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Jehová ha hecho “brillar su rostro” sobre ellosLa Atalaya 2009 | 15 de agosto
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EL ROSTRO humano tiene más de treinta músculos. Tan solo para sonreír necesitamos catorce de ellos. ¿Serían igual de animadas nuestras conversaciones si no los tuviéramos? Difícilmente. Pero en el caso de las personas que son sordas, los músculos faciales hacen mucho más que animar las conversaciones. Cuando los gestos de la cara se combinan con los ademanes del cuerpo, es posible transmitir toda clase de ideas. Mucha gente queda asombrada al ver la capacidad que tiene el lenguaje de señas (también llamado lengua de señas o de signos) para expresar los más complejos pensamientos con todo tipo de matices.
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Jehová ha hecho “brillar su rostro” sobre ellosLa Atalaya 2009 | 15 de agosto
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Oír con los ojos
Hay muchos mitos relacionados con los sordos y su idioma, pero no son más que eso: mitos. Los sordos sí pueden conducir vehículos. No les resulta fácil leer los labios. El lenguaje de señas no es igual al braille ni es una pantomima. Tampoco existe un lenguaje de señas universal; más bien, hay muchos lenguajes de señas, cada uno con sus propias variantes regionales.
¿Pueden leer los sordos? Algunos saben leer, pero la realidad es que a la gran mayoría le cuesta mucho hacerlo. ¿Por qué? Porque la palabra escrita es la representación de un idioma hablado. Pensemos en cómo aprende su idioma un niño que tiene la facultad del oído. Desde que nace, está rodeado por personas que le hablan constantemente, de modo que en poco tiempo empieza a pronunciar palabras y formar oraciones. Aprende de manera natural oyendo a la gente hablar. Por eso, cuando el niño empieza a leer, solo debe aprender que los signos que ve en el papel corresponden a los sonidos que ya conoce.
Ahora imagínese que a usted lo llevan a un país extranjero cuyo idioma desconoce por completo y lo encierran en una habitación de cristal totalmente insonorizada. Todos los días viene gente a tratar de hablarle a través del cristal, pero usted no los puede oír; solo puede ver cómo mueven los labios. Cuando se dan cuenta de que no les está entendiendo, empiezan a escribir en un trozo de papel y se lo muestran pensando que ahora sí van a poder comunicarse con usted. ¿Cree que así logrará entenderlos? En realidad, sería casi imposible. ¿Por qué? Porque lo que le escribieron en el papel es la representación de un idioma que usted nunca ha oído. Esa es precisamente la situación en la que se encuentra la mayoría de los sordos.
El lenguaje de señas es el medio de comunicación perfecto para los sordos. El sordo utiliza el espacio que rodea su cuerpo para crear conceptos. Las señas que realiza con los ademanes del cuerpo y las expresiones faciales crean un lenguaje visual con reglas gramaticales bien definidas. Y gracias a este lenguaje puede transmitir información a los demás.
De hecho, cuando un sordo se está comunicando, casi todos los movimientos que realiza con las manos, el cuerpo y el rostro tienen significado. Las expresiones faciales no solo sirven para enfatizar las ideas: son parte integral de la gramática de su idioma. Veamos un ejemplo. En algunos lenguajes de señas hay que levantar las cejas para hacer preguntas retóricas o preguntas que se responden con un sí o con un no. En cambio, para hacer preguntas que en nuestro idioma empiezan con “quién”, “qué”, “dónde”, “cuándo”, “por qué” o “cómo” hay que bajarlas. Y ciertos movimientos de la boca sirven para indicar el tamaño de un objeto o la intensidad de una acción. La manera en que el sordo mueve la cabeza, los hombros, las mejillas, los párpados y los ojos añade sutiles matices de significado a las ideas que está transmitiendo.
Todos estos gestos y movimientos convierten al lenguaje de señas en un idioma muy rico y expresivo que permite comunicar cualquier concepto, sea este poético, técnico, romántico, cómico, concreto o abstracto.
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