David era ‘un hombre agradable al corazón de Jehová’. Se podía ver que así era por su amor a Jehová y Su justicia (características que hasta el cobarde rey Saúl reconoció en David), sí, por sus cualidades de intrepidez, devoción completa a Jehová, dirección hábil y sumisión humilde al orden teocrático. (1 Samuel 13:14; 16:7, 11-13; 17:33-36; 24:9, 10, 17.)

Más bien que por el valor carnal y por ser un experto con la honda, lo que Jonatán llegó a admirar sinceramente en David fue el celo ardiente que lo impulsaba a quitar el vituperio arrojado sobre el nombre de Dios, el hecho de que no buscaba su propio provecho, y su confianza implícita en Jehová. (Compárese con Salmo 8:1, 9; 9:1, 2.)