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¿Nos condicionan las circunstancias?La Atalaya 2004 | 1 de junio
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En el antiguo Israel, el joven David también soportó dificultades. Durante varios años se vio obligado a vivir huyendo, perseguido como un animal por el rey Saúl. Su vida pendía constantemente de un hilo. En cierta ocasión recurrió al sacerdote Ahimélec a fin de conseguir víveres (1 Samuel 21:1-7). Cuando Saúl descubrió que Ahimélec había ayudado a David, ordenó tanto su ejecución como la de los demás sacerdotes y sus familias (1 Samuel 22:12-19). ¿Se imagina la angustia que debió de sentir David al ser indirectamente el causante de esta tragedia?
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Del mismo modo, David no guardó rencor al rey Saúl. Aunque sus hombres lo instaron a matar a Saúl en las dos ocasiones que se le presentaron, dijo: “Es inconcebible, de parte mía, desde el punto de vista de Jehová, que yo haga esta cosa a mi señor, el ungido de Jehová, alargando la mano contra él, pues es el ungido de Jehová”. David dejó el asunto en manos de Dios diciendo a sus hombres: “Tan ciertamente como que Jehová vive, Jehová mismo le asestará un golpe; o vendrá su día y tendrá que morir, o a la batalla bajará, y ciertamente será barrido”. Tiempo después, David incluso compuso una endecha lamentando la muerte de Saúl y el hijo de este, Jonatán. Al igual que José, David no cayó presa del resentimiento (1 Samuel 24:3-6; 26:7-13; 2 Samuel 1:17-27).
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David también obtuvo el máximo beneficio de las circunstancias durante los años que vivió como fugitivo. Mientras permaneció en el desierto de Parán, él y sus hombres protegieron los rebaños de Nabal de partidas merodeadoras. “Un muro fue lo que resultaron ser en derredor nuestro, tanto de noche como de día”, explicó uno de los pastores de Nabal (1 Samuel 25:16). Más adelante, cuando estuvo en Ziqlag, David hizo incursiones en poblaciones dominadas por los enemigos de Israel, en el sur, para asegurar así las fronteras de Judá (1 Samuel 27:8; 1 Crónicas 12:20-22).
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Confiemos en Jehová
La tercera lección es que, en lugar de recurrir a algún medio contrario a las Escrituras para cambiar nuestra situación, debemos confiar en Jehová. El discípulo Santiago escribió: “Que el aguante tenga completa su obra, para que sean completos y sanos en todo respecto, sin tener deficiencia en nada” (Santiago 1:4). Para que el aguante pueda tener “completa su obra”, hemos de permitir que la prueba siga su curso sin ponerle fin rápidamente por medios antibíblicos. Entonces nuestra fe habrá sido probada y refinada, y su poder sustentador, puesto de manifiesto. José y David demostraron esta clase de aguante. No buscaron una solución que pudiera desagradar a Jehová, sino que se esforzaron por aprovechar al máximo la situación. Confiaron en Jehová, y él los bendijo en abundancia. Los utilizó para liberar y guiar a Su pueblo (Génesis 41:39-41; 45:5; 2 Samuel 5:4, 5).
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Jehová nos sostendrá
Meditar sobre la forma en la que personajes bíblicos como José y David se sobrepusieron con éxito a decepciones y circunstancias difíciles puede sernos de utilidad. Aunque sus historias tan solo ocupan unas pocas páginas de la Biblia, sus pruebas duraron muchos años. Preguntémonos: “¿Cómo lograron estos siervos de Dios asimilar su situación? ¿Cómo mantuvieron la alegría? ¿Qué cualidades tuvieron que cultivar?”.
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