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Jesús, centro de controversiaLa Atalaya 1987 | 15 de febrero
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Se le trae a Jesús un endemoniado que también es ciego y mudo. Cuando Jesús lo cura, de modo que queda libre de la influencia demoníaca y puede tanto hablar como ver, la muchedumbre simplemente se embelesa. Comienza a decir: “¿Acaso no será éste el Hijo de David?”.
Es tanta la muchedumbre que se ha reunido alrededor de la casa donde Jesús está alojado que él y sus apóstoles no pueden siquiera tomar una comida. Además de aquellas personas que creen que tal vez sea el prometido “Hijo de David”, también están presentes escribas y fariseos que han venido desde Jerusalén para desacreditarlo.
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Jesús, centro de controversiaLa Atalaya 1987 | 15 de febrero
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Sin embargo, está claro que Jesús ha sanado al endemoniado. Los escribas y fariseos saben que no pueden negar la realidad de este hecho, ni de otros milagros de Jesús. Así que, para desacreditar a Jesús, dicen a la gente: “Éste no expulsa a los demonios sino por medio de Beelzebub, el gobernante de los demonios”.
Conociendo sus pensamientos, Jesús llama a sí a los escribas y fariseos y dice: “Todo reino dividido contra sí mismo viene a parar en desolación, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá en pie. Así mismo, si Satanás expulsa a Satanás, ha llegado a estar dividido contra sí mismo; entonces, ¿cómo podrá estar en pie su reino?”.
¡Qué lógica devastadora! Puesto que los fariseos afirman que entre ellos hay quienes han expulsado demonios, Jesús también pregunta: “Si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebub, ¿por medio de quién los expulsan los hijos de ustedes?”. Es decir, la acusación contra Jesús aplica tanto a ellos como a él. Entonces Jesús advierte: “Pero si es por medio del espíritu de Dios como yo expulso a los demonios, el reino de Dios verdaderamente los ha alcanzado”.
Para demostrar que el haber expulsado él a demonios es prueba de su poder sobre Satanás, Jesús declara: “¿Cómo puede alguien invadir la casa de un hombre fuerte y arrebatar sus bienes muebles, a menos que primero ate al fuerte? Y entonces saqueará su casa. El que no está de parte mía, contra mí está; y el que no recoge conmigo, desparrama”. Los fariseos claramente se oponen a Jesús y demuestran ser agentes de Satanás. Están desparramando a los israelitas de estar con Jesús.
Por consiguiente, Jesús advierte a estos opositores satánicos que “la blasfemia contra el espíritu no será perdonada”. Pasa a explicar: “A cualquiera que hable una palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el espíritu santo, no le será perdonado, no, ni en este sistema de cosas ni en el venidero”. Esos escribas y fariseos han cometido ese pecado imperdonable porque con mala intención atribuyen a Satanás lo que claramente es la operación milagrosa del espíritu santo de Dios.
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