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Se nos conoce por nuestra conductaLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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En Puerto Rico, en noviembre de 1976, Ana Paz de Rosario, de 45 años de edad, concordó en operarse y tomar los medicamentos necesarios, pero solicitó que no se empleara sangre debido a sus creencias religiosas. No obstante, llevando consigo una orden judicial, cinco policías y tres enfermeras entraron después de la medianoche en su habitación del hospital, la ataron a la cama y, contra sus deseos y los de su esposo e hijos, le administraron por la fuerza una transfusión de sangre. Entró en estado de choque y murió.
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Se nos conoce por nuestra conductaLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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En 1982, en Italia, un matrimonio que por amor a su hija había intentado conseguir en cuatro diferentes países ayuda médica para tratar la enfermedad incurable que esta padecía, fueron sentenciados a catorce años de cárcel acusados de asesinato, después de morir la niña mientras se le administraba una transfusión ordenada por un tribunal.
Con frecuencia la publicidad dada por la prensa a los intentos de forzar transfusiones de sangre en hijos de testigos de Jehová ha provocado gran hostilidad en el público. En algunos casos, los jueces han ordenado transfusiones en niños sin tener siquiera una audiencia previa en la que estén presentes los padres para expresarse al respecto. Sin embargo, en Canadá, en más de cuarenta casos en los que se administraron transfusiones, los médicos devolvieron a los padres sus hijos muertos.
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