-
De nuestros lectores¡Despertad! 2004 | 8 de octubre
-
-
Mi hermana sufre depresión grave. Cuando leí este reportaje lloré porque me di cuenta de que había hablado con total desconocimiento sobre su angustiosa situación. Ahora sé que no debo darme por vencida, sino tratar pacientemente de comprenderla.
D. P., Estados Unidos
-
-
De nuestros lectores¡Despertad! 2004 | 8 de octubre
-
-
Tengo 13 años, y muchas veces he querido morirme. Este número de ¡Despertad! me ha ayudado a seguir adelante. Ahora sé que Jehová de veras se interesa por nosotros y nos escucha.
M. S., Estados Unidos
Siempre he pensado que las personas con depresión son egoístas y que lo único que necesitan es animarse. Sin embargo, después de leer estos artículos he comprendido que, al no ser considerada con los sentimientos ajenos, la egoísta era yo.
R. N., Estados Unidos
Gracias por esta serie tan bien escrita. Aporta un magnífico fundamento para el tratamiento. Estoy haciendo un doctorado en Psicopedagogía, y pienso utilizar estos artículos en la práctica de mi profesión.
P. Y., Estados Unidos
He luchado contra la depresión durante más de diez años. Esta revista mencionaba el beneficio de llevar un diario, y me gustaría probarlo. Una compañera cristiana me graba las reuniones los días que no puedo ir, lo cual es una verdadera ayuda.
M. S., Japón
-
-
De nuestros lectores¡Despertad! 2004 | 8 de octubre
-
-
Tengo 68 años, soy anciano de congregación y he padecido depresión clínica durante unos diez años. Los “pastores” también somos “ovejas”, y algunos podemos sumirnos en la depresión. Leer sobre cómo otros están haciendo frente a los trastornos del ánimo me conmovió profundamente.
B. A., Estados Unidos
Este reportaje me impulsó a buscar tratamiento médico. También ha ayudado a mi esposa a sobrellevar mejor mi depresión. Nunca deja de sorprenderme lo precisos y oportunos que son sus artículos.
C. B., Alemania
Se me diagnosticó depresión tres meses antes de leer este reportaje. Mis primeras reacciones a la noticia fueron exactamente como ustedes decían: conmoción y reticencia a contárselo a otras personas. Gracias a esta serie me siento comprendida y ya no me invade esa sensación de soledad.
A. G., Austria
-
-
De nuestros lectores¡Despertad! 2004 | 8 de octubre
-
-
He llorado muchas veces cuando me han dicho que los cristianos no nos deprimimos. Este reportaje me ha ayudado, y también ha sido consolador saber que no soy la única con este problema.
P. B., Inglaterra
-