría y decisión en momentos difíciles. Cuando huía de Saúl, David y sus hombres se refugiaron durante un año y cuatro meses en Ziqlag, en territorio filisteo (1 Samuel 27:5-7). En cierta ocasión en que los hombres estaban ausentes, una partida de amalequitas saqueó y quemó la ciudad, llevándose a las mujeres, los niños y el ganado. Al regresar y ver lo ocurrido, David y sus compañeros se pusieron a llorar. Sin embargo, el dolor de los hombres pronto se convirtió en amargura, e incluso hablaron de apedrear a David. Aunque estaba afligido, este no cayó en la desesperación (Proverbios 24:10). Impulsado por su temor de Dios, “recurrió a fortalecerse mediante Jehová”. Con el respaldo divino, él y sus hombres alcanzaron a los amalequitas y recuperaron todo lo que era suyo (1 Samuel 30:1-20).

  • Temamos a Jehová y seremos felices
    La Atalaya 2006 | 1 de agosto
    • Una valiosa herencia

      15. ¿Qué deseaba transmitir David a sus hijos, y cómo lo hizo?

      15 David escribió estas palabras: “Vengan, hijos, escúchenme; el temor de Jehová es lo que les enseñaré” (Salmo 34:11). David también fue padre, y estaba decidido a transmitir a sus hijos una herencia muy valiosa: el verdadero temor de Jehová, un temor que es equilibrado y sano. Por sus palabras y actos, David los ayudó a ver cómo es Jehová. No es un Dios exigente y temible, siempre listo para señalar cualquier infracción de sus leyes. Más bien, es un Padre amoroso que perdona a sus hijos terrestres. “Nadie puede darse cuenta de absolutamente todos sus errores”, dijo David. Y para mostrar su confianza en que Jehová no está constantemente buscando faltas en nosotros, añadió: “Así que te pido que me ayudes a no cometer pecados sin darme cuenta”. Estaba seguro de que, si se esforzaba todo lo posible, sus palabras y pensamientos agradarían a Jehová (Salmo 19:12, 14, La Palabra de Dios para Todos).

  • Temamos a Jehová y seremos felices
    La Atalaya 2006 | 1 de agosto
    • Entre “las últimas palabras de David” figuran las siguientes: “Cuando el que gobierna sobre la humanidad es justo, gobernando en el temor de Dios, entonces es como la luz de la mañana, cuando brilla el sol” (2 Samuel 23:1, 3, 4). Es evidente que Salomón, el hijo y sucesor de David, entendió bien esta verdad, pues le pidió a Jehová “un corazón obediente” y la capacidad “para discernir entre lo bueno y lo malo” (1 Reyes 3:9). Reconoció que temer a Jehová es lo que nos hace sabios y felices. Más tarde resumió el libro de Eclesiastés de esta manera: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala” (Eclesiastés 12:13, 14). Si seguimos este consejo, ciertamente comprobaremos que “el resultado de la humildad y del temor de Jehová” no solo es sabiduría y felicidad, sino también “riquezas y gloria y vida” (Proverbios 22:4).

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