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Centro de controversiaEl hombre más grande de todos los tiempos
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Sin embargo, está claro que Jesús ha sanado al endemoniado. Los escribas y fariseos saben que no pueden negar la realidad de este hecho. Por eso, para desacreditar a Jesús dicen a la gente: “Este no expulsa a los demonios sino por medio de Beelzebub, el gobernante de los demonios”.
Jesús, que sabe lo que piensan, llama a sí a los escribas y fariseos y dice: “Todo reino dividido contra sí mismo viene a parar en desolación, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá en pie. Así mismo, si Satanás expulsa a Satanás, ha llegado a estar dividido contra sí mismo; entonces, ¿cómo podrá estar en pie su reino?”.
¡Qué devastadora lógica! Puesto que los fariseos afirman que entre ellos hay quienes han expulsado demonios, Jesús también pregunta: “Si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebub, ¿por medio de quién los expulsan los hijos de ustedes?”. Es decir, la acusación contra Jesús aplica tanto a ellos como a él. Entonces Jesús advierte: “Pero si es por medio del espíritu de Dios como yo expulso a los demonios, el reino de Dios verdaderamente los ha alcanzado”.
Para demostrar que el que él haya expulsado demonios es prueba de su poder sobre Satanás, Jesús dice: “¿Cómo puede alguien invadir la casa de un hombre fuerte y arrebatar sus bienes muebles, a menos que primero ate al fuerte? Y entonces saqueará su casa. El que no está de parte mía, contra mí está; y el que no recoge conmigo, desparrama”. Está claro que los fariseos se oponen a Jesús y demuestran que son agentes de Satanás. Están haciendo que los israelitas se aparten de Jesús.
Por consiguiente, Jesús advierte a estos opositores satánicos que “la blasfemia contra el espíritu no será perdonada”. Explica: “A cualquiera que hable una palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el espíritu santo, no le será perdonado, no, ni en este sistema de cosas ni en el venidero”. Esos escribas y fariseos han cometido ese pecado imperdonable cuando, por su mala intención, atribuyen a Satanás lo que claramente es la operación milagrosa del espíritu santo de Dios.
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En cierta ocasión llevan a donde Jesús un endemoniado que también es ciego y mudo. Cuando Jesús lo cura y el hombre queda libre de la influencia demoníaca y puede tanto hablar como ver, las muchedumbres simplemente se embelesan. La gente empieza a decir: “¿Acaso no será este el Hijo de David?”.
Es tanta la muchedumbre que se ha reunido alrededor de la casa donde Jesús está alojado que él y sus apóstoles no pueden siquiera tomar una comida. Además de los que creen que tal vez sea el prometido “Hijo de David”, también están allí escribas y fariseos que han venido desde Jerusalén misma para desacreditarlo.
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