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  • Se salvan obstáculos en Panamá
    La Atalaya 2006 | 15 de abril
    • La sordera no es impedimento

      En Panamá, muchas familias con miembros sordos tienden a sentirse avergonzadas. A veces, a los sordos se les niega todo tipo de educación, y muchos se sienten aislados y excluidos, pues comunicarse con ellos resulta muy difícil.

      Era evidente que algo había de hacerse para llevar las buenas nuevas a personas con este impedimento. Animados por un superintendente viajante, un grupo de precursores y publicadores entusiastas se pusieron a aprender la lengua de señas panameña, iniciativa que produjo buenos resultados.

      A finales de 2001, ya había en la ciudad de Panamá, la capital, un grupo de lengua de señas, cuya asistencia a las reuniones rondaba las veinte personas. A medida que dominaban mejor el idioma, los publicadores lograban llegar a numerosos sordos que “oían” por primera vez la verdad bíblica. Muchos Testigos cuyos hijos tenían esta discapacidad también comenzaron a asistir a las reuniones y descubrieron que estos entendían con mayor facilidad las enseñanzas bíblicas y tomaban más a pecho la verdad. En no pocas ocasiones los padres aprendieron el idioma de signos, lo que les permitió comunicarse mejor con sus hijos. Así pudieron ayudarlos espiritualmente y fortalecer a sus familias. La experiencia de Elsa y su hija, Iraida, nos sirve de ejemplo.

      Una Testigo que pertenecía al grupo de lengua de señas oyó de Iraida, la visitó y le dejó el folleto ¡Disfrute para siempre de la vida en la Tierra!b A Iraida le gustó muchísimo lo que aprendió por los dibujos sobre el nuevo mundo, y se inició un estudio bíblico. Cuando terminaron de estudiar esta publicación, pasaron al folleto ¿Qué exige Dios de nosotros?* Llegados a ese punto, Iraida comenzó a pedirle a su madre que la ayudara a preparar la lección.

      Elsa tenía dos problemas: como no era Testigo, desconocía las verdades bíblicas, y tampoco sabía la lengua de señas. Le habían dicho que no debía comunicarse con su hija mediante signos para que esta aprendiera a hablar. En consecuencia, la comunicación entre las dos era muy poca. Motivada por la solicitud de ayuda de su hija, Elsa pidió estudiar con estas palabras: “Lo hago por Iraida. Nunca la había visto tan entusiasmada”. Se unió a ella en el estudio y aprendió la lengua de señas. Al dedicarle más tiempo a su hija, la comunicación en el hogar mejoró. Iraida empezó a ser más selectiva con sus amistades y a relacionarse con hermanos de la congregación. En la actualidad, las dos asisten a las reuniones cristianas con asiduidad. Elsa se bautizó hace poco, e Iraida se dirige hacia esa misma meta. Elsa cuenta que por primera vez está conociendo a su hija y que ahora pueden hablar sobre temas importantes que ambas valoran.

      El grupo de señas se convirtió en congregación en abril de 2003. En la actualidad cuenta con unos cincuenta publicadores —de los cuales más de un tercio son sordos— y registra una asistencia superior a la cifra de publicadores; además, se están formando grupos en otras tres ciudades cercanas a la capital. Si bien todavía queda mucho por hacer en este campo, no cabe duda de que se ha dado un paso de gigante para superar la barrera del “silencio” entre los sordos de buen corazón y su amoroso Creador, Jehová Dios.

  • Se salvan obstáculos en Panamá
    La Atalaya 2006 | 15 de abril
    • [Ilustración de la página 12]

      Estudio de La Atalaya en lengua de señas

      [Ilustración de la página 12]

      Elsa y su hija, Iraida, disfrutan de buena comunicación

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