¿Dónde están sus seres queridos que han muerto?
ALEC quedó desolado. En una semana perdió a dos de sus amigos. Uno de ellos, Nevil, murió de un disparo. El otro, Tony, falleció en un accidente de tráfico. Algunas preguntas que antes no le habían preocupado ahora atormentaban a este muchacho sudafricano de 14 años de edad. ‘¿Por qué tiene que morir la gente? Y ¿qué pasa después de la muerte?’, se decía.
Camino del funeral de Nevil, Alec esperaba sinceramente hallar respuestas a estas preguntas. “Pero el sacerdote solo leyó de un libro y dijo que Nevil había ido al cielo —recuerda—. Luego, en el cementerio, dijo que esperamos la resurrección. Estaba confundido. Si Nevil se encontraba en el cielo, ¿cómo podía esperar la resurrección?”
Más tarde aquel mismo día, Alec asistió al funeral de Tony. El servicio ritualista se llevó a cabo en un lenguaje que no pudo entender. No obstante, el comportamiento histérico de algunos de los dolientes convenció a Alec de que no habían recibido ningún tipo de consuelo. “Esa noche estaba muy acongojado —explica—. Me sentía impotente y perdido. Nadie podía contestar de manera satisfactoria mis preguntas. Por primera vez en mi vida dudé de la existencia de Dios.”
Todos los años, millones de personas como Alec pierden a sus seres queridos. La obra 1992 Britannica Book of the Year dice que “en 1991 murieron 50.418.000 personas en el mundo”. Y ¿cuántos millones más han muerto desde entonces? Imagínese los ríos de lágrimas derramadas por las afligidas familias. La confusión causada por las opiniones contradictorias sobre la muerte agrava su dolor.
Por ello, al igual que Alec, muchas personas se desilusionan y dudan de que haya base para tener esperanza en una vida futura después de la muerte. Según la Encyclopedia of Religions, “en todas las épocas ha habido personas pensadoras que se han separado de la multitud, [...] y han puesto en duda que el alma o la vida individual pueda existir aparte del cerebro y el cuerpo individuales”.
Es de interés que la enciclopedia supracitada admite que la teoría religiosa de la existencia de un alma inmortal aparte del cuerpo no tiene base bíblica. Es cierto que en algunos lugares la Biblia dice que el “alma” de la persona sale de un cuerpo muerto e incluso regresa a él, pero en esos casos la palabra “alma” se utiliza en el sentido de “vida”, que se pierde o se recobra. (Génesis 35:16-19; 1 Reyes 17:17-23.) Es más frecuente el empleo en la Biblia de la palabra “alma” con referencia a criaturas visibles de carne y sangre, es decir, criaturas vivas. (Génesis 1:20; 2:7.) Por ello, la Biblia afirma repetidamente que las almas mueren. (Ezequiel 18:4, 20; Hechos 3:23; Revelación 16:3.) La Palabra de Dios dice que una vez que las almas mueren, “no tienen conciencia de nada en absoluto”. (Eclesiastés 9:5, 10.)
Por otra parte, en la Biblia hay relatos de personas que murieron y recobraron la vida. En el caso de Lázaro, este hecho sucedió después de estar muerto durante cuatro días. (Juan 11:39, 43, 44.) No obstante, ¿qué pasará con las personas que murieron cientos o miles de años atrás? ¿Requiere su esperanza de vida futura que Dios resucite el mismo cuerpo que tenían cuando murieron?
No. Esta idea es incompatible con lo que sucede a los átomos que componen un cuerpo muerto. Con el tiempo, algunos de estos átomos son absorbidos por la vegetación, que, a su vez, es consumida por otras criaturas, y llegan a ser parte de sus cuerpos.
¿Significa esto que no hay esperanza para las personas que murieron tiempo atrás? No. El Creador de nuestro inmenso universo tiene una memoria asombrosa, ilimitada. Su perfecta memoria tiene la capacidad de almacenar la personalidad y las características genéticas de todos los seres humanos que han muerto y que él quiere recordar. Además, Jehová Dios posee el poder de recrear un cuerpo humano con el mismo código genético de la persona que ha vivido antes. También puede colocar en él la memoria y la personalidad de aquel a quien tiene en la memoria, como, por ejemplo, Abrahán.
Casi dos mil años después de la muerte de Abrahán, Jesucristo aseguró: “El que los muertos son levantados, hasta Moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’. Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven”. (Lucas 20:37, 38.) Además de Abrahán, Isaac y Jacob, otros millones de seres humanos que han muerto están vivos en la memoria de Dios, esperando la venidera resurrección. “Va a haber resurrección así de justos como de injustos”, asegura la Biblia. (Hechos 24:15.)
Unas semanas después de la pérdida de sus amigos, Alec halló las respuestas a sus preguntas. Un testigo de Jehová llamó a su puerta y le mostró lo que la Palabra de Dios dice acerca de la muerte y la resurrección. Estas palabras consolaron a Alec y dieron un nuevo significado a su vida.
¿Le gustaría a usted también saber más acerca de la esperanza de la resurrección de la que habla la Biblia? Por ejemplo, ¿tendrán lugar la mayor parte de las resurrecciones en el cielo o en la Tierra? Y ¿qué debe hacer uno para obtener la aprobación de Dios y experimentar el cumplimiento de su maravillosa promesa de que la gente pueda reunirse otra vez con sus seres queridos que han muerto?