-
Resueltos a ayudar a los niños¡Despertad! 1992 | 8 de diciembre
-
-
Resueltos a ayudar a los niños
AYER murieron 40.000 niños menores de cinco años en los países en vías de desarrollo. Hoy morirán otros 40.000. Mañana, 40.000 más. La mayor parte de estas muertes podría evitarse.
Durante años, esta situación ha sido denominada la “emergencia silenciosa” o la “catástrofe muda”, en el sentido de que ha pasado casi inadvertida por el mundo en general. “Si cada día muriesen 40.000 cárabos occidentales, se armaría un escándalo. Pero cada día mueren 40.000 niños, y casi nadie lo nota”, se lamentó Peter Teeley, portavoz estadounidense en la Cumbre Mundial en favor de la Infancia, convocada por la ONU, que tuvo lugar en 1990 en la sede de las Naciones Unidas, ubicada en Nueva York.
Hay quienes opinan que, con el tiempo, la mencionada cumbre podrá cambiar la situación. A ella asistieron grandes dignatarios de 159 países, entre ellos 71 jefes de Estado. En conjunto, todos ellos representaban al 99% de la población mundial. Mijail Gorbachov resumió así el sentir de los presentes: “La humanidad ya no puede tolerar más el hecho de que cada año mueran millones de niños”.
-
-
Niños que sufren¡Despertad! 1992 | 8 de diciembre
-
-
Niños que sufren
Un muchacho de doce años trabaja duramente once horas diarias rompiendo piedras en una cantera de la India. Gana el equivalente a 85 centavos (E.U.A.) diarios.
Una niña de diez años vende su cuerpo en un burdel de Bangkok. No está allí porque ella quiera. Su padre la vendió por 400 dólares (E.U.A.).
Un soldado jovencito, de tan solo diez años, ayuda a atender una barricada en un país africano. Lleva una ametralladora colgada al hombro; mata el tiempo fumando marihuana.
SITUACIONES como estas son muy comunes en las naciones en vías de desarrollo. La cantidad de niños que sufren se cuenta por millones. Siete millones languidecen en campos de refugiados; treinta millones vagan por las calles por carecer de un hogar; ochenta millones con edades comprendidas entre los diez y los catorce años desempeñan trabajos que impiden su desarrollo normal; muchos más de cien millones morirán durante esta década por falta de alimento, agua potable y atención sanitaria.
Veamos tan solo algunos de los problemas que afrontan muchos niños por toda la Tierra.
Enfermedad
Cada día mueren unos 8.000 niños porque no han sido vacunados contra enfermedades como el sarampión y la tos ferina, 7.000 porque sus padres no saben cómo tratar la deshidratación producida por la diarrea, y otros 7.000 porque no se les administran antibióticos —que solo costarían un dólar (E.U.A.)— para combatir infecciones respiratorias.
Ya hace años que existen fármacos y terapias para evitar o curar muchas de las enfermedades que plagan a la familia humana desde tiempos remotos. Pero no han llegado a los millones que los necesitan. Debido a ello, durante las últimas dos décadas perecieron unos 100 millones de niños únicamente a causa de enfermedades diarreicas y respiratorias. “Es como si se hubiera encontrado finalmente un remedio para el cáncer y apenas se hubiera utilizado durante veinte años”, clamaba el UNICEF en su informe Estado Mundial de la Infancia 1990.
Pese a lo grave de la situación, se ha avanzado bastante. Por ejemplo, el UNICEF y la OMS (Organización Mundial de la Salud) han emprendido una enérgica campaña de inmunización. En 1991 se anunció que el 80% de los niños del mundo habían sido inmunizados contra las seis enfermedades evitables mediante vacunación: sarampión, tétanos, difteria, poliomielitis, tuberculosis y tos ferina. Dicha inmunización, aunada a los esfuerzos paralelos que se han efectuado para controlar las enfermedades diarreicas, ha resultado en que se salven varios millones de vidas cada año entre la población infantil y juvenil.
Pero en años recientes ha brotado una nueva enfermedad —el sida— que amenaza e incluso puede dejar sin efecto todo el progreso realizado en el campo de la supervivencia infantil en África a lo largo de los últimos diez años. Durante la década de los noventa es posible que mueran de sida hasta 2,7 millones de jóvenes en el continente. Además, para el año 2000 puede que el sida deje huérfanos en África central y oriental a entre tres millones y cinco millones de niños.
