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El temor a los muertos está muy extendidoLa Atalaya 1994 | 15 de octubre
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En algunos países latinoamericanos, por ejemplo, mucha gente tiene la costumbre de erigir una pequeña morada con una cruz en el lugar donde alguien ha muerto en un accidente. La gente enciende velas y pone flores en esos lugares para demostrar su interés en el alma o espíritu del difunto, o para ayudarlo. En algunos casos se hacen circular relatos de respuestas “milagrosas” a las oraciones, de modo que las personas empiezan a frecuentar el lugar de la animita, la pequeña morada del alma o espíritu del difunto. Allí hacen mandas, es decir, promesas, de que si el difunto las ayuda a conseguir o recibir algo, como una curación milagrosa, demostrarán su agradecimiento de algún modo especial. Por otra parte, a veces se afirma que el alma de una persona aparece en la oscuridad de la noche, aterrorizando a los presentes. Se suele decir que estas almas están penando, o sea, molestando a los vivos debido a sucesos del pasado.
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El temor a los muertos está muy extendidoLa Atalaya 1994 | 15 de octubre
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[Fotografía en la página 4]
Una “animita” en Chile
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