Desnutrición
Todos hemos visto demasiadas veces las trágicas escenas de niños hambrientos que parecen esqueletos andantes, con el vientre hinchado, los ojos sin vida y la mirada perdida. Esos patéticos jovencitos representan tan solo la punta del iceberg de la desnutrición. Por todo el mundo en vías de desarrollo, unos 177 millones de niños —de entre uno y tres años— se acuestan por la noche con hambre. Y la cifra va en aumento.
La desnutrición persistente no deja que los niños alcancen su pleno potencial físico y mental. La mayoría de los niños desnutridos son débiles, indiferentes, de mirada apagada y apáticos. Juegan menos y aprenden con más lentitud que los niños bien alimentados. Son más susceptibles a la infección, un importante factor que contribuye a aproximadamente una tercera parte de los 14 millones de muertes infantiles que ocurren anualmente en los países en vías de desarrollo.
La ciencia moderna no solo ha producido medicamentos para combatir la enfermedad; también ha hecho posible que se produzca y reparta más que suficiente alimento para todo ser humano de la Tierra. Pero no hay remedios rápidos para la desnutrición. No se puede eliminar con envíos de alimentos ni con pastillas de vitaminas. El problema radica en la implacable pobreza, la inmensa ignorancia, el agua contaminada, las condiciones insalubres y la falta de tierras de cultivo que existe en las regiones azotadas por la pobreza.
Problemas ambientales
Las víctimas más vulnerables del agravamiento de la crisis ambiental en todo el mundo son los niños. Tomemos como ejemplo la contaminación del aire. Un niño en reposo, menor de tres años, inspira proporcionalmente el doble de aire, y por lo tanto el doble de contaminación, que un adulto en reposo. Y como los niños no tienen los riñones, el hígado y los sistemas enzimáticos totalmente desarrollados, no pueden transformar las sustancias contaminantes con la misma facilidad que los adultos.
Por consiguiente, a los niños les afecta más que a los adultos el plomo que se añada a la gasolina y diferentes gases como el monóxido de carbono, los óxidos nítricos y el anhídrido sulfuroso. Esta vulnerabilidad contribuye directamente a la muerte por infecciones respiratorias de los más de 4,2 millones de niños menores de cinco años en los países en vías de desarrollo. Muchos de los que sobreviven crecen con enfermedades respiratorias que les aquejan por el resto de su vida.
Como su cuerpo todavía está creciendo, los niños también son más vulnerables que los adultos a los efectos de una dieta inadecuada. En un país tras otro los niños son los principales perjudicados cuando los bosques menguan, los desiertos crecen y las tierras de cultivo demasiado trabajadas se erosionan, se agotan y producen cada vez menos alimento. Tan solo en África la nutrición deficiente ha atrofiado el crecimiento de unos 39 millones de niños.
Para empeorar el problema, existe una grave escasez de agua potable. Solo la mitad de los niños del mundo en desarrollo tiene acceso a agua potable, y son muchos menos los que tienen acceso a medios de saneamiento para la eliminación de residuos.
Guerra
En el pasado la mayor parte de las víctimas de la guerra eran soldados. Pero ya no es así. Desde la segunda guerra mundial, el 80% de los 20 millones de muertos y de los 60 millones de heridos en los diferentes conflictos armados han sido civiles, principalmente mujeres y niños. Hubo un tiempo durante la década de los ochenta en que cada hora morían en África 25 niños como resultado de algún conflicto bélico. Es innumerable la cantidad de niños que mueren, resultan heridos, quedan abandonados o huérfanos o son tomados como rehenes.
Los millones de niños que crecen actualmente en campos de refugiados suelen verse privados de identidad y nacionalidad, así como de la debida nutrición, atención sanitaria y educación. A muchos les resulta imposible adquirir habilidades que les permitan ocupar un lugar en la sociedad.
Pero los niños no solo son víctimas de las guerras; también pelean en ellas. En años recientes 200.000 menores de quince años han sido reclutados, armados y adiestrados para matar. Algunos de ellos perdieron la vida o algún miembro de su cuerpo al obedecer órdenes de abrir caminos a través de campos de minas.
-